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Porque vienes, Belleza, en cada instante, y resucitarás por primavera en nosotros Tu Voz casi constante de Luz, de Vida, en todo, a tu manera. Atrápanos,

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Presentación del tema: "Porque vienes, Belleza, en cada instante, y resucitarás por primavera en nosotros Tu Voz casi constante de Luz, de Vida, en todo, a tu manera. Atrápanos,"— Transcripción de la presentación:

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2 Porque vienes, Belleza, en cada instante, y resucitarás por primavera en nosotros Tu Voz casi constante de Luz, de Vida, en todo, a tu manera. Atrápanos, Belleza, porque llegas y no nos enteramos lo bastante. Empápanos de Ti cuando nos ciega la pesadumbre oscura e inquietante. Porque estás con nosotros. Porque naces en todo aquello que es sencillo y puro. Y si Te conocemos nos renuevas. Canta con Tu Voz. Que nos complace oírTe cuando el ser se vuelve duro. Y somos tan dichosos si nos llevas…

3 “ Pues consideremos que este castillo tiene como he dicho muchas moradas, unas en lo alto, otras embajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma.” Santa Teresa de Jesús Rincones de virtudes, torpezas… Y en el más íntimo recoveco queda…

4 La rama mecida arropando el otoño. Luz que vencida. Terciopelo en el aire. El pasar melancólico del bastón que ya sabe. La caricia. O la herida. Que se cierra. O se abre. La tierra aguardando a que el agua la empape de misterios nocturnos y de vida a raudales. La mirada hacia el cielo. El cruzar de las aves con un baile algo incierto. Porque es tímido el frío. Y no quiere dejarle aún la nube de octubre ni la hoja mecida ni el bastón venerable.

5 El momento callado en la mañana. El sonido del agua de la fuente. El aire que respiro. Ese perrillo mirando a la ventana solamente. La mirada posada en casi nada. O en algo que es minúsculo, pequeño. El silencio. Las hojas alocadas pujando por hablar con su voz verde. El mundo en el cristal viene. Amanece. Abriendo recovecos en la estancia. Jaleando el perrillo. Aquella fuente cacarea de júbilo en su agua. El momento callado. La mañana. El sonido. La vida que se enciende.

6 A mi lado en un banco dialogando paraísos profundos, porque callas. Porque llegas tirando la muralla al tiempo. Y buscas paz de vez en cuando. Si es que el día ya pesa demasiado. O simplemente, solo, te has parado a contemplar. Aquí. Junto a la acera. Y, como todos, te sientas. Esperas. Serás como ese árbol, que un momento descansa en el invierno, sin palabras. Para resucitar, como si nada, después, al reposar en el asiento y nuestras voces íntimas se abran a la vida volcada en las pisadas. Luego otros llegarán. Como si nada…

7 La sonrisa. Y el roce de tu pelo. El mío ya enredándose en el vuelo. El tacto en el encuentro de las pieles. La Luz que acompañarnos siempre suele. El lenguaje inefable bajo el tilo. El calor. Ese Aire que tranquilo, y dueño del Jardín, nos merodea. Y la dicha, la dicha secretea. Sonrisa. La caricia. El instante izado en el calor hecho gigante del Misterio que atrapa y nos arropa. Para llenarnos juntos de su Copa nos invita el Amor a su consuelo: la dicha en esta tierra ya del Cielo.

8 Me rindo, Madrid, al sonido infinito de piedra, de asfalto, de hoja, de lata, del agua cayendo entre esas pisadas que siguen y vienen, y dicen, y cantan. Me inclino. Me arrastro. Al río que fluye. La lluvia se lleva, por ti, las nostalgias. Y canto contigo, por los que no hablan y arropan la vida, pacientes, sin ansias… A ese Madrid de la espera que ruge, quizá acallado en un banco del parque: la letra y mi pulso, el canto, mi sangre. Me rindo ante ti con la tinta y el alma. Pero es al Madrid que viaja en el mundo. Al de ese lugar donde estén tus entrañas. Al del niño y el hambre, al del hombre y la anciana, en mi calle, en la tuya, en el río, en la charca, si te invitan con brío a sembrar la esperanza. Al Madrid chiquitito de mi pueblo y tu estampa. A ése, al sencillo, de cualquier sitio o mapa: Mi sombrero, mi verso, o mis brazos vencidos. ¿ Por qué no decirlo?. Ya te doy mi palabra.

