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La convertibilidad en Argentina 1. Breve reseña del marco histórico Los desafíos con que comenzó el período democrático (30 de octubre de 1983) después.

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1 La convertibilidad en Argentina 1. Breve reseña del marco histórico Los desafíos con que comenzó el período democrático (30 de octubre de 1983) después de la dictadura (24 de marzo de 1976) podrían ser sintetizados en la necesidad de subordinar a las Fuerzas Armadas al poder civil, la recomposición de las relaciones internacionales del país, la resolución de la cuestión de los derechos humanos, la atención de las demandas sociales y la recuperación de una senda de crecimiento económico. Al comienzo de su gestión, el gobierno de Alfonsín (1983-1989) convocó a otros países latinoamericanos a coordinar acciones por la deuda externa y trató de eludir la aplicación de las recetas ortodoxas del Fondo Monetario Internacional. El fracaso del cártel de deudores, sumado a las presiones de los países desarrollados y el FMI, llevaron al gobierno a encarar un fuerte proceso de ajuste externo y fiscal destinado a no interrumpir el servicio de la deuda externa. Este ajuste exacerbó el conflicto distributivo y la inestabilidad macroeconómica no pudo evitar la moratoria y culminó con la hiperinflación del segundo trimestre de 1989 y que obligó a adelantar en seis meses el traspaso del poder al nuevo presidente electo (lo que se efectivizó en julio de 1989). El gobierno Menem (1989 - 1999) implementó un programa de reformas impulsadas por el Consenso de Washington. En la primera etapa, el énfasis estuvo puesto en la aceleración de la apertura comercial (iniciada a finales de la administración anterior) y el llamado a licitación para las privatizaciones de la ENTEL y Aerolíneas Argentinas.

2 1.1 El Consenso de Washington Fue formulado originalmente por John Williamson en un documento de noviembre de 1989 ("What Washington Means by Policy Reform" traducido "Lo que Washington quiere decir por política de reformas"), un documento de trabajo para una Conferencia organizada por el Institute for International Economics. El propio Williamson cuenta que en ese histórico borrador, incluyó "una lista de diez políticas que yo pensaba eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington y lo titulé el Consenso de Washington". Originalmente ese paquete de medidas económicas estaba pensado para los países de América Latina, pero con los años se convirtió en un programa general. Las economías de la región debían observar/tener/desarrollar los siguientes puntos: 1. Disciplina fiscal 2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público 3. Reforma Impositiva 4. Liberalización de las tasas de interés 5. Una tasa de cambio competitiva 6. Liberalización del comercio internacional 7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas 8. Privatización 9. Desregulación 10. Derechos de propiedad

3 2. El Plan de Convertibilidad En el comienzo de su mandato, Menem y sus ministros Roig y Rapanelli intentaron estabilizar la situación económica con diversos ensayos infructuosos: maxi devaluación con política de ingresos seguido de tipo de cambio flotante, combinados con distintos paquetes fiscales y hasta una conversión forzada de la deuda pública y los depósitos bancarios de corto plazo en moneda doméstica, a bonos en dólares de largo plazo, para frenar un segundo brote hiperinflacionario. Cuando el 1 de abril de 1991 el Ministro de Economía Cavallo (había sucedido a E. González) presentó al país el Plan de Convertibilidad, ya estaba preparado el terreno para un cambio drástico. Se estableció por ley (23928) un régimen de caja de conversión (currency board) que exigía al Banco Central un respaldo de al menos 100 por ciento de la base monetaria con reservas internacionales, lo obligaba a intervenir en el mercado cambiario para sostener la paridad vigente del peso con el dólar estadounidense en un nivel que (luego de una reforma monetaria) sería de 1 a 1, y prohibía la inclusión de cláusulas de indexación en los contratos privados. El nuevo régimen monetario se vio acompañado por una profundización notable del proceso de reformas económicas anunciado al comienzo de la gestión Menem. Entre éstas se destacaron la privatización masiva de las empresas estatales, la drástica apertura de la economía tanto en la cuenta corriente como en la cuenta capital, un fuerte ajuste de las cuentas públicas y la desregulación general de la economía. La velocidad y profundidad de las reformas superaron a las del Chile de Pinochet y convirtieron rápidamente a la Argentina en el “alumno modelo” de los organismos multilaterales de crédito y en el “niño mimado” de las finanzas internacionales.

