Miguel Ángel Puche Lorenzo Las apologías de la lengua en el siglo XIX. Las controversias de una herencia y los retos decimonónicos Miguel Ángel Puche Lorenzo Universidad de Murcia Pisa, 15 de septiembre de 2016
Introducción “mas vosotros, ¿cómo la habéis recibido? Lánguida, afeada con nueva barbarie, corrupta y enteramente cargada de vicios propios y ajenos, que es el último extremo de corrupción a que puede llegar el uso de un idioma. En una palabra, cuando vosotros nacisteis estaba ya moribunda la lengua española, y hoy venís a presenciar aquí la fúnebre ostentación de su entierro. ¿Habrá algún remedio para este mal, que parece ya irremediable? Lo tengo por imposible. Los franceses, labrando sus glorias sobre las ruinas de la nuestra, han sabido escribir tan varia y abundantemente de todo, que aunque ni sus ingenios son inventores ni su lengua a propósito para competir con la nuestra, han conseguido derramar copia inmensa de libros por todas las provincias de Europa… Los españoles, dados, como toda Europa, a la lectura de los libros de esta nación impetuosa, debiendo sólo aprender en ellos las cosas, el método y el artificio, convierten las locuciones francesas en castellanas…” (76-77).
La traducción y la lengua ¡Qué diremos de la traducción? lo que, de todas tenemos que repetir á cada paso. ¡Pobre lengua y pobre teatro en manos de la multitud de traductores visóños, que sin entender el francés ni el castellano, se atreven á trasladar las gracias de un idioma al otro. Memorial literario, 1802, 11, 27
Diga vmd. al anciano ochentón que se despedia del mundo en el Diario de 23 del mes próximo de agosto, que si tarda en morirse, no solo dexará la lengua española muy otra de la que era quando él empezo á hablar, sino que no dexará lengua ninguna y de tal suerte tendremos los que quedemos por acá que apelar á las señas, si es que nos sirva ya este natural auxilio; porque no solo se han alterado la índole, frase, y vocabulario de nuestro idioma, con la pestilencia de estos traductores que trabajan á destajo,… Con qué, ¿no ha de haber remedio contra estos señoritos lengüeteros que estropean su idioma patrio con gerigonzas afrancesadas? ¿Y contra tanto gozque traductorcillo no se oye grito, quexa ni bando? ¡Gran lástima que se compren sus impresos; pero mucho mayor que se lean! ¡Mas, ay dolor! Diario de Madrid, 1801, 1-2
Si hemos estado y aun estamos escasos de buenos autores originales, mucho mas lo estamos de buenos traductores: la falta de aquellos hace que se vaya descuidando nuestra lengua, y la de estos el que se altere y corrompa. Un mal libro bien traducido puede aprovecharnos, porque nos conserva la pureza del lenguage, y aun suele enriquecerlo; pero un buen libro mal traducido, daña, porque no se entiende ó se entiende mal, y porque vicia el lenguage, el estilo y el gusto… y pues que estos señores traductores adocenados se han obstinado en seguir en su noble, y á lo que parece, no difícil empresa, de destruir la lengua castellana, nosotros también seguiremos con igual constancia en notar y hacer ver sus defectos. Memorial literario, 16,1802, 27
porqué con tan monstruosas traducciones, no solo habian destruido las sales y chistes dé la lengua francesa, sino también que con mano airada y violenta habían conspirado para asesinar á la hermosa lengua castellana reduciéndola á una gerigonza despreciable. Diario de Madrid, 1802, 2
Somos los críticos de buena intención que queremos demostrar los pecados del traductor contra los mandamientos de la gramática española: y además demostraremos las heridas incurables hechas por él á la lengua…En primer lugar sentamos que la tal traducion huele á galicismo de veinte leguas; mejor diremos que pertenece á la clase mestiza, por estar escrita en una lengua flamante que no se usa desde el Tajo al Ganges. Memorial literario, 1801: 54-55 Este drama es traducido del francés, pero no trasladado al castellano, pues se ha quedado en el lenguage mestizo, tan de moda entre la turba de los malos traductores, que para destruir mas pronta y seguramente nuestra lengua, se han apoderado del teatro. Apenas se halla en toda esta composición una frase castellana, ó una oración que no peque contra las reglas gramaticales, sin contar las muchas voces, ó acabadas de nacer, ó no conocidas en nuestra lengua; Memorial literario, 12,1802, 27
