IV Reflexiones sobre la fe El DESEO DE DIOS
El hombre lleva inscrito en su corazón un misterioso deseo de Dios, un deseo que jamás se sacia plenamente, que le traspasa y le supera.
Este deseo indica que el hombre es un ser religioso, un … “mendigo de Dios”
El hombre tiene una dimensión transcendente, un sentido religioso de la vida que muestra que la fe no es absurda ni irracional.
La iniciativa siempre procede de Dios. No somos nosotros quienes poseemos la Verdad, sino que es la Verdad quien nos busca y nos posee.
Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a él, para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la verdad sobre sí mismo.
La fe es capacidad de oír la Verdad absoluta de Dios que se nos descubre y se nos ofrece.
Quien ha dicho sí a la fe, está diciendo sí a esta verdad, la ama y espera en ella.
La Palabra se le abre, se le hace aprehensible y palpable, está siempre ahí, sin alejarse nunca.
Aunque el hombre cierre los ojos en medio de este mundo…
… y se haga el ausente.
Texto: Parroquia San León Magno (Madrid) http://www.granosdemaiz.com