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La Virgen viene a Zaragoza
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¡Hola amigos! Soy Santiago, uno de los doce apóstoles que acompañó a Jesús. Me apodaban “el Mayor” porque era el hermano mayor de Juan.
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Pronto me hice peregrino
Pronto me hice peregrino. Quería contar al mundo entero lo que había aprendido junto a Jesús.
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Por eso viajé a España. Y hoy mi camino es seguido por otros miles de peregrinos. ¿Os suena el camino de Santiago?
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En Zaragoza estuve un tiempo.
Conocí a muchos aragoneses, les hablaba de la Buena Noticia del Amor de Dios y rezaba mucho.
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¡¡No sabéis lo agotador que es predicar…
¡¡No sabéis lo agotador que es predicar…!! A veces, me desanimaba porque la gente no me hacía caso o me daba la espalda… Pero en oración, hablando con la Virgen, encontraba el consuelo y el empuje que necesitaba.
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“Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima
Un día, estaba yo rezando a la Virgen cuando se me apareció. ¡¡Fue algo maravilloso!! María, la madre de Jesús vivía por entonces lejos de Zaragoza, en Jerusalén, pero… ¡¡no había duda!! Era ella en carne y hueso ante mis ojos. “Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza Por siempre sea bendita y alabada.”
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Me arrodillé y la Virgen María me habló con dulzura :
Santiago, hijo mío, sé que te esfuerzas mucho y quiero recompensarte. El Pilar que tengo a mis pies es un regalo para la ciudad. Úsalo para construir una bonita iglesia y que los que quieran puedan rezar y estar junto a mí y mi hijo Jesús.
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Ese mismo día comencé a construir la iglesia con ayuda de todos los que quisieron echarme una mano. Con el tiempo se hizo una iglesia grande hasta convertirse en basílica : “La Basílica de Nuestra Señora del Pilar”.
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Y todavía hoy si queréis ver el Pilar que nos regaló la Virgen María lo podéis hacer.
Está detrás de la capilla de la Virgen, es de mármol rosa y siempre hay quien se acerca a darle un besito de gracias por tan bonito regalo.
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