Estudios sobre el Apocalipsis Segundo Estudio

Apocalipsis Apocalipsis 1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan. El libro empieza diciendo que es una «revelación». La palabra griega apocalipsis quiere decir precisamente eso, «revelación». Apocalipsis 1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

Apocalipsis Lo que importa subrayar aquí es que Juan no pretende haber creado lo que dice, sino sólo dar testimonio de la revelación que le ha llegado de Dios por medio de Jesucristo Apocalipsis 1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. El libro fue escrito para ser leído en voz alta en las iglesias, como eran leídas las cartas de Pablo. Es por eso que se habla de una sola persona que lee, y muchas que oyen. En cierto modo, todo el libro de Apocalipsis es una larga carta escrita por Juan, por mandato de Dios, desde la isla de Patmos.

Patmos Tiene 63 Km. de costas. Es una de las islas habitadas más pequeñas y tiene una curiosa forma de 8, repleta de colinas rocosas, poca vegetación y dos poblaciones principales, Patmos Jora y Skala. Su fama se debe a que, durante la dominación romana fue lugar de destierro del apóstol Juan, en el 97 d. de C., y donde vivió exiliado durante cierto periodo

Apocalipsis Note además que no basta con oír. La bienaventuranza es para «los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas». Es decir, es para quienes escuchan y obedecen. Como veremos repetidamente en nuestro estudio, quienes a pesar de tener la oportunidad de escuchar no obedecen, sólo cosechan juicio y destrucción. Apocalipsis 1:4-6 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis-Vea Turquía El libro va dirigido «a las siete iglesias que están en Asia». Lo que entonces se llamaba Asia era una pequeña provincia romana en el extremo occidental de lo que hoy es Turquía Turquía Mar Egeo Mar Mediterráneo

Apocalipsis-Vea Juan se dirige a estas siete iglesias, quizá en parte porque era con ellas que tenía mayores contactos, pero también porque el número siete en la Biblia se usa en el sentido de perfección o totalidad. El libro va dirigido a esas siete iglesias, y por extensión a todos nosotros. El libro empieza diciendo quién lo escribe (Juan) y a quién se dirige (las siete iglesias). E inmediatamente sigue un saludo: «Gracia y paz. . .» Compare esto con cualquiera de las epístolas de Pablo, y verá la misma estructura. El saludo es muy positivo, pues en él sólo aparecen palabras positivas: gracia, paz, testigo fiel, nos amó, nos lavó, nos hizo reyes y sacerdotes. Desde el comienzo, el Apocalipsis no es un libro de miedo, sino de esperanza.

Apocalipsis-Juzgue Imagine que está usted en una situación como la de aquellos primeros cristianos que oyeron la lectura de esta carta en su iglesia. El país (en este caso el Imperio Romano) se encuentra bajo el gobierno de un emperador que se las da de Dios, y que por tanto exige que todos le adoren. Frente a esto, Juan dice que Jesús es «el soberano de los reyes de la tierra». Es decir, que muy por encima del emperador, y aun sin que éste lo sepa, está Jesucristo. Para congraciarse con las autoridades, hay personas que levantan testimonio falso contra los creyentes, diciendo de ellos lo que esas autoridades desean escuchar. Frente a tales falsos testigos, Juan afirma que Jesucristo es «el testigo fiel». Su testimonio a favor de los creyentes ante el trono de Dios será absolutamente fidedigno.

Apocalipsis-Juzgue Posiblemente ya algunos miembros de la iglesia han muerto como resultado de sus conflictos con el estado y la sociedad. Otros temen igual suerte. Frente a esto, Juan declara que Jesucristo es «el primogénito de los muertos»; es decir, el comienzo de la resurrección que ha de llegar también a quienes le siguen.

Apocalipsis-Juzgue Los cristianos de esos días eran unas pocas personas de poca importancia social, tales como esclavos, obreros manuales y vendedoras en los mercados. Cuando se enfrentaban a la sociedad circundante, se encontraban ante magistrados poderosos, nobles del Imperio Romano, sacerdotes de templos famosos como el de Artemisa en Éfeso. Al parecer, los cristianos no eran nadie. Pero frente a eso Juan les dice que Jesucristo les ha hecho «reyes y sacerdotes para Dios». Es decir, que tienen una dignidad muy por encima de cualquier cosa que pudieran envidiar en magistrados, senadores, ricachones o representantes de la religión oficial.

Apocalipsis-Actúe Vaya y mírese al espejo. Dígase (de ser posible en voz alta): Soy rey y sacerdote de Jesucristo. Nada ni nadie me puede quitar esa dignidad. De hoy en adelante, me comportaré como tal. Repítalo hasta que se imagine que se ve con una corona (como al fin de los tiempos efectivamente se verá). Por el resto del día, cuando vengan dificultades o cuando sienta que algo o alguien le menosprecia o quiere robarle su dignidad, recuerde lo que vio en el espejo. Hágase el propósito de mirar a las demás personas en su derredor de igual modo. Cuando le venga la tentación de menospreciar a alguien, recuerde que esa persona también ha sido llamada a reinar con Jesucristo. Véala a ella también con una corona, y muéstrele el respeto debido.