4 En materia de estabilización, el Plan fue exitoso al lograr una caída muy rápida de la tasa de inflación. Además, indujo un fuerte ingreso de capitales que provocó una baja importante en la tasa de interés, y un aumento del crédito que llevaron a la reactivación de la economía. En el contexto internacional se vio alentado por la baja en las tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal (Banco Central de EEUU) para combatir la recesión en Estados Unidos. Más adelante, el ingreso de capitales persistió por el desarrollo de la burbuja típica de los mercados emergentes, estimulada primero por el ingreso de Argentina al Plan Brady (Plan de ajuste del FMI para los acreedores que implicó una reestructuración en la deuda pública, año 1989/90) y luego por la persistencia y profundización de las reformas estructurales, especialmente, las privatizaciones y la apertura irrestricta a la inversión extranjera. El Banco Mundial y el BID también inyectaron capitales a la economía para apoyar el proceso de reforma. El éxito inicial en términos de crecimiento económico (1991-1998) está estrechamente ligado al comportamiento de la cuenta capital. 2.1 Los primeros problemas Existía un inconveniente muy serio, aunque en aquellos primeros momentos “venturosos” poco lo pudieron describir con nitidez: el nivel del tipo de cambio real que se cristalizó con la estabilización. En efecto, la moneda argentina se había apreciado significativamente en términos reales meses antes del lanzamiento del Plan, debido a la inflación inercial, el proceso de apreciación real continuó en los primeros años y se vio reforzado por la avalancha de capitales del exterior.

5 El daño eventual de esta configuración de precios relativos se vio potenciado por la implementación de la liberalización comercial. Argentina eliminó en este período todas las restricciones no arancelarias a las importaciones (excepto en automotores) y redujo drásticamente la protección arancelaria. Estas medidas exigían un aumento del tipo de cambio real para preservar la competitividad de los sectores productores de bienes comerciables, pero sucedió exactamente lo contrario. En consecuencia, la balanza comercial comenzó a exhibir un déficit que se tornaría crónico. A su vez, la cuenta de rentas de la inversión sufrió un déficit fuertemente creciente debido a la cuadruplicación de los intereses de la deuda externa y a la duplicación de los giros de utilidades de la inversión extranjera. De tal manera, la cuenta corriente tuvo un déficit persistente por encima del 3% del PIB. El daño terrible que sufrirían todos los sectores industriales de bienes transables y comerciables no fue tan evidente al principio del Plan, cuando la demanda se expandía. Pero tendría gravísimas consecuencias más adelante. Muchas empresas reaccionaron frente a la pérdida de competitividad causada por la fuerte elevación de los salarios en dólares, endeudándose para comprar bienes de capital, en general importados, y de esta manera reemplazar mano de obra, lo cual se vio favorecido por las rebajas arancelarias, la apreciación real de la moneda y el aumento inicial del crédito. El componente de insumos importados de los sectores comerciables también se incrementó significativamente. Esto ocurrió tanto en la industria manufacturera como en la agricultura, que adoptó masivamente el paquete tecnológico de granos transgénicos.

6 Estas respuestas tuvieron un efecto negativo sobre el empleo, que se sumó a la reducción de personal de las empresas privatizadas y los planes de retiro voluntario de empleados del gobierno central. La consecuencia paradójica fue el crecimiento sistemático de las tasas de desocupación y subocupación desde 1992, aun cuando el nivel de actividad se expandía vigorosamente. Argentina pasó de ser un país con tasas de desocupación bajas de un dígito, a tasas altas de dos dígitos que superaron el 18% en la recesión de 1995. El desempleo, con sus efectos sobre la pobreza y la distribución, se convirtió el principal problema económico y social del país. Inicialmente hubo dos factores externos que compensaron parcialmente el daño causado por la apreciación real del peso a los sectores comerciables. La fuerte elevación de los precios internacionales de exportación benefició al sector agropecuario, mientras que la puesta en vigencia del MERCOSUR y el ulterior lanzamiento del Plano Real que apreció fuertemente la moneda brasileña, tuvieron un impacto positivo en la industria argentina. No obstante, el problema de precios relativos se vio reforzado por otros factores. La privatización de servicios públicos, que son monopolios naturales sin marcos regulatorios adecuados, los encareció significativamente. Por otro lado, la desregulación del sector financiero, la privatización de los bancos de los estados provinciales y los contagios de las sucesivas crisis de los mercados emergentes, favorecieron un proceso de concentración y desnacionalización del sistema financiero que terminó con la otrora importante banca privada nacional y la banca cooperativa, a la vez que redujo el peso de la banca pública.

