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Trabajo de HCRL 2ª EvaluaciónTrabajo de HCRL 2ª Evaluación Amanda Sus Losua 4ºESO A.

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1 Trabajo de HCRL 2ª EvaluaciónTrabajo de HCRL 2ª Evaluación Amanda Sus Losua 4ºESO A

2 El ateísmo del Estado socialista Antisemitismo, pensamiento Nazi Iglesias protestantes en la Alemania Nazi Iglesias cristianas en la Alemania Nazi Diferencias entre el pensamiento Italiano y Español. Diferencias entre el pensamiento Italiano y Español. Pensamiento de Franco Pensamiento de Hitler Pensamiento de Lenin Pensamiento de Mussolini Pensamiento de Mao Zedong Pensamiento de Stalin.

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4 El ate í smo del Estado en el pensamiento Socialista El ateísmo de Estado es la promoción estatal del ateísmo, ocasionalmente a través de la supresión de la libertad de expresión y de culto. El ateísmo de Estado se ha impuesto históricamente en la mayoría de las ocasiones en países socialistas como la antigua Unión Soviética, China, la Albania comunista, la República Popular de Mongolia o Corea del Norte. En dichos regímenes el ateísmo era considerado inherente al comunismo. El ateísmo de estado podía incluir una persecución activa (y, a veces, violenta) de las religiones, sus instituciones, sus líderes y sus creyentes La Uni ó n Sovi é tica mantuvo un largo historial de ate í smo de estado; una de las condiciones del é xito social era la proclamaci ó n del ate í smo y el mantenerse alejado de cualquier iglesia; La Uni ó n Sovi é tica tambi é n impuso el ate í smo de estado sobre sus amplias á reas de influencia, incluida el Asia central. La Rep ú blica Socialista Popular de Albania bajo el mandato de Enver Hoxha lleg ó a proclamar expl í citamente el car á cter ateo del Estado. El ate í smo marxista-leninista (en ruso: атеизм Марксистско-ленинский) es una parte de la extensa filosof í a marxista- leninista (el tipo de filosof í a marxista aplicado en la Uni ó n Sovi é tica), que rechaza la religi ó n y aboga por una comprensi ó n materialista de la naturaleza. El marxismo-leninismo sostiene que la religi ó n es el opio del pueblo, en el sentido de promover la aceptaci ó n pasiva del sufrimiento en la Tierra con la esperanza de la recompensa eterna. Por lo tanto, el marxismo-leninismo aboga por la abolici ó n de la religi ó n y la aceptaci ó n de ate í smo. El ate í smo marxista-leninista tiene sus ra í ces en la filosof í a de Ludwig Feuerbach, Hegel, Karl Marx y Vladimir Lenin. Algunos marxistas no sovi é ticos se opusieron a esta postura antirreligiosa, y en ciertas formas de pensamiento marxista, como los movimientos de teolog í a de la liberaci ó n en Am é rica Latina donde, entre otros, el ate í smo marxista-leninista fue rechazado en su totalidad...

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6 El antisemitismo en el pensamiento Nazi El antisemitismo es la ideología que preconiza el odio u aversión a las creencias y cultura de los judíos. El nazismo, despojado de motivaciones religiosas, confirió al antisemitismo un carácter racista y nacionalista, ejerciéndolo con una violencia e intensidad que hizo palidecer las prácticas antijudías de otros tiempos y de los estados de su entorno. Los judíos alemanes fueron hostigados de forma gradual: en primer lugar entorpeciendo sus actividades económicas laborales y desacreditándolos socialmente. Más tarde, se legisló contra ellos. Mediante las denominadas "Leyes de Núremberg" (septiembre de 1935) se retiró la nacionalidad alemana a los judíos, se prohibieron los matrimonios mixtos entre judíos y alemanes y se les denegó el ejercicio de cualquier profesión que tuviese relación con la función pública (docencia, ejército, funcionariado en general). Los comercios e industrias cuyos propietarios eran judíos fueron boicoteados y paulatinamente sufrieron el proceso de "arianización", es decir, pasaron a propietarios no judíos mediante la compra por precios irrisorios. Los empleados judíos de dichos negocios fueron despedidos y sustituidos por otros de "raza aria". Posteriormente, en 1941, fueron obligados a lucir en la ropa una estrella de David para permitir su identificación en público. El episodio que marcó el punto de inflexión en la persecución de los judíos tuvo lugar durante la noche del 9 de noviembre de 1938, la denominada “noche de los cristales rotos”, durante la cual barrios, sinagogas y locales propiedad de judíos fueron destruidos y centenares de ellos asesinados. La actitud del pueblo alemán frente a esos desmanes fue de de pasividad y tolerancia, siendo muy pocos los que abiertamente se opusieron a ellos. La II Guerra Mundial agudizó la política antisemita nazi. Los judíos hubieron de abandonar sus hogares y fueron recluidos en guetos y campos de concentración.

