La descarga está en progreso. Por favor, espere

La descarga está en progreso. Por favor, espere

EL DICIPULO Y EL PECADO.

Presentaciones similares


Presentación del tema: "EL DICIPULO Y EL PECADO."— Transcripción de la presentación:

1 EL DICIPULO Y EL PECADO

2 EL DICIPULO Y EL PECADO En este tema, el discípulo es el que predica la Palabra.
LA DIGNIDAD Y SANTIDAD DEL DISCÍPULO LA GRAVEDAD DE LOS PECADOS DEL DISCÍPULO Gravísimo es el pecado del discípulo, porque peca a plena luz, ya que pecando sabe bien lo que hace. Por eso el pecado de los fieles es más grave que el de los infieles, precisamente porque conocen la verdad. El discípulo está de tal modo instruido en la ley, que la enseña a los demás: Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la Ley; porque es mensajero de Jehová de los ejércitos. [Malaquías 2: 7].

3 Por esta razón es que el pecado de quien conoce la ley es en extremo grande, no tiene la excusa de la ignorancia. El pueblo en general peca, pero peca en medio de las tinieblas, del mundo, alejados del conocimiento de la Palabra, poco instruidos en materia espiritual; sumergidos en los asuntos temporales y con el débil conocimiento de Dios, no se dan cuenta de lo que hacen pecando, pues “El malo se jacta del deseo de su alma, bendice al codicioso y desprecia a Jehová” [Sal 10:3]. Los discípulos, por el contrario están tan llenos de luces, que son antorchas, destinadas a iluminar a los pueblos. Como dijo Jesús: «Vosotros sois la luz del mundo» [Mt 5: 14].

4 A la verdad, los discípulos han de estar muy instruidos al cabo de tanto libro leído, de tantas predicaciones oídas, de tantas reflexiones meditadas, de tantas advertencias recibidas; en una palabra, que «A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios» [Luc. 8:10]. De aquí que sepan perfectamente cuánto merece Dios ser amado, servido y conozcan toda la malicia del pecado enemigo tan opuesto de Dios. Por el contrario «el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». (2 Tim.3:17).

5 Harto conocido es esto del discípulo y la obligación que sobre él pesa, como discípulo, de servirle y amarla, después de tantos favores de Dios recibidos. Todo pecado del discípulo es pecado de orgullo como lo fue el pecado de los ángeles, que pecaron a plena luz. Es pecado contra el cielo. Peca en medio de la luz, por lo que su pecado, como se ha dicho, es pecado de orgullo, ya que no puede alegar ignorancia, pues conoce el mal del pecado, ni puede alegar flaqueza, pues conoce los medios para fortalecerse, si quiere y si no lo quiere, suya es la culpa. Pecado de orgullo, es el que se comete a sabiendas, “todo pecado de orgullo es pecado «contra el Espíritu Santo», dice San Mateo 12:32. «no se perdonará ni en este mundo ni en el venidero»; ya que rechaza la presencia del E. Santo. Después de la resurrección, No habrá un segundo tiempo de gracia. (ver Juan 5: 28,29), y quiere con ello significar que tal pecado será imperdonable, a causa de la ceguera que lleva consigo, por cometerse a sabiendas.

6 Las consecuentes espantosas del pecado de orgullo lo expone el apóstol Pablo en Hebreos 10:26-31.
Si pecamos VOLUNTARIAMENTE después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 28 El que viola la Ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: "Mía es la venganza, yo daré el pago" --dice el Señor--. Y otra vez: "El Señor juzgará a su pueblo". 31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

7 Nuestro Salvador rogó en la cruz por sus perseguidores diciendo: «Padre, perdónalo porque no saben lo que hacen» [Luc. 23: 34]; y esta oración no vale a favor de los discípulos malos, sino que, al contrario, los condena, pues los discípulos saben lo que hacen. Se lamentaba Jeremías, exclamando: ¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo ha perdido el oro puro su brillo! [Lam. 4:1]. Este oro degenerado, dice un predicador, es precisamente el discípulo pecador, que tendría que resplandecer de amor divino, y con el pecado se trueca en negro y horrible de ver, hecho objeto de honor hasta el mismo infierno y más odioso a los ojos de Dos que el resto de los pecadores, El Señor nunca es tan ofendido como cuando le ofenden quienes están revestidos de la dignidad de discípulos.

