El Lobo y la Influenza Esto o lo Otro Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba ramirezbarba@gmail.com @ectorjaime Sábado 18 de enero de 2014 León | Opinión En la última semana se ha gastado mucha tinta y tiempo aire en el tema de las infecciones respiratorias agudas, neumonía e influenza, situación esperable por ser temporada invernal y este tipo de infecciones, en especial las enfermedades producidas por virus como la influenza y otro que todavía hoy se le escucha en los medios como los rotavirus. Cabe puntualizar estimadas lectoras y lectores, que el sistema nacional de salud tiene la vacuna que protege contra tres tipos del virus de la influenza (entre ellos la AH1N1) disponible desde septiembre el año 2013, precisamente porque la estación del invierno es cuando se presenta con mayor frecuencia esta enfermedad, de ahí su nombre “influenza estacional”. El título de esta columna tiene que ver con las siguientes interrogantes ¿por qué si hay vacuna no ha acudido mucha de la población meta como por ejemplo los adultos mayores, los que tienen enfermedades crónicas como la diabetes o cáncer; los niños? ¿De qué manera tendría que comunicarse el riesgo de una enfermedad para tomar medidas a fin de prevenirlas, más aún cuando ha sido tan exitoso el resultado de muchas enfermedades que se han erradicado como por ejemplo la poliomielitis en México? ¿Cuál es la responsabilidad del sector salud y cuál de los ciudadanos en el cuidado de su salud? Me enfocaré a continuación a un elemento clave a mi juicio: de qué manera habría que comunicar el riesgo a la salud por enfermedades donde nuestra propia naturaleza no alcanza a verlo por sus propios ojos, como lo es el caso de organismos que ni siquiera podemos imaginarlos y que además puede resultar la enfermedad incluso en la pérdida de la vida. Cuando se comunican riesgos existe siempre la posibilidad de cometer errores en al menos dos sentidos, el primero es que el mensaje enviado no haga que la población lo capte o bien decida que dicho riesgo es menor y el segundo, es que el mensaje haga que el riesgo haga que el pueblo sobre reaccione causando alarmas o alertas que no existen. Para comunicar los riesgos importa además del mensaje, es quien lo dice, en qué contexto lo dice, cuántas veces lo dice y a través de qué medios lo dice. Otro elemento cardinal para que el riesgo que se comunica sea tomado en cuenta por la población es sin duda la probabilidad que el riesgo comunicado ocurra, por ejemplo: ¿es probable que una persona se enferme de influenza estacional por el virus AH1N1 en invierno? Sin duda. ¿Si está vacunado puede tener influenza por otras variantes del virus de influenza u otros virus? Sí, pero si está vacunado es riesgo es mucho menor. Un ejemplo popular clásico es el señalamiento que “ahí viene el lobo”, en la primera ocasión la población objetivo asumió con responsabilidad las medidas que les dijeron a fin de no ser afectadas por el lobo; la segunda también, ya en la tercera y dado que el lobo no aparecía la población fue minimizando su respuesta ante el posible riesgo, disciplina que fue perdiéndose a través de los múltiples comunicados y la no presencia del riesgo anunciado. El final ya lo conoce usted, el día que apareció el lobo, hubo un sin fin de lesionados –al menos uno- que pudieron haberse evitado tomando las medidas comunicadas. De este es el tamaño del reto que tiene hoy por ejemplo el Sector Salud en su conjunto, entendida la salud no solo como atención médica, sino el total de determinantes que inciden en ella. El tema citado de la última semana así lo evidencia: el virus de la influenza estacional que incluye al AH1N1 vuelve a hacer de las suyas, enfermando y matando a varios guanajuatenses –uno solo bastaría-, pero el riesgo comunicado ya no tiene el impacto en la sociedad a fin de evitar la carga de la enfermedad. La Constitución Política de nuestro país estableció hace 30 años el “Derecho a la Protección de la Salud” en el entendido que los ciudadanos tenemos que participar activamente en lograr el máximo estado de bienestar posible. Les comunico que estamos en temporada invernal, que todos los guanajuatenses debemos tener nuestra cartilla de salud, donde vienen las medidas a tomar –dependiendo de la edad y el sexo- y el derecho del sector salud a proveerlas a lo largo de toda la línea de vida, entre ellas todas las enfermedades prevenibles por vacunación como la influenza y la neumonía por ejemplo. Aunque suene reiterativo con el mensaje, hagamos lo ya aprendido: vea que vacunas le faltan a usted o sus hijos y vacúnese; lávense las manos con agua y jabón frecuentemente; evite el contacto con personas enfermas; estornude o tosa cubriéndose con una toalla desechable o en el pliegue interno del codo, no salude de beso; tome abundante líquido, jugos de naranja, mandarina, lima o guayaba. Esté atento a las indicaciones de su sistema de salud; dos últimas recomendaciones: si está enfermo debe evaluar su asistencia a la escuela o trabajo y; no se auto medique. A mí no me cabe ninguna duda que el reto principal será evitar los errores de comunicación y aprender de los cometidos. Los errores son una buena escuela; casi podría decirse que la única, pues todo lo que se aprende, desde hablar a amar, se hace corrigiendo, puliendo y acotando errores. Es ley de vida en el reino animal, cada individuo debe aprender casi todo por el método del ensayo y el error, si es que hay una segunda oportunidad, y usted sabe, que en salud no hay muchas segundas oportunidades. *** Numeraria. El portavoz para informar de parte del ejecutivo estatal es el Dr. Ignacio Ortiz Aldana, Secretario de Salud. Es importante atender a la fuente legal que con evidencias vaya comunicando a la población los retos y resultados de Sistema Estatal de Salud, que por el momento nos informa no hay ninguna alerta. Hagamos mientras tanto el milagro de ordinario con lo ya conocido como eficaz y señalado párrafos arriba. Hay más información en http://salud.guanajuato.gob.mx. http://www.am.com.mx/opinion/leon/el-lobo-y-la-influenza-6378.html * Derechos reservados © 2014 por Dr. Éctor Jaime Ramírez Barba, Cirujano General