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8 IGLESIAS PROTESTANTES EN LA ALEMANIA NAZI Bekennende Kirche, la "Iglesia Confesionista", surgió en oposición a los “cristianos alemanes”. Su documento fundacional, la Profesión de Fe de Barmen, declaraba que la iglesia debía fidelidad a Dios y a las escrituras, no a un Führer terrenal. Tanto la Iglesia Confesionista como los "cristianos alemanes" siguieron formando parte de la Iglesia Evangélica Alemana, y el resultado fue una Kirchenkampf, o "lucha religiosa" dentro del protestantismo alemán: un debate y una lucha constantes por el control entre los que buscaban una iglesia "nazificada", los que se oponían y los denominados líderes eclesiásticos "neutrales" cuya prioridad era evitar el cisma religioso y cualquier tipo de conflicto con el estado nazi. Los integrantes más famosos de la Iglesia Confesionista fueron el teólogo Dietrich Bonhoeffer, ejecutado por participar en la conspiración para derrocar al régimen, y el pastor Martin Niemöller, que pasó siete años en campos de concentración debido a sus críticas contra Hitler. Sin embargo, estos clérigos no fueron representativos de la Iglesia Confesionista; a pesar de sus ejemplos, la Kirchenkampf protestante fue principalmente un asunto interno de la iglesia, no una lucha contra el nacionalsocialismo. Incluso en la Iglesia Confesionista, a la mayoría de los líderes religiosos les preocupaba principalmente bloquear la interferencia estatal e ideológica en los asuntos de la iglesia. No obstante, de hecho hubo miembros del clero y laicos que se opusieron al régimen y lo resistieron, incluso hubo quienes ayudaron a los judíos y los ocultaron.

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10 LA IGLESIA CAT Ó LICA ROMANA EN LA ALEMANIA NAZI La Iglesia Católica no se dividió entre facciones ideológicas diferentes tan drásticamente como la Iglesia Protestante, y nunca sufrió una Kirchenkampf interna entre esas partes. Desde un principio, los líderes católicos fueron más recelosos del nacionalsocialismo que los protestantes. El nacionalismo no estaba tan profundamente arraigado en la Iglesia Cat ó lica alemana, y el anticatolicismo exacerbado de figuras tales como Alfred Rosenberg, un destacado ide ó logo nazi durante el ascenso nazi al poder, plante ó un problema entre los l í deres cat ó licos de Alemania y el Vaticano. Adem á s, el partido Centro Cat ó lico hab í a sido un aliado clave del gobierno de la coalici ó n en la Rep ú blica de Weimar durante la d é cada de 1920 y estaba alineado tanto con los socialdem ó cratas como con el Partido Dem ó crata alem á n izquierdista, enfrent á ndolo pol í ticamente contra los partidos de derecha como los nazis. De hecho, antes de 1933, algunos obispos les prohibieron a los cat ó licos de sus di ó cesis que se afiliaran al partido nazi. Esta prohibici ó n qued ó sin efecto despu é s del discurso de Hitler del 23 de mayo de 1933 ante el Reichstag, en el que describ í a al Cristianismo como el “ cimiento ” de los valores alemanes. El partido Centro se disolvi ó en 1933 como parte de la firma de un concordato entre el Vaticano y representantes del gobierno nazi, y varios de sus l í deres fueron asesinados en la purga de R ö hm en julio de 1934.