7 El Banco Central de la República Argentina alentó entusiastamente este proceso alegando que fortalecería al sector. Como resultado, se agravaron los problemas de racionamiento crediticio por información asimétrica, y el costo real del crédito aumentó. Otro problema serio de la convertibilidad fue la dolarización progresiva del sistema financiero. La participación de los préstamos en dólares en el total se duplicó hasta alcanzar casi el 80%, mientras que la de los depósitos llegó al 70%. En este sentido, la estabilidad de precios no revirtió la dolarización de los ahorros locales. Al contrario, el gobierno la oficializó y favoreció aún más al reconocer al dólar como moneda de curso legal a la par del peso, facilitar el desarrollo de un mercado financiero de depósitos y préstamos en dólares, y por el seguro de cambio implícito en la convertibilidad. Obviamente, la dolarización del sistema financiero incrementaba dramáticamente los costos de una devaluación eventual; para el gobierno era una forma de “quemar las naves”, una señal que en su visión debía reforzar la credibilidad del régimen. Una paradoja importante de la caja de conversión fue el alto nivel de las tasas reales de interés, especialmente, desde 1995 en adelante. Por ejemplo, la tasa real de interés en dólares de empresas de primera línea de tres meses (un piso para las demás tasas de interés) no bajó del 9% anual de 1995 a 1998, y subió luego de manera sostenida hasta niveles del 30% a fines de 2001. Este comportamiento de la tasa de interés debe ser motivo de reflexión ya que la principal promesa de la liberalización financiera con apertura de la cuenta capital ha sido la de asegurar un abaratamiento del crédito.

8 2.2 Principio del Fin “Dicen los científicos y biólogos que si colocamos un reptil dentro de una olla con agua natural, y la ponemos al fuego lento, este no notaría que se está muriendo cocinado… algunas sociedades parece que tienen comportamientos similares“ Anónimo El éxito de la convertibilidad dependía del comportamiento de la cuenta capital del balance de pagos. La entrada de capitales se revirtió desde 1998. La crisis de Asia Oriental y el default ruso cambiaron el humor de los mercados internacionales de capital respecto a los regímenes de tipo de cambio fijo. La reversión del alza de los precios internacionales a partir de 1997 agregó un elemento de desconfianza originado en la economía real. Finalmente, la crisis de Brasil, el principal de socio comercial de Argentina, tuvo un efecto devastador, especialmente, en la industria manufacturera. Así, la economía comenzó a mediados de 1998 la recesión más larga que, cuando devino depresión en 2001, arrastró consigo la convertibilidad y dos presidentes. La recesión llevó a un progresivo deterioro de la situación fiscal. El presidente De la Rúa (1999 2001) implementó subas de tasas impositivas y recortes de salarios y jubilaciones que profundizaron la recesión pero no alcanzaron a restablecer la “confianza”. En 2001, el financiamiento externo se interrumpió abruptamente y la fuga de capitales llevó a una caída de 12 mil millones de dólares de las reservas internacionales del Banco Central. La drástica contracción monetaria causada por la evaporación de las reservas internacionales llevó a la depresión y la crisis del sistema financiero. La depresión incrementó sustancialmente el desempleo y la pobreza. La crisis bancaria se originó en la mora creciente en las carteras de préstamos y la fuga de depósitos que se convertían en dólares.

9 El papel del Banco Central como prestamista en última instancia estaba severamente limitado por el régimen de caja de conversión. El FMI suspendió el apoyo a la Argentina, inaugurando el enfoque Krueger-Rogoff de no intervención en las crisis financieras para evitar el “riesgo moral”. En este cuadro, los bancos extranjeros solicitaron al gobierno la imposición de severas restricciones al retiro de depósitos, en lugar de recurrir al respaldo de sus casas matrices. A comienzos de diciembre de 2001, el gobierno accedió implementando el “corralito”, un feriado cambiario de duración indefinida y restricciones a la compra de divisas. Así terminó de facto no sólo la convertibilidad de pesos en dólares sino también la de depósitos en efectivo. Las medidas generaron un masivo rechazo que a través de los “cacerolazos” y manifestaciones callejeras que condujeron a la caída de De la Rúa y el reclamo “que se vayan todos”. En su fugaz paso por la presidencia, Rodríguez Saá (ejerció el cargo durante siete días desde el 23 de diciembre de 2001) decretó lo que los “mercados” habían anticipado y precipitado varios meses antes: la moratoria de la deuda externa con los acreedores privados. 2.3 La salida de la convertibilidad A principios de enero de 2002, el presidente interino Duhalde (2002 – 2003) oficializó el fin de la convertibilidad devaluando la moneda y eliminando el requisito de respaldo en reservas internacionales para la base monetaria. Sin embargo, la crisis política y económica heredadas, el abandono de la comunidad financiera internacional, sumados a la falta de preparación de una salida ordenada de la convertibilidad, llevaron a un proceso de ajuste caótico que tuvo un costo social enorme.

