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Evangelio según San Lucas

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Presentación del tema: "Evangelio según San Lucas"— Transcripción de la presentación:

1 Evangelio según San Lucas
Scriba mansuetudinis Christi (Dante Alighieri)

2 Teología

3 Los grandes temas del evangelio de Lucas

4 El misterio de Jesús en Lucas
El tema principal del evangelio de Lucas, como de todo evangelio, es la revelación de Dios en Jesucristo. Lucas pretende describir esta revelación «ordenadamente» (1, 3). Se puede constatar que la va presentando de diversas maneras en las sucesivas partes de su evangelio

5 Tema central: obra y persona de Jesús
El matiz propio de la visión de Lucas Manifestadas por etapas Fases correspondientes del Pueblo de de Dios Anuncios del AT (oráculos y “tipología”) y mensajes sobrenaturales del evangelio de la infancia La vida terrestre de Jesús Período que comienza con la Pascua Antiguo Israel, portador de las promesas Grupo de los creyentes que responden a la llamada de Jesús y re reúnen en torno a Él La Iglesia, que los apóstoles convocan a partir de Pentecostés

6 Vocabulario original Lucas utiliza términos que tienen origen en la biblia griega pero se adaptan particularmente bien a la espera y a la búsqueda del mundo helenístico: “Señor” “El Salvador” “La salvación” Kyrios Soter Sotería

7 Interés particular en las persona
Los hombres del AT: “tipos” que prefiguran o anuncian a Jesús, los apóstoles u otros portadores de la palabra Los pobres y los pequeños, destinatarios privilegiados de la buena nueva Todos los marginados Pecadores públicos Mujeres María juega papel de máxima importancia en el evangelio de la infancia

8 Comportamientos y actitudes individuales de los discípulos
En Lc ocupa un lugar importante el género “parenético” (exhortación individual, religiosa y moral Define la vida del discípulo por la conversión y la caridad fraterna que la caridad manifiesta De dicha vida forman parte importantísima la oración La renuncia La alegría

9 El evangelio de la oración
Lucas trata de forma casi sistemática el tema de la oración: Destaca tres aspectos en la oración de Jesús: el modo de hacerla: busca el aislamiento y la soledad (5,16); prefiere el «monte» (6,12; 9,28; 22,39-41); dedica a ella mucho tiempo (6,12; 9,18; 11,1); se pone de rodillas en tierra (22,41), y no la abandona ni en su «agonía» (22,44). El resultado de la misma: se abre el cielo y viene sobre él el Espíritu Santo (3,21); después de ella procede a la elección de los Doce (6,12) y a la pregunta que les hace sobre «por quién le tienen» (9,18); durante la oración tiene lugar la transfiguración ante los tres predilectos (9,29). Más importante aún es la acentuación o centros de interés de la misma: descubrimiento de la revelación más específica: Dios es Padre (10, 21); sumisión total a la voluntad del Padre (22,42), incluso en los momentos de la natural repugnancia humana; disponibilidad absoluta para el perdón de los verdugos (23,34) El hombre nuevo es un hombre en continua oración, sobre todo ante la prueba: del mismo modo que Jesús reza en el Bautismo, y antes de la elección de los apóstoles, y en la Transfiguración, y en Getsemani, y en la cruz. (Balaguer) La oración, en particular la de alabanza, es la verdadera respuesta del hombre ante y por la intervención de Dios en su historia, dando cumplimiento a sus promesas. Por eso Lucas recoge en su evangelio los himnos de alabanza que siguen siendo válidos en cuanto respuesta nuestra a la mencionada intervención de Dios en nuestra historia: el Benedictus, el Magnificat, Gloria in excelsis, Nunc dimittis. Lucas demuestra un verdadero interés «sistemático» en el tema de la oración. En la de Jesús destaca tres aspectos: el modo de hacerla: busca el aislamiento y la soledad (5,16); prefiere el «monte» (6,12; 9,28; 22,39-41); dedica a ella mucho tiempo (6,12; 9,18; 11,1); se pone de rodillas en tierra (22,41), y no la abandona ni en su «agonía» (22,44). El resultado de la misma: se abre el cielo y viene sobre él el Espíritu Santo (3,21); después de ella procede a la elección de los Doce (6,12) y a la pregunta que les hace sobre «por quién le tienen» (9,18); durante la oración tiene lugar la transfiguración ante los tres predilectos (9,29). Más importante aún es la acentuación o centros de interés de la misma: descubrimiento de la revelación más específica: Dios es Padre (10, 21); sumisión total a la voluntad del Padre (22,42), incluso en los momentos de la natural repugnancia humana; disponibilidad absoluta para el perdón de los verdugos (23,34) (Ramos)

