ESO DE AHÍ ES EL CONDADO DE CASTILLA, EN EL SIGLO X

Y ESTA ES LA CORONA DE CASTILLA EN EL SIGLO XV. NO SE PUEDE DECIR QUE NO PROGRESÓ

Bardulia era un pequeño territorio montañoso de este reino asturleonés que, en el siglo IX, abarcaba parte del sur de Cantabria y el norte de Burgos y Palencia. Constituía su frontera oriental, una frontera peligrosa, pues por ella atacaban con frecuencia los ejércitos musulmanes del emirato de Córdoba. Estas incursiones eran tan frecuentes y causaban tanto daño al reino asturleonés que llenó con castillos los estrechos pasos montañosos de Bardulia, de ahí que a este territorio se le terminara conociendo con el nombre de Castilla (el primer testimonio escrito de este nombre, por cierto, data del año 800: aparece en la carta fundacional del monasterio de san Emeterio, en Taranco de Mena, en el norte de lo que en la actualidad es la provincia de Burgos)

Como hemos dicho, Castilla forma parte del reino asturleonés, pero al ser frontera, está muy alejada de la corte de Oviedo, casi una colonia, muy diferente a la metrópoli. El territorio es una zona de guerra casi permanente, de mucho riesgo. La mayoría de los habitantes apenas tienen bienes y son, en su mayoría, ganaderos, campesinos, soldados y mercenarios: gente belicosa, ruda, más pobre que la de la corte, mal romanizada y mal hablada en su latín vulgar.

En los cerebros castellanos va germinando un nuevo dialecto que acabará siendo una nueva lengua: el castellano, diferenciado de otros dialectos del latín (el galaico-portugués, el catalán, el astur leonés o bable y el aragonés)

El castellano elimina vocales, crea diptongos y multiplica sonidos de modo muy diferente a las otras lenguas romances. Tiene carácter propio y, esto es muy importante, una capacidad mayor de asimilación de vocablos de otros idiomas que le permite expandirse muy rápidamente entre nuevos hablantes.

Este es el monasterio de San Millán de la Cogolla, en la Rioja Este es el monasterio de San Millán de la Cogolla, en la Rioja. Aquí se encontraron las Glosas Emilianenses.

Las Glosas Emilianenses constituyen, a principios del siglo XI, los primeros testimonios escritos del castellano: son anotaciones en los márgenes de un libro que recogía sermones, normas y ritos religiosos escritos en latín (probablemente el monje que las anotó manejaba un diccionario latín-romance que, por ahora, no se ha encontrado).

El caldo de cultivo está ahí: una lengua propia, quizá leyes propias, gentes y modo de vida diferentes a los del resto del reino, territorios muy alejados de la metrópoli… quizá así empezaron las tendencias independentistas. Es una hipótesis, pero quizá entre los condes, y entre el vulgo, va surgiendo con el tiempo algunos afanes de autonomía, de autodeterminación, de secesión. Piensan, tal vez, que la metrópoli los explota, no los considera, decide por ellos. Creen que les iría mejor si fuesen independientes. Es, ya decimos, una hipótesis: estamos en el siglo IX y Castilla no se independizará hasta bien avanzado el siglo X.

1004-1035: gracias al cobro de las parias, Sancho III el Mayor hizo de Navarra el primer gran Estado cristiano. Justamente cuando el califato cordobés se estaba desmoronando. El monarca navarro se apoderó de Castilla y Aragón, ensanchó el reino a costa de León, e incluso obtuvo el vasallaje del conde de Barcelona. 1035: al morir Sancho III, su primogénito, García Sánchez, heredó el reino navarro, y su segundo hijo, Fernando, el condado de Castilla. Nada más heredarla, Fernando recibe el título de rey y pasa a ser conocido como Fernando I, rey de Castilla.

