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Desde los amables fantasmas victorianos, capaces de arrancarnos al mismo tiempo una sonrisa y un estremecimiento; hasta los leves espíritus, más una insinuación.

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Presentación del tema: "Desde los amables fantasmas victorianos, capaces de arrancarnos al mismo tiempo una sonrisa y un estremecimiento; hasta los leves espíritus, más una insinuación."— Transcripción de la presentación:

1 Desde los amables fantasmas victorianos, capaces de arrancarnos al mismo tiempo una sonrisa y un estremecimiento; hasta los leves espíritus, más una insinuación que una presencia, de una época de renacimiento del ocultismo como es la nuestra; pasando por esas montañas rusas del terror que son las casas encantadas, siempre vertiginosas y espectaculares... Una tradición que explora las fronteras del más allá, que lidia con el temor a la muerte, y que, por encima de todo, divierte asustando ERA UN GRABADO A LA MANERA OSCURA más bien insignificante, y una manera oscura (porque también se los llama así) insignificante es, quizá, la peor forma conocida de grabado. Aquélla presentaba UNA VISTA FRONTAL COMPLETA DE UNA MANSIÓN no muy grande del siglo pasado [...]. - No creo que valga dos guineas [...]; pero no me parece tan malo como dices. La luz de la luna está bastant e conseguida; y yo hubiera dicho que HAY FIGURAS, O POR LO MENOS UNA FIGURA, justo en la esquina, en primer plano. - Déjame ver -intervino Williams-. Sí, es cierto que la luz está conseguida de manera bastante inteligente. ¿ Y esa figura de la que hablas? ¡Ah,sí! Sólo la cabeza, muy en primer plano. Y efectivamente allí estaba -poco más que una mancha negra en el borde del grabado- LA CABEZA DE UN HOMBRE O UNA MUJER, tapada casi por completo, DE ESPALDAS AL ESPECTADOR Y MIRANDO HACIA LA CASA. [...] Después de quedarse solo, Williams tuvo aún que escribir una carta o dos y terminar algunas tareas inconclusas. Finalmente, algo después de la medianoche, estuvo ya en condiciones de acostarse, y apagó la lámpara después de encender la palmatoria del dormitorio. El cuadro estaba boca arriba [...], y atrajo su atención mientras apagaba la lámpara. LO QUE VIO HIZO QUE CASI DEJARA CAER LA VELA, y ahora confiesa que si se hubiera quedado a oscuras en aquel momento le habría dado un ataque. [...]Era indudable; ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE, desde luego, pero totalmente cierto. En mitad del césped delante de la casa desconocida HABÍA UNA FIGURA, QUE NO SE HALLABA ALLÍ A LAS CINCO DE LA TARDE, arrastrándose a cuatro patas en dirección a la casa y cubierta con una extraña vestidura negra [...]. En primer lugar era necesario examinar el cuadro con gran cuidado y llamar a un testigo con ese fin [...]. Por consiguiente, pedi- ría a su vecino Nisbet que desayunara con él [...]. - Ahora -dijo-, quiero que me digas exactamente lo que ves en ese cuadro. Descríbelo, si no te importa, con todo detalle. Después te diré por qué. - De acuerdo -dijo Nisbet-; tengo delante una vista de una casa de campo, supongo que inglesa, a la luz de la luna. - ¿A la luz de la luna? ¿Estás seguro de eso? - Completamente. Parece tratarse de luna menguante, si quieres que sea más preciso, y hay nubes en el cielo. - De acuerdo. Sigue. Juraría -añadió Williams en un aparte- QUE NO HABÍA LUNA LA PRIMERA VEZ QUE LO MIRÉ. - Bueno, no hay mucho más que decir -continuó Nisbet [...]. - Pero, ¿qué me dices de las figuras? -le interrumpió Williams, muy interesado. - No hay ninguna -dijo Nisbet-; pero... - ¡Cómo! ¿NINGUNA FIGURA EN EL CÉSPED DELANTE DE LA CASA? - Nada en absoluto. - ¿Estás dispuesto a jurarlo? - Claro que sí. PERO HAY ALGO MÁS. - ¿Qué? - Una de las ventanas del piso bajo, a la izquierda de la puerta, está abierta. - ¿ABIERTA? ¡Cielo santo! DEBE DE HABER ENTRADO [...]. M.R. James: El grabado. BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA: -Corazones perdidos (M.R. James). Valdemar, 1997. -Otra vuelta de tuerca (Henry James). Siruela, 1995. -La casa infernal (Richard Matheson). Vidorama, 1994. -La casa encantada (Shirley Jackson). Blanco Satén, 1992. -Fantasmas (Peter Straub). Plaza & Janés, 1991. -Si pudieras verme ahora (Peter Straub). Plaza & Janés, 1991. -Un saco de huesos (Stephen King). Plaza & Janés, 1999. -Violín (Anne Rice). Ediciones B, 1998.


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