10 El evangelio de la oración
En la oración de los discípulos destacan: el modo de hacerla: debe ser silenciosa y brotar de la necesidad del perdón sentida en el corazón, como la del publicano (18,13); debe evitar la ostentación y la publicidad (20,47) y hacerse incompatible con intenciones egoístas y engañosas; debe hacerse también en lugares públicos, como el templo, pero siempre que éste sea «casa de oración» y no «cueva de bandidos» (19,46); debe ser constante y perseverante (11,5-13; 18,1-8). Durante el tiempo de la Iglesia, la oración es su gran necesidad; sin ella puede caer en la tentación (22,40.46). El resultado de la misma: aprender a llamar Padre a Dios (11,1-4); perdonar a los que nos perjudican (6,28); descubrir lo verdaderamente importante: la venida del Reino y la presencia del Espíritu Santo como consecuencia de la oración (21,36; 11,13). La acentuación o centros de interés son paralelos a los de la oración de Jesús. Debe añadirse lo siguiente: la oración da impulso y actualiza en cada momento la historia de la salvación (Hch 1,14.24; 6,6; 8,15; 10,9; 13,3). La oración no es sólo el arma única para no sucumbir a la tentación, sino preparación y, de alguna manera, la realización de la parusía-presencia del Hijo del hombre (18,1-8). Es la máxima garantía de la presencia del Reino y de la acción de Dios en los creyentes y en la Iglesia (11,13) El hombre nuevo es un hombre en continua oración, sobre todo ante la prueba: del mismo modo que Jesús reza en el Bautismo, y antes de la elección de los apóstoles, y en la Transfiguración, y en Getsemani, y en la cruz. (Balaguer) También en la oración de los discípulos destacan: el modo de hacerla: debe ser silenciosa y brotar de la necesidad del perdón sentida en el corazón, como la del publicano (18,13); debe evitar la ostentación y la publicidad (20,47) y hacerse incompatible con intenciones egoístas y engañosas; debe hacerse también en lugares públicos, como el templo, pero siempre que éste sea «casa de oración» y no «cueva de bandidos» (19,46); debe ser constante y perseverante (11,5-13; 18,1-8). Durante el tiempo de la Iglesia, la oración es su gran necesidad; sin ella puede caer en la tentación (22,40.46). El resultado de la misma: aprender a llamar Padre a Dios (11,1-4); perdonar a los que nos perjudican (6,28); descubrir lo verdaderamente importante: la venida del Reino y la presencia del Espíritu Santo como consecuencia de la oración (21,36; 11,13). La acentuación o centros de interés son paralelos a los mencionados a propósito de la oración de Jesús. Como complemento debe añadirse lo siguiente: la oración da impulso y actualiza en cada momento la historia de la salvación (Hch 1,14.24; 6,6; 8,15; 10,9; 13,3). La oración no es sólo el arma única para no sucumbir a la tentación, sino preparación y, de alguna manera, la realización de la parusía-presencia del Hijo del hombre (18,1-8). Es la máxima garantía de la presencia del Reino y de la acción de Dios en los creyentes y en la Iglesia (11,13) (Ramos)

11 El evangelio de la pobreza
El discípulo de Jesús, como El, debe estar desprendido de todo, dispuesto a estar allá donde le conduzca la misión (Lc 9,52-66). «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios» (Le 6,20); «... oyendo esto Jesús, le dijo: “Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme”» (Lc 18,22); «... llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron» (Lc 5,11) El discípulo de Jesús, como El, debe estar desprendido de todo, dispuesto a estar allá donde le conduzca la misión (Lc 9,52-66). Los textos puntuales son muchos: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios» (Lc 6,20); «... oyendo esto Jesús, le dijo: “Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme”» (Le 18,22); «... llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron» (Lc 5,11), etc

12 Evangelio de la alegría
Lucas es el evangelista que menciona más veces y con más palabras la alegría cristiana que viene de la libertad interior proporcionada por el desprendimien­to: «Será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento» (Lc 1,14); «... y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”» (Lc 1,28); «... alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo» (Lc 6,23); «... os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión» (Lc 15,7). El evangelio de la alegría Este desprendimiento es la raíz de la libertad interior en la alegría. El vocabulario de la alegría está compuesto de muchos verbos en Lucas: alegría, regocijo, alabanza, etc. «Será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento» (Lc 1,14); «... y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”» (Lc 1,28); «... alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo» (Lc 6,23); «... os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión» (Lc 15,7). (Balaguer) Lucas, más que ningún otro entre los sinópticos, sabe muy bien que con el evangelio y su vivencia profunda en la fe (así lo demuestra tanto en el evangelio como en los Hechos) ha aparecido una nueva vida, que levanta y renueva la existencia humana dándole su pleno sentido. Esto es lo que él quiere decir al anunciar que el tiempo se ha cumplido, es decir, el tiempo y la vida humana tienen un sentido. Esto es causa de una gran alegría como lo dice el ángel: «no temáis, os anuncio una gran alegría» (2,10); los 70 vuelven de su misión llenos de alegría (10,17-20); toda la muchedumbre se alegraba de las obras extraordinarias que hacía (13,17); la alegría es el tema dominante en las tres parábolas de la misericordia (15,1 ss); los discípulos alababan gozosos a Dios con motivo de la entrada de Jesús en Jerusalén (19,37); el evangelio termina, después de la Ascensión, diciendo que los discípulos volvieron a Jerusalén con gran alegría (24,52).

