Ciclo A Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario «Inviten a la boda a todos los que encuentren»
Primera Lectura - Isaías 25,6-10a 6 El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. 7 El arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. 8 Destruirá la Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor. 9 Y se dirá en aquel día: «Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!». 10 Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña, pero Moab será pisoteado en su suelo, como se pisotea la paja en el estercolero. Palabra de Dios Te alabamos Señor
que celebra la bondad de Dios, ofreciendo un suculento banquete. «El Señor preparará un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros» El autor intercala, en un himno de acción de gracias y un himno de alabanza, que celebra la bondad de Dios, ofreciendo un suculento banquete. El tema es el festín que prepara Dios a los hombres que siguen su voluntad.
no habrá llanto ni lágrimas (trabajos duros, enfermedades, guerras…); Dios ofrece, pues, un banquete digno, capaz de aquietar y satisfacer las ansiedades y apetencias más profundas y dignas del espíritu humano. No habrá hambre ni sed (azotes perennes de la humanidad); no habrá llanto ni lágrimas (trabajos duros, enfermedades, guerras…); no habrá muerte (enemigo ineludible de la humanidad entera). Al espíritu humano se le ofrece el objeto para el que ha sido creado. Dios mismo la fuente de la alegría y del regocijo. Dios mismo es nuestra salvación.
Salmo 23(22),1-6 1 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. 2 El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas 3 y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. 4 Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. 5 Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. 6 Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.
«Habitaré en la casa del Señor por años sin término» Salmo de confianza plena y acción de gracias: la mesa, la copa, la unción lo sugieren. En la primera parte domina la imagen del pastor. La segunda nos transporta al templo, lugar donde el salmista experimenta la presencia de Dios.
Como tal, busca los mejores pastos para su rebaño y las frescas aguas. El salmista compara su Dios al pastor solícito, que se preocupa de sus ovejas. Como tal, busca los mejores pastos para su rebaño y las frescas aguas. El salmista, a la sombra del Pastor solícito, siente que nada le falta. También en la vida el justo tiene que atravesar zonas áridas, en las que priva el vicio y el desprecio sistemático a la virtud heroica de aquél. Sólo con la ayuda de Dios encuentra la satisfacción íntima, las frescas aguas de la vida litúrgica en el templo y los verdes pastos de sus promesas consoladoras. El nombre de Dios es garantía de triunfo y de protección en la vida contra todas las adversidades.
Segunda Lectura Filipenses 4,12-14.19-20 12 Hermanos: Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada. 13 Yo lo puedo todo en aquel que me conforta. 14 Sin embargo, ustedes hicieron bien en interesarse por mis necesidades. 19 Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús. 20 A Dios, nuestro Padre, sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios Te alabamos Señor
«Todo lo puedo en aquel que me conforta» Es aleccionadora la postura que toma Pablo con motivo de un donativo que le han hecho los Filipenses. Pablo se alegra en el Señor, no precisamente por la necesidad superada posiblemente por el donativo de los de Filipos, sino por el afecto que a él le tienen, expresado en el donativo.
La necesidad ocupa un plano muy secundario en la vida de Pablo. No le inquietan las necesidades. La aspiración suma y única de su espíritu es Cristo. Todo lo demás sobra. Él lo puede todo, en Él encuentra su fuerza. Por eso se alegra en el Señor y da gracias a Dios, que aumentará el premio de los donantes. De la acción buena de los Filipenses se alegra Pablo en el Señor. Es Dios quien ha de proveer siempre. Él depende inmediatamente de Dios. Por eso está dispuesto a todo.
Lectura del Santo Evangelio - Mateo 22,1-14 1 Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: 2 «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. 3 Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. 4 De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas". 5 Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; 6 y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. 7 Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. 8 Luego dijo a sus servidores: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. 9 Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren“.
