" Ninguna de las promesas que el Señor había hecho a los israelitas cayó en vacío, todas se cumplieron " (Jos 21,45) " La promesa comprende, además de sus objetivos históricos, materiales, inmanentes, al mismo Dios que promete "
Y aunque no hemos visto a Dios, somos como aves migratorias o peces migratorios, que han nacido en un lugar extraño, pero que cuando llega el invierno sienten una inquietud misteriosa, una llamada en la sangre, la nostalgia de una patria primaveral que no han visto nunca, y parten hacia allá, sin saber adónde. Han sentido la llamada de la Tierra Prometida, la voz del amado que llama.