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Con mis setenta y siete años y la experiencia de haber acompañado a varias personas en los últimos meses de su vida, me atrevo a declarar que tengo.

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Presentación del tema: "Con mis setenta y siete años y la experiencia de haber acompañado a varias personas en los últimos meses de su vida, me atrevo a declarar que tengo."— Transcripción de la presentación:

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3 Con mis setenta y siete años y la experiencia de haber acompañado a varias personas en los últimos meses de su vida, me atrevo a declarar que tengo competencia suficiente para escribir sobre el tema vejez en toda su extensión, sin que esto excluya mis errores o las opiniones discrepantes. No pretendo polemizar con nadie y acepto cualquier otro pensamiento sobre este asunto; pero también tengo que decir que hablo de mis vivencias, mis sentimientos y mis reflexiones sobre ellos y, por tanto, poco discutibles.

4 Pueden ser equivocadas, pero son mías y, como consecuencia, reales. La vejez es, generalmente, una larga y desaprovechada etapa de la vida que se inicia, de forma curiosa, con una decisión administrativa, sigue con un periodo muy corto de rebeldía, continua con una pequeña etapa de acomodación, te acompaña durante muchos años y termina tras largos meses de espera.

5 El primer punto a considerar sería la sorpresa. Es tan lento el deterioro que sufre el cuerpo que no se nota el cambio hasta que un día descubres que has entrado en la vejez. Este día - ¿es necesario aclararlo? – no coincide con la edad de jubilación; se produce mucho más tarde. Hasta entonces has bromeado sobre tu “vejez”; pero pensando siempre en que, con algunas pequeñas limitaciones, te conservabas como un chaval. La decisión administrativa de jubilación a los sesenta y cinco años me parece arbitraria, desfasada por el curso de la propia vida y necesitada de una revisión consensuada. El aporte de soluciones no corresponde a este artículo.

6 En los momentos en que la sociedad declara tu jubilación surge, de forma casi generalizada y siempre espontánea, un movimiento de rebeldía contra una medida que te declara “viejo”, mientras todavía te sientes joven. Como es una medida definitiva y sin apelación posible, la postura de rebeldía es puramente testimonial y se reduce a confidencias con las personas de tu intimidad. Pasada la posible rabieta, empieza, en todos los casos, un periodo cuya duración depende de cada persona, pero que nunca es demasiado largo, en el que debes acomodarte a los criterios fijados por la sociedad.

7 Empleo el término “sociedad”, por su carácter genérico que abarca familia, escuela, agrupaciones políticas o religiosas, etc. La sociedad impone determinados criterios de actuación (lo que está bien visto y lo que está mal visto), a los que todas las personas mayores han de someterse, aunque vayan contra su propia realidad. La sociedad decide que a los sesenta y cinco años debemos dejar el trabajo, lo que no es ni bueno ni malo, sino simplemente una decisión administrativa; pero lo peor es que a partir de esa edad, nos condena a no hacer ni sentir nada. Nos vemos obligados a concentrarnos en grupos de iguales o asociaciones para ir a viajar, a cenar y bailar con nuestra pareja y no desentonar.

8 Durante el periodo de adaptación, la presión social es tan fuerte, que terminamos por asumir los criterios que íntimamente rechazábamos y, en general, las personas mayores acaban por manifestar emociones y sensibilidad comunes y sólo manifiestan sus propios sentimientos cuando se encuentran agrupados y se sienten defendidos del exterior. Lo mismo que hay un mundo de las mujeres, en el que los hombres están excluidos; hay un mundo de las personas mayores también excluyente.

9 Tenemos que decir con toda claridad que la vejez es una, posiblemente larga, etapa de la vida con las mismas condiciones que otra cualquiera y que debemos afrontar sin temor, asumiendo toda su realidad. Nuestro cuerpo ha reducido sus capacidades físicas; pero, si se me permite el ejemplo, no podemos subir escaleras corriendo, pero llegaremos al ático antes que un joven si utilizamos... el ascensor.

10 Estos son factores sociales externos que influyen poderosamente en el comportamiento de las personas mayores, pero también y, quizás más importantes, sean los condicionantes personales.

11 En la vejez, cualquiera que sea la edad, el principal problema a resolver es el que plantea la contradicción entre los deseos y la realidad. Plantear una etapa de tu vida, que puede durar veinte años o más, con el deseo de una permanente juventud, lleva a la solución de una frustración permanente por alcanzar un objetivo imposible y, como consecuencia, a una contradicción íntima que a su vez, produce una reducción cada vez mayor de la capacidad social y a dificultades para ajustarse a la realidad.

12 Es fundamental saber adaptarse a la situación real; hay que dejar de rendir culto a la juventud – tan de moda hoy – como si fuera esa corta etapa de la vida lo mejor de nuestra existencia. Vamos a ver si somos capaces de dejar de presumir de jóvenes y presumimos de mayores dignos. ¿Por qué vamos a intentar llevar todo el día puesta la máscara de la juventud?. ¿Por qué no mostrarnos tal como somos?. ¿Por qué no decir que a un viejo le parece bella una mujer de su edad?

13 Vamos a disfrutar de lo que es propiedad de las personas mayores: el tiempo libre ya sin urgencias; la serenidad de espíritu lejos de impulsos juveniles; la reflexión como producto de la experiencia, una nueva clase de amor sin urgencias, la paz interior como premio al abandono de rivalidades y dejemos de competir con los jóvenes, nuestro mundo es otro.

14 Un asunto importante en esta etapa de la vida es la experiencia, que está siendo menospreciada por diversas causas: el rechazo hacia toda persona mayor de cuarenta años, como consecuencia de la guerra civil; el considerar que era un procedimiento para ejecutar tareas que ya estaban obsoletas; el pensar que era una enseñanza realizada de forma autoritaria; la idolatría a la juventud; etc.

15 Pero la experiencia debe ser considerada como sabiduría que se puede compartir con los más jóvenes para beneficio de todos. Las personas mayores acumulan un tesoro de sabiduría que está siendo desperdiciado. Es como una familia que se va de vacaciones y deja su casa con todas las luces encendidas y la nevera con la puerta abierta, pero enchufada a la red eléctrica. Las personas mayores, es posible que se pierdan en la Informática o en la genética;

16 … pero saben del odio y el amor, de la lealtad y la traición, de la entrega y del sacrificio. En cuatro palabras: todo sobre la vida. Llega un momento en la vejez de las personas en que, como los elefantes, detectan la proximidad de la muerte y ya sólo tienen una idea que les hace despreocuparse de todo cuanto les rodea y se convierte en una obsesión: que llegue lo antes posible y con ausencia de dolor. No es una tragedia, no he conocido a nadie que me haya expresado temor a la muerte; pero todos hablan constantemente de que les gustaría que fuese “rápida y sin dolor”

17 Este artículo no podía terminar de otra manera, todos sabemos como termina la vejez cuando termina bien. Para tranquilidad de todos no escribo sobre las vidas con problemas de enfermedades somáticas o mentales que pueden llegar a ser aterradoras.

18 Texto: Gustavo de Álvaro Música Wav: Los puentes de madison.- Con cariño Marco Antonio Guizar.- 11-11-08


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