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Mujer extranjera en su propio país

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Presentación del tema: "Mujer extranjera en su propio país"— Transcripción de la presentación:

1 Mujer extranjera en su propio país
La Samaritana

2 La historia de esta mujer, escrita por el evangelista Juan, nos ofrece el encuentro y el coloquio de Jesús con la Samaritana en una ciudad de Samaria. Un judío con una mujer impura. Desde el punto de vista geográfico, Jesús podría haber tomado otro camino para ir a Galilea, como lo hacían normalmente todos los judíos que no querían contaminarse pasando por el territorio de Samaria.

3 Para Jesús se trata de un pasaje obligatorio en sentido teológico, ya que la salvación debía llegar aún a los más alejados, los excluidos, los rechazados, los que eran odiados; es para ellos que El vino al mundo. Los samaritanos no podían ni siquiera entrar en el templo de Jerusalén, a tal punto se les consideraba impuros e indignos, por el mero hecho que durante siglos su raza se mezclaba con la de los pueblos extranjeros.

4 Jesús se nos presenta, como un viandante, un peregrino que recorre los mismos caminos de todos los hombres y las mujeres. Era un viaje largo, fatigoso, y aquí le encontramos cansado, sentado al borde del pozo de Sicar.

5 Tiene sed y hambre; no tiene la posibilidad de unirse a sus discípulos, porque ellos han ido a la ciudad a comprar comida. Por eso pide ayuda a la mujer. “Dame de beber”.

6 La Samaritana llega al pozo a la hora de mayor calor, en un recorrido solitario, sin palabras, sin acompañantes. Llega al pozo, como tantas otras veces, con el cántaro vacío. sus primeras palabras, dirigidas al extranjero, expresan sorpresa y estupor.

7 La solidaridad nos interpela desde lo profundo de todo ser humano, pero aún más en el creyente, ya que proviene de la lógica de la alianza, del ejemplo de un Dios solidario realmente comprometido con la vida de sus criaturas.

8 “El pozo es profundo” Estas palabras de la mujer revelan toda su angustia, su dolor y cansancio frente a la vida. Ella se encuentra frente a un obstáculo insuperable, un gran vacío, una separación. Ella es una mujer sola inmersa en un abismo.

9 “Para que no tenga que venir aquí a sacar agua” También en estas palabras la Samaritana se muestra abatida y cansada de vivir. No da más. Ya no sabe de dónde sacar fuerzas.

10 Es fácil comprender el estado de cansancio de esta mujer, que día a día debe cumplir una tarea física, dura y larga; se ve obligada a luchar contra las fuerzas adversas que tienden a empujarla de un lado para otro.

11 ? En qué pensamos en estos momentos, nosotras que trabajamos en la pastoral en la historia de tantas mujeres inmigrantes y victimas de la trata?

12 La solidaridad es un homenaje recíproco que, implícitamente, reconoce la obra de Dios.

13 Es capaz de volver corriendo a la ciudad, a mezclarse con la misma gente de siempre, volver incluso a sus siete maridos, y anunciarles sin miedo que su vida es valiosa. Existe un hombre que le ha dicho todo lo que ella ha hecho. “Un hombre que me ha devuelto la vida”

14 Ahora ya no está sola, ni vacía, ni tiene ya sed; al pie del pozo de sus antepasados ha encontrado la vida.

15 La realidad de la Samaritana revela la situación de tantas otras mujeres en todos los tiempos, mujeres victimas de la discriminación, de los prejuicios; ya sea simplemente por el hecho de ser mujeres o por ser procedentes de países discriminados por diferentes causas.

16 En esta oración recordemos especialmente esa multitud de mujeres inmigrantes y victimas del engaño de una sociedad que usa las personas convirtiéndolas en un problema social. Mujeres que con esperanza buscan una forma de vida más digna, buscan el agua, buscan la vida, quieren tener una Patria, pero ya sabemos cómo terminan algunas de ellas.

17 Demos gracias a Dios por las personas, por los niños, y especialmente por las mujeres que, contando con la ayuda necesaria, logran encontrar la felicidad de una vida digna.

18 Existe el agua viva que habla en nuestro interior, desde lo profundo del pozo, la fuente: la voz del Espíritu que nos habla y nos anuncia el verdadero amor de Dios, y nos da a conocer todo lo que hemos hecho.

19 Junto al pozo de las Escrituras nos sentamos también nosotras junto a Jesús; El nos habla, y una vez más hoy nos dice “Dame de beber”…Cuantas personas, cuantas mujeres piden nuestra ayuda y necesitan de nuestro amor, un amor humano y divino al mismo tiempo que permita rehacer la propia vida.

20 Cuantas esperan que alguien se les acerque, porque no ellas tienen el valor, no creen que alguien las ame. Sigamos el ejemplo de Jesús: El es el primero en hablar, en mostrarse cercano, en establecer contacto, ofrece amistad, se abre al dialogo, al encuentro. Se hace cargo con amor.

21 Señor, ayúdanos en nuestra misión, a la que hemos sido llamadas para ser y para hacer. Amen.

22 Todos tenemos necesidad de ser amados.

23 Sr. Zenaide Zilotto Sr. Alba Vernazza fma


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