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Un coloso con artritis: Iberia en el siglo XVII
Los mil rostros de la divinidad Historia, arte y espiritualidad en el nacimiento de la Modernidad Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
Índice de la sesión La reina de ultramar: la herencia de Felipe II Un costoso siglo de oro La forja de un catolicismo ¿retrógrado? Se apaga la luz de los Austria: la guerra de sucesión española Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Felipe II: el imperio sin límites
En septiembre de 1598 moría Felipe II dejando tras de sí un imperio en crisis financiera y una estructura administrativa que, si bien había iniciado como de vanguardia, parecía aferrarse a un modelo social que se desmoronaba Nápoles y Milán, recibidas de su padre, Portugal y sus colonias, tomadas por la fuerza, Aragón y sus colonias defendiendo sus privilegios y, una Castilla que veía pasar los metales preciosos de América hacia los bancos holandeses, alemanes y genoveses, no podían mantener las constantes guerras europeas en las que se veía envuelto este defensor de la fe verdadera (especialmente en contra de las Provincias Unidas y de Inglaterra) El Renacimiento español (Cervantes y Lope de Vega; Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, Luis de Granada) parecía destinado a transformarse en un hermoso monumento al pasado, en un encierro casi monástico, como el Escorial en que fallecía el soberano Sofonisba Anguissola, Felipe II, Óleo de 1573, Museo del Prado Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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La herencia de Felipe II
Felipe III, el heredero, recibirá a los 20 años de edad un endeudado imperio, lo que le obligará a ceder mucho más poder a las Cortes castellanas ( ) Dejando mucho de la administración en manos del ávido Duque de Lerma, Felipe gozará de la cacería, del teatro y de la pintura. Únicamente cuando la corrupción es evidente, Felipe iniciará una serie de castigos llevando a Lerma a ‘esconderse’ tras un capelo cardenalicio Afortunado en sus alianzas extranjeras, Felipe III saldrá bien librado de la Guerra de Treinta años y logrará una interesante alianza matrimonial con Francia Al igual que su padre, Felipe entiende que ser español es ser católico. NO quiere decir que ni el rey ni la población no cuestionaran las prácticas religiosas; sin embargo, el catolicismo hispano es parte de una identidad político-social Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
El siglo de oro barroco El fracaso del optimismo renacentista se hace patente en las letras españolas durante los 1600s. Desde la crítica del Ingenioso hidalgo de Cervantes hasta el piadoso pesimismo de La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, la literatura en lengua castellana se enriquecerá con temas de fuerte connotación social pero, sin complejos triunfalistas Desde las complejas pero amenas intrigas de Tirso de Molina hasta la socialmente rebelde Fuenteovejuna de Lope de Vega, los nuevos personajes reflejarán la evaluación de la sociedad de su época: girando entre el moralismo que quiere restablecer un orden perdido, hasta el cínico caso de una novela picaresca que parece perder la esperanza A diferencia de otros escritores más antiguos o extranjeros, la literatura española cuidará mucho de no ofender a la institución católica, ¿temerosos al juicio de la Inquisición? Bartolomé Esteban Murillo, muchachos comiendo uvas y melón, , Munich Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Celebración del ingenio: barroco y lenguaje
Durante el reinado de Felipe III, la Corte se divertía con las burlas de dos grandes de la lengua, auténtica celebración al ingenio Luis de Góngora ( ), sacerdote (tal vez por conveniencia) que vivirá regañado por su obispo y endeudado debido a su afición por las cartas. Representa el culteranismo, un regodeo de palabras para referirse a unas pocas ideas, multiplica las referencias ‘cultas’, gusta del hipérbaton, crea neologismos. Francisco de Quevedo ( ), por su parte, es el niño educado cerca de la Corte. Su mordaz sátira (“Érase un hombre a una nariz pegado…”, contra Góngora; contra Ruiz de Alarcón) caracteriza la corriente llamada conceptualismo: pocas frases con denso significado o significados, gusto por la elipsis y por la anfibología ¡No olvidemos que son los maestros de nuestro idioma! Los textos religiosos y profanos están llenos de ese barroquismo lingüístico que les vuelve más poéticos que sociales Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
Índice La reina de ultramar: la herencia de Felipe II Un costoso siglo de oro D. Velázquez, la reina Mariana de Austria, óleo de , Prado D. Velázquez, Retrato del rey Felipe IV, óleo de 1631, National Gallery Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Olivares: un desperdiciado talento
