Por Irene Huerga Fernández

Y así, en aquel preciso momento, aquella luz que flotaba al lado de una pequeña casa, se hizo más y más luminosa y,… No. De ninguna manera. Los libros y las historias se leen desde el principio. Y, por tanto, yo lo contaré desde el principio. Retrocedamos…

Empezaré como suelen empezar los cuentos: Había una vez un fantasma sin nombre. No era terrorífico, ni le gustaba asustar a la gente. Tampoco era torpe, de forma que pudiera hacer reír a quien lo viera. Era… Un simple fantasma. Un alma perdida que no había encontrado reposo en ninguna parte.

Vagaba por todo el mundo. Aquí y allá oías a alguna que otra persona comentar que había visto una especie de resplandor por el bosque, en lo alto de una colina,… Pero al momento desaparecía y no lo volvían a ver. Algunos hasta hacían alguna foto…

Pero un día algo cambió. Aquel resplandor, el fantasma, se mantuvo quieto, en el mismo lugar. Estaba frente a una pequeña casa. Miraba fijamente a una niña, que en su habitación leía un libro. Y observaba su rostro, en el que se reflejaba su felicidad al poder leer. Simplemente leer.

Y, allí, observando a aquella niña, el fantasma recordó algo sobre su vida. Solo fue una imagen. Un anaquel de una estantería cualquiera. O eso creyó él. Después de prestar atención durante más tiempo a aquel recuerdo, supo que no era solo una estantería cualquiera. Era, o fue, su estantería. Y recordó que, en aquel anaquel, él siempre había tenido sus colecciones y libros favoritos. Todos aquellos libros que había leído múltiples veces.

Exploró el recuerdo. El anaquel era de madera no muy oscura. Y había uno, dos, tres… Veintidós libros. Algo como esto: Todos le resultaban muy, pero que muy familiares. Empezó a leer individualmente cada título y autor en cada libro. Comenzó por el lado derecho de la estantería, no supo bien por qué. En aquel momento le pareció que era el sitio correcto.

Y leyó el primer título: LA HISTORIA INTERMINABLE Michael Ende Y nuestro fantasma recordó. Recordó la portada del libro, recordó la historia que contaba, recordó… Hasta que cada capítulo empezaba por una letra del abecedario.

Y también recordó que él había leído aquel libro a sus 7 años, bajo la copa de una frondosa higuera. Recordó como aquel libro escrito en dos colores le contó la historia de Atreyu, el valiente héroe y su dragón, Fújur. De la Emperatriz Infantil y de todo el sinfín de criaturas que habitaban Fantasía. De como Bastian, un simple niño lector, robaría un libro titulado “La Historia Interminable” y, al leerlo, comprendería que ese libro es Fantasía y que Fantasía es La Historia Interminable. Y recordó, con humor, lo enrevesado que le pareció entonces. Y como, cuando lo volvió a leer años después, se convirtió en uno de sus libros favoritos y acabó en aquel anaquel.

Decidió seguir aquel orden de derecha a izquierda y leyó el siguiente, no, los siguientes títulos. Era una gran colección de siete libros, pero todos tenían algo en común en el título. Todos empezaban por: HARRY POTTER… J.K. Rowling Recordó que aquellos libros contaban diferentes historias de un joven mago llamado Harry Potter que, junto a sus amigos, vivía grandes aventuras en el Colegio Hogwarts De Magia y Hechicería.

Pensó que mucho le habían gustado también esos libros como para recordar cada uno de ellos. Aunque recordándolos individualmente supo que su favorito siempre había sido el segundo, Harry Potter Y La Cámara Secreta. Iba a continuar leyendo títulos, cuando se dio cuenta de que había también otro pequeño libro, de la misma escritora, escondido detrás del último de la saga. Se llamaba Los Cuentos De Beedle El Bardo. También se acordó de aquel libro. Era un libro inventado por la autora y mencionado en el último libro de Harry Potter. Por eso lo tendría junto a los otros.