9 Al poeta que hay en ti en la madrugada. Y que al amanecer la acera calla. Aquel que se revienta en risa o llanto, en la piel o en la camisa, si no habla. Quien abriga pasiones que hay en todos y enmudece si no encuentra el modo de decir. Y celebra, reza o baila. A ti cantor, profeta en la batalla de saber cuándo o cómo convocarnos al fuego que en tu pecho casi estalla. A ti te preguntamos. Dinos cuándo permitirás que vuelen tus metrallas de amor. Dinos. Que estamos esperando. Para cantar contigo cuanto guardas.

10 Como agua torrencial tras el invierno la sangre se violenta. Aunque no era ese su cauce. Ni lo que quisiera. Paraísos que lleva son infiernos para otros. Sin saber de qué manera. Bajamos con afán de peña en peña, como el río, el vivir, para ser riego de toda la ribera. El tiempo luego destilando sucesos nos enseña que en agua a la vez llevamos fuego. El dolor. El deseo tan profundo de no ser esa torpe torrentera… Y después asumir esa manera de ser. Casi riachuelo vagabundo, viajando hacia la mar como cualquiera

11 Porque se llama Humildad la labor del carpintero, que calla y con amor labra día a día su madero, en José nuestra esperanza bendita del Buen Obrero. Cómo de bien le querría la mujer-Madre María. Del Niño sustento fue la mano del Buen José. Y quizás – sí- dudaría... Pero se dijo “ jamás se niega Amor Verdadero: al Niño-Vida prefiero”. Porque se llama Humildad la labor de José Obrero, digo también que yo quiero ser contigo Caridad: decir sí al Amor Primero. ¡ Ay, Cristo, dame el madero para hacerme carpintero!

12 Digamos al Amor que se presente alguna vez con mucha más hondura. Porque hay almas cansadas. Casi oscuras. Y siempre quien no tiene suficiente. Digamos al Amor. Porque es muy dura la ley que favorece a los más fuertes. Pero existe hambre aún. Hoy se tortura. E ignoramos, callando, a los sufrientes. Dios de todos, de Amor, háblanos fuerte. O arranca de nosotros la locura de no escuchar Tu Voz lo suficiente. Atrápanos en rasgos de hermosura. Y contágianos, sí, de Ti por siempre.

13 Si sabéis del Amor dónde se esconde. Leve. La Luz. En la tarde. Se fía. Si sabéis. Cómo pasa o por adónde asoma. Y cuándo. A la noche. Al día. PreguntadLe. Ese pétalo ha caído casi. Cálido. Tan íntimo que iba... Como un tul. O parece. Lo ha sentido la piel. Pero era el alma. Cautiva. Cantaba. La hoja. Ese pájaro. O algo curioso que pasaba. Y tú… decías. En casi todo un signo que responde. Para buscarLo voy. Y quiero. Y salgo. ( Pero adentro. Sabéis. Allí fluía el Amor… que escapaba a buscar dónde )

14 Crecer constantemente. Suceder. A cada invierno nueva primavera. Esperar. Tener calma. Amanecer. Y seguir el camino tras la espera. Cantar siempre a la Vida. O callar. Cuando el silencio hable más. O queda hija del Infinito el alma entera. Como el árbol dormir. Luego llenarse de la dicha. Hondísima. Completa. Morir. Nacer de nuevo. Y empaparse de la Luz. Cuando viene. Si quisiera…

15 Quizá con humildad y sencillez conversaremos … Mari Paz Santos Suero Madrid, octubre de 2011 Registro de la Propiedad Intelectual nº: M-008105/2011 Este trabajo no se comercializa. La autora prefiere su difusión libre y gratuita. www.maripazsantossuero-poesia.com


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