Tiempo hace que estoy pensando cómo podría restablecerse el habla pura y castiza de nuestros mayores. Cuando viendo que es ya de todo punto imposible he creido que convendría adoptar la lengua francesa, y abandonar la rancia y avejentada Castellana. El pensamiento es original, yo lo confieso, pero no faltan razones poderosas capaces de poner en tormento mas de cuatro molleras. Nosotros hemos dado ya el gran paso de admitir las modas francesas… Estando pues tan adelantados en la carrera de la transformación, ¿qué inconveniente puede haber de adoptar también la lengua francesa, y pasar de esta manera de galo-manos á galo-monos? A mí me parece que ninguno, y mas cuando los que han de dar el tono tienen ya tan vacíos los aposentos del cerebro, que pueden llenarles aunque sea de la enciclopedia con cartones y todo. … y si no ahi están las traducciones, que no me dejarán mentir, y que se multiplican todos los dias en vilipendio… de nuestra lengua, que hemos de llegar á destruir mal que le pese. Correo literario y mercantil, 1826, 4
Nosotros hemos hecho una traducion literal y sencilla, evitando que se nos puedan tachar los galicismos y voces impropias con que afean la lengua castellana los traductores modernos de pane lucrando. El Censor, 1820, 72 2. Nuestro señor impugnador no repara en estas pequeñeces, y escribe como el autor de Iriarte. Diciendo a cada voz yo te bautizo Con el agua del Tajo Por mas que hayas nacido allá en el Sena, Y rabie Garcilaso enhorabuena. Que si el hablaba lengua castellana Yo hablo la lengua que me da la gana El espectador, 1827, p.3
¿Dónde está la lengua española? El reyno de la lengua española es sumamente fértil; pero sus habitantes han descuidado ultimamente el cultivo de su suelo, y en el día pretenden arrancar todas sus plantas, substituyen las en su lugar las que continuamente traen del réyno del idioma francés, que consideran mas bellas y graciosas: ninguna de ellas se pierde por desgracia; pero todas degeneran por la diversidad del clima. Por lo demás el país es ameno y frondoso…El lenguage de sus naturales es grave y armonioso, y por lo mismo muy propio para la música y poesía, y solo admite comparación con el idioma italiano… Una irrupción de normandos literarios ha devastado enteramente nuestro revno, entrando á sangre y fuego por la provincia llamada Pureza del lenguage; los gefes del país se han retirado al castillo de la Discreción, desde donde se defienden de sus contrarios. Minerva, 1807, 21-23
Como, si nuestra lengua castellana no fuera abundante para explicar aun los conceptos mas sublimes, ufanos nos echan la remembranza algunos que están premiados como castizos españoles en escritos que el tiempo descubrirá el aprecio que se merecen, y el patriotismo de sus personas. Y será razón sufrir el insulto que sufre una nación grande por esta clase de hombres extraños a la conservación y mantenimiento de nuestro decoro nacional. El procurador general, 1812, p.4
¿No seria mas acertado poner una nota que esplicase las voces griegas, si hay absoluta necesidad de hacer uso de ellas? ¡Desgraciada lengua castellana! Matrona respetable, intercede, te suplican, con tus protectores, para que aprueben, ó persistan los duelos literarios, á fin de que se te conserven todas tus posesiones, derechos, fueros y privilegios, en atención á que estos traductores todo lo apropian á tus hermanas. ¡Tú viuda, … indigente y despreciada! Diario de Madrid, 1801, 1-2
¿Y quién son esos malandrines, la pregunté, que la tratan á vmd ¿Y quién son esos malandrines, la pregunté, que la tratan á vmd. con tanta iniquidad? Estraño mucho, me respondió, que no los conozca vmd. por las señas. ¿Quién quiere vmd. que sean? ésa cáfila de literatos adocenados que apenas saben leer, y que, pero .para qué es, señor, andarnos por rodeos, yo soy la lengua castellana, a quien esa gente no conoce, y mucho menos a mi rival la lengua francesa: y sin embargo, como la ignorancia su protectora es tan atrevida, les ha metido en la cabeza que traduzcan quantos libros y comedias les venga á la mano, sin calcular antes el alcance de sus fuerzas, ni saber dicernir lo bueno de lo malo, de .modo que son ¡«deshonor de la literatura española, y los objetos de risa, y desprecio de los hombres sabios y sensatos … que nos conocen á fondo á mi competidora y á mí … y aun en sus conversaciones particulares, me veo continuamente maltratada, ó tratada mal, por todos esos eruditos de café, y sabios á la moda. Considere vmd. pues, si son suficientes los motivos que me obligan á desamparar este pais en donde se desprecia toda mi hermosura..
