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Gustavo Adolfo Becquer

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Presentación del tema: "Gustavo Adolfo Becquer"— Transcripción de la presentación:

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2 Gustavo Adolfo Becquer
Mª Ángeles Asensio José Luis Muñoz Jose Angel Buesa Marisa Carbajo Pablo Neruda Jesús Herrera Antonio Machado Amado Nervo Mª Jesús Rodríguez Eduardo González R.de Campoamor José Luis Blázquez Gabriel y Galán Fcº. de Quevedo Lope de Vega Agustín Sánchez Mario Benedetti El hogar de los poetas

3 volver POEMA DE LA DESPEDIDA José Ángel Buesa
Te digo adiós si acaso te quiero todavía Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós No se si me quisiste... No se si te quería … O tal vez nos quisimos demasiado los dos. Este cariño triste y apasionado y loco Me lo sembré en el alma para quererte a tí. No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco … Pero si sé que nunca volveré a amar así. Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo Y el corazón me dice que no te olvidaré. Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo, Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. Te digo adiós y acaso con esta despedida Mi más hermoso sueño muere dentro de mí. Pero te digo adiós para toda la vida, Aunque toda la vida siga pensando en tí. José Ángel Buesa volver

4 volver TÁCTICA Y ESTRATEGIA Mario Benedetti
Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos Mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible Mi táctica es quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos. Mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple … mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites. Mario Benedetti volver

5 volver EN PAZ Amado Nervo
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; más no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Amado Nervo volver

6 Gustavo Adolfo Bécquer
RIMA XXX Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró. Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: — ¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: — ¿Por qué no lloré yo? RIMA XXXVIII Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer, cuando el amor se olvida, ¿sabes tú adónde va? Gustavo Adolfo Bécquer volver

7 Me gustas cuando callas
POEMA 15 Me gustas cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. Pablo Neruda volver

8 HIEDRA A través de la ventana y los visillos de encaje veo crecer el ramaje de una hiedra con desgana. Hojitas de filigrana van trepando despacito por el muro de granito. Otra hiedra llevo dentro de mi pecho, y va a tu encuentro, perdiéndose en lo infinito… Siento la lluvia caer a través de los cristales, y corre por los canales para no retroceder. Me suele a mí suceder… que la sangre me golpea un corazón que pelea por tu amor dentro del pecho, cansado y algo deshecho ¡Cómo no tienes ni idea! Ya no queda luz del sol, se va apagando la tarde… ¡Parece que el cielo arde cuándo se enciende un farol! y en medio de este arrebol, va mi hiedra que se afana por vencer esta desgana, causándole desaliento tanto muro de cemento... Y cierro ya mi ventana. Mª Ángeles Asensio volver

9 volver TUS MANOS Tus manos son de mórbida tersura, EN PAZ
sus dedos me acarician cuando ofrecen un sueño de pasiones que enardecen e incitan a la más bella aventura. Tus manos, paradigma de dulzura, mis ansias de cariño reverdecen. Vivir quiero con ellas, pues merecen las bese con fervor y con ternura. Y tras de disfrutar toda una vida la gloria de una dicha compartida sin lágrimas, sin dudas, sin enojos, espero, cuando muera, solamente que tras posar los labios en mi frente, tus manos, con amor, cierren mis ojos. AGUSTÍN SÁNCHEZ EN PAZ Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; más no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Amado Nervo volver

10 Jardín Lejos de tu jardín quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardín hay dalias. ¡Mal haya tu jardín! ... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados..., y el naranjito en su tonel... El agua de la fuente de piedra no cesa de reír sobre la concha blanca. Antonio Machado volver

11 AMOR ETERNO Cuando vuelva a venir la primavera y el sol dore tu piel con sus fulgores y puedas ver de nuevo lindas flores y contemplar la cristalina esfera; cuando ya de mi amor ni tan siquiera te acuerdes que existió, y otros amores quizá te hagan feliz con sus candores, ¿quién podrá detenerme en mi carrera? Muy lejos ya de ti: desamparado, aunque ahora tu conciencia no lo crea estaré en una tumba sepultado, y tal vez llorará quien pase y lea sobre un trozo de mármol derrumbado: “Murió el pobre de amor. Bendito sea”. Jardín Lejos de tu jardín quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardín hay dalias. ¡Mal haya tu jardín! ... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados..., y el naranjito en su tonel... El agua de la fuente de piedra no cesa de reír sobre la concha blanca. Antonio Machado JOSÉ LUIS BLAZQUEZ volver

