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Institución Teresiana 1911 – 2011

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Presentación del tema: "Institución Teresiana 1911 – 2011"— Transcripción de la presentación:

1 Institución Teresiana 1911 – 2011
I Centenario 8 clic

2 Nuestra vocación teresiana
Josefa Segovia Madrid, 6 de Enero de 1942 2

3 En el misterio de la venida y de la adoración de los Reyes al Niño de Belén siempre ha visto la Iglesia la vocación, el llamamiento de los gentiles a participar de la fe de Jesucristo. Para aquel llamamiento misterioso y eficaz se sirve el Señor como instrumento de la estrella, que aparece primero y les guía después. Jesucristo, que viene a ser “luz del mundo”, comienza ya a ser luz desde su nacimiento; y es luz en la luz de esa estrella que despierta a los Magos y los guía, los conduce hasta la cueva de Belén (...)

4 Todos tenemos nuestra estrella. (...)
¡Qué maravilloso poder de atracción hacia Jesucristo tiene la luz de esa estrella misteriosa de la vocación! Ella es la que nos despertó el amor a Jesucristo, la que nos impulsó hacia la virtud, la que nos guió por entre las mil dificultades con que tropezamos en nuestro camino; pero sobre todo ella es el imán bendito con que nos atrajo Jesucristo hacia sí.

5 (…) La vocación nos trae y nos lleva, nos mueve como pajitas en el viento, pero siempre en pos de Jesús como imán y norte y faro de nuestra vida. (...) Por entre los obstáculos (...), las tentaciones de la edad, los fuegos fatuos (…), la tendencia a la vida cómoda, el carácter difícil, los ensueños de vanidad …. Por entre todo esto alumbraba la estrella. Bendita estrella que nos saca de Oriente, nos libra de Herodes, nos conduce a Belén y nos entrega a Jesús.

6 (. ) [En la Iglesia] hay multiplicidad de vocaciones (
(...) [En la Iglesia] hay multiplicidad de vocaciones (...) Todas ellas son muy estimables, todas conducen a la santidad, en todas se encuentra el Señor con tal de que cada alma siga la suya. (…) Esa estima general de todas las vocaciones (..) no impide que nosotros amemos y estimemos singularmente la nuestra, la que Dios nos dio, la que alumbró en nuestra alma, la vocación teresiana. Esta para nosotros es la más hermosa, la propia, la única, la eficaz para santificarnos.

7 (...) Dos géneros de vocaciones prevalecen en la Iglesia de Dios: la vocación a la vida interior y la vocación al apostolado exterior. (...) [Y dice] Sto. Tomás: “Es cosa más perfecta el dar a otro por medio de la predicación y de la enseñanza el fruto de su contemplación que el concretarse a contemplar para sí mismo; porque el apostolado procede de la fuente abundante de la contemplación. Por esto, esta forma de vida fue la que escogió Cristo, nuestro divino Redentor.” (...)

8 ¿No es verdad que parece como si el santo doctor hubiera pensado en nosotros? (...)
Porque ésta es nuestra específica vocación y nuestra vida propia y característica: vida de apostolado, que se lleva a cabo por medio de la acción, pero que supone la vida interior y la contemplación.

9 Nuestra vida es vida de acción (
Nuestra vida es vida de acción (...) caben pues en nuestra amadísima Obra todos los que sientan en sí mismos el ansia de apostolado, el celo que inflama las almas, el ardor misionero. Todos los que con alma de fuego quieran consumirse trabajando por el bien de sus hermanos, los que tengan bríos y energías para la acción y para la conquista. Por eso el apostolado de las almas sin vida interior no es tal apostolado; no es agua del manantial, sino agua de un recipiente pequeño que se agota y se seca y no sirve para nada. (...) ¡Qué hermosa es nuestra acción y qué precioso y atrayente nuestro apostolado!

10 ¡Mirad qué hermosa es nuestra vocación apostólica!
Además, nuestra Obra es tan abierta, flexible y universal, que en ella y por ella se llega a todos los sectores sociales. Tenemos entrada en todos los centros, nos solicitan en las más variadas actividades de la santa iglesia y podemos influir en selección y en masas. Nosotros tenemos por misión la conquista de la verdad (…) las armas de la luz dice S. Pablo que son las armas propias del cristiano. Pues estas son precisamente nuestras armas: la verdad y la luz. ¡Mirad qué hermosa es nuestra vocación apostólica!

11 (. ) Pero esta acción ha de estar informada por la oración
(...) Pero esta acción ha de estar informada por la oración. Parece como si nuestro venerado Padre, un poco temeroso del inmenso horizonte de acción que nos ofrecía, hubiera puesto todo su empeño en llevarnos hacia el interior y en repetirnos una y otra vez y multitud de veces, que nuestra única fuerza era la oración. Su carta sobre la oración debe ser para nosotros su testamento y en cumplir ese testamento hemos de cifrar nuestros anhelos.

12 “Vivid mucho con Jesucristo en la oración”, nos dice, “ojalá que al preguntar a las teresianas : ¿dónde estás?, ¿en qué piensas?, ¿qué miras?, pudieran responder: Estoy en Jesús, pienso en Jesús, miro a Jesús” Y esta vida de oración es necesaria precisamente porque hemos de dar luz, y para esto, como dice S. Juan Bautista, lo primero ha de ser arder. Nuestro apostolado tiene que ser fruto de nuestra contemplación. Teresiana que no esté bien llena del espíritu de Jesucristo, que no arda, que no le viva muy unida, no es verdadera teresiana: lleva el nombre, pero no lo es.

13 En todo esto es bien determinante la doctrina de nuestro Padre:
La consecuencia que de todo esto se deduce es parecida a la que deducíamos al hablar de nuestra vida de acción, (...) las que os sintáis llamadas a la vida interior; las que tengáis deseos de silencio, de soledad, de recogimiento; las que gustéis de hilar vuestro capuchillo en el secreto de vuestro castillo interior, “La perfección de la Obra está en la identificación con Cristo y su firmeza en descansar en Cristo y su vida en participar de la de Cristo”. vosotras sois las que tenéis verdadera vocación teresiana (…)

14 (Yo os digo que) vuestro espíritu, no sólo cabe en la Institución, sino que precisamente ese espíritu es el que buscaba nuestro Padre, el que ha de ser el jugo de la Obra y el alma de ella. “Yo quisiera -dice nuestro Padre- que las teresianas fueran carmelitas descalzas, aunque sin clausura, sin hábito y con zapatos (…)” Aquí tenéis lo que dice el Fundador, cuya doctrina es la verdadera doctrina de la Obra.

15 Y no os importe incluso el que podáis aparecer cooperando menos al apostolado exterior.
(...) El espíritu de oración, la intimidad con Jesús, el silencio, la penitencia, la enfermedad ..., todo ello serán las fuentes subterráneas que alimentarán las raíces de nuestra Obra.

16 (Josefa Segovia, Cartas, pp. 121-41)
Cuanto más os cueste separaros del sagrario para salir a actuar fuera; cuanto más os tire hacia dentro el recuerdo del Señor presente en vuestra alma; cuanto más activo sea el fuego de vuestro corazón, más seguridades nos dará vuestro apostolado exterior. Como haya muchas fuentes subterráneas, ¡qué frondoso y qué fructuoso será el árbol de la Institución teresiana! Sólo estas fuentes pueden darnos descanso y seguridad cuando pensemos en el porvenir de la Obra. (Josefa Segovia, Cartas, pp )

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18 Yo soy el Camino ... ... la Verdad ... ... y la Vida


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