Docentes superocupados Cómo ser agentes de cambio en medio del estrés diario E. Martínez Vera

Superocupados Mientras esperamos el gran día de total Shalom hemos de ser agentes de paz Evitar el estrés para disfrutar de ella en nuestros cuerpos y nuestras relaciones Uno de los mayores obstáculos: estar superocupados

Algo muy importante: Distinguir entre Superocupados vs. ocupados

¿Hay algo malo en el trabajo? En la Edad Media era considerado un castigo Aun hoy en países muy católicos se sigue con ese error La Reforma puso el trabajo donde tenía que estar: “Es alabanza a Dios” Lutero La Biblia habla bien del trabajo: -Gén. Fue dado al hombre antes de la caída -Prv. “Mira la hormiga” -San Pablo: + “Ocupaos en vuestros trabajos con tranquilidad para que no tengáis necesidad de nada” 1 Tes. 4:11-12 + “Trabajamos con afán para no seros gravosos” 2 Tes.

¿Cuándo aparece el problema? Las dificultades aparecen cuando nos pasamos: Hacemos un mal uso del trabajo por exceso No encontramos un equilibrio entre trabajo y descanso Pero debemos recordar que es un mandamiento: “Seis días trabajarás” “El que no trabaje que no coma”

Aparición del estrés Selye: “reacción del cuerpo ante un exceso de demanda”: Entonces, el estrés: Genera secreciones químicas, como reacción del organismo, que originan modificaciones en distintas partes del cuerpo para defensa y adaptación Nos incapacita para vivir tranquilos Llegamos al agotamiento al quemar la vela por los dos extremos Si no identificamos pronto los estresantes y ponemos remedio llegamos a la cronicidad que es un factor de alto riesgo para las enfermedades y el envejecimiento

Por lo tanto Recordemos: Dios descansó después de su trabajo Hizo el dia y la noche... Necesitamos desesperadamente vacaciones porque no descansamos cada día, ni al final de cada semana (“¡ay Señor que día!”) La pauta bíblica es alternar trabajo y descanso Decimos continuamente: “corre, corre” y “no tengo tiempo”

Test (15 items para valorar si estamos trabajando en exceso) 1. Dedicar más de 8 horas a la vida laboral 2. Hacer horas extra en casa (no “cerrar”) 3. No poder controlar el ritmo de trabajo (presión) 4. Sentir ganas de huir (excesivo contacto con problemas) 5. Estado físico deficiente (somatizaciones) 6. Sensación de cansancio (agotamiento pero es difícil descansar) 7. Preocupación excesiva por detalles, por perfeccionismo

Test (continuación) 8. Preocupación excesiva por lo que piensen los demás 9. Sensación de culpa al estar inactivos 10. Quejas de los demás porque estás excesivamente ocupado/a 11. Vivir con el “motor” acelerado por presión de lo “urgente” 12. Irritabilidad 13. Baja autoestima 14. Pesimismo 15. Ansiedad y/o depresión

Tres grandes riesgos 1.- Perder la salud física y/o psíquica El 60% de la población tiene la sensación de no controlar su vida El cuerpo dice: “Ya te pararé yo” (hormonas del estrés- corticoides: adrenalina, cortisol) 2.- Perder capacidad cognitiva El estrés afecta de forma importante la memoria y a la atención Necesitamos tiempo para: leer, reflexionar, buscar la sabiduría... 3.- Perder las relaciones que realmente importan. El encuentro Con Dios (tiempo y lugar para ponernos toda la armadura) Con el cónyuge Con los hijos Con los amigos , compañeros, alumnos (valoración) Las relaciones se mueren por lo que no decimos Para cultivarlas se requiere tiempo y comunicación al tercer nivel

¿Cómo llegamos a ese riesgo? “Compramos” el tiempo. Ha dejado de ser un regalo (“El vendedor del tiempo”) No paramos ni siquiera en los momentos de descanso (TV, internet, móvil...) No parcializamos el día como debemos (3/3, repartir las 24 horas en fracciones de 8) No damos el tiempo necesario a cuidarnos (p. ej. en vez de comer “repostamos”)

¿Qué hacer? 1. Aprovechar bien el tiempo, no sólo en términos de productividad 2. Reflexionar seriamente delante del Señor para saber por qué hacemos lo que hacemos: -dinero -prestigio -adicción -inseguridades personales -corazón pastoral (servicio) N.B. No confundir la obra del Señor con el Señor de la obra. A Dios le interesa tu descanso ”llevándoles aparte...”, y Él fue modelo

¿Qué hacer? (continuación) 3. Identificar los estresantes 4. Hacer lo que dicta el sentido común, hacerlo despacio, aprender a decir “NO” (da salud) 5. Tomar tiempo para: descansar, reflexionar, meditar, buscar la paz y la serenidad 6. Renunciar a cosas supérfluas hasta simplificar mucho nuestra vida 7. Descansar sin complejos de culpa: a. La mente en la Palabra (meditar) b. La conciencia en la sangre de Cristo c. El corazón en la Providencia “Venid a mí”