12 COMO SIEMPRE Es tu estampa de menta, tu dulzura grave quien mi palabra urgente evoca, eres tú la que acudes a mi boca libando de mis cejas tu figura. Eres tú, sosegada, tu cordura, quien me llena sin tiempo y me provoca. Es tu orgullo andaluz como una roca quien olvida el ayer con apostura. Como siempre, —rebelde y amistosa— te me abres al recuerdo y al olvido como el cáliz erguido de la rosa. Como siempre, evocando lo prohibido, ubérrima te meces como esposa siendo, tierra, el pasado y el latido. Jardín Lejos de tu jardín quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardín hay dalias. ¡Mal haya tu jardín! ... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados..., y el naranjito en su tonel... El agua de la fuente de piedra no cesa de reír sobre la concha blanca. Antonio Machado JOSÉ LUIS MUÑOZ volver

13 AMOR ETERNO Cuando vuelva a venir la primavera y el sol dore tu piel con sus fulgores y puedas ver de nuevo lindas flores y contemplar la cristalina esfera; cuando ya de mi amor ni tan siquiera te acuerdes que existió, y otros amores quizá te hagan feliz con sus candores, ¿quién podrá detenerme en mi carrera? Muy lejos ya de ti: desamparado, aunque ahora tu conciencia no lo crea estaré en una tumba sepultado, y tal vez llorará quien pase y lea sobre un trozo de mármol derrumbado: “Murió el pobre de amor. Bendito sea”. ALMAS Yo de un alma de luz estuve asido, luz de su luz para mi fe tomando; pero el Dios que la estaba iluminando, veló la luz bajo crespón tupido. Tanto sentí, que sollocé dormido, y dentro de mi sueño despertando, vi que el alma del justo iba bogando por el espacio ante el Señor tendido. Y, faro bienhechor, polar estrella , la mística doctora del Carmelo, desde una celosía de la Gloria, —¡Ven! ¡Ven!— le dijo, ¡y la elevó hasta ella! Entraron las dos almas en el cielo y un nuevo sol brilló en el de la Historia. Jardín Lejos de tu jardín quema la tarde inciensos de oro en purpurinas llamas, tras el bosque de cobre y de ceniza. En tu jardín hay dalias. ¡Mal haya tu jardín! ... Hoy me parece la obra de un peluquero, con esa pobre palmerilla enana, y ese cuadro de mirtos recortados..., y el naranjito en su tonel... El agua de la fuente de piedra no cesa de reír sobre la concha blanca. Antonio Machado GABRIEL Y GALÁN JOSÉ LUIS BLAZQUEZ volver

14 volver TUS MANOS Tus manos son de mórbida tersura, EN PAZ
sus dedos me acarician cuando ofrecen un sueño de pasiones que enardecen e incitan a la más bella aventura. Tus manos, paradigma de dulzura, mis ansias de cariño reverdecen. Vivir quiero con ellas, pues merecen las bese con fervor y con ternura. Y tras de disfrutar toda una vida la gloria de una dicha compartida sin lágrimas, sin dudas, sin enojos, espero, cuando muera, solamente que tras posar los labios en mi frente, tus manos, con amor, cierren mis ojos. AGUSTÍN SÁNCHEZ LLÉVALOS PRONTO… Déjame aquí, sobre la arena fría, ahora que triste se marchó el verano. Escribiré con la marea baja: ¡Cuánto te amo! ¿Será una ola que recoja y guarde ese suspiro que dejé en la orilla? ¿Escapará y bogará sin rumbo a la deriva? Mar, que en mi playa, tu marea sube, lame con tiento mi palabra escrita. No borres nunca los suspiros míos… ¡Cuida mi dicha! Viento que soplas y que corres presto, lleva mis besos y caricias tiernas… ¡Llévalos pronto que te está esperando con impaciencia! EN PAZ Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; más no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Amado Nervo Mª JESÚS RODRÍGUEZ volver