10 Inicialmente, el nuevo ministro de economía Remes Lenicov, desdobló el mercado cambiario. Se fijó en $1,40 la cotización del dólar oficial y creó un mercado de flotación libre. Paralelamente, se congelaron en pesos las tarifas de los servicios públicos privatizados que estaban fijadas en dólares. El problema más serio era qué hacer con los contratos financieros formulados en dólares, es decir, la mayoría de los préstamos y depósitos del sistema. El gobierno decidió pesificar los depósitos y préstamos en dólares a la cotización de $1,40, ajustarlos ulteriormente por el índice de costo de vida, y fijarles una tasa de interés baja. Los préstamos hipotecarios, de consumo personal o de PYMEs, de montos menores otorgados por los bancos, se pesificaron a $1 y se ajustaron según un índice de salarios nominales. Las restricciones al retiro se generalizaron a todos los depósitos, se prohibió la transferencia de depósitos entre bancos y cuentas, (presumiblemente por presión de los bancos que se encontraban en situación más frágil) y se anunció un cronograma de devolución de depósitos que llegaba hasta 3 años y medio. Los ahorristas rechazaron estas restricciones conocidas como “corralón” y la pesificación de sus depósitos a $1,40 mientras el dólar libre se cotizaba a más de $2. Por otro lado, un grupo de grandes empresarios presionó con éxito al gobierno para lograr la pesificación de sus deudas a $1. La resultante pesificación asimétrica de préstamos y depósitos tuvo un gran costo fiscal y un impacto político muy negativo, porque fue percibida como injusta y transmitió la imagen de un gobierno débil.

11 En esta situación muchos ahorristas presentaron recursos de amparo para hacer efectivo sus depósitos o para recuperar los dólares originalmente depositados. En numerosos casos sus reclamos fueron reconocidos por la Justicia. Esto complicó el manejo de la política monetaria que debió incrementar fuertemente los redescuentos a los bancos que habían devuelto depósitos por orden judicial. Entretanto, los depósitos del sistema seguían cayendo por los resquicios del “corralito” y el “corralón”, mientras que las reservas internacionales del Banco Central disminuían por la persistencia de la fuga de capitales. Ante la carrera ascendente del dólar, el gobierno impuso impuestos a las exportaciones de productos primarios. La fuerte suba del dólar se realimentó por dos factores: la renuencia de los exportadores a liquidar divisas, y la actitud del FMI y los países desarrollados que dejaron a la Argentina librada a su propia suerte. Mientras el gobierno mostraba la disposición a tomar cualquier medida con tal de alcanzar un acuerdo con el FMI, el organismo multilateral agregaba progresivamente nuevas condiciones previas a la discusión del acuerdo. Por ejemplo, a pedido de los bancos extranjeros el Fondo demandó la derogación de la ley de subversión económica y la modificación de la ley de quiebras; estos cambios fueron finalmente aprobados por el Congreso. Mayores consecuencias tuvo la exigencia del Fondo de unificar y liberar totalmente el mercado cambiario en el peor momento de la crisis, sin otorgar a cambio respaldo alguno cuando el gobierno no contaba aún con instrumentos de manejo de la política monetaria debido a la situación del sistema financiero.