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12 Fascismo italiano Las divergencias entre la Iglesia y el fascismo italiano -que ya desde sus comienzos mostraba sin disimulo su anticlericalismo propugnando en 1919 la incautaci ó n de los bienes eclesi á sticos-, brotaron de forma violenta al comienzo de los a ñ os 20: En 1921 y 1922 comenzaron los episodios de ataques por parte de escuadrillas fascistas a algunas organizaciones cat ó licas y en 1923 asesinaron a golpes a un sacerdote, don Giovanni Minzoni. Pero los ataques duraron poco en su forma m á s virulenta de esta primera etapa y ya en noviembre de 1922, en un discurso de Mussolini a miembros de su partido, hac í a ver el error de atacar frontalmente a los cat ó licos, por la mala imagen que daba ante la opini ó n p ú blica. Una vez llegado al poder en octubre de 1923, el fascismo intent ó congraciarse con la Iglesia orden ó el volver a colgar los crucifijos en las aulas de los colegios y en enero de 1923, conversaciones entre representantes del gobierno y la secretar í a de Estado del Vaticano buscaron un modus vivendi pac í fico que llevar í a, con el paso de los a ñ os, a la firma en 1929 de los Pactos Lateranenses.

13 PACTOS DE LETRAN Los Pactos de Letrán o Pactos lateranenses fueron una serie de acuerdos firmados el 11 de febrero de 1929 por el cardenal Pietro Gasparri, secretario de Estado de la Santa Sede, en nombre del papa Pío XI, y por el primer ministro de Italia Benito Mussolini. Proporcionaron el reconocimiento mutuo entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede, reconociendo a esta como un Estado soberano y sujeto de Derecho Internacional. Los Estados Pontificios, en los que había gobernado el Papa hasta 1870, habían sido absorbidos por el Reino de Italia en el proceso de Reunificación italiana y, como consecuencia de ello, el Papa y la Santa Sede habían quedado sometidos a la soberanía italiana para todos los efectos prácticos, generando un ambiente de hostilidad entre la Iglesia Católica y el Estado italiano, situación denominada la «Cuestión romana». En los acuerdos de 1929, el gobierno de la Italia fascista, dirigido por Benito Mussolini, admitió reconocer a la Santa Sede como Estado independiente, dotado de facultades de autogobierno y con opción a establecer relaciones diplomáticas. Existen tres pactos diferentes: Un pacto que reconoce la independencia y soberanía de la Santa Sede y que crea el Estado de la Ciudad del Vaticano. Un concordato que define las relaciones civiles y religiosas entre el gobierno y la iglesia en Italia, y que se resume en el lema «Iglesia libre en Estado libre». Una convención financiera que proporciona a la Santa Sede una compensación por sus pérdidas en 1870. Estos pactos garantizaron a la Iglesia católica el estatus de iglesia oficial del Estado de Italia, así como un poder sustancial en el sistema educativo italiano[cita requerida], pudiendo imponer la enseñanza de la religión católica inclusive en los centros escolares de propiedad estatal[cita requerida].

14 De alguna manera, se puede decir que el nacionalcatolicismo fue en el caso espa ñ ol el consentimiento estatal que el franquismo dio a la Iglesia cat ó lica, en tanto que legitimadora por excelencia del r é gimen −junto al hecho victorioso−, para que pudiera ejercer el control de decisivos espacios sociales pero tambi é n pol í ticos. La moral p ú blica y los comportamientos sociales, la educaci ó n y en general cualesquiera expresiones culturales quedaban sometidas a la autoridad y las normas eclesi á sticas de la jerarqu í a cat ó lica, incluso a su censura previa. El nacionalcatolicismo hunde sus ra í ces en el pasado precontempor á neo, en los siglos de los gobiernos de la dinast í a de los Austrias, pero se formula como un entramado te ó rico en el siglo XIX y en el XX, con los pensadores tradicionalistas, que identificaron la tradici ó n espa ñ ola con el catolicismo, el ser espa ñ ol con el ser cat ó lico. Marcelino Men é ndez y Pelayo y sobre todo Juan V á zquez de Mella podr í an ser de alguna manera los dos autores esenciales de esta si no escuela s í manera de entender las esencias espa ñ olas, tan caras a los vencedores de la Guerra Civil. En julio del a ñ o 37 se hab í a firmado un documento esencial en la historia del franquismo y de la Guerra Civil: la Carta colectiva de los obispos espa ñ oles a los de todo el mundo con motivo de la guerra de Espa ñ a. Fascismo español

15 Es importante esa Carta por significar de manera rotunda el decidido apoyo de la Iglesia cat ó lica a los sediciosos y adem á s porque ese documento se encuentra en la base misma del nacionalcatolicismo de que venimos hablando. Fue encargada por el papa Pío XI al cardenal y arzobispo de Toledo (en sustitución de Vidal i Barraquer) Isidro Gomá cuatro meses antes, con el objeto de mostrar al mundo la postura de los obispos españoles y defenderse así de los ataques de la prensa extranjera a la labor eclesial como instigadora y fomentadora de la misma guerra. El propio Franco le pidió a Gomá que redactara un texto “para disipar la falsa información en el extranjero”, en el mismo sentido que la solicitud papal La Carta colectiva fue un mensaje suscrito por 43 obispos residenciales, 6 de ellos arzobispos y dos cardenales, y 5 vicarios capitulares que, firmada en Pamplona el 1 de julio de 1937, adquiri ó una difusi ó n p ú blica ocho d í as despu é s.

