CATEQUESIS DE LA ORACIÓN 12. Conversión y oración Por favor no toques el ratón
De Dios le viene al hombre la posibilidad de estar en su presencia …
De Dios le viene al hombre la posibilidad de estar en su presencia … …de ser colaborador suyo y de abrirse a la vida con sus mismos sentimientos, de ver la realidad con sus propios ojos.
Al convocarnos a su presencia, Dios nos asocia a su proyecto eterno.
En la oración el hombre aprende a responder desde su fragilidad y pobreza, arriesgándose a caminar en la novedad y entregándose de forma confiada a la palabra divina.
Pero la oración también es trabajo y esfuerzo para entrar en la totalidad del proyecto de Dios. En la oración el servidor trabaja para comprender el designio de Dios y darlo a comprender a los demás.
Puesto que la oración introduce la libertad humana en la libertad divina, el fiel está llamado a adaptar, día a día, su caminar al de Dios.
La oración se presenta así como un camino de conversión permanente.
La oración se presenta así como un camino de conversión permanente. Emulando al poeta podemos decir: “caminante, tu camino es la palabra; y la palabra se revela al andar”.
El orante se abre a Dios para caminar libremente en su palabra.
El orante se abre a Dios para caminar libremente en su palabra. Él tomó la iniciativa y salió a buscar al hombre por los derroteros de la historia.
La oración no es poesía sino sacrificio de la autonomía altiva e independiente, propia del hombre viejo, en aras de la dependencia de la voluntad del Padre; un sacrificio que lleva al hombre a la plenitud de la libertad y comunión con Dios.
En consecuencia, para rezar el hombre debe renacer del Espíritu, ser enriquecido, sostenido y conducido por él, de quien le viene la capacidad de orar como conviene.
Así, el orante auténtico acepta salir de sí mismo para acoger la palabra de juicio y gracia procedente de Dios. Aquí radica la tarea del hombre: salir de su miedo para afrontar un «cara a cara» con el Señor.
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