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La Señorita Marta entró al aula de tercer año con una sonrisa muy grande. Les pidió que hicieran silencio porque tenía que contarles algo. “A partir de.

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Presentación del tema: "La Señorita Marta entró al aula de tercer año con una sonrisa muy grande. Les pidió que hicieran silencio porque tenía que contarles algo. “A partir de."— Transcripción de la presentación:

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2 La Señorita Marta entró al aula de tercer año con una sonrisa muy grande. Les pidió que hicieran silencio porque tenía que contarles algo. “A partir de mañana comenzará a formar parte de nuestro grupo un nene nuevo. Su nombre es Jeremías y se mudó hace poquito al barrio. Va a ser una experiencia muy gratificante porque Jeremías se traslada en una silla de ruedas. Todos vamos a necesitar aprender formas nuevas de relacionarnos para que él pueda sentirse parte de este grupo.”

3 Los chicos se miraron entre sí con mucha curiosidad: nunca había concurrido a la escuela un chico que no caminara. Anita y Joaquín, que estaban en ese año, les contaron a sus amigos la noticia, se sentían recontra importantes. “¿Y cómo va a hacer en la clase de educación física?”, preguntó Fede. “¡Ay!, qué importa, nene, hará otras cosas”, afirmó Magda.

4 Al día siguiente cuando estaban llegando a la escuela, vieron que de un auto estacionado en la puerta, un señor bajaba una silla de ruedas, luego, por la puerta trasera sacó en sus brazos a un nene y lo sentó en la silla. Le dio la mochila, cerró el auto y empujando la silla lo acompañó hasta adentro. Todos lo miraban asombrados. Sonó el timbre y todos fueron entrando a las aulas. La Señorita Marta, empujaba la silla de Jeremías.

5 Era una silla pequeña, de color plateado. El nene era bastante flaco, su pelo estaba todo enmarañado y tenía unos ojos marrones muy grandes, en los que se adivinaba una mezcla de emoción, algo de miedo y mucho de curiosidad. “Tiene más onda que la que la que vi una vez en el hospital”, le dijo bajito Joaquín a Anita.

6 La Señorita sabía que, Joaquín, aunque era bastante travieso, tenía un corazón gigante y sería un gran aliado para Jeremías. “Bueno, les presento a Jeremías, como ya les había adelantado, va a compartir el año con nosotros y espero que lo hagan sentir a gusto. Joaquín va a se su compañero de banco, cualquier cosa, podés pedirle ayuda, Jere.”

7 No se equivocó, se hicieron inseparables, cuando alguien quería encontrar a Joaquín, buscaba donde estuviera Jeremías y viceversa. Pasaban mucho tiempo conversando, habían descubierto que tenían muchas cosas en común: a los dos le gustaban los días de lluvia, las películas de extraterrestres y los alfajorcitos de maicena. Anita se sentía un poco celosa. Desde primer año Joaquín había sido su mejor amigo y ahora parecía no darse cuenta de que la estaba abandonando. Sin embargo también sentía orgullo por ese amigo que ahora acompañaba con tanto cariño a alguien que lo necesitaba.

8 Después de pensarlo mucho, decidió que ella también podría hacerse amiga de Jere, y comenzó por ayudarlo en todo. Cuando había que salir al recreo, siempre le empujaba la silla. Si el asunto era colgar la mochila, se peleaban por llevarla al perchero primero.

9 Un día Joaquín advirtió en su amigo una mirada bastante triste. Habían aprendido a conocerse, así que insistió hasta que Jeremías le confesó: “Al final todos me tratan como si fuera un bebé, me hacen todas las cosas, siempre es igual, creen que soy un inútil”, y escondió la cara disimular una pequeña lagrimita que le resbalaba por la mejilla.

10 A Joaquín se le hizo un nudo en la garganta, nunca había visto a su amigo así. Propuso que hablaran con la Seño para ver qué podían hacer. Antes de la salida, la Señorita les hizo hacer una actividad: en el pizarrón dibujó dos columnas; en la primera había que escribir las cosas que cada uno podía hacer sin ayuda, en la segunda aquellas cosas para las que necesitaban ayuda.

11 Cada uno iba diciendo lo que le parecía y se iban completando las columnas. En la de las cosas que podían hacer sin ayuda apareció: leer, escribir, hacer cuentas, bañarse, inventar historias, mirar películas, correr, Jugar a la pelota, dormir solos, comer solos, ordenar sus cosas. En la columna de lo que no podían hacer sin ayuda escribieron: salir de la casa sin permiso, cocinar solos, manejar un auto, algunas cuentas difíciles.

12 “Leamos en silencio lo que escribimos en el pizarrón y pensemos un poquito. Todos los nenes del grado coinciden en lo que pueden hacer solos y en aquellas cosas para las que todavía necesitan ayuda. Jeremías es un nene de este grado, por lo tanto, puede hacer solo las mismas cosas que el resto. La única diferencia es que para trasladarse Jere no usa sus piernas sino laa silla de ruedas.

13 Anita se puso toda colorada, había hecho sentir mal al pobre Jere cuando todo lo que quería era ayudarlo. Mientras salían de la escuela se acercó a Jeremías para pedirle disculpas “todavía podemos ser amigos” ¿Ustedes saben que hay maratonistas que corren en sus sillas, o jugadores de basquet, o de fútbol en silla de ruedas? Si queremos que Jere se sienta a gusto con nosotros, no tenemos que hacer las cosas por él, sino cambiar las cosas que hacemos entre todos para que él también pueda hacerlas.”

14 “¿Qué?” Dijo Anita colorada de rabia. Jere se rió: “Claro, tonta, aunque no podamos jugar a algunas cosas como correr carreras, porque vos sos mujer y las mujeres corren más lento” “A ver dale, te juego hasta la esquina.” Antes de terminar la frase Jere ya estaba a toda velocidad y aunque Anita corría con todas sus fuerzas, no pudo ganarle.

15 “Bueno -le dijo Jeremías cuando llegó – ahora ya sabés que todos somos diferentes en algo, pero que a pesar de eso podemos ser amigos.” Los dos se rieron muy fuerte, las cosas comenzarían a cambiar. Tomado del libro Vamos a practicar los valores del cooperativismo y el mutualismo – Dr. Luis Valladores y Lic. Valeria Odetti – Material didáctico – 1º ciclo de la E.G.B. – Editorial Paraná S.R.L.


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