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17 El papel de la iglesia católica en el régimen de Franco resultó extraordinario. Fue la única de las corrientes que nutrieron el bando vencedor a la que Franco se sintió adscrito y también la que logró una mayor presencia de su doctrina en la educación, la legislación, la cultura y la mentalidad de la época. Esta estrecha vinculación entre Franco y la iglesia católica plantea ya de por sí la necesidad de abordar el tema desde una perspectiva imparcial y completa para evitar caer en el panfleto. Lamentablemente, ninguna de estas virtudes está presente en el libro de Julián Casanova. De entrada, la obra dista mucho de ser un estudio completo sobre el papel de la iglesia católica en la España de Franco. Por puro sentido común, un estudio de esas características debería abarcar el arco cronológico que va de 1936 a 1975. La obra de Casanova se ciñe, sin embargo, al período comprendido entre el estallido de la guerra civil y su conclusión, con una treintena de páginas dedicada a introducción y al período republicano. Cuestiones tan esenciales como el papel de la iglesia católica en la creación de las Hermandades del Trabajo, la fundación del Opus Dei, los curas obreros, el Concordato con la Santa Sede o el enfrentamiento con otros sectores del franquismo como la Falange, brillan por su ausencia en este libro. Más grave es su falta de rigor. No niega Casanova que se produjeran asesinatos de religiosos pero minimiza su importancia.

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19 Adolfo Hitler, durante su gobierno en Alemania, pudo llevar a cabo el programa de Mein Kampf (Mi Lucha), el cual tenia puntos bien espec í ficos que explicaban la ideolog í a de lo que quería Hitler para Alemania y para el mundo. Estos son los siguientes: Hitler cre í a en la grandeza alemana, ya que Alemania pertenec í a a la Raza Aria, la cual era la m á s vigorosa e inteligente. Por ende, quería eliminar a cualquier raza que pudiera “ ensuciar ” a los arios, especialmente si los que ensuciaban eran judíos. El t é rmino Ario significa en s á nscrito “ noble ” y en esto se basaba la teor í a racista, la cual dec í a que los arios eran superiores tanto por su f í sico como por su car á cter e inteligencia. Tambi é n defend í a el principio de la comunidad social y nacional, esto significaba que el ciudadano esta en la posici ó n de “ servidor de la naci ó n ”, lo que quiere decir que la naci ó n sin el ciudadano no podía existir, pero tambi é n el ciudadano deb í a servir a la naci ó n incondicionalmente, de ah í la frase de Hitler “ T ú no eres nada, tu Naci ó n lo es Todo ”. Otro principio que sosten í a Hitler en su ideolog í a era el del Pangermanismo, el cual dec í a que todos los alemanes y descendientes alemanes deb í an estar unidos para formar la Gran Alemania. Para asegurar el porvenir de la naci ó n alemana había que conquistar el “ Espacio Vital ” en la Europa oriental a expensas de los pueblos eslavos y de la Rusia comunista. Adolfo Hitler, durante su gobierno en Alemania, pudo llevar a cabo el programa de Mein Kampf (Mi Lucha), el cual tenia puntos bien espec í ficos que explicaban la ideolog í a de lo que quería Hitler para Alemania y para el mundo. Estos son los siguientes: Hitler cre í a en la grandeza alemana, ya que Alemania pertenec í a a la Raza Aria, la cual era la m á s vigorosa e inteligente. Por ende, quería eliminar a cualquier raza que pudiera “ ensuciar ” a los arios, especialmente si los que ensuciaban eran judíos. El t é rmino Ario significa en s á nscrito “ noble ” y en esto se basaba la teor í a racista, la cual dec í a que los arios eran superiores tanto por su f í sico como por su car á cter e inteligencia. Tambi é n defend í a el principio de la comunidad social y nacional, esto significaba que el ciudadano esta en la posici ó n de “ servidor de la naci ó n ”, lo que quiere decir que la naci ó n sin el ciudadano no podía existir, pero tambi é n el ciudadano deb í a servir a la naci ó n incondicionalmente, de ah í la frase de Hitler “ T ú no eres nada, tu Naci ó n lo es Todo ”. Otro principio que sosten í a Hitler en su ideolog í a era el del Pangermanismo, el cual dec í a que todos los alemanes y descendientes alemanes deb í an estar unidos para formar la Gran Alemania. Para asegurar el porvenir de la naci ó n alemana había que conquistar el “ Espacio Vital ” en la Europa oriental a expensas de los pueblos eslavos y de la Rusia comunista.