12 El resultado de cumplir con la exigencia del Fondo fue provocar una escalada del dólar que llegó a $3,85 en marzo de 2002. Así Argentina se hundía en su peor depresión mientras el secretario del Tesoro de Estados Unidos (Paul Oneil) y la principal economista del Fondo (Anne Kruger) deploraban la falta de un programa sostenible, lo cual obviamente no era independiente del apoyo que retaceaban. La disparada del dólar, la persistencia de la crisis económico-financiera y la falta de apoyo del Fondo, precipitaron la caída del ministro de economía Remes Lenicov. Su sucesor, Lavagna, adoptó medidas que aliviaron la presión sobre el mercado de cambios, forzando la liquidación de divisas de los exportadores e imponiendo algunas restricciones a la compra de dólares. También logró normalizar la situación financiera levantando el “corralito” (diciembre de 2002) y el “corralón” (marzo de 2003). En el delicado caso de los depósitos en dólares, los ahorristas pudieron disponer del valor pesificado a $1,40 e indexado por el IPC, mientras que la diferencia entre este valor y la cotización de mercado del dólar se canjeó por bonos del gobierno a 10 años. Por su parte, los depósitos del sistema financiero se empezaron a recuperar desde mediados de 2002. Entretanto, el nivel de actividad económica empezó a recuperarse, especialmente en los sectores de bienes transables y de la construcción, de manera gradual a partir del segundo trimestre de 2002, y con más vigor en 2003. El sector agropecuario se vio favorecido no sólo por la inédita suba del tipo de cambio real sino también por el alza de los precios internacionales. La reactivación de la industria manufactura operó principalmente por sustitución de importaciones.

13 Lavagna manejó la negociación con el FMI con un estilo diferente. Cuando en noviembre de 2002, en medio de una impasse en las tratativas con el Fondo, vencieron 805 millones dólares adeudados al Banco Mundial, el gobierno argentino sólo desembolsó los 79 millones correspondientes a intereses. La situación económica en 2002, pleno período de salida y transición pos convertibilidad, era de una gravedad sin comparación en toda la historia de la República Argentina. Solo por dar un ejemplo: el PIB per cápita de ese año, retrocedió al nivel de 1991, el año de inicio de la convertibilidad, pero con tasas de desempleo del triple, y salarios reales muy inferiores. No solo la Argentina se daba el lujo de “perder” una década, sino que agravaba su situación social, se encontraba más endeudado y sin el ahorro nacional de todos los argentinos, los activos de empresas y servicios en manos del Estado, que habían sido privatizados o liquidados en la década del 90. Semejante performance y herencia del neoliberalismo argentino, llevó a los niveles de pobreza e indigencia a multiplicarse por factores de 2 y 5, respectivamente, en relación a 1991. De cómo deberán responder los responsables de esta tragedia y sus principales ideólogos (los Organismos Financieros Internacionales que felicitaban al país) no vamos a hablar porque excede el marco de la materia, pero evidentemente debe invitarnos a la reflexión. En párrafos siguientes mostraremos qué tiene que decir los técnicos del FMI sobre este final de la convertibilidad.

14 2.3 La explicación del FMI Fechado en octubre de 2005, la Oficina de Evaluación Independiente del FMI (OEI) realiza un informe para explicar lo que había pasado con el mejor alumno del Organismo. Comienza con el siguiente comentario: “La crisis Argentina de 2000-02 fue la más severa de las recientes crisis monetarias. Con la economía en su tercer año de recesión, en Diciembre de 2001, Argentina declaró el default de su deuda soberana y a comienzos de Enero de 2002 el gobierno abandonó el régimen de la convertibilidad, bajo el cual el peso tenía una paridad fija con el dólar de 1 a 1 desde 1991. La crisis tuvo un efecto económico y social devastador, he hizo que muchos observadores se cuestionaran el rol que jugó el FMI en la década anterior, período en el que estuvo permanentemente en contacto con el país a través de 5 acuerdos sucesivos”. Sobre las políticas económicas de la década del 90 la OEI en su informe mencionaba: · los programas de desregulación y de privatizaciones de comienzos del 90, y en particular el conjunto de medidas adoptadas en Noviembre de 1991, aseguraban que los precios de la mayoría de los bienes y servicios fueran razonablemente flexibles; · pero la flexibilidad de los precios a la baja solamente puede ser alcanzada si los salarios son flexibles a la baja... lo que además contribuiría al descenso del desempleo; · Más difícil de explicar es el hecho que el rápido crecimiento de Argentina no se tradujo en una reducción del desempleo durante los 90 indicaba que continuaban las ineficiencias del mercado laboral.