15 Me gustas cuando callas
POEMA 15 TEMBLORES Vestida de ilusión y negro encaje —por ver si en tu presencia así me crezco—, simulo ese vivir del que carezco, desnuda, sin guión, sin maquillaje. Me pides, voz de miel, que me relaje y, trémula en tus brazos, no obedezco; la sangre se te agolpa, me humedezco y mi temblor se torna más salvaje. Tu boca tibia encima de mi pecho...; tus manos descubriéndome el delirio...; y  tiemblo y muero ¡Dios...! Después, la calma... Y desde que te dejo en aquel  lecho —¡qué angustia, qué vacío, qué martirio...!—, se me ha quedado, amor, temblando el alma. Me gustas cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. MARISA CARBAJO Pablo Neruda volver

16 volver TUS MANOS Tus manos son de mórbida tersura, EN PAZ
sus dedos me acarician cuando ofrecen un sueño de pasiones que enardecen e incitan a la más bella aventura. Tus manos, paradigma de dulzura, mis ansias de cariño reverdecen. Vivir quiero con ellas, pues merecen las bese con fervor y con ternura. Y tras de disfrutar toda una vida la gloria de una dicha compartida sin lágrimas, sin dudas, sin enojos, espero, cuando muera, solamente que tras posar los labios en mi frente, tus manos, con amor, cierren mis ojos. AGUSTÍN SÁNCHEZ EN PAZ PASIÓN Me goteaba el alma entre la queja de aquella soledad humedecida. ¡Qué sola soledad la de mi vida tras los barrotes fieros de mi reja! Y en el audaz empeño de mi vieja miserable ansiedad rota y dolida, se desangraba mi alma retorcida por el furor de la pasión añeja. ¿Qué Dios me torturó tan fieramente? ¿Quién anegó mi queja en podredumbre y me arrojó traidor sobre la lumbre convirtiendo mi cuerpo en brasa ardiente? Aún me gotea el alma retorcida tras los barrotes fieros de mi vida. Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales coseché siempre rosas Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas las noches de mis penas; más no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Amado Nervo EDUARDO GONZÁLEZ volver

17 Me gustas cuando callas
POEMA 15 QUISIERA SER POETA… Quisiera ser ese genial poeta para captar la esencia de las cosas. Con las aladas almas de las rosas vagar mi mente en libertad completa. A un olmo seco hacerle una cuarteta, escribir de un ciprés las bellas glosas, relatar mil historias portentosas y verter la emoción de una saeta. Volver con las oscuras golondrinas, a cualquier hoja seca haber cantado, evocar con nostalgia las encinas, suspirar por un arpa arrinconado, decir piropos a una triste higuera y después de morir ser recordado. Me gustas cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. Pablo Neruda JESÚS HERRERA volver

18 volver ...más allá de la muerte FRANCISCO DE QUEVEDO
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso linsojera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa; Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado. FRANCISCO DE QUEVEDO volver

19 volver ¿QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS? LOPE DE VEGA
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno oscuras? ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»! ¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana! LOPE DE VEGA volver

20 LA OPINIÓN ¡Pobre Carolina mía! ¡Nunca la podré olvidar! Ved lo que el mundo decía viendo el féretro pasar: Un clérigo. Empiece el canto. El doctor. ¡Cesó el sufrir! El padre. ¡Me ahoga el llanto! La madre. ¡Quiero morir! Un muchacho. ¡Qué adornada! Un joven. ¡Era muy bella! Una moza. ¡Desgraciada! Una vieja. ¡Feliz ella! —¡Duerme en paz!—dicen los buenos. —¡Adiós!—dicen los demás. Un filósofo. ¡Uno menos! Un poeta. ¡Un ángel más! RAMÓN DE CAMPOAMOR volver

21 ¿YA TE HAS CANSADO? CONTINÚA OTRO DÍA


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