LA MENSTRUACIÓN
La menstruación, el cambio periódico del endotelio uterino y flujo de sangre que la acompañan, se presentan normalmente cuando no se produce la fecundación.
En un ciclo menstrual típico, aproximadamente los diez días siguientes al cese del flujo menstrual, se caracteriza por el desarrollo y maduración progresiva del folículo ovárico en uno de los ovarios
La iniciación y mantenimiento de la maduración progresiva del folículo están controlados por un aumento de la secreción en este periodo de la hormona estimulante del folículo (FSH) del lóbulo anterior de la glándula hipófisis.
A medida que el folículo del lóbulo anterior de la glándula hipófisis, secreta cantidades cada vez mayores de la hormona sexual femenina llamada estrógeno,
la que provoca el desarrollo y preparación del endotelio uterino para la posible llegada a los pocos días de un óvulo fecundado.
La maduración del folículo implica el crecimiento y proliferación de las células foliculares, acompañado esto por la acumulación del fluido cerca del centro del folículo, lo cual origina que se distienda y mueva hacia la superficie del ovario.
La distención continua del folículo maduro origina que se proyecte desde la superficie del ovario como una pequeña yema o quiste, hasta que eventualmente revienta para descargar el óvulo.
El desarrollo y ruptura del folículo origina la liberación del óvulo aproximadamente 10 días después de que ha cesado el flujo menstrual (o 14 días después del inicio del flujo menstrual),
tomando parte necesariamente la hormona luteinizante (LH) del lóbulo anterior de la hipófisis.
Casi inmediatamente, después de la ovulación o descarga del óvulo, la cavidad del folículo roto, bajo la influencia de la hormona luteinizante comienza a llenarse de una masa de células amarillentas el cuerpo lúteo, productor de la hormona progesterona.
La progesterona provoca aún un mayor crecimiento o proliferación del endotelio uterino, especialmente de su tejido glandular, originando un medio favorable para la implantación del óvulo fecundado.
Al mismo tiempo, la progesterona inhibe el desarrollo de otros folículos ováricos así como la contracción uterina, estimulando posteriormente a las glándulas mamarias, preparándolas para la formación de leche después del nacimiento.
La hormona prolactina secretada por el lóbulo anterior de la glándula hipófisis participa también junto con la hormona luteinizante en mantener el cuerpo lúteo y por consiguiente la secreción de progesterona.
Si no se ha efectuado la fecundación en los 27 ó 28 días después de iniciada la menstruación anterior, el cuerpo lúteo degenera con el cese consecuente de la disminución de secreciones gonadotróficas del lóbulo interior de la hipófisis.
Debido a la falta de progesterona y a la producción mínima de estrógeno, comienza a degenerar y desprenderse,
produciéndose una hemorragia, marcando por consiguiente el comienzo de la menstruación y de otro ciclo.
La frecuente irritabilidad emocional y tensión premenstrual de la mujer, se cree que esta asociado con el nivel bajo de hormonas sexuales en el cuerpo durante este periodo.
Si la fecundación se efectúa, el cuerpo lúteo y su secreción de progesterona se mantienen; esto evita el desprendimiento del endotelio uterino y por tanto cesa el ciclo menstrual.