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1
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
2
Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre
3
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza.
4
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.
5
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.
6
Mediante este Salmo, 23, Dios nos hace saber que es nuestro Pastor, es quien nos guía y cuida a lo largo de nuestra vida, proveyéndonos de todo lo que necesitamos y brindándonos espacios de paz y tranquilidad. A su vez, nos confortará, nos calmará, cuando las tormentas se desaten alrededor; y a través de su justicia, de su guía por el buen camino, conoceremos que Él es Dios, un Dios de amor, y lo alabaremos por ello.
7
Aunque la muerte esté cerca, no podrá hacernos daño si sabemos y reconocemos que Jesús venció a la muerte en la Cruz, y recordamos que Jesús es la vida. Seguros de esto y de la presencia de Dios, no hay nada por lo cual temer. Él alejará de nosotros a quienes nos quieran hacer daño y nos sostendrá con su mano para que no caigamos. Nos dará lo suficiente cuando nos haga falta, frente a aquellos que se burlan de nosotros, que esperan que caigamos continuamente.
8
Dios nos concede abundantes bendiciones espirituales
Dios nos concede abundantes bendiciones espirituales. El Espíritu Santo estará siempre a nuestro lado, si con amor, fe y lealtad le seguimos. Junto a Dios, el bien y la misericordia estarán presentes en nuestro camino, a pesar de lo malo que pueda suceder. Y cuando lleguemos al final, moraremos junto al Pastor, en su hogar, por la eternidad.
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