Año 1037, tras la muerte del rey de León, Vermudo III, su hermana Sancha hereda el reino; como las mujeres no gobernaban en aquella época, Sancha cede sus derechos a su marido, que no es otro que Fernando I de Castilla. De ese modo, Fernando I se convierte en el primer rey de Castilla y León. Castilla no sólo dejaba de ser colonia para convertirse, ahora sí, en un reino independiente, sino que además se había anexionado a la antigua metrópoli, León.

Año 1054, en la batalla de Atapuerca (al este de Burgos), Fernando I de Castilla y León arrebató el reino de Pamplona a su hermano, García Sánchez. Fue nombrado como nuevo rey Sancho Garcés IV, hijo del derrotado rey García Sánchez y sobrino del victorioso Fernando, a quien enseguida rinde vasallaje y entrega algunas comarcas que reclamaba Castilla, que se extendió así por gran parte de lo que hoy es la Rioja y que además extenderá su influencia a las taifas de Zaragoza, Badajoz, Sevilla y Toledo.

Año 1065: Fernando I muere y trocea sus territorios entre sus hijos Año 1065: Fernando I muere y trocea sus territorios entre sus hijos. a) A Sancho, el primogénito, le deja el Reino de Castilla y las parias de la taifa de Zaragoza. b) A Alfonso, el reino de León y las parias de Toledo. c) A García, el tercer varón, el Reino de Galicia y las parias de las taifas de Badajoz y Sevilla. d) A Urraca, el señorío de Zamora. e) A Elvira, el de Toro.

Año 1067: muere doña Sancha, la mujer de Fernando I y madre de sus hijos. Sancho declara la guerra al resto de sus hermanos para reunificar el territorio. Las continuas victorias de Sancho lo convirtieron en breve plazo en rey de Castilla, de León y de Galicia. Tenía a su lado al que iba a ser uno de los guerreros más célebres de la Edad Media, Rodrigo Díaz de Vivar, años más tarde conocido como el Cid. Nada más subir al trono de Castilla, Sancho lo había nombrado alférez real, que era algo así como general en jefe de sus tropas.

Tras la muerte de Sancho, su hermano Alfonso lo hereda todo. Año 1072, muere Sancho en el cerco de Zamora (la leyenda dice que fue asesinado por un noble zamorano, Vellido Dolfos) Tras la muerte de Sancho, su hermano Alfonso lo hereda todo. Alfonso (en el centro, jarra en mano) celebrando la noticia con unos amigos

Después de absorber las tierras al este del Ebro y extender su influencia a la Rioja, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, comienza la expansión de Castilla hacia el sur. Era allí donde se hallaban las fuentes de riqueza, necesarias para mantener el poder sobre la nobleza y la Iglesia, pagar ejércitos y superar al resto de monarquías cristianas. Al avance castellano se suma Aragón, que absorbe el reino de Navarra, proyecta su expansión hacia el valle del Ebro y el condado de Barcelona y toma Cuenca. Se van configurando los dos grandes reinos cristianos que, en los siglos siguientes, irán arrebatando cada vez más territorio a los musulmanes.

Año 1248. Con la toma de Sevilla, la conquista de Andalucía por Fernando III (exceptuando el reino de Granada) convirtió la Corona de Castilla en dueña de un vasto territorio, superior al de todos los otros estados peninsulares juntos; mientras, Jaime I remataba la construcción de la corona aragonesa (constituida por catalanes, aragoneses y valencianos) con el asalto a Mallorca y la ocupación de Valencia. Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio y Jaime I el Conquistador ultimaron prácticamente la conquista de la Península pudiéndose dedicar a una labor organizativa y legisladora capital para la construcción del Estado y el desarrollo de la economía en el ocaso de la Edad Media.

Para la realización de este Power Point, se han utilizado las siguientes fuentes: - Historia de España: de Atapuerca al Euro, de Fernando García de Cortázar - La nación inventada, de Arsenio e Ignacio Escolar - Diversas artículos e imágenes de la Wikipedia