Domingo XXIX de T.O. Año C
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
Levanto mis ojos a los montes; ¿de dónde me vendrá el auxilio Levanto mis ojos a los montes; ¿de dónde me vendrá el auxilio?; el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
El Señor te guarda de todo mal, Él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra
Lectio El salmo que hoy nos regala la liturgia como respuesta orante a la lectura del Éxodo es el salmo 120. Es este uno de los salmos que pertenecen al grupo de “salmo de las subidas o graduales” (salmos 119-133). Son salmos para usar en peregrinación a Jerusalén (y a Jerusalén siempre se sube). Por eso, los estudiosos dicen que quizá su núcleo más antiguo de composición sea de la época del rey Josías (rey de Judá que hizo una reforma religiosa en el 622 a. C, una de cuyas claves era la unificación del culto al Señor en el Templo de Jerusalén). Con todo, su redacción final es de la época del postexilio. El género del salmo oscila entre una súplica y un oráculo. Es un salmo magnífico para toda peregrinación: el Señor es nuestro auxilio en el camino, cuida que no nos sobrevenga ningún mal: insolación de día, falta de protección de noche, que nuestros pies se llaguen o se tuerzan… Realmente, Él guarda nuestras entradas y salidas.
Meditatio Quizá una de las palabras que resuman el mensaje de las lecturas de este domingo sea “confianza”. Confianza en el señor que es de quien nos viene el auxilio. Confianza que no es estar sentados esperando que nos “llueva del cielo nuestra salvación”, sino un estar “a Dios rogando y con el mazo dando” que dice nuestro refranero… Así nos lo enseña Moisés perseverante en su oración a pesar del cansancio, y la viuda tenaz del Evangelio ante el juez inicuo.
Oratio Señor, aumenta mi confianza en Ti. Tú eres mi auxilio y, sin embargo, muchas veces busco mi salvación donde no está, mi seguridad donde no la hay… Y Tú guardas mis entradas y salidas ahora y por siempre. Con esa mirada tierna y compasiva, como la de una madre o un padre que no duerme velando a su hijo. Guarda también los pasos de tantos peregrinos, que reconozcan en Ti su auxilio y sostén en el camino. Gracias, Señor, por tu Providencia. Tú, que has creado el cielo y la tierra, te abajas, y nos guardas.
Contemplatio Dios, ciertamente cuida de todos, a todos auxilia. Noto que me mira y me dice: - Vete, haz tú lo mismo, sé guardián de tu hermano. Hoy, Día del DOMUND, esta mirada del Señor me interpela más que nunca. Una muchedumbre de hermanos nuestros, que viven en la mayor miseria material o que desconocen a Cristo, claman preguntándose de dónde les vendrá el auxilio. ¿Acaso no puedo ser yo un fiel y alegre mensajero del Señor que les responda: “el auxilio te viene del Señor que hizo el cielo y la tierra?
Actio Sal de ti mismo, abre los ojos y auxilia a tu hermano. No desperdicies lo que se te ha confiado: La Fe en Cristo Jesús.