LA PRINCIPAL CREDENCIAL DE LAS AUTORIDADES DELEGADAS: La Revelación Autoridad espiritual

Números 12:2 “¿Solamente por Moisés ha hablado el Señor? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó el Señor.”

¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?

NO ESCUCHE PALABRAS DENIGRANTES “¿Solo tú hablas por Dios? ¿Tu que te has casado con una mujer cusita?

¿No ha hablado Dios también por nosotros? No preste atención a cómo lo critican; No se enoje por las palabras de otros.

No se defienda Nadie en la tierra pudo ser más autoritario que Cristo; sin embargo, nunca se defendió.

Aquel de quien usted se defiende se convierte en juez suyo, se pone por encima de usted cuando usted empieza a responder a sus críticas.

El que habla a favor de sí mismo está bajo juicio; por lo tanto, carece de autoridad. Cada vez que uno trata de justificarse, pierde la autoridad.

1 Corintios 4:3 “Ni aun yo me juzgo a mí mismo”

MUY MANSO Números 12:3 “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”

Dios no puede constituir autoridad a una persona arrogante y testaruda.

Y los que Él pone en autoridad son los mansos y tiernos; y ésta no es la mansedumbre ordinaria, es la mansedumbre de Dios.

La autoridad que se consigue peleando no es la autoridad que Dios da. Cuanto más autoridad cree tener una persona, tanto menos tiene realmente.

¡Acabaré contigo!

LA REVELACIÓN: ÚNICA CREDENCIAL DE LA AUTORIDAD

Aarón y María “Luego dijo el Señor a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión” No para revelarles su voluntad sino para reprocharles su proceder.

“¡Vosotros que bien podéis hablar, oíd ahora mis palabras!” Los locuaces no pueden oír la Palabra de Dios. Moisés era uno que no hablaba sino que hacia lo que se le decía.

A Aarón y María el Señor se manifestaba sólo en sueños Moisés hablaba cara a cara con Él.

La revelación se les da sólo a quienes se encuentran cara a cara con Dios y éste los constituye autoridades.

El valor de un hombre se calcula por la revelación que recibe de Dios. La revelación es, por lo tanto, la evidencia de la autoridad.

NINGÚN SENTIMIENTO PERSONAL Moisés no abrió su boca. Aunque era hombre elocuente, guardó silencio. Los que no saben refrenar su corazón y su lengua nos son aptos para ser autoridades.

La autoridad ha sido establecida para ejecutar las órdenes de Dios, no para que uno se exalte a sí mismo.

“Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora” Librémonos también de todo sentimiento personal, porque su presencia perjudicará las cosas de Dios y le atará las manos.

Ser autoridad delegada no es algo fácil, porque requiere despojarse a sí mismo.