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21 El leninismo es un conjunto de doctrinas pol í ticas y reflexiones que se inscriben dentro de la tradici ó n del marxismo. El marxismo es un an á lisis socioeconómico cr í tico del capitalismo del siglo XIX que trataba de promover una estrategia favorable para la clase obrera en el conflicto frente a la clase burguesa. La propuesta marxista pasaba por superar la din á mica propia del capital y sustituir el capitalismo por un nuevo sistema socioeconómico denominado socialismo. El leninismo re analiza algunos aspectos que hab í an cambiado en el capitalismo desde la é poca de Karl Marx y propone a la clase obrera una estrategia algo m á s concreta para instaurar el socialismo. Para ello el leninismo propugna una "asociaci ó n" de los trabajadores m á s conscientes sobre la situaci ó n del proletariado, que ser í a un Partido Comunista, el cual organizar í a la lucha de manera coherente y con el objetivo final en mente, ya que Lenin pensaba que los trabajadores menos conscientes podr í an perseguir equivocadamente objetivos reformistas a corto plazo, en lugar de objetivos genuinamente revolucionarios. Uno de los aportes más importantes de Lenin fue la cuestión de la organización comunista. Argumentaba que la lucha económica del proletariado sólo lo llevaría a adquirir una ideología sindicalista-reformista y que la conciencia marxista-revolucionaria debía ser introducida desde fuera. Además, planteaba que la clase obrera, para llevar a cabo su actividad revolucionaria, debería contar con un destacamento de vanguardia que dirigiera su lucha, el Partido Comunista Seg ú n Lenin, los objetivos del partido s ó lo podr í an ser alcanzados a trav é s de una forma de organizaci ó n disciplinada conocida como centralismo democr á tico. El Leninismo mantiene que el imperialismo es el estado m á s alto del capitalismo, y que el capitalismo s ó lo puede ser vencido a trav é s de los medios revolucionarios (seg ú n é l, cualquier intento de reformar el capitalismo est á destinado al fracaso). Lenin cre í a en la destrucci ó n del Estado capitalista a trav é s de la revoluci ó n proletaria, y en reemplazar a ese Estado por la dictadura del proletariado (un sistema de democracia de los trabajadores, en el que los trabajadores tendr í an el poder pol í tico a trav é s de consejos llamados soviets).

