Hechos de los apóstoles Capitulo 27

Vientos contrarios (27:1-8) Para hacer el viaje desde Cesárea hasta Italia, Pablo y otros prisioneros fueron puestos en manos de un centurión llamado Julio, que pertenecía a la cohorte de Augusto. Primeramente tomaron un barco de Adramitio, puerto de Misia al sureste de Troas. Iba rumbo a la costa del Asia Menor. En Mira, el centurión hizo pasar a Pablo y a sus amigos a un barco de Alejandría que iba a salir con rumbo a Italia con un cargamento de trigo. Los vientos siguieron contrarios, y navegaron muy lentamente tratando de llegar a Gnido, en la costa de Coria, al suroeste del Asia Menor.

Atrapados en una tormenta (27:9-20) Debido a que había pasado mucho tiempo y el día de Expiación, que en el año 59 d.C. fue el 5 de octubre también había pasado. Pablo reconoció que sería peligroso continuar su viaje. fue a los que estaban al mando del barco y les aconsejó sobre la certeza de las pérdidas. Sin embargo, el centurión se dejó persuadir por el piloto y el capitán. Un suave viento del sur persuadió al centurión y a los demás de que podrían llegar hasta Fenice, de manera que zarparon con rumbo oeste

Atrapados en una tormenta (27:9-20)

Atrapados en una tormenta (27:9-20) El sotavento (lado sur) de una pequeña isla llamada Clauda, les dio un pequeño alivio temporal. Aun así, les era difícil volver a tomar el control del esquife. Aun así, les era difícil volver a tomar el control del esquife, arriaron las velas (o probablemente la gavia) y quedaron así a la deriva. Al día siguiente, puesto que aún se hallaban dentro de la tormenta, comenzaron a tirar cosas por la borda para aligerar el barco. Al tercer día, con sus propias manos arrojaron los aparejos de la nave , La tormenta siguió muchos días. Sin poder ver el sol, la luna ni las estrellas, no tenían forma alguna de saber dónde se hallaban.

La visión de Pablo les da ánimos (27:21-37) Durante largo tiempo, las doscientas setenta y seis personas que iban en el barco no habían comido. Entonces, una noche, un ángel se le apareció a Pablo y le dio alientos diciéndole que dejara de temer. Pablo, antes de hablarles a los demás de esta seguridad recibida de Dios, les recordó las advertencias que él les había hecho antes de salir de Creta. En la noche decimocuarta, todavía el viento los llevaba a la deriva en la dirección que soplaba, Como tenían temor de que el barco se encallara entre las rocas y se destrozara antes de que pudieran escapar, echaron cuatro anclas por la popa

El naufragio (27:38-44) Después de que todos quedaron satisfechos con la comida, tiraron el trigo por la borda para que subiera la línea de flotación del barco. Esto los ayudaría a acercarse más a la orilla. Cuando llegó la luz del día, no reconocieron aquella tierra. Sin embargo, lograron ver una ensenada y decidieron que si podían lograrlo, Cortaron las anclas y las dejaron en el mar, porque esto también aligeraría el barco. En lugar de alcanzar la playa, llegaron a un canal poco profundo y estrecho. La nave encallo y comenzo a destrosarse mandó que todo el que supiera nadar, saltara primero al agua. Los demás les siguieron-