8 Lo que aumenta el pecado del orgullo es la ingratitud con que el discípulo paga a Dios después de haberlo exaltado tanto. El pecado crece de peso y proporción de la ingratitud, y que por ninguna ofensa nos sentimos tan heridos como la que nos infieren nuestros amigos y allegados. Mateo 10:36 dice: «Y los enemigos del hombre serán los de su propia casa». ¿Cómo pudiera Dios exaltar más al hombre que haciéndolo discípulo?” ¿Qué mayor nobleza, qué mayor honor puede otorgarle de las almas y dispensador de su mensaje? “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?” pregunta Dios en [Isaías 5: 4]. Además, ¡qué horrible ingratitud, cuando el discípulo tan amado de Dios le ofende en su propia casa! ¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, habiendo hecho muchas abominaciones? [Jer. 11: 15], pregunta el Señor por boca de Jeremías.

9 Precisamente de los malos discípulos parece que se queja el Señor cuando clama al cielo y a la tierra para que sean testigos de la ingratitud de sus hijos para con Él: «Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí».[Isa. 1: 2]. ¿Quiénes, en efecto, son estos hijos más que los discípulos, que habiendo sido llamados por Dios a tal altura y alimentados en su mesa con su misma carne y su sangre, se atrevieron luego a despreciar su amor y su gracia? También de esto se quejó el Señor por boca de David con estas palabras: «Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido Que buscara a Dios. 3 Cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno» (Salmo 53:2,3). Si un enemigo mío, me ofendiera, todavía lo podría soportar; pero ¿cómo habré de poder sufrir el verme ultrajado por ti, discípulo, amigo mío y mi comensal?

10 Discípulos de hoy. Discípulos de antaño.
Si un enemigo mío, me ofendiera, todavía lo podría soportar; pero ¿cómo habré de poder sufrir el verme ultrajado por ti, discípulo, amigo mío y mi comensal?

11 EL PROPÓSITO DE DIOS PARA SUS DISCÍPULOS
«Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa» (Exo.19:6). «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Ped.2:9).

12 CASTIGOS DEL PECADO DEL DISCÍPULO
Consideremos ahora el castigo reservado al discípulo pecador, castigo que ha de ser proporcionado a la gravedad de su pecado. «según su delito será el número de azotes» (Deut.25:2), El castigo será proporcional a su culpabilidad, dice el Señor allí. En el «lago de fuego», el que pecó poco, se quemará pronto, y desaparecerá pronto, el que peco mucho, demorara más quemándose, y desaparecerá para siempre. Y a la verdad que es por boca de Jeremías quien habla Dios contra los sacerdotes pecadores: «Porque incluso el profeta y el sacerdote se han hecho impíos; hasta en mi propia casa he descubierto su maldad, declara Yahveh. Por esto su camino será para ellos resbaladero en tinieblas: serán empujados y caerán en él» [Jer. 23, 11-12].

13 ¿Qué esperanza de vida tendrías, sobre un terreno resbaladizo, sin luz para ver donde pone el pie mientras, de vez en cuando, le dieran fuertes empujones para hacerlo despeñar? Tal es el desgraciado estado en que se halla el discípulo que comete un pecado. Resbaladero en tinieblas: el discípulo, al pecar pierde la luz y queda ciego: San Pedro dice: Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado» [2 Ped. 2, 21]. Más le valdría al discípulo que peca ser un sencillo aldeano ignorante que no entendiese de letras. Porque después de oír tantos sermones, y de tantas luces recibidas de Dios, el desgraciado, al pecar y hollar bajo sus plantas todas las gracias recibidas de Dios, merece que la luz que le ilustró no sirva más que para cegarlo y perderlo en la propia ruina. (Ver Luc.12:47,48).

14 El discípulo cometerá el mismo pecado que muchos miembros de iglesia, pero su castigo será mucho mayor, siendo castigado precisamente como lo enseña el Señor: «A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan». [Luc. 8: 10]. El miembro de iglesia después del pecado se arrepiente. En efecto, si asiste a una reunión, oye algún sermón fuerte, y medita las verdades eternas acerca de las consecuencias del pecado, de la certidumbre de la muerte, del rigor del juicio divino y de las penas del infierno, entra fácilmente en sí mismo y vuelve a Dios, esas verdades le conmueven y le aterran como algo nuevo. Al paso que al Discípulo que ha pisoteado la gracia de Dios y todas las gracias de Él recibida, ¿qué impresión le pueden causar las verdades eternas y las amenazas de las Escrituras? Todo para él está gastado y sin valor; por lo que concluye que no hay cosa más imposible que esperar la enmienda del que lo sabe todo y, a pesar de ello peca. Muy grande es la dignidad del discípulo, pero muy grande es también su ruina si en semejante estado vuelve la espalda a Dios.