D. Velázquez, Conde-duque de Olivares a caballo, Óleo ca. 1634, Museo del Prado Desde la coronación de Felipe IV en 1621, la política hispana quedó en manos del valido Gaspar Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares Las ideas claras de reforma de este hombre chocarán contra los intereses de la nobleza (la reforma moral sugerida tuvo cierto apoyo; los cambios en la recaudación [incluidas las propiedades eclesiales], evidentemente, no). Cuando España se encuentra más necesitada de recursos (guerra europea), América latina sufre un estancamiento en producción, Castilla está endeudada y Cataluña, Aragón, Portugal y Andalucía en rebelión: todo ello provocará la caída de Olivares Sin el talento administrativo y la piadosa vida de Olivares, España parece condenada a quedarse atrás, a ser vista como un lastre para la modernización que inicia en Inglaterra y Francia Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Víctimas de una pésima economía
La colonización de América con sus beneficios en las importaciones del siglo XVI le permitieron a una cómoda nobleza hispana dedicarse a ‘no cambiar’ La Corona irá centrando cada vez más su atención en los metales, apoyando un sistema mercantilista de fuerte corte intervencionista: en lugar de permitir una mayor participación de compañías comerciales, el Rey trata de controlar todos los puertos y toda la producción de metales preciosos (por ejemplo, con el monopolio del mercurio o azogue necesario para la extracción de plata) Los latifundistas americanos vivirán cada vez más alejados de las leyes buscando sus propios beneficios, además, buscando alternativas a esos monopolios. Reproduciendo en las colonias, un ideal cortesano de mucho poder y poco trabajo personal La caída en producción de plata en los 1630s estará, en buena medida, provocando la crisis económica sentida en toda Europa. Si bien la economía se restablecerá, será tarde para la Madre Patria Víctimas de una pésima economía Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Las hijas demandan libertades
El siglo diecisiete latinoamericano atestiguó el crecimiento de una capa social inconforme: los criollos (como Juana Inés de la Cruz; Juan Ruiz de Alarcón o Carlos Sigüenza) Si el idioma castellano, la religión católica, barroca, la educación al modo de los jesuitas, y la cultura parecen copiar al modelo español, notamos un incremento en las molestias de grupos económicamente favorecidos (en muchas ocasiones, educados en colegios jesuitas), la Modernidad les está siendo negada El orgullo criollo es evidente en la canonización de Rosa de Lima o en la literatura de las apariciones de Guadalupe. América Latina busca oportunidades y, la ‘Madre Patria’ no está poniendo atención Tristemente y, a pesar de ciertos avances tecnológicos, la mentalidad colonial repetía un modelo socio-económico casi feudal: fuerte dependencia del trabajador al suelo, esclavismo… La población indígena se recuperaba del golpe demográfico y económico; en su mayoría permanecía en relativa calma (excepciones siempre existieron: los yaqui, los pueblo…) Diego Quispe Tito, sagrada familia, Escuela cuzqueña, ca. 1675 Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
Índice La reina de ultramar: la herencia de Felipe II Un costoso siglo de oro La forja de un catolicismo ¿retrógrado? Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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La esencia contrarreformista: España
Cristóbal de Villalpando, Dolorosa, 1680, El Carmen, Guadalajara Ni ardientes místicos como Teresa o fray Juan, ni celosos evangelizadores como Ignacio o Francisco Javier adornarán la iglesia hispana del diecisiete No por falta de santos (ahí tenemos a un José de Calasanz, fundador de las Escuelas pías en Roma), ni por falta de compromiso (constante flujo de misioneros hacia América) sino por un obsesivo afán de disputa teológica y de un ‘purismo’ reformista, la Iglesia católica de la península nos parece pastoral y espiritualmente estancada No olvidamos, ciertamente, que es un siglo de oro para los esfuerzos misioneros en América (reducciones guaraníes; las misiones de Sonora y de la California) y que, lejos de ser todo color gris, algunos ardientes visionarios veían la necesidad de una aproximación nueva a la religión (el caso más famoso es el del jesuita portugués Antonio de Vieira) Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Voto de la Inmaculada "husque ad sanguinis effusionem"
Fco. Zurbarán, Inmaculada, Museo Cerralbo, Madrid Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII Bartolomé Murillo, Inmaculada, , El Prado
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Santidad como intimidad
El mundo hispano-portugués irá desarrollando un cristianismo lleno de santos que sirven como testimonio de ciertas virtudes que serán esperadas de la comunidad Asimismo, la santidad defendida en muchas obras tiene más que ver con oración y devociones que, con acción social (no se niegan las llamadas ‘obras pías’) La vida espiritual era defendida como ideal y se vivieron algunos brotes de quietismo; aunque con la historia pasada de los alumbrados y su pleito con la Inquisición, las prácticas espirituales deberían mantenerse dentro de límites claramente ortodoxos El ideal monástico se imponía entre damas de la nobleza una vez viudas (pensemos en las Descalzas Reales) Francisco Ribalta, Cristo abraza a San Bernardo, óleo del primer cuarto del siglo XVII, Museo del Prado Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