10 Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. 11 Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 12 "Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?". El otro permaneció en silencio. 13 Entonces el rey dijo a los guardias: "Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes". 14 Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos». Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús
«Inviten a la boda a todos los que encuentren» En Cristo, ofrece Dios a los hombres los bienes mesiánicos, bajo la figura de un banquete nupcial. En Él ofrece Dios la satisfacción de toda inquietud, la destrucción de toda calamidad, la vida eterna. Recuérdense las palabras de Cristo en San Juan: Yo soy la Resurrección y la Vida, quien cree en mí no morirá jamás.
A los justos y a los pecadores, al mismo tiempo. El llamamiento de Dios a participar de este banquete se extiende a todos. A los justos y a los pecadores, al mismo tiempo. La invitación al banquete es signo de amistad. Dios ofrece su amistad a los hombres.
Unos, los que se tenían por justos desechan la invitación, la desestiman, la desprecian; no les interesa. Más aún, se indignan, se sublevan, se levantan contra Él y matan a los enviados. Están satisfechos de sí mismos. Ellos se bastan a sí mismos. No se sienten necesitados -hambrientos-. En lugar de amistad, de banquete y alegría se encuentran con la destrucción y la muerte.
El segundo grupo lo componen los pecadores. Éstos se dan cuenta de su necesidad. Sienten acuciante el hambre y la sed. Acuden a las bodas. A ellos les ofrece Dios el Pan de vida eterna y el Vino que quita la sed para siempre. Es necesario sentir hambre para suspirar por el pan; es necesario experimentar la sed para correr a la fuente. Es necesario sentirse pecador para acudir a la salvación. Es el primer paso para la salvación reconocer la situación de indigencia en que nos encontramos.
El hombre que no lleva el vestido de bodas El hombre que no lleva el vestido de bodas. Al banquete hay que ir con dignidad. El descuido culpable de uno puede echarlo todo a perder. No se pueden pasar por alto la tinieblas. Hay aquí una oferta, las Bodas, y una amenaza, la muerte. No se puede ser indiferente.
Dispensación de bienes que llevan a la Resurrección. Es oportuna una aplicación a la Eucaristía: Banquete, Cristo, Prenda de vida eterna, Dispensación de bienes que llevan a la Resurrección.
Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.
Porque necesito disfrutar y sentir, SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR Porque necesito disfrutar y sentir, aun en medio de tantas dificultades y penas un momento de dicha y de fiesta de alegría y de amistad de plenitud, paz y reconciliación conmigo mismo. Pero bañado con el traje del amor inundado con la fuerza de tu presencia calzado con el espíritu de las bienaventuranzas. ¿Me dejarás compartir tu mesa, Señor? Es tanto lo que me falta para ser un perfecto invitado. Digo amor, y mis obras se quedan en un vacío pregón. Pretendo la justicia, y me busco a mí mismo. Añoro un mundo nuevo, y lo pienso sin Ti. Trabajo por sobrevivir, y no siempre lo hago mirando al cielo. ¿Aún sigues empeñado en invitarme, Señor? Haz que, tu convite, llegué al lugar donde yo pueda responder. A mi corazón, para que sólo sea para Ti. A mi alma, para que sienta que vives en mí . A mi caminar, para que no me sienta sólo ni desamparado. A mi trabajo, para que mis ocupaciones no me alejen de TI. SI ME INVITAS, YO QUIERO IR… SEÑOR Haz que, mis palabras, suenen a fiesta de fe. Haz que, mis pasos, no se alejen de tus caminos. Haz que, mi semblante, sea agradecido por la fiesta convocada. SI ME INVITAS YO QUIERO IR… SEÑOR Contigo, aquí en la tierra, y un día… ojala en el cielo. Contigo, aquí en el dolor, y un día… en el gozo eterno. Contigo, aquí en las dudas, y un día… en la gran verdad que me espera. Contigo, aquí en las sombras, y un día… ante el rostro del Padre. Amén. Oración: P. Javier Leoz
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