15 En uno de sus párrafos el informe menciona "...el FMI dio el apoyo financiero para solventar la convertibilidad inclusive en 2001 (…) Los fondos empleados en preservar dicha situación podrían haber sido mejor empleados en cubrir parte de los inevitables costos de salida, si el FMI hubiera detenido antes los desembolsos que apoyaban una estrategia que no era sustentable...". Según el informe la responsabilidad recae sobre el Directorio del organismo al no haber cumplido plenamente con sus responsabilidades por no contemplar este tipo de situaciones. Evolución de la deuda externa 1975 – 1983 (millones de dólares) 197519761977197819791980198119821983 7.8758.2609.67912.96019.03427.07235.67143.63445.087 Fuente: Banco Central de la República Argentina. (BCRA)

16 199019911992199319941995199619971998199920012002 1 8.4067.37811.29241.92647.42158.34168.84174.05478.21285.80493.07997.315 2 8.2227.9627.10410.50111.89415.38416.36716.79019.12220.31121.76432.362 3 8.1548.8169.0019.55910.73111.61410.1628.1047.4555.9184.5614.477 4 30.94432.87430.2651.1801.5671.8161.4521.4233.6465.0292.4612.015 5 000000003.2954.1745.1086.746 6 1.8511.8111.0835805876172837316286411.0451.537 TOTAL 57.58258.84158.74563.74672.20087.77297.105101.101112.358121.877128.018144.453 LA DEUDA EXTERNA ARGENTINA Cuadro 1: Evolución del stock de la deuda pública bruta de la Argentina, 1990- 2001 (millones de dólares a fines de cada período) Referencias: 1. Títulos Públicos 2. Organismos Internacionales 3.Deuda Bilateral 4. Banca Comercial 5. Deuda de Corto Plazo 6. Otros Acreedores Nota: el stock de deuda en títulos públicos a fines de 2001 incluye el canje concretado en noviembre de dicho año de algunos bonos por préstamos garantizados. Fuente: La Deuda Externa Argentina. Matías Kulfas y Martín Schorr.

17 El enfoque político económico Las ideas y políticas dominantes en los años 90, dan como balance lo que los especialistas llaman “crisis y ruptura” del influjo de esas ideas y políticas, en nuestro país. El paradigma globalizador del nuevo orden mundial, fue progresivamente naufragando a la luz de diferentes oleadas de crisis económicas estructurales, iniciadas con la devaluación mejicana el 20 de diciembre de 1994 (efecto tequila), siguiendo en el sudeste asiático en 1997, la crisis rusa en el 98 y la brasileña (efecto caipirinha) en 1999, todas ellas potenciadas por la gran volatilidad de capitales, retiros generalizados y gran impacto en economías emergentes, especialmente la Argentina. Indudablemente el fin absoluto recién llegará a partir de mediados del año 2008, con la crisis en los EEUU del paradigma neoliberal a escala mundial. Finalmente, el concepto del “fin de la historia y la muerte de las ideologías”, entra en crisis definitivamente. El autor de esta sentencia tan aceptada en los 90, fue Francis Fukuyama (empleado norteamericano-japonés del Departamento de Estado nacido en 1952), que las había escrito teniendo como telón de fondo la caída del Muro de Berlín (9 de noviembre de 1989) y el desmembramiento de la Unión Soviética, en un artículo que recorrió las geografías más distantes del planeta y en el que confirmaba que estábamos asistiendo al entierro de una época del mundo dominada por la lógica del conflicto, para dejar paso a la entrada en la era de la expansión ilimitada y definitiva del mercado y de la democracia liberal. Con la caída de las torres gemelas(11 septiembre 2001) y las invasiones de Afganistán (2001) e Irak (2002) y la sucesión de crisis económicas que registradas a partir de mediados de los 90, esta teoría comienza a ser cuestionada y en nuestros días pocos la creen sustentable.

18 A partir de esta situación, el complejo ambiente internacional, va mutando hacia un escenario político, ecológico, social, incierto y peligroso, dominado por fundamentalismos de distinto tipo; que podríamos definir como el terrorismo, por un lado y la doctrina del “destino manifiesto”, por otro, en un marco de concentración de riquezas para ciertos sectores y países y de creciente exclusión y pobreza para la mayor parte de la humanidad. La Argentina de principios de siglo XXI En nuestro país, el fracaso de estos paradigmas, se manifestó en la crisis económica, social y política más profunda de la historia argentina contemporánea, estallido que se produjo el 19 y 20 de diciembre de 2001. Ya hemos visto algunas cuestiones básicas del modelo en materia económica. Ahora bien, como siempre se ha dicho desde el comienzo de este curso, las políticas económicas son apenas una herramienta de la política y, como es de esperar, en el ámbito de política exterior argentina se registran cambios estructurales paralelos y de magnitud tan trascendental como los otros a partir de 1990, más allá de que el inicio fuera 1976, indudablemente. Entre otras, la reforma del Estado, las privatizaciones de servicios públicos y empresas estatales y la desregulación y apertura de la economía abre el paso a un indiscriminado flujo de capitales provenientes del exterior, en pleno auge de la globalización financiera y en la euforia de la caída del muro de Berlín y del fin del comunismo soviético, aumentando en forma irresponsable el ya gigantesco endeudamiento externo del país, en gran parte ilegítimo y usurario.