Sacramental No hay soberano de la casa de Austria española que no sea un ferviente devoto de las celebraciones litúrgicas El arte defiende la centralidad de la Eucaristía identificando la vida cristiana con la práctica de devociones y la asistencia a misa Se considerará obra de misericordia el estar pendiente de los enfermos para llevarles al confesor y para que no muera alguien sin ‘auxilio’ Este ideal de vida cristiano lleno más de fervor apasionado que de razón se hará presente a lo largo de todas las colonias latinoamericanas, formando así parte de nuestra identidad como católicos Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII P. P. Rubens, El triunfo de la Eucaristía, tapiz diseñado para el convento de las Descalzas reales
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Una espiritualidad llena de ternura…
Bartolomé Murillo, el buen pastor, óleo de 1660, El Prado Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII Escuela Cuzqueña, siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
De triunfalismo… J. Antolínez, Santa Rosa de Lima frente a la Madonna, óleo s/f, El Prado J. Churriguera, altar mayor de la Iglesia del Salvador, Leganés, Madrid Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Que se divierte y juega…
Bartolomé E. Murillo, María y el niño Jesús con ángeles músicos, óleo 1675, Budapest Juan Correa (novohispano), Niño Jesús con ángeles músicos, óleo de finales del XVII, Museo Nacional del Arte Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Que abraza el dolor y el sufrimiento…
Pedro Roldán, Entierro del Cristo, 1670, Hospital de la Caridad de Sevilla Anónimo novohispano, Ecce homo, s. XVIII Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Con aprendices coloniales
Juan Correa, Conversión de la Magdalena, óleo de finales del XVII, Museo Nacional del Arte Cristóbal de Villalpando, Alegoría del dulce nombre de María Anónimos, María Inmaculada y la mujer del Apocalipsis, Escuela Quiteña Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Un gigante con pies de barro:
Degustando el paraíso Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII Fachada de la iglesia de la Compañía, Quito
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Un gigante con pies de barro:
La reina de ultramar: la herencia de Felipe II Un costoso siglo de oro La forja de un catolicismo ¿retrógrado? Se apaga la luz de los Austria: la guerra de sucesión española Índice D. Velázquez, Las meninas, óleo de , el Prado. Para esas fechas los reyes (vistos en el retrato) solamente tienen dos hijas vivas: María Teresa, esposa de Luis XIV de Francia y esta pequeña Margarita, futura esposa de su primo, el emperador Leopoldo de Austria Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Una dolorosa herencia: Carlos II
Contra toda expectativa, sobrevivirá el hechizado hijo de Felipe IV y su sobrina Mariana de Austria: Carlos, desde los cuatro años de edad rey de España. Tan enfermo que no podrá nunca gobernar por sí mismo Sin educación, víctima de una enfermedad posiblemente producida por la enorme cantidad de matrimonios entre miembros de la familia, el último Habsburgo español estará sujeto a los favoritos de su madre y, posteriormente, a su medio hermano, Juan José de Austria Sobrarán rogativas, exorcismos y consultas a místicos; el rey no puede tener hijos de ninguna de sus dos esposas (María Luisa de Orléans y Mariana de Neoburgo). En su testamento, 1699, Carlos nombrará heredero al segundo nieto varón de Luis XIV, rey de Francia: Felipe de Anjou Llegando al 1700, las colonias españolas no están en condiciones de vivir las reformas gestadas por las ideas modernas. El vínculo religioso-hispano se vuelve más relevante para mantener un imperio ‘sin cabeza’ Juan de Miranda Carreño, El rey Carlos II de España, Óleo de 1685, Viena Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII
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Desmembrando un imperio
Luis XIV corona a su nieto, Felipe, como rey de España, confiado en los triunfos de las armas francesas a finales del siglo XVII; sin embargo, al momento de tomar medidas comerciales favorables únicamente a los Borbones (1701) provocará la reacción violenta de Inglaterra y de las Provincias Unidas La guerra se extenderá durante 14 años por toda la Europa central: Alemania dividida entre los pro-franceses y los pro-austriacos, Portugal apoyando siempre a Inglaterra, y la misma península española dividida entre los pro-Felipe V y los pro-archiduque Carlos de Habsburgo Cuando Felipe es finalmente reconocido como rey se dedicará a castigar con mano dura a las regiones de la península que no le habían apoyado. Los corajes de Aragón y Barcelona se acentuarían mucho desde ese tiempo La familia de Borbón tampoco serán elementos renovadores de la mentalidad o de la Iglesia: los grupos conservadores seguirán siendo la regla a seguir por cerca de cincuenta años más Un gigante con pies de barro: Iberia en el siglo XVII Miguel Jacinto Meléndez, Felipe V de España
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