Construir la fraternidad - es el gran anhelo del Padre,
la enseñanza nueva del Hijo,
la acción permanente del Espíritu.
Para ti, Señor, hermano es también el ofensor perdonado (Mt 18, 21-24)
el que peca y al que no debemos juzgar... no mirar la paja en el ojo de tu hermano... (Mt 7,1-5).
Tu nos descubres que Dios es nuestro Padre.
«Vosotros pues orad así: Padre nuestro que estás en los cielos «Vosotros pues orad así: Padre nuestro que estás en los cielos...» (Mt 6, 8-9)
« Vosotros sois todos hermanos. » (Mt 23,8)
Tu presencia entre nosotros dinamiza nuestras relaciones con el Padre y con los hermanos.
La acción del Espíritu Santo, nos santifica, haciéndonos hijos de Dios y verdaderos hermanos.
«¡Mirad cómo se aman!», decían de las primeras comunidades.
¡Ved qué bueno y gozoso es vivir los hermanos unidos!
Ayúdanos, Señor, a construir cada día esa comunidad por el don de sí y el compromiso de cada una.
La comunidad es un lugar “donde se vive el afecto que favorece el crecimiento humano y espiritual así como la creatividad apostólica.
Unidas por la fe en Dios nuestro Padre, alimentadas en la mesa de la palabra divina y de la Eucaristía,
Nos amamos para que el mundo pueda reconocernos como verdaderas discípulas de Cristo..