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Publicada porIgnacio Cárdenas Luna Modificado hace 8 años
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VI Domingo de Pascua
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1 Por favor apague su celular
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Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles Hch 15, 1-2. 22-29
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En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían
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salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; al fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar
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el asunto con los apóstoles y los presbíteros. Los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana, juzgaron oportuno elegir a algunos de
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entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Los elegidos fueron Judas (llamado Barsabás) y Silas, varones prominentes en la comunidad.
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A ellos les entregaron una carta que decía: “Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los hermanos de Antioquia,
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Siria y Cilicia, convertidos del paganismo. Enterados de que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, los han alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras
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hemos decidido de común acuerdo elegir a dos varones y enviárselos, en compañía de nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo, que han consagrado
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su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, quienes les trasmitirán, de viva voz, lo siguiente:
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El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación
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y de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien’. Los saludamos”.
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Te alabamos SEÑOR Palabra de Dios
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Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya. SALMO 66
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Ordinario Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvación
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Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.
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Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. / R
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Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.
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Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios Y que le rinda honor el mundo entero. / R
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Que te alaben, Señor, todos los pueblos. Aleluya.
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( Apoc 21, 10-14. 22-23 ) Lectura del libro del Apocalipsis según San Juan
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Un ángel me transportó en espíritu a una montaña elevada, y me mostró a Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo, resplandeciente con la gloria de
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Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa, como el de un diamante cristalino. Tenía una muralla ancha y elevada, con doce puertas
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monumentales, y sobre ellas, doce ángeles y doce nombres escritos, los nombres de las doce tribus de Israel. Tres de estas puertas daban al oriente, tres al norte, tres al sur y
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tres al poniente. La muralla descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.
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No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios todopoderoso y el Cordero son el templo. No necesita la luz del sol o de la luna, porque la
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gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.
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Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
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El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. Aleluya, Aleluya R. Aleluya, Aleluya.
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Lectura del santo Evangelio según San Juan. (Jn 14, 23-29) A Gloria a ti, Señor
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Ordinario En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no
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Ordinario cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el
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Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho. La paz les dejo, mi paz
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Ordinario les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya
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al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”.
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Palabra del Señor A Gloria a ti Señor Jesús
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Oraciones de los Fieles
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S : Unánimes, como los discípulos en oración con María la madre de Jesús, pidamos el Espíritu de la verdad para poder dirigir a Dios Padre una oración completa por las necesidades de sus hijos.
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos Digámosle:
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Oremos por todas las reuniones sinodales o pastorales que se organizan en la Iglesia, para que a imagen de la primera comunidad, lleguen a decisiones unánimes y consensuales a favor de todo el pueblo de Dios
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos
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Oremos por las personas que sufren discriminación o el desprecio de la sociedad, para que nosotros, sin importar la raza o la condición social de cada persona, les mostremos nuestra solidaridad cristiana,
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos
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Oremos por nuestras ciudades tan frecuentemente sacudidas por la inseguridad y el desempleo, para que la lámpara del Cordero que es Cristo ilumine cada corazón y les inspire trabajar en favor de la paz
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos
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Oremos en este día internacional del trabajo por las personas desempleadas, por aquellas que son explotadas y por quienes no obstante sus esfuerzos, no logran reunir lo necesario para cuidar de los suyos.
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos
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Oremos por las familias y los estados que viven situaciones de conflicto, para que la paz que nuestro Señor Jesucristo nos ha dado sea aceptada y conduzca los corazones a la reconciliación,
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Señor, tu que nos envías el espíritu consolador, escúchanos
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S : Danos tu paz, Señor, y que el Espíritu nos convierta en verdaderos oyentes de tu palabra, para poder dirigirte una oración conforme a tu voluntad. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos
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Amén
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