22 La teor í a de Lenin sobre el imperialismo ten í a como objetivo mejorar la obra de Karl Marx explicando un fen ó meno que Marx no hab í a predicho: el Capitalismo que se convierte en un sistema global (Marx hab í a descrito un sistema nacional). En el centro de esta teor í a del imperialismo est á la idea de que las naciones capitalistas avanzadas est á n intentando evitar la revoluci ó n forzando a que su sobreproducci ó n entre en los mercados coloniales y explotando los recursos de estas colonias. Esto permit í a a las naciones capitalistas industrialmente avanzadas el mantener contentos a sus trabajadores, en parte tambi é n a trav é s de la creaci ó n de una aristocracia obrera. Como resultado el capitalismo ser í a dirigido por ese sector privilegiado o aristocracia obrera, representada por los partidos socialdem ó cratas, hasta el punto de que la revoluci ó n no ocurrir í a en las naciones m á s avanzadas (como Marx hab í a previsto) sino en el Estado imperialista m á s d é bil: Rusia. Si la revoluci ó n solo puede llevarse a cabo en un pa í s subdesarrollado esto conlleva un problema serio: ese pa í s no ser á capaz de desarrollar un sistema socialista (en la teor í a marxista el socialismo es el estado que sucede al capitalismo, antes de llegar al comunismo), porque el capitalismo no ha seguido su curso completo todav í a en ese pa í s, y porque los poderes extranjeros intentar á n acabar con la revoluci ó n a cualquier costo. Para solucionar este problema Lenin propone dos posibles soluciones: La revoluci ó n en un pa í s subdesarrollado desata una revoluci ó n en un pa í s capitalista desarrollado (por ejemplo, Lenin esperaba que la Revoluci ó n Rusa provocar í a una revoluci ó n en Alemania). El pa í s desarrollado establece el Socialismo y ayuda al subdesarrollado a hacer lo mismo. La revoluci ó n tiene espacio en numerosos pa í ses subdesarrollados al mismo tiempo o en una sucesi ó n r á pida; los pa í ses subdesarrollados se juntan en un estado federal capaz de intimidar a las potencias capitalistas y establecer el Socialismo. Esta era la idea original durante la fundaci ó n de la Uni ó n de Rep ú blicas Socialistas Sovi é ticas (URSS). El socialismo no puede sobrevivir s ó lo en un pa í s pobre y subdesarrollado. Por eso, el Leninismo aboga por la revoluci ó n mundial en una forma u otra. La revoluci ó n en un pa í s subdesarrollado desata una revoluci ó n en un pa í s capitalista desarrollado (por ejemplo, Lenin esperaba que la Revoluci ó n Rusa provocar í a una revoluci ó n en Alemania). El pa í s desarrollado establece el Socialismo y ayuda al subdesarrollado a hacer lo mismo. La revoluci ó n tiene espacio en numerosos pa í ses subdesarrollados al mismo tiempo o en una sucesi ó n r á pida; los pa í ses subdesarrollados se juntan en un estado federal capaz de intimidar a las potencias capitalistas y establecer el Socialismo. Esta era la idea original durante la fundaci ó n de la Uni ó n de Rep ú blicas Socialistas Sovi é ticas (URSS). El socialismo no puede sobrevivir s ó lo en un pa í s pobre y subdesarrollado. Por eso, el Leninismo aboga por la revoluci ó n mundial en una forma u otra.

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24 Como anti individualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo s ó lo en a medida que sus intereses coinciden con los del Estado, que representa la conciencia y la universalidad del hombre como entidad hist ó rica [ … ]. El liberalismo neg ó al Estado en nombre del individuo; el fascismo reafirma los derechos del Estado como la expresi ó n de la verdadera esencia de lo individual [ … ]. La concepci ó n fascista del Estado lo abarca todo; fuera de é l no pueden existir valores humanos o espirituales. Entendido de esta forma, el fascismo es totalitarismo y el Estado fascista [ … ] interpreta, desarrolla y otorga poder adicional a toda la vida del pueblo [ … ]. Quien dice liberalismo dice individuo, y quien dice fascismo, dice Estado. El fascismo desea que el Estado sea fuerte y org á nico y que se alce sobre fundamentos s ó lidos que tengan el apoyo popular. El Estado fascista pretende dirigir tambi é n el campo econ ó mico. Quiere que su acci ó n se oiga en todo el pa í s mediante sus instituciones corporativas, sociales y educacionales y todas las fuerzas pol í ticas, econ ó micas y espirituales de la naci ó n, organizadas en sus asociaciones respectivas, difundidas por todo el Estado [ … ]. El Estado fascista es una voluntad de potencia y de imperio. La tradici ó n romana es aqu í una idea: la fuerza. Seg ú n la doctrina fascista, el imperio no es tan solo una expresi ó n territorial, mercantil o militar, sino espiritual ”… Que el fascismo es una doctrina de vida lo demuestra el hecho de que se ha creado una fe y que esta fe ha conquistado las almas; lo prueba el hecho de que ha habido hombres que han muerto por el fascismo y que el fascismo ha tenido sus m á rtires. Como anti individualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo s ó lo en a medida que sus intereses coinciden con los del Estado, que representa la conciencia y la universalidad del hombre como entidad hist ó rica [ … ]. El liberalismo neg ó al Estado en nombre del individuo; el fascismo reafirma los derechos del Estado como la expresi ó n de la verdadera esencia de lo individual [ … ]. La concepci ó n fascista del Estado lo abarca todo; fuera de é l no pueden existir valores humanos o espirituales. Entendido de esta forma, el fascismo es totalitarismo y el Estado fascista [ … ] interpreta, desarrolla y otorga poder adicional a toda la vida del pueblo [ … ]. Quien dice liberalismo dice individuo, y quien dice fascismo, dice Estado. El fascismo desea que el Estado sea fuerte y org á nico y que se alce sobre fundamentos s ó lidos que tengan el apoyo popular. El Estado fascista pretende dirigir tambi é n el campo econ ó mico. Quiere que su acci ó n se oiga en todo el pa í s mediante sus instituciones corporativas, sociales y educacionales y todas las fuerzas pol í ticas, econ ó micas y espirituales de la naci ó n, organizadas en sus asociaciones respectivas, difundidas por todo el Estado [ … ]. El Estado fascista es una voluntad de potencia y de imperio. La tradici ó n romana es aqu í una idea: la fuerza. Seg ú n la doctrina fascista, el imperio no es tan solo una expresi ó n territorial, mercantil o militar, sino espiritual ”… Que el fascismo es una doctrina de vida lo demuestra el hecho de que se ha creado una fe y que esta fe ha conquistado las almas; lo prueba el hecho de que ha habido hombres que han muerto por el fascismo y que el fascismo ha tenido sus m á rtires.