13 La alegría de la salvación: alabanza a Dios
Lucas, el evangelio de la alegría Jesús devuelve la alegría de la comunión con Dios La parábola del “hijo pródigo”

14 La alegría de la salvación: alabanza a Dios
Lucas, el evangelio de la alabanza divina Ante el don recibido en Jesús Los hombres alaban y glorifican a Dios (Lc 5,25-26)

15 La alegría de la salvación: alabanza a Dios
Algunos momentos de alabanza a Dios en Lucas Lc 18,43 || Mt 20,34 || Mc 10,52 Lc 19,37 || Mt 21,9 || Mc 11,9 Lc 23,47 || Mt 27,54 || Mc 15,39 Lc 18,43: 35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; 36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. 37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo 38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» 39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» 40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: 41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!» 42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». 43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios. Lc 19,37: Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto. Lc 23,47: 46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. 47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo».

16 El “hoy” de la salvación
La palabra «hoy» ocupa un lugar importante en el evangelio de Lucas. Casi todas las veces en que aparece el termino «salvación", le acompaña el «hoy»: «Hoy os ha nacido un salvador» (2,11); «hoy ha llegado la salvación a esta casa» (19,5.9); Lucas es el evangelista que con más firmeza proclama la actualidad de la salvación Explicita el pensamiento de Jesús El Reino de Dios está todavía por venir de manera definitiva Pero está ya presente por su acción Todo nos ha sido ya dado en Jesucristo La palabra «hoy» ocupa un lugar importante en el evangelio de Lucas. Casi todas las veces en que aparece el termino «salvación", le acompaña el «hoy» «Hoy os ha nacido un salvador»; «hoy ha llegado la salvación a esta casa» Lucas lee siempre la Escritura en dimensión de presente, y de esta manera la actualiza. No podemos leer el evangelio como si se tratase de una pieza de arqueología, cierto que la histona nos da una serie de luces para poder comprender, pero la fe, la lectura de la Escritura en la fe significa escuchar a Dios que nos dice' «hoy »DIOS no se sitúa ni en el pasado ni en el futuro. Nos llama hoy y nos salva hoy

17 “Hoy se cumple esta Escritura…”
El cumplimiento en Jesús de las promesas de Dios Predicación inaugural en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16-30) La primera predicación de Jesús Isaías 61,1-2a || Lc 4,18-19

18 “Hoy se cumple esta Escritura…”
Los relatos de la resurrección Discípulos de Emaús ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? (Lc 24,25-26)

19 “Hoy se cumple esta Escritura…”
Jerusalén y el templo Cumplen su dimensión escatológica mediante la historia de Jesús

20 La cristología de Lucas: Jesús profeta
Se le llama explícitamente profeta: 4,24: sinagoga de Nazaret. Carácter programático 7,16: Resurrección del hijo de la viuda de Naín 7,39: Comida en la casa de un fariseo 9,19: Respuesta de los discípulos 13,33: Respuesta a Herodes 24,19: Los discípulos de Emaús Se le compara con Elías: 4,25; 9,8.19 13,33: Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. 24,19: El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 4,23-27: El les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». 24 Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria». 25 «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio». A Jesucristo se le llama Profeta en varios lugares (Le 7,16; 9,19; 13,33; 24,19). Por ser Dios y Hombre verdadero, es el Profeta por excelencia: nadie como Él puede hablar en nombre de Dios (Le 4,18.43; 9,45; 19,21). Si ya en el Antiguo Testamento los profetas eran movidos por el Espíritu de Dios, San Lucas subraya la unión profunda y misteriosa del Espíritu Santo con el ministerio profètico de Nuestro Señor: así, en el Bautismo de Jesús, que marca el comienzo de su ministerio público, el Espíritu Santo desciende visiblemente sobre El; después, el Espíritu le conduce al desierto donde es tentado, le impulsa a Galilea, etc. (Le 3,22; ). El mismo Jesús se apropia esa vocación profètica cuando en la sinagoga de Nazaret lee el texto de Isaías —«El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido; me ha enviado para evangelizar a los pobres...»- afirmando que se cumple en Él (cfr. Le 4,16-30).

