12 Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B 21 de Junio 2009 12 Domingo Tiempo Ordinario Música: Plegaria hebrea
Jb 38:1-8-11 El Señor respondió a Job desde la tormenta y dijo: ¿Quién encerró con doble puerta el mar cuando salía a borbotones del seno de la tierra, cuando le puse las nubes por vestido, y los nubarrones por pañales; cuando le señalé un límite, le fijé puertas y cerrojos, y le dije: «No pasarás de aquí, aquí se romperá la soberbia de tus olas»? Dios se manifiesta en la tempestad
Salmo 106 Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Los que surcaban el mar con sus navíos y comerciaban por las aguas caudalosas, contemplaron las obras del Señor, sus maravillas en medio del océano.
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Pues él ordenó que soplara un vendaval, e hizo que las olas se encresparan. Subían a los cielos, bajaban al abismo; desfallecidos por el mareo.
Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Pero clamaron al Señor en su angustia, y él los salvó de la aflicción; redujo el vendaval a suave brisa, hizo que se calmara el oleaje.
Dad gracias al Señor, poque es eterna su misericordia. Se alegraron de ver el mar en calma, y el Señor los llevó hasta el puerto deseado. ¡Que den gracias al Señor por su amor, por las maravillas que hace con los seres humanos!
2C 5:14-17 Porque nos apremia el amor de Cristo, al pensar que, si uno ha muerto por todos, todos por consiguiente han muerto. Y Cristo ha muerto por todos, para que los que viven, no vivan ya para ellos, sino para el que ha muerto y resucitado por ellos. Así que ahora no valoramos a nadie con criterios humanos. Y si en algún momento valoramos así a Cristo, ahora ya no. De modo que si alguien vive en Cristo, es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo. El amor de Cristo nos apremia.
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado A su pueblo. (Lucas 7, 16)
Mc 4:35-41 Aquel mismo día, al caer la tarde, les dijo: –Pasemos a la otra orilla. Ellos dejaron a la gente y lo llevaron en la barca, tal como estaba. Otras barcas lo acompañaban. Se levantó entonces una fuerte borrasca y las olas se abalanzaban sobre la barca, de suerte que la barca estaba ya a punto de hundirse. Jesús estaba a popa, durmiendo sobre el cabezal, y lo despertaron, diciéndole: –Maestro ¿no te importa que perezcamos? El se levantó, increpó al viento y dijo al lago: –¡Cállate! ¡Enmudece! El viento amainó y sobrevino una gran calma. Y a ellos les dijo: –¿Por qué sois tan cobardes? ¿Todavía no tenéis fe? Ellos se llenaron de un gran temor y se decían unos a otros: –¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago le obedecen? Lago de Galilea