R eflexiones cedapp Hemos hablado muchas veces sobre el ánimo muy generalizado en las mujeres de inmolarse por sus hijos, hijas y familia. Existen numerosas investigaciones sobre el tema que confirman este hecho observable, pero nos queda siempre la pregunta del porqué se da de esta manera. Una de las respuestas frecuentes es ese don del género femenino de hacer cosas por los demás, su altruismo, y sus bondades que regalan y despilfarran por doquier sin medir, la mayor parte de las veces, las consecuencias. En esta ocasión estas reflexiones se hacen a partir de celebrar el día de la Salud de la Mujer – 28 de mayo -, y surgen dudas e interrogantes de cómo funciona este tema en nosotras las mujeres. Una posible entrada podría ser el tema de nuestro narcisismo: en palabras sencillas podríamos decir que sentimos que nuestros hijos e hijas son extensiones de nosotras mismas - en el sentido mas biológico del concepto - y que, por lo tanto, los cuidamos por contigüidad..... hasta las últimas consecuencias... Algunos/as llamarían a esta conducta “instinto materno”..., otros y otras narcisismo... En todo caso conocemos bien cómo somos capaces de llegar a la fatiga total trabajando y sacrificándonos por los demás... pero no siempre aplicamos este criterio a nosotras mismas y a nuestras, a veces, urgentes necesidades... centro de desarrollo y asesoría psicosocial Nº 4 – Año 2003 POR EL DÍA DE LA SALUD DE LAS MUJERES ¿Por qué esa extenuación con nosotras mismas? ¿Por qué ese descuido tan sistemático en el cuidado de nuestros cuerpos y sus señales?. Es obvio que algo del orden del narcisismo se juega en esta conducta, probablemente articulado con un sentimiento compensatorio llamado “omnipotencia” al cual se le suma otra actitud y afecto: el de la desesperanza rabiosa - la curiosa mezcla de impotencia, desesperanza, dolor y frustración -, que nos habita frecuentemente y desde temprana edad, por lo menos en nuestra cultura. Otros estudiosos pensarán que existen en nosotras mujeres una suerte de “identificación con el agresor” que en buen castellano significa hacer propia la actitud de agresión o maltrato que hemos recibido en nuestras relaciones humanas y que luego repetimos -en este caso- con nosotras mismas. Faltaría una cantidad de respuestas que aún exploramos y a las cuales no podemos dar un sentido apropiado; muchas veces actuamos, simplemente, en forma impulsiva sin cuidarnos lo suficiente. Pero también es cierto y posible que podemos pensar en estas conductas y ver si son apropiadas, creativas y saludables para nosotras y nuestras familias. Es seguro que nos encontraremos con que no lo son, y que sería conveniente modificarlas y de paso aplicarnos el viejo proverbio, que tendemos a olvidar: la caridad comienza por casa... y en ese caso nuestra primera casa es nuestro cuerpo y sus señales. Las invito a pensar en esta posibilidad. Matilde Ureta de Caplansky Psicoanalista Sociedad Peruana de Psicoanálisis International Psychoanalytical Association Presidenta del cedapp Los Corales 375, Balconcillo- Lima13 Telfs: Fax(51-1)