21 La cristología de Lucas: Jesús profeta
Conoce los corazones de los hombres (Lc 5,22; 9,47) Comprende las profecías (Lc 24,26) Sufre el destino de los profetas (Lc 13,33b)

22 La cristología de Lucas: Jesús profeta
El pueblo lo aclama profeta Uno de los profetas antiguos que ha resucitado (Lc 9,8.19) Muestra la misericordia de YHWH Lc 7,39 Os 6,6

23 La cristología de Lucas: Jesús profeta, Hijo de Dios
El bautismo de Jesús “Tu eres mi hijo, el amado, en ti me he complacido” (Lc 3,22) Habla en el nombre de Dios de manera única “ Todo me ha sido dado por mi padre” (Lc 10,22)

24 La cristología de Lucas: Jesús, Salvador
Jesús es “Señor” (kyrios) Transferencia a Jesús del contenido YHWH bíblico Lucas, único evangelista que le aplica a Jesús el título “Salvador” (soter) – Lc 2,11 Jesús es también el Señor. «Señor» es la denominación que se daba a Dios para evitar pronunciar su nombre propio, el tetragra- ma. También era un tratamiento de respeto hacia una persona. San Lucas es, con mucho, el evangelista que hace más uso de este título en sus escritos: 103 veces en el Evangelio, 107 en Hechos de los Apóstoles. Jesús es el Señor en su sentido más profundo desde su nacimiento, y se manifiesta como tal en la resurrección. Por eso a Él le está reservada la gloria que manifestará especialmente en su segunda venida. En este sentido, Jesús es también el Señor de la historia

25 La cristología de Lucas: Jesús, Salvador
Misión de Jesús “buscar y salvar” (Lc 19,10) Salvador de Israel y universal Lc 2,30 || Is 42,6 y 49,6 Lc 24,47 – salvación para todas las naciones A lo largo del Evangelio de San Lucas está presente la enseñanza de que Jesucristo es el Salvador de los hombres. En el Evangelio de la infancia sobresale el cumplimiento en Cristo de las antiguas promesas de Salvación, hechas por Dios a los patriarcas y profetas del pueblo elegido: el Niño que ha nacido es el Salvador por tantos siglos esperado. Así la Santísima Virgen María exulta de gozo en Dios su Salvador (Le 1,47); los ángeles, en el Nacimiento, anuncian que «hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor» (Le 2,11); Dios ha suscitado ese poder salvador (Le 1,69) «para salvarnos de nuestros enemigos» (Le 1,71); la salvación es anunciada por el Bautista para que el pueblo conozca que consiste en el perdón de los pecados (Le 1,77); la ven los ojos de Simeón cuando conoce al Niño Jesús (Le 2,30); la verán todos los hombres, según había profetizado Isaías (Le 3,6); le llega a la mujer pecadora (Le 7,50), al leproso samaritano que vuelve a dar gracias a Jesús (Le 17,17) y la alcanza Zaqueo con la visita del Maestro (Le 19,9), etc. Pero la salvación se manifiesta también en la curación de las enfermedades, en el perdón de los pecados y en la reconciliación. De hecho, en muchas ocasiones San Lucas utiliza el verbo «salvar», para significar la curación: en la curación de la he- morroísa (Le 8,43-48); en la del ciego de Jericó (Le 18,35-42); en la resurrección de la hija de Jairo (Le 8,50); en la liberación de la posesión diabólica del geraseno (Le 8,26-39); etc.

26 Jesús y el Espíritu Santo
Evangelio de Lucas: más habla del Espíritu Mateo: 12 veces Marcos: 6 veces Lucas: 16 veces La expresión completa El Espíritu Santo aparece más en Lucas Mateo: 5 veces Marcos: 4 veces Lucas: 13 veces

