Los días iban pasando y la flor se preocupaba más y más hasta que un día vio a la mosquita cojeando de una patita. Ya se, esa es la razón de que no quiere jugar con los demas
Al día siguiente la flor le aconsejó que vaya a jugar con los demás, la mosquita muy valiente fue y les preguntó si podía jugar. Mira una mosquicojita, gritó un zorro.
La mosquita se sintió muy ofendida y salió corriendo rumbo a su casa. Los animalitos, luego de resondrar al imprudente zorro, vieron lo rápida que era la mosquita a pesar de que era cojita.
Los animalitos, luego de resondrar al zorro, vieron lo rápido que corría la mosquita, le dieron el alcance y se pusieron a correr junto a ella riendo y cantando.
Yo soy cojita, pero te hago una carrera para que veas cómo te gano. Y así la mosquita aprendió que tener un defecto físico no es impedimento para jugar y ser feliz.