De la crítica al elogio Poco sonora á la verdad es esta admiración, y mayormente siendo la hermosura de la lengua castellana susceptible de imágenes grandiosas, armoniosas y loas inteligibles. Y aun habria mucho que discutir sobre imaginar ideas. Memorial literario, 1805, 22, 27.
Una lengua, que por voto comun de las naciones cultas es un conjunto de todo lo mejor de las muertas y de las vivas; que une á la sublimidad de la hebrea la flexible variedad de la latina, la riqueza y propiedad de la griega, la dulzura y la espresion de la italiana, la energía y claridad de la francesa, participando igualmente de la vivacidad inglesa y de la gravedad alemana, cuyo carácter propio es la magestad, el decoro, la grandeza y aquel aire soberano de lo bello, lo gracioso y lo noble; una lengua á quien llama el holandés aguda, eficaz, concisa, propia, grave, rica de proverbios, de sales, de metáforas; en cuya alabanza dice el italiano que el estilo precioso, simple y juntamente magestuoso de Horacio, quizá en ninguno de los lenguajes vivos se puede imitar tan felizmente como en el español; una lengua, á la que los mismos franceses á pesar de su acostumbrada parcialidad dan los realces de magestuosa, armoniosa, espresiva, propísima para las materias sublimes y para los asuntos amenos; una lengua tal no debe ser jamas olvidada, ni merece que nosotros mismos por un descuido criminal la despojemos de sus gracias y primores.
Algunos han creído que consistía en la pobreza del castellano la dificultad que sentían en la traducción de los libros franceses; pero debían atribuirla mas bien á su pereza ó impericia. Los mas desafectos á nuestra lengua (prosigue el autor) hallan, según dicen, mas exacta y copiosa la francesa para las materias filosóficas y científicas, en cuya traducción tocan la esterilidad de la castellana. Estos Españoles bastardos confunden en primer lugar la esterilidad de su cabeza con la de su lengua, sentenciando que no hay tal ó tal voz, porque no la hallan. ¿Y cómo la han de hallar sino la buscan, ni la saben buscar? ¿Y dónde la han de buscar si no leen nuestros libros? ¿Y cómo los han de leer si los desprecian? Memorial literario, 1805, 27, 12
el teatro musical francés fue degenerando, sobre todo por ser su lengua, por mas que dígan los franceses, enteramente antimusical. ¿Podrá jamas cantarse bien en una lengua con letras mudas, y que contienen un sonido sordo y con una pronunciación nasal y gutural? Por manera que la grande ópera francesa es un espectáculo dirigido enteramente á la vista, El correo, 1830, 3
Sostienen algunos que ha llegado ya nuestra lengua al colmo de la perfección y que seria un verdadero delito introducir en ella la menor mudanza. Hermosa en efecto, hermosa como la que mas, con su pompa oriental, con sus frases sonoras y retumbantes, con su rica y variada armonía la lengua de Cervantes y de Herrera; y tanto lo es, que bien tuvo razón Carlos I para calificarla de la mas digna de llegar al trono del Hacedor. Pero para los que no creemos en la perfectibilidad de las lenguas, como en la de ninguna obra humana, mucho le falta todavía al dulce idioma castellano para elevarse á la altura á que sin duda habria llegado sino estuviera tan generalizada la creencia, absurda á nuestro parecer, de que no admite ya ninguna especie de mejoras la lengua en que escribieron Fr. Luis de Granada y Jovellanos. Repetimos, y no nos cansaremos de repetirlo una y mil veces, que la lengua castellana es á nuestro parecer la reina de las lenguas vivas por su naturaleza gloriosa y robusta al mismo tiempo. Suave en ciertos casos como el idioma italiano, enérgica en otros como el alemán ó el inglés, llena de pompa y magestad, de giros orientales y latinos, severa, esacta, religiosa…
Nuevas ideas exigen nuevas voces con que espresarlas; antiguas costumbres olvidadas por largos años y resucitadas en el día, exigen la resurrección de las antiguas palabras con que espresaban nuestros mayores aquellas venerables costumbres; y las grandes mudanzas introducidas en nuestros usos y en nuestras ideas por las revoluciones políticas y sociales, hijas del tiempo y de la civilización, reclaman imperiosamente fundamentales modificaciones en el lenguaje que, siendo como antes digimos la espresion mas esacta del estado social, debe variar necesariamente á medida que éste varía. El artista, 1835. 64
Las palabras sirven representando las ideas para entenderse los que las usan: estas palabras, reunidas en cada pais, en que los hombres usan unas mismas, forman lo que se llama la lengua de aquel pais: de aquí se deduce que los hombres no reconocen en sus lenguas respectivas mas legislador que su convención tácita de entenderse, y que cuando constantemente usan de una voz y se entienden por medio de ella, esta voz queda reconocida una de las de su lengua; de donde se infiere que el uso es el único legislador de las lenguas. Vamos á ver ahora de donde toma el uso las palabras que adopta. Al corto parecer del Duende las palabras que componen la lengua castellana (como sucede en todas las modernas) son de tres clases. Palabras que traen su origen de las lenguas muertas, el griego, el latín,… Palabras absolutamente inventadas por el pueblo que las usa ó por lo menos en las cuales se ha perdido enteramente el rastro que podía conducir á su origen, porque el uso las ha desfigurado… Y palabras que se toman por el roce y trato continuo de un vecino, de un conquistador, y que el uso lleva a reconocer…Porque las palabras son como las monedas, se desgastan, y es preciso renovarlas con otras.