Los siguientes títulos eran todos de la misma escritora: Laura Gallego García El primero era un libro de unas 200 ó 300 páginas, titulado El Coleccionista De Relojes Extraordinarios. Recordaba muy bien aquel libro. Era una bonita historia. Un chico llamado Jonathan, de doce años, tiene doce horas para encontrar el reloj Deveraux, con el que podrá salvar a su madrastra. Este lo había leído a los 9.

Los siguientes eran una trilogía titulada MEMORIAS DE IDHÚN Recordaba bien aquellos libros. Sabía que a sus diez años, cuando se los leyó por primera vez, se los recomendó a sus padres tantas veces, que al final ellos acabaron por leerlos. Pero no se acordaba de ellos. Solo tenía ese dato. Ni siquiera recordaba que opinión le dieron después de leerse los libros, aunque sabía que se la habían dado.

Recordó la historia que contaban aquellos libros. Hablaban de Idhún, un mundo paralelo al de La Tierra. Y de como un malvado nigromante, de nombre Ashran, se hizo con aquel mundo, destruyendo a todos los unicornios y dragones. O eso quiso creer. Se acordaba con total claridad de los protagonistas, Jack y Victoria, dos adolescentes nacidos en La Tierra que se unen a La Resistencia, formada por un guerrero y un mago exiliados de Idhún. Y de como éstos buscaban a un unicornio y un dragón supervivientes de la catástrofe que había provocado Ashran. Rememoró el preciso momento en el que leía por primera vez el final de la trilogía. Se acordaba hasta de la sensación de las lágrimas resbalando por sus mejillas… Nunca supo si por terminar el libro o por el final.

A continuación, leyó el título de los dos siguientes libros: ALAS DE FUEGO ALAS NEGRAS También se acordaba de aquellos dos libros. Formaban, entre los dos, una colección. Recordaba haber leído ambos libros a los once años. Contaban la historia de un ángel femenino, llamado Ahriel, que protege a la Reina Marla. Hasta que descubre que Marla intenta comenzar una guerra y ella la encierra en la prisión Gorlián, con su alas inmovilizadas. Y Ahriel tiene que aprender a sobrevivir y… A ras del suelo.

Nuestro fantasma continuó leyendo los títulos. Ahora cambiaban de autor. Los siguientes libros eran de: Rafael Ábalos Los primeros eran dos libros, una colección titulada: POLIEDRUM Nada más leer el título supo que aquellos libros los había leído con once años también.

Rememoró aquella historia tan misteriosa. Se acordó de que el primer libro comenzaba con el asesinato de un gran dibujante de cómics llamado Layonel Savage. Pero recordó el legado que aquel escritor había dejado tras de sí. Había creado un mundo llamado Poliedrum, en el que solo cuatro niños que el mismo escritor había elegido antes de morir podrían entrar, contenido en una pizarra digital. Timothy, Melissa, Nathan y Matheus se adentran en Poliedrum porque presienten que podrán descubrir el gran misterio del asesinato de su escritor favorito y, a su vez, vivir la mayor aventura de sus vidas. El fantasma se sorprendió de recordar incluso los nombres de los chicos, pero, al fin y al cabo, habían sido, junto con los anteriores, de sus libros favoritos.

Continuó con los dos siguientes títulos, también una colección, llamada: GRIMPOW Aquí había un pequeño salto. Porque estos los había leído a los trece y, según el orden que seguía de derecha a izquierda, todos estaban por orden cronológico. Supuso que fue una época o de poco leer o que no coincidió que le gustase especialmente ningún libro.

