A continuación saluda a los fieles y besa el altar. El sacerdote se dirige al altar para iniciar la celebración de la Santa Misa. A continuación saluda a los fieles y besa el altar.
El sacerdote llega al altar y de cara a los fieles se santigua: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” para dar comienzo al Santo Sacrificio de la Misa.
En la primera oración, el sacerdote en unión con el Espíritu Santo y por mediación de Jesucristo dirige una plegaria al Padre y unas peticiones de la congregación.
hace la señal de la cruz sobre el Evangelio. Al hacer la lectura del Evangelio, el sacerdote en señal de respeto a la palabra de Dios hace la señal de la cruz sobre el Evangelio. Después de la lectura besa el libro e inicia la homilía.
o explicación del Evangelio dirigiéndose a los fieles. Después de hacer las lecturas Sagradas, el sacerdote pronuncia su homilía o explicación del Evangelio dirigiéndose a los fieles.
unas gotas de agua en el vino y ofrece el cáliz dando gracias a Dios. Tras ofrecer al Eterno Padre el pan colocado sobre la patena, el sacerdote mezcla unas gotas de agua en el vino y ofrece el cáliz dando gracias a Dios. Los objetos litúrgicos del Ofertorio son el cáliz, el copón y las vinajeras.
Una vez ofrecidos el Pan y el Vino, mediante los cuales también ofrecemos nuestras buenas obras, se lava las manos con agua y ruega a los fieles que se unan con él para ofrecer al Padre el Santo Sacrificio. Tras unas breves oraciones, el sacerdote lee el Prefacio o Plegaria Eucarística.
El sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración y ocurre una transformación milagrosa.
El pan y el vino se transforman en el Cuerpo y Sangre verdadera de Jesucristo.
Después levanta la sagrada forma y la muestra a la adoración de los fieles.
La plegaria Eucarística concluye levantando la patena y el cáliz y dedicando la liturgia al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Tal como hizo Jesucristo en la Última Cena ante sus discípulos, el sacerdote divide la Hostia, símbolo de la distribución de la Eucaristía que es la participación de un mismo Cuerpo de Cristo.
Tras rezar junto a los fieles las oraciones preparatorias a la comunión: "Señor, yo no soy digno de..." el sacerdote recibe el Cuerpo de Cristo.
A continuación, el celebrante recibe la Sangre de Cristo, la misma que fue derramada por nosotros los hombres en remisión de nuestros pecados.
El sacerdote se dirige a los fieles invitándoles a participar en la comunión de Cristo. La comunión es el acto más íntimo y el que completa el Sacrificio de la Misa.
"En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo", el sacerdote despide a los fieles otorgándoles la bendición divina.
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