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Ciclo C Hoy las lecturas nos hablan de un gran proyecto que Dios tiene para la humanidad, del que san Juan en el Apocalipsis, 2ª lectura de hoy, nos.

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2 Ciclo C

3 Hoy las lecturas nos hablan de un gran proyecto que Dios tiene para la humanidad, del que san Juan en el Apocalipsis, 2ª lectura de hoy, nos habla como “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Ap 21, 1-5a

4 Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo."

5 Hay una promesa en la Biblia que es para ti y es para mi. Automático

6 Hay una promesa en la Biblia que es para ti y es para mi.

7 Cielo nuevo y tierra nueva donde vamos a vivir.

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9 ¡Ah! que tu te vas y yo también a la nueva Jerusalén.

10 ¡Ah! que tu te vas y yo también a la nueva Jerusalén.

11 Me voy con Él, me voy con El. Yo no me quedo, me voy con Él.

12 Hacer CLICK

13 Este proyecto no es lo mismo que la Iglesia; pero la Iglesia es un gran medio para llegar al proyecto de Dios, que Jesús llamaba “el Reino de Dios”.

14 Este proyecto de Dios es como una ciudad santa donde resuenen los himnos de alabanza al Señor, donde resuene la voz amorosa de Dios y todos la sigan.

15 Pero cuando en la Biblia se habla del cielo nuevo y la tierra nueva, como en Isaías y en la 2ª carta de san Pedro, de alguna manera y en cierto grado se refiere a la vida actual, “cuando reine la justicia”, como dice san Pedro. De una manera plena podemos decir que no llegará hasta que lleguemos a la vida eterna.

16 Para muchos es una utopía, porque cuando uno mira la dura y dramática realidad de nuestra vida no parece cierto eso de que: “Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor”. Y nuestra sociedad no se parece a una “novia engalanada”, sino que es como una máquina sin entrañas.

17 El Reino de Dios, que será sobre todo en la otra vida, cuando sea perfecto, dice Jesús que ya está entre nosotros. Es una realidad viva y operante que puede estar en nuestro interior, pero también en la sociedad; que es como un tesoro escondido y tiene la fuerza del fermento de una semilla.

18 Si crees en Cristo, sabes que Dios se ha derramado en tu corazón, y entonces Él reina en ti. Si vives en la justicia, Dios enjuga las lágrimas de tu rostro y te considera como su “novia engalanada”. Tienes en ti la fuente de la dicha; pero hay que alcanzarla, a veces “con esfuerzo y violencia”.

19 Y hay que buscarlo. Entonces ¿Qué debemos hacer para encontrar ese cielo y tierra nueva? O dicho de otro modo: ¿Qué debemos hacer para que esta tierra sea algo nuevo y mejor? Primeramente sabemos que es cosa de Dios, de la gracia; pero es también una tarea nuestra. Para eso viene ahora el evangelio de hoy.

20 Estaba Jesús con los apóstoles en la “Última Cena”, la noche antes de morir. No tiene mucho tiempo y no les puede dar muchas advertencias nuevas; pero sí les da “un mandamiento nuevo”, por el cual harán realidad que sea verdad “una tierra nueva”. Juan 13, 31- 33a. 34-35. Dice así:

21 Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."

22 Dice el evangelio que había salido Judas del cenáculo. Es como si hubieran salido las tinieblas y entrase una luz nueva. Jesús se siente como ensanchado en el corazón y lo abre de par en par a sus discípulos para glorificar a Dios.

23 Les llama a los apóstoles “hijos míos” o más bien: “hijitos”. Es una expresión de ternura, como la que emplea para dirigirse a su padre: “Abba” que quiere decir: “papaíto” o algo correspondiente en ternura.

24 Cuando uno se despide para mucho tiempo de una persona amada, quisiera decir muchas cosas: consejos, recomendaciones, decirles que no les olvidará, pedirles al menos recuerdos. Pero cuando no hay tiempo, les dice lo más importante.

25 Lo más importante para Jesús es el mandamiento del amor. Seguro que lo habría dicho muchas veces, pero ahora se trataba de “un mandamiento nuevo”.

26 Os doy un mandamiento nuevo. Automático

27 como yo os amé.

28 Cuando todos os améis igual que hermanos, lograréis echar del mundo la opresión.

29 Cuando todos trabajéis por la justicia, estaréis gritando al mundo mi evangelio.

30 Sólo quiero que la gente os reconozca por el sello inconfundi- ble de mi amor.

31 El amor es el único camino que los hombres tienen para ir a Dios.

32 Os doy un mandamiento nuevo:

33 Hacer CLICK

34 El amor más que un mandamiento es una necesidad. Si al menos los cristianos nos quisiéramos, como dice Jesús, hubiéramos echado la mayoría del mal y de las injusticias, vendría la paz y vendría un cielo nuevo y una tierra nueva.