Estos dos libros contaban la historia de Grimpow, un joven que, en el invierno de 1313, encuentra un cadáver en unas nevadas montañas. Y, gracias a la carta y la misteriosa piedra que portaba aquel hombre, se embarca en una aventura de templarios, alquimistas y numerosos caballeros. Y, por supuesto, magia. Nuestro fantasma se acordó entonces de algo. Todos sus amigos, después de que les hablase de la historia que contaban aquellos libros, se los habían leído. Pero tampoco recordaba a sus amigos. Solo sabía que había tenido muchos. Y que habían leído los dos libros de Grimpow.

Continuó leyendo títulos. Ya quedaban poco libros. Pero quería comprobar si se acordaba de algo más, aparte de las historias de aquellos maravillosos libros. El siguiente era: Nuestro fantasma recordó que si la palabra Kôt no se escribía con la caligrafía correcta, perdía su significado en la novela. Se acordaba claramente de la portada con las letras originales.

Aquel libro, que había leído con 14 años, contaba tres historias que ocurrían a la vez, en el mismo espacio de tiempo, en Manhattan, en el La primera historia relataba como un día cualquiera, un anciano se despierta en una mazmorra medieval, encadenado, sin saber quién es o por qué está allí. A la vez, ese mismo día, dos adolescentes reciben un extraño correo con una compleja operación matemática. Esta era la segunda historia. Y la tercera hablaba de un misterioso asesinato en el que nadie sabe como han matado a la neuróloga candidata al Nobel, ya que lo único que muestra el cuerpo es la palabra Kôt escrita en la palma de la mano. El fantasma recordó con gusto este libro, ya que recordaba que le encantaban aquellas historias misteriosas y enrevesadas.

Siguió leyendo. El siguiente libro cambiaba por completo la lista. LA LADRONA DE LIBROS Markus Zusak Recordaba haber leído aquel libro a los 15. Contaba, desde un punto de vista bastante peculiar (el de La Muerte) la historia de Liesel, la ladrona de libros, una niña a la que acoge una familia de las afueras de Múnich en plena Segunda Guerra Mundial. Recordaba perfectamente aquella historia, en cierto modo, con tristeza, pero a la vez con mucho cariño.

Y el fantasma leyó los últimos dos títulos: EL HOBBIT EL SEÑOR DE LOS ANILLOS J.R.R. Tolkien De estos últimos libros recordaba que los había leído a los 15 años. Y sabía que El Señor De Los Anillos era la continuación de El Hobbit. Recordaba que fueron los libros que más releyó, junto con Memorias De Idhún. Le habían encantado la primera vez que los leyó.

En El Hobbit se contaba como un simple hobbit, llamado Bilbo Bolsón, se une a un inesperado viaje junto a doce enanos y un mago. Y, durante sus aventuras, encuentra un anillo muy poderoso, con más poder del que él se imagina. Con el tiempo ese anillo pasa a su sobrino, Frodo Bolsón (ahí empieza El Señor De Los Anillos). Y éste último tiene que emprender un gran viaje acompañado de personajes muy diversos: un enano, un elfo, dos humanos, un mago y otros tres hobbits, con el fin de destruirlo, ya que una gran fuerza oscura tiene poder sobre él y pretende hacerse con toda la Tierra Media.

Y, en aquel preciso instante, el fantasma se dio cuenta de algo. Al repasar la historia de El Señor De Los Anillos, le había parecido que recordaba un nombre… ¡Sí! ¡Eso era! Había una mujer elfo… ¡Arwen! Así se llamaba. Se quedó pensando mucho rato hasta que se dio cuenta de porqué le sonaba tanto aquel nombre. Era SU nombre. Recordó entonces que cuando leyó El Señor De Los Anillos por primera vez comprendió que la habían llamado Arwen por el personaje de aquel libro. Y Arwen se sintió feliz. Sintió que ahora estaba completa. Que el recuerdo de sus libros y de su nombre, e incluso el vago recuerdo de sus padres y amigos le habían dado el descanso que necesitaba.

Y así, en aquel preciso momento, aquella luz que flotaba al lado de una pequeña casa, se hizo más y más luminosa y, por último, desapareció.