15 «Vosotros sois la luz del mundo
«Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad puesta sobre la cima de un monte» [Mat. 5: 14]. Cuanto mayor privilegio es concedido por Dios a los discípulos , tanto más digno de castigo es su pecado, y que cuanto más alto es el estado a que se le ha exaltado, tanto será más mortal la caída. Así, desgraciado, se verificará contigo la amenaza con que el Señor conminó a Cafarnaúm. «Y tú, Capernaúm, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida». [Luc. 10: 15]. Tan grande es el castigo que merece el discípulo pecador por la suma ingratitud con que trata a Dios. El discípulo está obligado a ser tanto más agradecido cuanto mayores beneficios a recibido. El ingrato merece que se le prive de todos los bienes recibidos, como observa un sabio autor. Y el propio Jesucristo dijo: «A todo el que tiene se le dará y andará sobrado; más al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado» [Mt. 25: 29].

16 Quien es agradecido con Dios, obtendrá aún más abundante gracia; pero el discípulo que después de tantas luces y tantas bendiciones, vuelve la espalda, desprecia todos los favores recibidos de Dios y renuncia a su gracia, será en todo con justicia privado de todo. A los discípulos que pecan se aplican de modo especial, estas palabras del Apóstol Pablo: «Es imposible que los que una vez fueron iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo a la burla».(Heb.6:4-6).

17 ¿Quién en efecto, a sido más iluminado que el discípulo, que disfrutó el sabor de los dones celestiales, ni participó tanto del Espíritu Santo? Así como los ángeles rebeldes quedaron obstinados en su pecado en plena luz; así también, será tratado por Dios el discípulo, hecho como ángel del Señor y, como él, elegido o reprobado, pues su pecado es como el que precipitó a Lucifer.

18 A los discípulos infieles también se aplican estas otras palabras de San Pablo:
«La tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; 8 pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida y su fin es ser quemada». (Heb.6:7,8). ¡Qué lluvia de gracias ha recibido continuamente el discípulo de Dios!; y luego, en vez de frutos, produce abrojos y espinas como dice Isaías 5:2: «Esperaba que diese uvas, y dio unas silvestres», por eso, en lugar de recibir bendición, recibe maldición, «y su fin es ser quemada», dice Pablo. Pero ¿y qué temor tendrá del fuego del infierno el discípulo que tantas veces volvió las espaldas a Dios? Los discípulos pecadores pierden la luz, como hemos visto, y con ella pierden el temor de Dios, como el propio Señor lo da a entender en Mal.1:6: "El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, yo soy padre, ¿dónde está mi honra?; y si soy señor, ¿dónde está mi temor?, dice Jehová de los ejércitos a vosotros, sacerdotes, que menospreciáis mi nombre y decís: "¿En qué hemos menospreciado tu nombre?

19 El discípulo pecador cae al fondo del abismo, donde, privado de luz, llega a despreciarlo todo, aconteciéndole lo que dice el sabio Salomón: «Cuando llega el mal, viene el desprecio, y con la ignominia el oprobio» [Pro ]. Este mal es el del discípulo que peca por orgullo, cae en lo profundo de la miseria y queda ciego, por lo que desprecia los castigos, las admoniciones, hasta la presencia de Cristo, y no se avergüenza de ser traidor igual que Judas.

20 ¿cuál será, finalmente, el término infeliz de tal discípulo
¿cuál será, finalmente, el término infeliz de tal discípulo? Helo aquí: «Se mostrará piedad al malvado, pero no aprenderá justicia, sino que en tierra de rectitud hará iniquidad y no mirará a la majestad de Jehová». [Isa. 26, 10]. Su fin será, en una palabra, el abandono de Dios y luego el infierno. Pero, me dirá alguien, este lenguaje es en extremo aterrador ¿Qué? ¿Nos quieres hacer desesperar? Responderé: “Si aterro, es que yo mismo estoy aterrado”, pero eso es lo que dice la Palabra de Dios. Pues dirá el discípulo que si por desgracia hubiera ofendido a Dios en el discipulado, ¿ya no habrá para mi esperanza de perdón? No; lejos de mí afirmar esto; hay esperanza si hay arrepentimiento, y se aborrece el mal cometido. Sea este discípulo sumamente agradecido al Señor si uno se ve asistido de su gracia, y apresúrese a entregarse cuando le llama según lo dice Isa.55:7: «Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar»