35 El amor es lo que verdaderamente necesitamos. Es como la savia para el árbol, es como nuestro aliento. El amor no es uno o varios actos, sino es una vida. Es el aliento del discípulo de Cristo.

36 Jesús no lo podría mandar, si antes Él no hubiera amado. Por eso dice que améis como yo os he amado. Él va delante, es el ejemplo a seguir. Y es un amor en grado superlativo.

37 A veces nos decía que debemos amar “como a nosotros mismos”. Es decir, primero no hacer a los demás lo que no queremos para nosotros. Pero más aún: hacer a los demás de una manera positiva lo que queremos para nosotros.

38 Pero hay un grado mayor, aunque muchos no lo comprendan. Y es amar a los demás como debemos amar a Dios, que es con todo el corazón. Y esto porque Jesús ha querido identificarse con el prójimo, con el pobre, con el necesitado. Y quiere que veamos en los demás la presencia del Redentor.

39 Pero hoy Jesús en el evangelio nos marca un grado mayor. Nos dice que debemos amar “como Él nos ha amado”. Esto podríamos decir que es imposible, porque no somos Dios; pero el hecho es que en cierto sentido nos podemos convertir en Dios. Dios ha derramado en nosotros el Espíritu que ama dentro de nosotros y por medio de nosotros.

40 Y esta es la gran novedad del mandamiento de Jesús. Con la gracia de Dios, podemos amar como Jesús nos ha amado.

41 La palabra amor siempre ha estado en toda la historia de la humanidad; pero casi siempre mezclada con mucho egoísmo. Suele significar pasión, afecto, placer, gusto, sensualidad o sexualidad, Cuando se dice “te quiero”, suele significar: me gustas, eres algo grato para mi. Eso es puro materialismo.

42 Por eso los primeros cristianos, que solían hablar en griego, una lengua muy rica, encontraron varias palabras para expresar el amor. Existía el “eros”, de lo cual procede lo erótico. Pero encontraron la palabra “ágape”, que tradujeron por “caridad”. Aun la caridad suele indicar limosna o beneficencia, sin llegar a lo íntimo y verdadero.

43 El amor de Jesucristo es algo más. Es toda una vida. Es amar sin condiciones, sin límites. San Pedro ponía límites cuando preguntaba si bastaba con perdonar siete veces. Jesús le respondió que había que hacerlo siempre.

44 Nosotros solemos poner condiciones en el amor: si me agrada, si me cae bien, si me corresponde o me lo agradece, si se porta bien. Jesús no pone condiciones para amar. Es gratuito y universal. Nos ama aunque no lo merezcamos, aunque le traicionemos.

45 En la Iglesia puede haber muchas cosas importantes, pero lo más importante es el amar y amar de verdad.

46 Automático Lo importante es amar…

47 Lo importante es amar, es amar de verdad. Hacer CLICK

48 A veces nos cuesta meter en la mente y en el corazón que la señal de los cristianos es amar. El Islam suele distinguirse por la sumisión a Dios; el budismo por su santa indiferencia; el hinduismo por su ascesis; el judaísmo por su sentido de pueblo elegido.

49 El cristianismo se debe distinguir por el amor. Y sin embargo muchos cristianos no se distinguen de los no cristianos. Algunos se distinguen por los ritos, instituciones, quizá imágenes y tradiciones. Todo eso puede ser muy bueno; pero lo importante es el amor.

50 En la Iglesia siempre ha habido personas y grupos más o menos grandes que sí han dado ejemplo en el amor, en la caridad, en la unión de corazones. Desde las primeras comunidades cristianas de quienes se decía: “Mirad cómo se aman”.

51 Hay muchos grupos, unos haciendo votos y otros no, donde se comparte todo y reina la paz y la alegría, aunque con tribulaciones, porque estamos en camino. Pero su vida está envuelta en otra atmósfera. Es como si fuese una nueva tierra.

52 Para conseguirlo debemos amar como Jesús: amar a quien no nos ama, a quien nunca nos perdona, a los de cerca y a los de lejos, amar a la naturaleza y especialmente a los necesitados. Es como si fuese una nueva tierra. Y encontra- remos la felicidad.

53 Ama también a quien no te quiere y al que nunca te perdona. Automático

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55 Ama sobre todo a quien carece de consuelo y de cariño

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57 Ama a la gente que está a tu lado; no la traiciones nunca en la vida.

58 Ama a la luna y a las estrellas, porque ellas brillan también por amor.

59 Ama al que no tiene amigos, al que vive siempre solo,

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61 Ama sobre todo a quien no cree,

62 más que nadie de tu amor.

63 Ama a los niños abandonados que nunca han visto una sonrisa.

64 Ama a los pobres y marginados, para que encuentren la felicidad.

65 Con María que nos espera en el cielo. AMÉN


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