27 Jesús y el Espíritu Santo
La vida de Jesús Es marcada por el Espíritu Santo Lc 1-2: Infancia Lc 3: Bautismo Lc 4: La misión Negar a Jesús Equivale a pecar contra el Espíritu (Lc 12,9-10) El Resucitado Promete el Espíritu a sus discípulos Lc 24,29) a) Lucas coincide con Marcos y Mateo en afirmar la relación del Espíritu Santo con Jesús, a propósito de la concepción virginal, de su bautismo, de la expulsión de los demonios «por el Espíritu Santo», de la promesa del Espíritu para el futuro y, en particular, para el tiempo de la dificultad y de las persecuciones, de la promesa del Espíritu anunciada por el Precursor, de la imposibilidad de perdonar los pecados contra el Espíritu Santo. Pero mientras que es raro que Marcos y Mateo hablen de la «posesión» del Espíritu o de su permanencia, ésta es una característica importante de Lucas, probablemente explicable desde la influencia de la tradición paulina. b) Lucas destaca igualmente la relación del Espíritu Santo con los creyentes: el bautismo en el Espíritu Santo se realiza en el acontecimiento de Pentecostés (3,16; Hch 1,5; 2,4); el Espíritu Santo será concedido por el Padre a aquellos que acudan a él en la oración (11,13, compárese con la afirmación de Mateo). De la comparación se deduce que el Espíritu Santo es el gran don, lo mejor que Dios concede a sus hijos. El Espíritu Santo es la gran promesa para el tiempo de la Iglesia (24,49). Promesa que se cumple en Hch 1,6-8: es la preparación necesaria para el testimonio que los apóstoles deben dar de Cristo. c) La relación del Espíritu Santo con la Iglesia la descubre Lucas desde su reflexión sobre el tiempo: entre la partida de Jesús y su retorno existe el tiempo de la Iglesia. Jesús es el centro del tiempo: en él se realiza el paso del antiguo al nuevo Israel, a la Iglesia. Esta Iglesia surge de la acción del Espíritu y congrega gentes de todo el mundo (Hch 2,7-11). Lo que ocurrió en Jesús, cuya vida, ya desde el principio, se halla determinada por el Espíritu (4,1), ocurre también con la comunidad cristiana.

28 Jesús, el “hombre nuevo”, modelo del discípulo
Desprendido de todo (cf. Lc 9,52-66) Libertad interior en la alegría (Lc 1,14; 1,28; 6,23…) Oración Parte de una comunidad Misericordia (cf. Lc 6,36) Oye la palabra con corazón bueno y generoso (Lc 8,15) Balaguer, Comprender los Evangelios Mt: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” Lc 6,36: “Sed Misericordiosos” Más arriba se ha dicho que Lucas presenta su obra como una historia de la salvación que encuentra su culmen en Jesucristo. También se ha visto que en esta historia de la salvación el Evangelio de la infancia es como el último capítulo del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo: del Israel fiel a Dios, del pueblo elegido, surge la salvación para todas las naciones. Pero San Lucas proyecta el plan divino todavía más allá, y en la genealogía de Jesús, se remonta hasta Adán que, dice Lucas, «viene de Dios» (Le 3,38). El paralelismo, que se apunta también en otros lugares del Evangelio, es fácil de establecer: Dios creó a Adán del barro de la tierra insuflado por el Espíritu, y crea al hombre nuevo, Jesucristo, con el descenso del Espíritu sobre Santa María, modelo de los hombres que son fieles a Dios. A esta nota conceptual, San Lucas le añade otra: el comportamiento de Jesús es modelo para el de los cristianos. Esto se hace notar en las exhortaciones de Jesucristo contenidas en el Evangelio, pero también en los Hechos de los Apóstoles, donde se percibe cómo los primeros cristianos imitaron el comportamiento de su Maestro. Aquí es donde se unen las dos notas que se han presentado en el título de este apartado: Jesús, hombre nuevo, modelo del discípulo. Por eso, en el resumen de esta parte se harán notar diversas características que están presentes en Jesús y que deben ser imita das por sus discípulos. El discípulo de Jesús, como El, debe estar desprendido de todo, dispuesto a estar allá donde le conduzca la misión (Le 9,52-66). Los textos puntuales son muchos: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios» (Le 6,20); «... oyendo esto Jesús, le dijo: “Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme”» (Le 18,22); «... llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron» (Le 5,11), etc. Este desprendimiento es la raíz de la libertad interior en la alegría. El vocabulario de la alegría está compuesto de muchos verbos en Lucas: alegría, regocijo, alabanza, etc. «Será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento» (Le 1,14); «... y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”» (Le 1,28); «... alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo» (Le 6,23); «... os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión» (Le 15,7). El hombre nuevo es un hombre en continua oración, sobre todo ante la prueba: del mismo modo que Jesús reza en el Bautismo, y antes de la elección de los apóstoles, y en la Transfiguración, y en Getsemani, y en la cruz. El discípulo entra a formar parte de una comunidad nueva, a la que Jesús guía y transmite su poder salvifico, como se ve sobre todo en el libro de los Hechos. Asistido por este poder, y si se es dócil al Espíritu Santo, dará frutos, incluso cuando humanamente no son esperados. Característica del discípulo es también la misericordia, que ocupa un puesto central en la vida cristiana. La misericordia se predica de Dios, porque tiene entrañas de misericordia (Le 2,72). Esta cualidad de Dios Padre se manifiesta en su capacidad de acogida y perdón (cfr. Le 15). Es, además, la misma que manifiesta Cristo cuando se conmueve ante las necesidades de los demás (Le 11,13; 15,2) y la que pide a todos los hombres (Le 10,39). Por eso no es extraño que la frase central del Sermón de la Montaña en Mateo («Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto»), en Lucas sea: «Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Le 6,36). El cristiano debe imitar a Dios y el modelo es Jesucristo. Pero también puede examinarse este modelo de vida desde el punto de vista del discípulo. ¿Quién puede ser discípulo de Cristo? Quien se convierte, quien vuelve a Dios, quien es verdaderamente hombre y sigue a Cristo. Veámoslo con un ejemplo. En la parábola del sembrador, se habla de las distintas maneras de recibir la palabra. Hay quienes no resisten a la tentación, otros que la ahogan con las «preocupaciones, riquezas y placeres de la vida», y, finalmente, están aquellos que «oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la perseverancia» (Le 8,15). Las palabras griegas que hemos traducido por «bueno y generoso» son kalé kai agathé. Un conocedor de la cultura griega sabe que designan el ideal del hombre griego, el caballero, el hombre de virtudes, el que es como debe ser (Platón, Teeteto). El hombre virtuoso, recibirá con gusto la semilla del Evangelio y dará fruto. Curiosamente, justo después de este pasaje, San Lucas recoge el episodio en el que Jesús dice: «Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21). Con esto -no hay que olvidar que los otros dos Evangelios sinópticos dicen «el que hace la voluntad de Dios», sin referirse a la palabra- San Lucas indica con bastante claridad que el modelo primero de seguimiento de Cristo es su Madre. Pero sobre esto volveremos más tarde. En este contexto se puede hablar de “seguimiento” de Cristo y, por tanto, de la exhortación a la vida cristiana cuyas características más importantes ya se han evocado: la misericordia, el desprendimiento, la oración, etc. Pero en el Evangelio de San Lucas se señala que esas virtudes y actitudes hay que vivirlas hoy, ahora. La vida del cristiano es un camino como el que recorre Jesús en la larga subida a Jerusalén y que culmina en la cruz y en la glorificación de Jesús. Por eso, cargar con la cruz cada día es lo primero que debe hacer el que quiera imitar al Maestro: «Decía a todos: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga”» (Le 9, 23). sos como vuestro Padre celestial es misericordioso”