19 La aplicación de este modelo, tuvo su expresión más importante en el plan de convertibilidad de 1991, ancla cambiaria que permitió el libre movimiento de capitales sin ningún tipo de control. Pero, también, en la adopción de una política de "alineamiento automático" con los EEUU, sustentada en los postulados del llamado "realismo periférico". Este alineamiento expresaba, entre otras cosas, la relevancia adquirida por los acreedores externos y el rol de organismos internacionales (FMI, Banco Mundial) en el funcionamiento de la economía argentina, así como nuevos procesos de concentración del poder económico local y extranjero basados en el sector financiero. Esta política de subordinación no se tradujo en ninguna ventaja apreciable para la Argentina, como lo demuestra el escaso o nulo poder de negociación que se tuvo en la crisis de la deuda y el default. El “mejor alumno” no fue recompensado en modo alguno.

20 La crisis actual: Oportunidad y desafíos El primer desafío es aprovechar esta situación global para llevar adelante una política exterior que responda a los intereses del país. A modo de síntesis, los principales rasgos del contexto internacional se expresan en la política exterior de la superpotencia estadounidense, que incluye el uso unilateral de la fuerza militar y el concepto de “guerra preventiva” provocando el rechazo mayoritario de la opinión pública mundial; en la ampliación de la Unión Europea, como modo de contrabalancear económica y políticamente el poder militar norteamericano; en la presencia de China y otros países en desarrollo, como nuevos actores mundiales; en una severa recesión económica, que afecta también a los Estados Unidos; y en un debilitamiento del orden jurídico y de las principales organizaciones políticas internacionales. En este marco es decisivo revalorizar a la Argentina como nación y a partir de allí afirmar el Mercosur, que constituye la herramienta más importante para encarar nuestras relaciones con el resto del mundo. En verdad, el desmoronamiento de las políticas neoliberales en el Cono sur y la profundidad de las crisis que dejaron como secuela reabren en toda la región el debate sobre las características de un nuevo modelo de desarrollo sustentable. Tal vez, el resultado más evidente haya sido la inviabilidad de pensar la integración primordialmente desde el comercio, dejándolo modelar la estructura productiva y los lazos institucionales.

21 Históricamente, en los países que complementaron un proceso común exitoso, como la Unión Europea, el comercio exterior fue sólo un aspecto más que acompañó el afianzamiento de instituciones políticas, económicas y culturales. Debemos recordar que la UE (establecida el 1 de noviembre de 1993) es en realidad la continuación de la Comunidad Europea, que se iniciara a mediados de los años 50 del siglo pasado. Es decir que se trata de un proceso integrador de casi 50 años de duración, que fue integrando paulatinamente países, que hoy suman 27 y que seguramente se irán incorporando otros de la región del Este y los Balcanes. El MERCOSUR, por su parte se pondría en marcha en 1985 en la ciudad de Foz do Iguazú, alcanzando en el Tratado de Asunción de 1991 su actual nombre y en 1994, en la ciudad brasileña de Ouro Preto logró su definitiva personería y formato jurídico, siendo su inicio formal en 1995. Recién a partir de 1999 comenzó a regir el arancel común. Tiene 4 países como miembros plenos (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y 6 estados asociados (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) aunque este último ya solicitó su membrecía plena y se encuentra en pleno proceso de integración. México tiene acuerdos comerciales con el Mercosur y está trabajando en un proceso integrador con el bloque, aunque algo más retrasado. Las características del mundo actual y el retroceso productivo que sufrió Argentina en el último cuarto de siglo nos muestran que replegarse sobre el mercado interno ya no alcanza, lo que no significa firmar acuerdos de libre comercio sin atender su impacto interno, tal como planteaba el ALCA hasta que fuera terminado en la histórica IVº Cumbre de las Américas en Mar del Plata, los días 4 y 5 de noviembre de 2005.