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26 En la Rep ú blica Popular China es la doctrina oficial del Partido Comunista de China. Sin embargo, tras las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, tendientes a una econom í a de mercado, el socialismo con caracter í sticas chinas ha sido la pol í tica aplicada en el pa í s, y la definici ó n oficial y el rol del Pensamiento de Mao Zedong en este pa í s ha sido radicalmente modificado, aunque su imagen todav í a preside la Plaza de Tiananmen de Pek í n. El t é rmino mao í smo nunca ha sido empleado oficialmente por el Partido Comunista de China, excepto como palabra derivada. El t é rmino preferido ha sido siempre Pensamiento de Mao Zedong. De la misma forma, algunos partidos mao í stas fuera de China se denominan en ocasiones a s í mismos como marxistas-leninistas Dictadura del proletariado y Pensamiento Mao, lo cual refleja su idea de que Mao no modific ó sustancialmente los planteamientos de Lenin, sino que los desarroll ó y adapt ó a la Revoluci ó n China. Sin embargo, otros partidos mao í stas consideran que Mao realiz ó aportes te ó ricos y pr á cticos que significaron un desarrollo sustancial del leninismo, por lo que se denominan marxistas-leninistas-mao í stas o simplemente mao í stas. Por ejemplo, el Partido Comunista de Nepal (Mao í sta) se diferencia de otras organizaciones, como el Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), con dicho adjetivo. Hay partidos mao í stas que sostienen que hoy es imposible defender la teor í a de Marx y de Lenin sin estudiar y defender los aportes de Mao y la experiencia de la Revoluci ó n China y su posterior gobierno totalitario en cuanto a la continuaci ó n de la lucha de clases, bajo nuevas formas, en el marco de la construcci ó n de la sociedad socialista. Fuera de China, el t é rmino mao í sta fue usado desde la d é cada de los 60, generalmente de manera hostil, para describir a los partidos y personas que apoyaban a Mao Zedong y su forma de comunismo, como opuesta a la forma aplicada en la URSS (considerados, a partir de la muerte de I ó sif Stalin, revisionistas por los mao í stas). En la Rep ú blica Popular China es la doctrina oficial del Partido Comunista de China. Sin embargo, tras las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, tendientes a una econom í a de mercado, el socialismo con caracter í sticas chinas ha sido la pol í tica aplicada en el pa í s, y la definici ó n oficial y el rol del Pensamiento de Mao Zedong en este pa í s ha sido radicalmente modificado, aunque su imagen todav í a preside la Plaza de Tiananmen de Pek í n. El t é rmino mao í smo nunca ha sido empleado oficialmente por el Partido Comunista de China, excepto como palabra derivada. El t é rmino preferido ha sido siempre Pensamiento de Mao Zedong. De la misma forma, algunos partidos mao í stas fuera de China se denominan en ocasiones a s í mismos como marxistas-leninistas Dictadura del proletariado y Pensamiento Mao, lo cual refleja su idea de que Mao no modific ó sustancialmente los planteamientos de Lenin, sino que los desarroll ó y adapt ó a la Revoluci ó n China. Sin embargo, otros partidos mao í stas consideran que Mao realiz ó aportes te ó ricos y pr á cticos que significaron un desarrollo sustancial del leninismo, por lo que se denominan marxistas-leninistas-mao í stas o simplemente mao í stas. Por ejemplo, el Partido Comunista de Nepal (Mao í sta) se diferencia de otras organizaciones, como el Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), con dicho adjetivo. Hay partidos mao í stas que sostienen que hoy es imposible defender la teor í a de Marx y de Lenin sin estudiar y defender los aportes de Mao y la experiencia de la Revoluci ó n China y su posterior gobierno totalitario en cuanto a la continuaci ó n de la lucha de clases, bajo nuevas formas, en el marco de la construcci ó n de la sociedad socialista. Fuera de China, el t é rmino mao í sta fue usado desde la d é cada de los 60, generalmente de manera hostil, para describir a los partidos y personas que apoyaban a Mao Zedong y su forma de comunismo, como opuesta a la forma aplicada en la URSS (considerados, a partir de la muerte de I ó sif Stalin, revisionistas por los mao í stas).

