Ministro de la Comunión

Oración inicial  Señor Jesús te damos gracias por dejarnos el encargo de celebrar el memorial de tu pasión con el mandato de aquella noche santa: “hagan esto en conmemoración mía”. Haz que comprendamos que la Eucaristía es comunión no sólo con tu Cuerpo y tu Sangre sino también comunión con tu Cuerpo Místico que es la Iglesia. Haz que comprendamos que la Eucaristía es comunión no sólo con tu Cuerpo y tu Sangre sino también comunión con tu Cuerpo Místico que es la Iglesia. Haznos, Señor, instrumentos de comunión para los demás, que seamos solidarios con el inválido que necesita de nuestros hombros para caminar, con el ciego que necesita de nuestras manos para conducirse con seguridad, del aislado que necesita de nuestra compañía para sonreír. Haznos, Señor, instrumentos de comunión para los demás, que seamos solidarios con el inválido que necesita de nuestros hombros para caminar, con el ciego que necesita de nuestras manos para conducirse con seguridad, del aislado que necesita de nuestra compañía para sonreír.

Danos un corazón generoso y trabajador para vivir en comunión con los hermanos de nuestra comunidad, para ser solidarios en la evangelización, en la celebración y en la caridad. Que aprendamos desde la Eucaristía que la comunión no es sólo comulgarte sacramentalmente sino que ésta es la que nos impulsa y nos renueva a vivir como miembros de la Iglesia que es el Cuerpo de Cristo que es nuestra Cabeza. Que tu Espíritu, Señor, nos convierta y nos haga romper todo signo de división y de discordia. Amén. Que tu Espíritu, Señor, nos convierta y nos haga romper todo signo de división y de discordia. Amén.

Hazte estas preguntas (En silencio)  ¿De que se trata la lectura?  ¿Qué mensaje te da la lectura y qué debes poner en práctica en tu ministerio? En un momento de silencio medita bien las respuestas que has dado al Señor.

Reflexión  La comunión eucarística que realizamos en la Misa la hemos reducido a algo intimista y más de alguna vez con actitudes piadosas y egoístas buscamos nada más “mi salvación”; cuando la Iglesia, desde la carta a los Corintos, nos enseña que la Eucaristía hace a la Iglesia, nos hace entrar en comunión con la Santísima Trinidad y con los hermanos, pero es comunión real de pensamientos, de ideas, de servicio, de sentimientos, porque somos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia viviente, de la cual, Cristo es la Cabeza.  La comunión eucarística con Cristo Cabeza exige comunión con su Cuerpo, el cual lo forman todos los bautizados: niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos, pobres, ricos, personas con capacidad especial, niños de la calle, enfermos, etc.

 Cuando no comprendemos que la comunión eucarística nos exige comunión con los hermanos, tomamos las actitudes como la comunidad de Corinto, es decir, hacemos nuestro grupo, despreciamos a los demás, por su condición social, económica... y sólo nos reunimos con los que nos caen bien o comparten nuestro estatus.  La Eucaristía nos hace identificarnos como Iglesia- Comunión. Cuando el MESC sólo reduce su servicio para estar como un “muñeco de aparador” en las celebraciones, no hace vida de comunidad, no convive, se aísla, se siente “tocado” por la divinidad y no se rebaja a convivir con la “pelusa” según él.  A lo largo de estas reuniones hemos estado meditando que el MESC es un ministro con un llamado divino, es ministro de oración, ministro del servicio, ministro de la entrega y todo esto se realiza, en ser ministro de la comunión.

 Que triste que un MESC comulgue a Cristo en la Eucaristía, pero, no comulga en la labor pastoral con sus sacerdotes, se vive criticándolos, se opone a seguir las orientaciones que le dan sus pastores; para todo protesta y vive sembrando cizaña. ¿Acaso este MESC no estará comiendo y bebiendo su propia condenación como dice el apóstol Pablo?  MESC que se apartan de la vida comunitaria no comprometiéndose en las labores pastorales y de convivencia de la vida parroquial; falsa e hipócritamente se acercan a la Comunión eucarística, pero no comulgan con sus hermanos en el entusiasmo, en la entrega y en la vivacidad de la fe. ¿Acaso tú tienes estas actitudes inmaduras de fe en la comunión con tus hermanos? ¿Te das cuenta que al no comulgar con tus hermanos y tus sacerdotes en la vida diaria de la parroquia estás hipócritamente comulgando el cuerpo del Señor y con ello tu propia condenación?

 La comunión eucarística de cada día debe hacerte un mejor Cristo vivo, debe cristificarte para tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús (Cf. Fil. 2,5) por eso dice un dicho popular: “entre mas viejos... más santos”, porque lo otro no viene con Dios.  La comunión con Cristo es salir de nuestros egoísmos y encontrarnos con los hermanos y ser solidarios con ellos en la oración, en el trabajo pastoral, en edificar cada día la unidad de la Iglesia que nace de la Comunión eucarística. ¿Estás dispuesto a salir de tu zona de confort y de elitismo para colaborar con tus hermanos en la unidad, en la solidaridad y la paz? ¿Tus actitudes y palabras que expresas como MESC son para unir o dividir?  La comunión con Cristo sin que te lleve a la comunión con tus sacerdotes y hermanos es falsedad e hipocresía, es una espiritualidad fuera de la realidad que no santifica.  Cabeza (Cristo) y Cuerpo (Iglesia) forman una unidad que brota necesariamente de la Eucaristía.

Meditemos en silencio  ¿Qué provoco en ti la reflexión?  ¿Cómo pondrás en práctica lo que el Señor te ha dicho en su Palabra?  ¿Cómo pondrás en práctica lo que provoco en ti la reflexión? En un momento de silencio medita bien las respuestas que has dado al Señor

Coloquio espiritual con el Señor  Estando delante del Santísimo Sacramento o delante de la imagen de Cristo crucificado realiza lo siguiente: –¿Qué actitudes tuyas impiden la comunión? Anótalas.  En tu familia  Con tus sacerdotes  En tu comunidad  En tu grupo en el que sirves –Pide sinceramente perdón al Señor por todas tus rebeldías, desobediencias y necedades que han destruido el Cuerpo de Cristo dividiéndolo y provocando así que su Cuerpo no trabaje armónicamente como el Señor lo quiere. –Suplica al Señor la gracia del discernimiento para que iluminado por su Espíritu te haga instrumento de unidad, de paz, y que puedas sembrar la justicia a como Dios quiere que la hagas y además seas fiel colaborador generoso y disponible para Él en todos los momentos de tu vida.