29 Universalidad de la salvación
La salvación alcanza no sólo a los judíos, sino a todo los pueblos del mundo. En el Evangelio la universalidad aparece iniciada y expresada: Cántico de Simeón (Lc 2,29-32) Misión de Juan Bautista (Lc 3,6 cf. Is 40,5) Envío final de los apóstoles (Lc 24,47) Acoge a los samaritanos No los excluye (cf. Mt 10,5) Regaña a los discípulos que piden castigo para samaritanos (Lc 9,55) Pone como ejemplo de prójimo al buen samaritano (Lc 10,25-37) El único leproso que vuelve a dar gracias es samaritano (Lc 17,16) Balaguer, Comprender los Evangelios A lo largo de los dos libros de San Lucas se muestra que los bienes anunciados por los profetas tienen su cumplimiento en Cristo y en su Iglesia, donde El pervive, y alcanzan no sólo a los judíos, sino a todos los pueblos del mundo. La universalidad de la salvación realizada por Jesucristo está ampliamente contemplada por San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Pero ya en el Evangelio la encontramos incoada, y expresa, en muchos lugares. Así, en el Cántico de Simeón, se proclama que la salvación se ha preparado «ante la faz de todos los pueblos» y que Jesús es «luz que ilumina a los gentiles» (Le 2,29-32); también San Lucas, como los otros sinópticos, aplica a la misión de Juan el Bautista el texto de Isaías 40, pero Lucas prolonga la cita con un versículo más, precisamente el que dice «... y todo hombre verá la salvación de Dios» (Is 40,5; Le 3,6). Por parte de Jesús, en la sinagoga de Nazaret anuncia la futura predicación a los no judíos; y más tarde explica a sus discípulos que estaba profetizado que El debía padecer y resucitar, y que se iba a predicar en su nombre la conversión y el perdón de los pecados a todas las gentes (Le 24,47). Entre todos los textos, sobresale quizás el trato de acogida y de ausencia de rechazo que da Jesús a los samaritanos, un pueblo enemistado con los judíos en la época del Señor. Así, San Lucas no recoge el texto de Mt 10,5 acerca de los samaritanos: «No vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos», que parecía limitar la misión de los discípulos a tierra de judíos. Además, increpa a sus discípulos que piden un castigo para los samaritanos (Le 9,55); pone como ejemplo de verdadero prójimo al buen samaritano (Le 10,25-37); y de los diez leprosos que ha curado Jesús, el que vuelve a darle gracias es precisamente un samaritano (Le 17,16).