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28 E l término utilizado en la Unión Soviética y que continuaron utilizando quienes apoyaron su política, el Marxismo-Leninismo, se designaba oficialmente la doctrina revolucionaria en la URSS. Esto debido al hecho de que Stalin no haya representado una doctrina/tesis superior a la de Marx, Engels y Lenin. El denominado "estalinismo" se centra en interpretar y aplicar las ideas de aquellos, construyendo un sistema político que adapta las ideas Marxistas-Leninistas a las necesidades cambiantes de la sociedad. Entre quienes dicen profesar el marxismo o el leninismo, hay muchos que ven al estalinismo como una perversión de esta ideología; los trotskistas en particular son virulentamente anti-estalinistas, considerando a Stalin como un contra- revolucionario que utilizaba a Marx como excusa, algo que también piensan los partidarios de Stalin sobre Trotski. Los seguidores de Stalin creían que era la máxima autoridad del leninismo, después de la muerte de Lenin en 1924, tras haber sido elegido Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética en el XII Congreso. Enfatizaron el hecho de que Trotski no se unió al partido de Lenin hasta 1917, afirmando que Trotski no creía realmente en las contribuciones de Lenin (necesidad de un partido de vanguardia, ley del desarrollo desigual), y que Lenin siempre fue especialmente crítico con Trotski (al cual denominó en ocasiones "Judas Trotski"). Las principales ideas de Stalin dentro de la práctica política fueron: Defensa del socialismo en un solo país como modo de supervivencia del socialismo en la URSS. La lucha de clases se agravaría a lo largo del desarrollo del socialismo, con lo que sería necesario aumentar el control por parte del partido y del Comité Central, pero desde las masas trabajadoras como forma eficaz de desarrollar la dictadura del proletariado en avance hacia el comunismo. E l término utilizado en la Unión Soviética y que continuaron utilizando quienes apoyaron su política, el Marxismo-Leninismo, se designaba oficialmente la doctrina revolucionaria en la URSS. Esto debido al hecho de que Stalin no haya representado una doctrina/tesis superior a la de Marx, Engels y Lenin. El denominado "estalinismo" se centra en interpretar y aplicar las ideas de aquellos, construyendo un sistema político que adapta las ideas Marxistas-Leninistas a las necesidades cambiantes de la sociedad. Entre quienes dicen profesar el marxismo o el leninismo, hay muchos que ven al estalinismo como una perversión de esta ideología; los trotskistas en particular son virulentamente anti-estalinistas, considerando a Stalin como un contra- revolucionario que utilizaba a Marx como excusa, algo que también piensan los partidarios de Stalin sobre Trotski. Los seguidores de Stalin creían que era la máxima autoridad del leninismo, después de la muerte de Lenin en 1924, tras haber sido elegido Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética en el XII Congreso. Enfatizaron el hecho de que Trotski no se unió al partido de Lenin hasta 1917, afirmando que Trotski no creía realmente en las contribuciones de Lenin (necesidad de un partido de vanguardia, ley del desarrollo desigual), y que Lenin siempre fue especialmente crítico con Trotski (al cual denominó en ocasiones "Judas Trotski"). Las principales ideas de Stalin dentro de la práctica política fueron: Defensa del socialismo en un solo país como modo de supervivencia del socialismo en la URSS. La lucha de clases se agravaría a lo largo del desarrollo del socialismo, con lo que sería necesario aumentar el control por parte del partido y del Comité Central, pero desde las masas trabajadoras como forma eficaz de desarrollar la dictadura del proletariado en avance hacia el comunismo.

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