22 Aunque tanto los EEUU como la Unión Europea pueden ser, con un cambio claro en las reglas del juego, dos socios comerciales de importancia, los vínculos con ambos no eximen a Argentina de formular una política que ponga el acento en el propio espacio de integración regional y sirva para lograr un proceso de desarrollo autosostenido. La incapacidad por parte de la vigente estructura agroexportadora de incorporar al proceso de producción y consumo a vastos sectores de la población actualmente excluidos, torna indispensable la puesta en marcha de mecanismos que, junto con el tipo de cambio alto, palanqueen la reindustrialización del país. En este punto, la redefinición de los objetivos y el espacio del Mercosur, a partir sobre todo de alianza estratégica con Brasil, puede jugar un rol de primera magnitud. Se trata de pensar un proyecto compartido, que apunte a interrelacionar más estrechamente las cadenas de generación de valor, estableciendo complementariedades, especialmente en el sector industrial, que potencien los procesos internos de desarrollo. En ese marco, no se trataría, tan sólo, de reducir las barreras arancelarias o de fijar tarifas externas comunes, sino de adoptar medidas consensuadas para apuntalar la producción en toda la región. Esto se fortalecería con la convergencia de las políticas macroeconómicas, la resolución conjunta de los problemas del endeudamiento externo y de la financiación de inversiones, la potenciación de programas de investigación y desarrollo y de políticas sociales y de empleo, y la formulación de una política internacional común. Pero no se pueden plantear estos objetivos al margen de la progresiva creación de instituciones regionales políticas, económicas, jurídicas, educativas y culturales, recordando que la unión política y cultural es tan importante como la económica.

23 En este sentido es bueno destacar que se están dando los primeros pasos. El Banco del Sur, propuesta del gobierno venezolano a la que suscribieron Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay, y que cuenta con una suscripción de 20.000 millones de dólares, que plantea en si mismo una alternativa nada menos que al FMI, el BM y el BID, o el Sistema de Moneda Local (SML) acordado por los Bancos Centrales de Brasil y la Argentina en la que las operaciones comerciales entre empresas (especialmente Pymes) se puede realizar en pesos y reales, muestran una clara tendencia de autonomía e intenciones de recorrer un camino compartido con nuestros socios regionales. Junto con la necesaria expansión del Mercosur, integrando al resto de los países de la región es imprescindible la participación en todos los Foros Internacional, reclamando un cambio en las reglas del juego en el comercio mundial, eliminando proteccionismos perversos y aplicando normas de mayor reciprocidad. También, por impulsar el establecimiento de nuevas reglas financieras internacionales a fin de resolver los injustos y usurarios procesos de endeudamiento externo, incluyendo el control generalizado de capitales y exigiendo que los organismos financieros internacionales se orienten a ayudar a los países en desarrollo y a eliminar la pobreza y las desigualdades sociales y no a aconsejar políticas de ajuste. Por otra parte, la negociación con los diferentes bloques debe hacerse procurando diversificar las relaciones económicas y comerciales: si el seguimiento de los vínculos con las grandes potencias es una cuestión de todos los días por su peso específico, estratégicamente urge reforzar los lazos con América Latina en su conjunto, los gigantes asiáticos y las naciones africanas que están frente a nuestras costas.

24 “[...] En ninguna otra parte el progreso ha sido tan drástico como en la Argentina, donde el resultado de las reformas económicas ha excedido las previsiones más optimistas. En efecto, los déficit fiscales se convirtieron en excedentes, la inflación cayó de cuatro dígitos a uno, la inversión aumentó y miles de millones de dólares de capital privado llegaron al país [...]. El panorama económico de este país ha sido transformado y un futuro próspero ilumina el horizonte” NICHOLAS BRADY, agosto de 1993 “La deuda pública será insignificante hacia fin de siglo” DOMINGO CAVALLO, 1993 “La crisis argentina debería hacernos recordar la imperiosa necesidad de reformar el sistema financiero mundial, y por una profunda reforma del FMI es por donde deberíamos comenzar” JOSEPH SITGLITZ, 2001 “Ayudas como las del FMI convierten a la Argentina en un toxicómano” MARK WEISBROT, 2001 “¿Por qué el dinero que yo pago de impuestos en Estados Unidos debería ir a la Argentina, si luego Duhalde y los empresarios se lo llevan a Miami?” RUDIGER DORNBUSCH, marzo de 2002 “Deben poner en marcha políticas económicas que aseguren que, cuando llegue la asistencia, produzca algo bueno y no simplemente que se marche del país hacia cuentas en bancos suizos” PAUL O’NEILL, julio de 2002


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