ROMANTICISMO

El Romanticismo fue un movimiento cultural (literatura, estética, filosofía) que se dio en el último cuarto del siglo XVIII y se prolongó hasta la primera mitad del siglo XIX. El Romanticismo rompió con el mundo ilustrado y con la estética neoclásica respecto a la concepción de la realidad, proponiendo la percepción subjetiva de ella y la sublimación de la naturaleza.

Para este período fue vital la importancia concebida al YO, como origen y fundamento subjetivo de la creación literaria y la idea de libertad frente a toda la convención y la rigidez normativa de la preceptiva artística del siglo VIII.

Rasgos del espíritu romántico Individualismo: La expresión de los sentimientos y las emociones del individuo origina el culto al yo y a la exaltación de su personalidad. Adopta actitudes que refuerzan su individualismo y que van desde las más superficiales hasta aquellas que conciben al romántico como un ser especial, tocado por el destino y con una misión que cumplir

Angustia existencial: El mundo injusto y mediocre, que obstaculiza la aspiración de los más altos anhelos del corazón y la frustración por las aspiraciones siempre insatisfechas son una constante. La búsqueda de la perfección lleva al romántico a una angustiosa lucha, al comprobar que es imposible trascender la realidad y que el ser humano está marcado por un ciego destino que escapa a su control.

Ansias de libertad: El romántico defiende la libre manifestación de ideas, instintos y pasiones en todos los órdenes de la vida, por encima de cualquier otro valor, y se rebela contra todo tipo de normas. Las leyes políticas, morales y religiosas no determinan sus conducta.

Idealismo: Frente al tono frívolo y sensual del Siglo XVIII, el romántico opone un espiritualismo que le lleva a concebir realidades más allá del mundo sensible. Los conceptos de patria, humanidad, amor, mujer son ideales concretos que persigue con apasionado afán.

Patriotismo: Se aprecian y exaltan los valores nacionales, las costumbres populares y el folclore de cada país con una recuperación e idealización del pasado. Este sentimiento nacionalista trajo consigo, en España, el empleo y valoración de las lenguas gallega y catalana en literatura.

Desencanto: El alto idealismo y el enfrentamiento con la realidad cruda y la mayor parte de las veces trágica lleva al romántico a un estado de constante desencanto. Del mundo de la ilusión y de esperanza cae abruptamente en el desencanto al ver que la vida se empeña en obstaculizar su felicidad.

Marginación: El estado de frustración y desencanto permanente llevan al romántico a renunciar a toda posibilidad de lucha, por lo que opta por la marginación. Este alejarse significa la renuncia a los sistemas sociales, políticos e ideológicos imperantes y en contacto con la naturaleza o con ambientes marginales vive a rienda suelta su libertad.

Desapego: Implica fundamentalmente un desapego por la vida, pues el romántico pierde fácilmente el interés por ella. Al perder su fuerza vital no hay nada que lo ligue a ella, ni a lo que la vida pueda representar. Los sistemas sociales no le interesan por lo tanto no forma parte de ellos.

Tragicidad: Es uno de los conceptos más potentes en la definición de vida del romántico, pues la define desde allí. La fragilidad e inestabilidad de la vida que le toca lo lleva a estar alerta a la presencia de lo trágico y, en algunos casos, a buscar esta condición como forma de vida. Este material fue elaborado por las profesoras Karen Suazo V. y Jazna Paredes V.

Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, La canción del pirata José de Espronceda Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela, un velero bergantín; bajel pirata que llaman por su bravura el Temido en todo el mar conocido del uno al otro confín.