CARACTERÍSTICAS DEL PARLAMENTARISMO EN CHILE

CONGRESO NACIONAL

EL RÉGIMEN PARLAMENTARIO Con las reformas constitucionales de la década de 1870, la poderosa figura presidencial de los decenios conservadores se debilitó, hasta perder su histórico protagonismo. Tras la Guerra Civil de 1891, el bando vencedor estableció un régimen semiparlamentario, que transformó al Congreso en la institución política más importante del país y relegó al Poder Ejecutivo a un segundo plano. Durante la segunda mitad del siglo XIX, además, se sumaron a los tradicionales partidos Conservador y Liberal, nuevos referentes políticos como los partidos Nacional, Radical y Demócrata, que lograron subordinar la acción de los gobiernos a sus propias resoluciones. Desde entonces, los nombramientos de autoridades y funcionarios públicos fueron controlados en buena medida por la Cámara de Diputados y el Senado.

Con la pérdida de la autonomía política del Presidente, que favoreció a los partidos con representación parlamentaria, la oligarquía decimonónica amplió su capacidad de representar los diversos intereses que convivían dentro de ella. El parlamentarismo se convirtió en una adecuada solución política para resolver sus problemas internos y ejercer una dominación efectiva sobre el resto de la sociedad, sin caer en liderazgos autoritarios ni en personalismos divisionistas. Prácticamente todos los miembros de este grupo adherían sin grandes discrepancias al liberalismo decimonónico, y para gran parte de sus integrantes, el parlamentarismo representaba la forma más civilizada de ejercer la actividad política, dado su éxito en países como Francia e Inglaterra, considerados ejemplo de democracia y progreso en la víspera del siglo XX.

PRÁCTICAS POLÍTICAS DEL PARLAMENTARISMO Junto con la facultad del Congreso de aprobar o rechazar las leyes periódicas , los diputados y senadores lograron facilitar los mecanismos de acusación contra autoridades de gobierno, transformando la interpelación parlamentaria en una poderosa herramienta para someter a su voluntad la composición de los ministerios y la ejecución de las leyes. Su uso indiscriminado sirvió para derrumbar gabinetes y hacer de la rotativa ministerial una práctica permanente en la República Parlamentaria. Del mismo modo, la imposibilidad de clausurar el debate legislativo le permitió a la oposición dilatar la discusión e impedir la aprobación de los proyectos de ley que afectaban sus intereses.

La extensión de los debates se convirtió en otra poderosa herramienta de los partidos para controlar la agenda legislativa de los gobiernos del período. Bajo esta perspectiva, el parlamentarismo aparece como un modelo de gobierno ineficiente y con escasa capacidad de solucionar conflictos ajenos a los diferentes interese de la elite.. De hecho, la falta de políticas públicas para solucionar los grandes problemas del período – como la “cuestión social” y la crisis económica del modelo liberal – ha sido atribuida a la obstrucción parlamentaria y a la ausencia de un Poder Ejecutivo más resolutivo.