Si la lengua es pomposa y dulce como la española ó la italiana se buscará la sonoridad de la espresion y la armonía de las terminaciones; porque en los pueblos de organización música es forzoso lisongear el oido al paso que se satisface el entendimiento. Pero si la lengua es elegante y correcta como la francesa, es necesario para hablarla en público prepararse de antemano y tener cierta costumbre; porque si la dicción fuese lánguida y descuidada seria fácil incurrir en la monotonía, y siendo precipitada pecar por la confusión. El eco del comercio, 1838, 2
Mas para levantar nuestra lengua á toda su perfección, y restituirla á su dignidad y derecho, la Junta examinará si será conveniente adoptarla en nuestros estudios generales y en todo instituto da educación, como único instrumento para comunicar lá enseñanza de todas las ciencias, asi cómo para todos los exercicios de discusión, argumentación, disertación o conferencia; con lo qual podrá ser algún día depósito de todos los conocimientos científicos que la nación adquiera, y será mas fácil su adquisición á los que se dediquen á estudiarlos….Para resolver este punto, la Junta tendrá presente: 1.°, que siendo la lengua nativa el instrumento natural asi para la enunciación de las ideas propias, como para la percepción de las agenas, en ninguna otra lengua podrán los maestros exponer mas clara y distintamente su doctrina, y en ninguna la podrán percibir y entender mejor los discípulos…
Las lenguas no conocen límite, las ciencias, las artes, los oficios etc., son quienes las enriquecen gradualmente en razon del progreso con que la civilización avanza. La española tiene muchas palabras adaptadas en su uso (aun sin ser científicas), que no les ha llegado la época de tener lugar en su Diccionario; y una nación, en donde muchas ciencias no han recibido aun todo el desarrollo que es necesario, es claro se debe carecer de palabras equivalentes, á nombres de máquinas desconocidas, piezas de que estas se componen, útiles científicos propios á aquellos usos etc. etc. Eco del comercio, 1834, 4
Con los descubrimientos científicos y las nuevas doctrinas legales, hemos querido adoptar también las locuciones del pueblo que nos las ha transmitido: no basta que Benjamin Constant, D. Pradt y Delolme nos revelen los preceptos de una política filosófica: ha sido preciso amalgamar a nuestra hermosa lengua una fraseología adulterada y mestiza: hemos adquirido mas ciencia a costa del instrumento de que todas las ciencias se valen: hemos querido ser mas cultos con un dialecto que se acerca a la barbarie… El idioma es el barómetro de los progresos intelectuales, puro, noble, acendrado ó tosco, envilecido y descompuesto, según suben ó bajan el cultivo de la razón, el amor á las luces, y la independencia del espíritu.
Los que imaginan que nuestra lengua castellana desdice de la gravedad de las ciencias, debían tener presente la reflexión tan nerviosa del maestro Fr Luis de Leon, quien con su acostumbrada solidez los impugna por estas palabras: “una cosa es la forma del decir, y otra la lengua en que lo que se escribe se dice… mas en lo que toca a la lengua no hay diferencia; ni son unas lenguas para decir unas cosas, sino en todas hay lugar para todas. (227-8)
La que en obscura edad le fue negada. Hablar, hablar procura de las Ciencias El recóndito idioma: gracias tiene, Elevacion, caudal, nervio, grandeza, Que sus dignos conatos justifiquen Con que puede pagar quanta riqueza Aquellas a su vez le comuniquen… Esta lengua, felice pues que la amas, Y a su lustre y decoro tanto anhelas. De tal modo verá mas propagada Su cultura, opinión y nombradía: Haciéndose las Ciencias familiares Les rayará por ella nuevo día.
Muchas gracias