21 EXHORTACIÓN Estimados discípulos, hermanos, estimemos en adelante nuestra posición y, por ser ministros de Dios, avergoncémonos de hacernos esclavos del pecado. El discípulo, debe abundar en nobles sentimientos y avergonzarse, como ministro del Señor, de cambiarse esclavo del pecado . No imitemos la locura de los mundanos que no piensan más que en el presente. Recordemos siempre que Dios nos ha llamado a que seamos «un reino de sacerdotes y gente santa» (Exo.19:6). También debemos recordar que «Está reservado a los hombres morir una sola vez, y después enfrentar el juicio» (Heb. 9: 27). Y además que «Todos hemos de comparecer en este juicio para que reciba cada cual el pago de lo hecho viviendo en el cuerpo, sea bueno o malo» (2 Cor. 5: 10).

22 «Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo» 2 Cor.5:10. El discípulo pecador, como el hombre mundano serán juzgados sin abogado, El buen discípulo y todos que aceptaron a Cristo, Él los defenderá en el juicio.

23 Entonces se nos dirá: «Da cuenta de tu mayordomía». (Luc
Entonces se nos dirá: «Da cuenta de tu mayordomía». (Luc. 16: 2), es decir, de tu discipulado; como lo ejerciste y para qué fines te serviste de él. Estimado discípulo, ¿estarías conmigo si hubiera ahora de ser juzgado?, o has pensado como dice (Job 31:14). «¿qué haría cuando Dios se levantara? Y cuando él me preguntara, ¿qué le respondería?» Cuando el Señor castiga a un pueblo, el castigo empieza por los discípulos, por ser ellos la primera causa de los pecados del pueblo, ya por su mal ejemplo, ya por la negligencia en cultivar la viña encomendada a ellos. De aquí que diga el Señor: «Por que es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios» (1 Pedro 4, 17).

24 En la mortandad descrita por Ezequiel en el pueblo de Israel, quiso el Señor que los primeros castigados sean los sacerdotes: «Y empezad desde mi Santuario» (Ez 9: 6); es decir, por mis sacerdotes. «A todo aquel a quien mucho se le dio, mucho se le exigirá» (Luc. 12: 48). "Sacerdotes, oíd esto, … estad atentos, Contra vosotros es el juicio, (Os. 5: 1).

25 El hecho de que en Ezequiel, el juicio comience por los sacerdotes indica que su condenación será también más terrible. Si el sacerdote comete los mismos pecados que sus feligreses, padecerá no el mismo castigo, sino que el castigo será mucho mayor, debido a la luz que recibió. El discípulo debe tener mucho cuidado porque Satanás se esfuerzan por tentarle porque él sabe que si peca arrastra a muchos tras de sí. Un predicador dice que “Quien consigue quitar de en medio al pastor, dispersa todo el rebaño»; y otro dice: «con matar a los jefes se dispersan los soldados». Es por eso que el diablo no busca tanto la perdida de los infieles por que ya son de él, sino que se esfuerza por ejercer sus rapiñas en la Iglesia, lo que le constituye su manjar predilecto, No hay, pues, manjar más delicioso para el demonio que las almas de los discípulos.

26 Querido discípulo, figúrate que el Señor te dice lo que al pueblo judío: “Dime qué mal hice, o mejor, que bien dejé de hacerte. Te saqué de en medio del mundo y te elegí entre tantos de mi pueblo para hacerte mi discípulo, ministro mío y mi familiar; y tú, por míseros intereses, por viles placeres, me crucificaste de nuevo; yo, en el desierto de esta tierra te alimenté cada mañana con el mana celestial, es decir, con mi carne y mi sangre, y tu me abofeteaste con aquellas palabras y acciones inmodestas. Yo te elegí por viña que había de formar mis delicias, plantando en ti tantas luces y tantas gracias que me rindiesen frutos suaves y queridos y no coseché de ti más que frutos amargos. Yo te constituí rey, hasta más grande que los reyes de la tierra, y tu me coronaste con la corona de espinas de tus malos pensamientos consentidos. Estoy esperando que reflexiones y regreses, yo soy el padre del hijo pródigo, para estrecharte entre mis brazos, y vivir juntos por la eternidad.

27 «Por que de tal manera, amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna»


Descargar ppt "EL DICIPULO Y EL PECADO."

Presentaciones similares


Anuncios Google