Fiesta de la Trinidad Unidos en la diversidad  Dios es FAMILIA. Profesar la fe en la Trinidad es manifestar que creemos en un Dios que es familia, comunidad de amor, relación, encuentro, vinculación profunda… No es alguien solitario, lejano o desentendido. Comenzamos a comprender algo de Dios cuando cultivamos en nuestra vida todo aquello que lleva a crear comunidad, comunión, preocupación por el otro, cercanía a sus necesidades… en la medida en que creamos cauces para la escucha, la atención, la acogida, la experiencia personal, el acompañamiento… Tendremos una espiritualidad trinitaria si recuperamos dos aspectos fundamentales de la vida: la dimensión de fraternidad y la dimensión comunitaria que se abre al compromiso efectivo con la realidad que nos toca vivir cada día. ¿Qué puedo aportar yo para desarrollar un ambiente de familia, de encuentro, de relaciones profundas y sinceras… en los lugares donde me muevo?  Dios es UNIDAD en la DIVERSIDAD. Profesar la fe en la Trinidad es manifestar que la unidad no es uniformidad, que la diferencia enriquece, complementa, ayuda a una mayor y mejor profundidad. Dios es PADRE que crea y sostiene la realidad, es manantial de donde surge la vida, amor que conserva, embellece y fecunda, confiere orden, estabilidad y armonía. Dios es HIJO cercano que acompaña nuestros caminos, que enseña, corrige, sana, libera, que sirve, escucha, perdona, se entrega… Dios es ESPÍRITU que guía nuestros pasos, corrige, recuerda, actualiza, fortalece, ilumina, lleva hasta la verdad plena. Padre, Hijo y Espíritu unidos y diferenciados en su muta relación. En nuestra vida personal, familiar, religiosa, social… hay muchas divisiones, enfrentamientos, rupturas, desencuentros…. Creer en un Dios Uno y Diverso se convierte en todo un reto y programa de actuación para aprender de lo distinto, para integrar lo disperso, para dejarse en ensañar por lo que está más allá de lo mío… ¿Respeto la diversidad? ¿Aprendo de ella y la veo como una oportunidad para enriquecerme?  Dios es MISTERIO. Profesar la fe en la Trinidad es abandonar la idea de encerrar a Dios en un razonamiento matemático, de verlo como un enigma a descifrar o un silogismo a resolver. Tiene que ver más con contemplar, agradecer y alabar. Dejarse envolver por un Amor en el cual “vivimos, nos movemos y existimos”, respirar y degustar la realidad profunda que nos hace vivir y caminar. Por eso hoy es un buen día para recordar a los hombres y mujeres de vida contemplativa que hacen de su existencia una opción de relación profunda con Dios a través de la oración continua. Tal vez sea un buen momento para contactar y conocer algún monasterio de vida contemplativa, pasar algún tiempo en él, compartir sus experiencia y aprender de ellos a “respirar” a Dios en todo lo que llevamos entre manos cada día. Alabado seas, mi Señor, por tus criaturas al completo, porque en ellas habla tu misterio. Alabado seas, mi Señor, por los hermanos sol, luna, viento, agua, fuego, porque como el santo de Asís en ellos percibo tu aliento. Alabado seas, mi Señor, por los hermanos en paro, en soledad, en encierro, porque junto a ellos tu mensaje queda manifiesto. Alabado seas, mi Señor, por los hermanos justicia, bondad y lo bello, porque con ellos nos comunicas tu Reino. Alabado seas, mi Señor, por querer anunciarnos tu verdad en tu Hijo Jesús y en tu Espíritu eterno, en lo escondido y en silencio. [J.V.] Ningún nombre te define, ningún dedo te alcanza. Ninguna palabra te acoge, ningún viento te abraza. Ninguna luz te sorprende, ninguna oscuridad te mancha. Ninguna soledad te niega, ninguna presencia te espanta. Ningún honor te engrandece, ninguna pobreza te abaja. Ninguna verdad te cimienta, ninguna herejía te arranca. Ningún manantial te descubre, ningún dios te desplaza. [D.M.] Perdón, Señor… -Por no crear cauces de diálogo, por nuestras divisiones, críticas y enfados. -Por valorar superficialmente a las personas con las que nos encontramos. -Porque nos cuesta encontrar en la diversidad la riqueza que nos hace más humanos. -Por no saber agradecer todo lo que recibimos de ti y estar siempre quejándonos. ************************************************* Ayúdanos, Señor, a crear espacios de comunión donde…  se respete la diversidad  se intensifiquen la relación,  se agradezca lo recibido  se facilite el perdón,  se busque caminos de encuentro,  se reconozca la común vocación,  se exprese la misericordia,  se valore a las personas de cualquier clase y condición,  se acoja a los necesitados,  se dé nuevas oportunidades a quien se equivocó. Trinidad. Salomé Arricibita Gracias, Padre Dios por ser el origen de donde todo surgió, por llamarnos a la vida, por el don de la creación. Admirando su hermosura descubrimos la grandeza de tu amor. Ayúdanos a cuidarla y a preocuparnos de su conservación. Gracias, Jesús Maestro y Señor por tu vida entregada para nuestra salvación, por enseñarnos el camino del Reino como nuestra más profunda vocación, por mostrarnos cómo vivir la acogida, la misericordia y el perdón, por hacernos a todos hermanos, comprometidos en una misma misión. Gracias, Espíritu Santo Vivificador que eres fuerza y aliento, empuje y motor para poner en práctica el mensaje que Jesús nos dejó, para guiar nuestros caminos en la construcción de un mundo mejor, para descubrir tu presencia en nuestro interior. Gracias, Dios Trinidad porque nos quieres familia unida que crece en intimidad y comunión.

Lectura del libro de los Proverbios 8, Así dice la sabiduría de Dios: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponla un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»

Salmo Sal 8, a. 7b-9. R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R. Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5 Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.