Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

Nace en Sevilla, Andalucía, en 1836.

Es descendiente de nobles flamencos que llegaron a Andalucía para comerciar y consiguieron una destacada posición en la clase alta sevillana.

“Gustavo Adolfo Bécquer dibujando” Valeriano Bécquer Pasa su infancia en contacto con la pintura al ser su padre un famoso pintor del costumbrismo sevillano.

Su vida fue marcada por la desgracia y el infortunio: cuando tiene 5 años muere su padre y a los 11, su madre, quedando el niño al cuidado de sus tíos.

Bécquer escribe desde niño; luego estudia pintura y humanidades.

Estrecha relaciones con su hermano Valeriano, que con el tiempo se convertirá en importante pintor y protegerá al poeta en los momentos dificiles.

A los 19 años se muda a Madrid donde conoce las privaciones y la forzosa vida bohemia vivida por la mayoría de los escritores románticos.

Publica en revistas sus primeras Leyendas pero, al no conseguir sobrevivir con su arte, tiene que trabajar como censor de novelas.

A los 22 años se enamora apasionadamente de Julia Espín, una hermosa cantante de ópera, que no le corresponde su amor y lo sume en la desesperación. Este desengaño amoroso marcará el tono de su poesía. Empieza a escribir las Rimas.

A los 25 años se casa con Casta Esteban y, luego de tener tres hijos, se separa.

En septiembre de 1870 fallece su hermano Valeriano, duro golpe para el poeta que muere tres meses más tarde a los 34 años.

Sus últimas palabras “Todo mortal” revelan el desencanto que lo embargaba. El dia de su muerte en Sevilla había eclipse total de sol.

Movimiento literario

Posromanticismo o Romanticismo tardío A pesar de su temática romántica (sentimientos amorosos, estados de ánimo reflejados en la naturaleza, tono melancólico, sensación de la fugacidad de la vida), Bécquer se aleja del romanticismo original al lograr una poética contenida y rica en su simplicidad.

La pintura tiene gran influencia en sus escritos como un medio, a veces más importante que la palabra, para expresar lo inefable.

Además de la pintura, Bécquer tuvo gran interés por la música.

La elaboración rigurosa de la composición, su valor rítmico y musical, la riqueza y elegancia de sus imágenes, muestran un cambio de sensibilidad que abre puentes al Modernismo y al Simbolismo.