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Es la liturgia de la palabra. Es un paso o preparación para la parte principal, la del sacrificio; pero tiene entidad propia, ya que se puede celebrar.

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Presentación del tema: "Es la liturgia de la palabra. Es un paso o preparación para la parte principal, la del sacrificio; pero tiene entidad propia, ya que se puede celebrar."— Transcripción de la presentación:

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3 Es la liturgia de la palabra. Es un paso o preparación para la parte principal, la del sacrificio; pero tiene entidad propia, ya que se puede celebrar ella sola. Pero, si se va a celebrar la misa, debe ser todo unido. Después de ver la preparación o antesala de la misa, llegamos a la primera de las dos partes de la misa.

4 “Cuando nos reunimos se leen las memorias de los após- toles y los escritos de los profetas tanto tiempo cuanto es posible”. Estas eran las lecturas antes del sacrificio. Así, unidas las dos partes, se hacía desde muy antiguo. Ya lo decía san Justino, por el año 150:

5 La principal lectura es el evangelio. Pero antes del evangelio se lee una lectura, si es día normal u ordinario, mientras que si es domingo o alguna fiesta destacable, se leen dos lecturas. Durante mucho tiempo a esa primera lectura se la llamaba “epístola” (carta); pero ahora se llama 1ª lectura, pues puede ser de diversas partes de la Biblia.

6 Algo importante que debemos tener en cuenta en la liturgia de la palabra es que la palabra de Dios no es sólo para oírla, como si se tratase de un acontecimiento pasado, sino que se presenta como un acontecimiento actual, porque la historia de la salvación sigue actual.

7 Por eso la asamblea que escucha debe tener una actitud de acogida, de fe y de obediencia. La respuesta externa se puede ver; pero la interna la ve Dios.

8 Decía el papa Inocencio 3º, por el año 1300, que la epístola (1ª lectura) desempeñaba el oficio de san Juan Bautista. Marchaba delante de Jesús para preparar el camino. Así va preparando el camino del evangelio. Otros lo semejaban a los discípulos a quienes enviaba Jesús para preparar a los pueblos para escuchar luego la palabra de Jesús, el evangelio.

9 Aunque sea como preparación del evangelio, la 1ª lectura, o cuando hay dos, sean del Antiguo o del N. Testamento, son palabra de Dios. Es Dios quien nos habla y nos da sus mensajes. Por eso nuestra 1ª actitud debe ser de escucha, de modo que le podamos decir: Habla, Señor, que tu siervo está a la escucha.

10 Habla, Señor, Automático

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14 Habla, Señor, Hacer CLICK

15 En los primeros siglos de la Iglesia, recordando lo que había hecho Jesús al llegar a Nazaret, su pueblo, donde se puso a leer el pasaje de la Biblia en la sinagoga, se permitía a cualquiera. ¿Quién puede leer las primeras lecturas?

16 Pero se exigían dos cualidades, lo cual no era muy frecuente encontrar en los pueblos: Saber leer bien y llevar vida decorosa. En aquel tiempo era difícil ir a la escuela por los pueblos. Así que prácticamente los del clero eran los que podían reunir las dos cualidades. Pronto se pensó que el lector debía tener una ordenación especial.

17 Pero sigue vigente la necesidad de esas dos cualidades: saber leer bien y vida decorosa. Lo del saber leer bien muchas veces no es fácil: evitar los nerviosismos, saber distinguir los géneros literarios (no es lo mismo la poesía y la prosa) y saberse oír por el micrófono. Hoy se permite a cualquiera, sea hombre o mujer, poder leer las primeras lecturas.

18 En los primeros siglos no estaba determinado cuánto había que leer. Muchas veces era hasta que el presidente de la celebración ordenaba parar. Desde el siglo 5º o 6º comienzan a señalarse las partes de la Biblia que había que leer en concreto.

19 A veces hay católicos que tienen alguna pequeña aversión al Ant. Testamento como si no fuese palabra de Dios. Nunca Jesús criticó al Ant. Test., sino que se nutrió de él. Igualmente los apóstoles. Cuando hay dos lecturas antes del evangelio, la primera suele ser del Ant. Testamen- to.

20 Lo que Jesucristo criticaba era la mala interpretación que algunos grupos hacían de algunos pasajes de la Escritura, como les pasaba a los fariseos. El Nuevo Test. lo desarro- lla y lo lleva a plenitud

21 Lo que hace falta muchas veces es entenderlo. Por eso, antes de las lecturas, en varios sitios hay una monición introductoria. No se trata normalmente de explicar la lectura que, si es caso, lo hará la homilía. Se trata de suscitar las ganas de escuchar. Es como suscitar simpatía por lo que va a venir.