30 María Lc desvela con exquisita delicadeza rasgos de la grandeza y hermosura del alma de María: Ninguna creatura ha recibido gracias tan altas y singulares Ella correspondió con la más generosa fidelidad Fidelidad a Dios, siendo hija de Israel Fidelidad a Jesús, siendo modelo del discípulo de Cristo Balaguer, Comprender los Evangelios Lc 11,2 Santa María Virgen El tercer Evangelio nos presenta a la Madre de Cristo con una luz peculiar, desvelando con exquisita delicadeza rasgos de la grandeza y hermosura del alma de Santa María. Ningún personaje de la historia evangélica —fuera naturalmente de Jesús— es descrito con tanto amor y admiración como Santa María. Probablemente por estas circunstancias se consideró a San Lucas como pintor de la Virgen. Al margen, la adscripción de esta cualidad es tardía: en el siglo VI, Teodoro el Lector dijo que Lucas había pintado un cuadro de la Virgen, que se envió desde Jerusalén a Constantinopla. Si leemos el Evangelio de seguido vemos que ninguna criatura humana ha recibido gracias tan altas y singulares como María: es la «llena de gracia»; el Señor está con ella; ha hallado gracia ante Dios; concibió por obra y gracia del Espíritu Santo, y fue Madre de Jesús, sin dejar de ser Virgen; íntimamente unida al misterio redentor de la Cruz, será bendecida por todas las generaciones, pues el Todopoderoso hizo en Ella grandes cosas. Con razón una mujer del pueblo alabó entusiasmada y de forma muy expresiva a la Madre de Jesús (Le 11,27). A tan altos dones divinos Nuestra Señora correspondió con la más generosa fidelidad: Santa Isabel la llama bienaventurada por- que ha creído; la Virgen recibe con humildad el anuncio del Arcángel acerca de su dignidad de Madre de Dios; pregunta con sencillez cómo comportarse para agradar en todo a Dios; se entrega rendidamente a los planes divinos; sabe agradecer gozosamente los dones recibidos; observa con fidelidad las leyes de Dios y las costumbres piadosas de su pueblo; se apena por la pérdida del Niño y se queja a El, pero acepta serenamente lo que en aquel momento no alcanza a entender. Santa María supo tener esa admiración contemplativa ante los misterios divinos, que conservó y meditó en su corazón. Estas consideraciones son meramente descriptivas de lo que se lee en el tercer Evangelio. Si se examinan de manera reflexiva, a la luz de las consideraciones que se han ido haciendo en las páginas anteriores, veremos enseguida que el autor inspirado ha dejado muchas señales en su escrito por las que quiere que entendamos que la perfecta correspondencia humana por parte de los hombres al plan de Dios se personaliza en Santa María. Dos notas pueden resumir su figura: su fidelidad a Dios siendo hija de Israel, y su fidelidad a Jesús siendo modelo del discípulo de Cristo. Ya se ha hablado de la historia de la salvación, de lo importante que es que la genealogía de Jesús llegue hasta Adán, de entender que el Evangelio de la Infancia de San Lucas es el último capítulo del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo, etc. Ahora bien, las personas del Evangelio de la infancia, pero sobre todo Santa María -basta con recordar su oración a Dios, el Magniflcat- vienen descritas como los hombres fieles a Dios, los pobres del Señor. Según esto, si el primer hombre fue hecho del polvo de la tierra, con el soplo del Espíritu de Dios, la renovación de la humanidad en Cristo se forma de la humanidad fiel a Dios, cuyo prototipo es Santa María, sobre la que desciende el Espíritu Santo (Le 1,35). En este sentido Santa María es como el resumen de los hombres justos del Antiguo Testamento que con fidelidad esperaron la salvación de Dios. También se ha dicho que el discípulo es aquel que, con corazón bueno y generoso, escucha la palabra del Señor y la guarda, y que, como para coronar ese pasaje de las parábolas, San Lucas recoge el episodio en el que proclama a María como la que escucha la palabra de Dios y la guarda. Del mismo tenor son los dos sumarios en los que se dice que «María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón» (Le 2,19, cfr. 2,51). María aparece así como el modelo perfecto del discípulo de Cristo. Pero, además, a esta nota del discípulo se le podrían añadir otras, como la de la imitación del camino de Cristo señalada, por ejemplo, en la profecía de Simeón. Añado una para acabar, referida a las Bienaventuranzas. Las Bienaventuranzas, en la redacción de San Mateo, parece que van dirigidas a todos los hombres: Bienaventurado será aquel que se haga pobre, manso, etc. En cambio, en San Lucas parece que van dirigidas a los cristianos: Bienaventurados vosotros que ahora sois pobres, que sufrís, etc. Lo curioso es que la mayor parte de las otras veces en las que se utiliza esta fórmula de bendición en San Lucas o se refieren a Santa María explícitamente (Le 1,45.48; 11,27.28) o pueden también referirse a ella. Parece pues claro que San Lucas se esfuerza para que comprendamos que María es ejemplo de los discípulos de Cristo; por eso, cuando el Espíritu Santo desciende sobre el grupo apostólico para iniciar la andadura de la Iglesia, los discípulos están reunidos en torno a la Madre de Jesús (Hch 1,14). 7 27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»

31 El Jesús misericordioso
Predilección por los pobres (cf. 1,53; 4,18ss; 6,20-25; 14,12…). Concepto peyorativo de las riquezas (6,24; 12,13ss; 16, ) Limosna a los necesitados Lc acentúa más la necesidad de la limosna (cf. Lc 41ss || Mt 23,14; Lc 12,13ss || Mt 6,19ss) Alaba el gesto de Zaqueo por su desprendimiento (19,18) Recomienda desprenderse de las riquezas en beneficio de los pobres (11,41; 12,33; 19,6…) Felipe F. Ramos, El Jesús misericordioso Desde Dante, que definió a Lucas como scriba mansuetudinis Christi, el evangelista de la misericordia de Cristo, éste era considerado como el pensamiento teológico fundamental del tercer evangelio. El misterio escondido en Dios se ha manifestado en Cristo y, de mysterium tremendum, se convirtió en mysterium fascinans. Este aspecto lo ponen de relieve los puntos siguientes: Predilección por los pobres. Así lo demuestra una infinidad de textos (1,53; 4,18s; 6,20-25; 14,12...). Jesús fue pobre. Afirmó, desde el principio, su opción por los pobres y declaró que su misión consistía en «evangelizar a los pobres» (4,18). Jesús tomó la palabra «pobre» en un sentido amplio y realista: no sólo los económicamente desposeídos, no sólo los piadosos humildes y confiados en Dios, de que nos habla el Antiguo Testamento, sino todo lo que hay de desgraciado y de miserable entre los hombres: los enfermos, los lisiados, los infortunados de cuerpo, alma o espíritu, los necesitados o afectados por cualquier carencia, los desprestigiados, los expulsados, los que perdieron la fama y, ciertamente, los pecadores. Concepto peyorativo de las riquezas (6,24; 12,13s; 16, ). El rico epulón, que fue condenado, al menos así aparece en la parábola, por haber sido rico y haberse dado buena vida; otros aspectos no son mencionados en la parábola. Lucas radicaliza, frente a los otros dos sinópticos, la necesidad de la renuncia mediante el adjetivo «todo» (14,33; 18,22). Limosna a los necesitados. Lucas acentúa, más que los otros sinópticos, la necesidad de la limosna (comparar Le 11,4ls con Mt 23,13ss o Le 12,33 con Mt 6,19s). Alaba el gesto de Zaqueo por su desprendimiento (19,8) y recomienda muchas veces desprenderse de las riquezas en beneficio de los pobres para asegurar de este modo un tesoro en el cielo (11,41; 12,33; 19,6...). El Nuevo Testamento I, 311

32 Jesús misericordioso Amigo de los pecadores Sólo Lc refiere:
La pecadora (7,36-50) Zaqueo (19,1-10) Arrepentimiento y perdón de Pedro (22,61) Jesús ora por los que le dan muerte (23,34) “Buen” ladrón (23,42) Parábolas de la misericordia (18,10-14) Feli Jesús, amigo de los pecadores. Sólo Lucas refiere los acontecimientos siguientes: la pecadora (7,36-50); la historia de Zaqueo (19,1-0); el arrepentimiento y perdón de Pedro (22,61); Jesús ora por los que le dan muerte (23,34); lo referente al «buen» ladrón (23,42s); las parábolas de la misericordia, provocadas precisamente por la acusación de que Jesús era amigo de los pecadores y publícanos y de que comía con ellos; la del publicano y del fariseo (18,10-14). pe F. Ramos, El Nuevo Testamento I, 311

33 Jesús misericordioso Las mujeres Aparecen con frecuencia inusitada:
Viuda de Naín Mujeres al servicio de Jesús Marta y María Mujer encorvada Las “piadosas” mujeres La viuda insistente La profetisa Ana La madre del Bautista La madre de Jesús Felipe F. Ramos, El Nuevo Testamento I, 311 Stock, Gesù la bontà di Dio 5 Las mujeres, socialmente postergadas en la época, aparecen en el evangelio de Lucas con una frecuencia inusitada: la viuda de Naín, las mujeres que estaban al servicio de Jesús; Marta y María; la mujer encorvada; las «piadosas» mujeres; la viuda insistente ante el juez inicuo; la profetisa Ana; la madre del Bautista y, sobre todo, la madre de Jesús.


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