22 Por eso no es fácil escribirla. Y no la debe leer el mismo lector de la palabra de Dios, pues parecería algo de contradicción y sería no dar suficiente realce o relieve a la lectura de la palabra de Dios.

23 Aunque el hecho de que la palabra de Dios penetre en nuestro corazón, dependa de muchos factores y en primer lugar de la gracia de Dios, el buen lector puede hacer mucho de su parte para que nuestro corazón escuche y acoja la palabra. Debemos pedirle al Señor: “Danos, Señor, un corazón que escuche tu palabra”.

24 Danos, Señor, un corazón que escuche. Automático

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28

29 Danos, Señor, un corazón que acoja

30 tu pa- la- bra,

31 Hacer CLICK

32 Al terminar la 1ª lectura se dice: “Palabra de Dios”, a lo que se responde “te alabamos, Señor”. Antiguamente se decía: “Deo gratias” (demos gracias a Dios). No era sólo para dar gracias a Dios por la lectura, sino por las gracias que Dios nos va dando y lo vemos a través de la lectura. Esto mismo viene a decirse en el “te alabamos, Señor”: por todo lo que hemos oído sobre las obras del Señor.

33 No basta con escuchar la lectura. Habría que meditarla. El celebrante nos ayudará en la homilía; pero ya, al acabar esta primera lectura hay un salmo (o una parte) de meditación, que es el salmo responsorial. Al ser salmo, es también palabra de Dios que se procura tenga cierta unión meditativa con lo anterior.

34 A veces se quiere cambiar el salmo responsorial con algún canto que se cree sea más comprensible para la gente. Pero no se debería hacer. El salmo escogido por la Iglesia suele tener algún sentimiento que nos puede ayudar a meditar en la lectura escuchada.

35 Y por eso la asamblea sigue sentada para facilitar la reflexión en la palabra de Dios que se ha proclamado. Precisa- mente para que sirva de medita- ción, el salmo debe ser reposado.

36 La manera de cantarse el salmo puede ser de varias maneras. Lo más frecuente es que el pueblo (o el coro) vaya repitiendo la primera antífona, mientras el lector o cantor va diciendo o cantando las diferentes estrofas del salmo. Lo importante es que captemos el sentido y penetre en nuestro corazón.

37 Antes el salmo responsorial se llamaba “el gradual”, porque se recitaba en una grada más alta que la 1ª lectura y más baja que el evangelio, como para decir que nos vamos acercando a la lectura principal (y más alta), que es el evangelio.

38 Después de la 2ª lectura, si es domingo, o después del salmo responsorial, si sólo hay una lectura y no es cuaresma o misa de difuntos, está el canto preparatorio para el evangelio: el aleluya. Proviene del hebreo y es una alabanza a Dios.

39 Es un cántico de júbilo y triunfo. Es como el canto de triunfo principal de la misa. En cuaresma se cambia por una parte de un salmo, para que el aleluya se sienta más triunfal en la Resurrección. Es como un pregón alegre que anuncia la entrada del rey divino envuelto en el ropaje del evangelio.

40 El aleluya siempre debe ser un canto alegre. Ello es porque vamos a escuchar la palabra de Dios proclamada por el mismo Jesucristo. Y por eso la asamblea se pone en pie. Es como si viniera el mismo Jesús a quien hay que recibir.

41 En Cuaresma, en vez del aleluya, se suelen poner frases sencillas, quizá pensando en el arrepentimiento. Puede ser también alguna alabanza a Jesucristo.

42 En los tiempos muy antiguos el aleluya era algo espontáneo, de modo que en medio a veces se hacían versos cortos y a veces alguna poesía no tan corta. Era lo que se llama la “secuencia”. Había para todas las festividades. Estamos escuchando la de Pascua.

43 El papa san Pío V, en la reforma del misal después del concilio de Trento, dejó sólo algunas más importantes. Hoy quedan muy pocas, pero se han dejado a la voluntad de quien preside sobre su lectura o canto: Pascua, Pentecostés, Corpus, Dolorosa, Difuntos y no sé si alguna otra.

44 Terminamos hoy con uno de tantos aleluyas con los que gozosamente alabamos al Señor cuando nos disponemos a escuchar su palabra en el evangelio

45 Automático

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48 Cantad al Señor porque es grande su misericordia

49 Cantad al Señor porque su amor es grande con nosotros.

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52 Aleluya

53 Cantad al Señor porque hizo grandes maravi- llas.

54 Cantad al Señor porque su diestra es poderosa.

55 Aleluya

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57 AMÉN


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