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Ciclo A El evangelio de hoy nos trae un mensaje de amor muchas veces no correspondido y quizá por nosotros. Hoy se nos expone una parábola que Jesús.

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2 Ciclo A

3 El evangelio de hoy nos trae un mensaje de amor muchas veces no correspondido y quizá por nosotros. Hoy se nos expone una parábola que Jesús les dijo a los sumos sacerdotes y senadores del pueblo judío sobre lo que pasaba con una viña. La viña es el terreno de campo donde se producen las uvas, que luego producirán el vino.

4 Los israelitas estimaban mucho las viñas y las cuidaban con mucho esmero. La tierra era apta para ello y el vino era la bebida más normal y apreciada entre ellos. Quizá también era porque no conocían otra clase de bebidas como tantas que hay en estos tiempos actuales. El hecho es que para ellos era importante tener bien cuidada esa parcela de terreno, que era la viña.

5 Estos dos últimos domingos hablaba también Jesús en parábolas poniendo como base de acción una viña. Hace dos domingos se trataba de quien sale a contratar jornaleros para su viña a diferentes horas del día. El domingo pasado se trataba del padre que manda a sus dos hijos a trabajar a la viña con respuestas y resultados diferentes.

6 Hoy Jesús también habla de una viña. Es una viña especial porque es objeto de muchas atenciones y cariño por parte de su propietario; pero que sólo recibe disgustos y al final llega la tragedia. Dice así el evangelio en Mt 21, 33-43:

7 En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos."

8 Para los judíos ellos eran en exclusiva el pueblo de Dios. Jesús nos enseñará que el pueblo de Dios, la viña del Señor, es el mundo entero, este mundo que camina entre prisas y tropiezos. Al hablar Jesús a los principales del pueblo judío, claramente se refería al pueblo de Dios.

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11 Este mundo, en que convive la opulencia y la miseria,

12 tiene nombre, tiene dueño, es la viña del Señor.

13 En la viña del Señor, el hombre que pisa fuerte

14 nunca espera de la suerte el fruto que no sembró.

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16 Hacer CLICK es igual que el caminante que el camino equivocó.

17 Si el mundo entero es la viña del Señor, significa que cada uno de nosotros somos esa viña a la que Dios concede muchos bienes y regalos. Por eso debemos producir muchos frutos agradables al Señor y que será al mismo tiempo para nuestra gloria y nuestro bien.

18 ¿Por qué Jesús hablaba tanto de la viña? Porque ya habían hablado de ella los profetas. Hay sobre todo una parábola muy hermosa que era muy conocida en el tiempo de Jesús. Era del profeta Isaías (el primer Isaías), que era el profeta más famoso al menos como escritor. Hoy es la 1ª lectura en la misa. Dice así:

19 Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? Pues ahora os diré a vosotros lo que voy a hacer con mi viña: quitar su valla para que sirva de pasto, derruir su tapia para que la pisoteen. La dejaré arrasada: no la podarán ni la escardarán, crecerán zarzas y cardos; prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos.

20 El profeta Isaías, que además de ser un hombre de Dios, era muy buen poeta y predicador, un día va a la plaza, como un juglar con su guitarra o trompeta, y anuncia que va a cantar un canto de amor, un canto que además es de trabajo. La gente se reúne junto al profeta, pues se espera un canto hermoso.

21 El canto del amor se vuelve triste, porque por mucho que trabaje el viñador, ve que sus cuidados y fatigas quedan desperdiciados, de modo que el canto de alegría se convierte en canto de lamento. El profeta habla de un trabajador amante que trabaja y ama, pero no es correspondido con los frutos.

22 Hasta aquí los espectadores son sólo eso: espectadores. Son como quienes asisten a un drama quizá interesante. Pero de repente el cantor cambia el sentido del ambiente: mete a los espectadores dentro de la acción. El público queda implicado: van a ser jueces entre la viña y su dueño, entre el amor y la falta de correspondencia.

23 Ahora el cantor pasa al tono de las amenazas y de la acusación pública. Resulta que por los tiempos de Isaías (730 a.C.) Israel vivía en una gran prosperidad; pero había unas grandes desigualdades sociales y no se respetaban las leyes, los juicios y los vicios dominaban por doquier.

24 El profeta en esas amenazas empieza a decir que la viña será abandonada, dejada sin protección, será como campo abierto para todas las bestias, será como un desierto sin lluvias. Y la gente puede preguntarse: ¿Quién puede ser ese amante que hasta da órdenes a las nubes, sino el Señor Dios del Universo?

25 Y el profeta pasa a la última parte que es la amenaza contra los mismos oyentes: Vosotros, pueblo de Israel, sois la viña del Señor; y vosotros me habéis desilusionado, pues sólo dais uvas silvestres, que son las injusticias, atropellos, derramamiento de sangre. Esto es lo que produce esa viña en compensación a tantos cuidados y fatigas de amor.

26 Esta parábola del profeta Isaías es un canto al amor de Dios no correspondido. También hoy nos va diciendo el Señor a cada uno de nosotros, con un tono de queja amorosa, buscando el ser correspondido: ¡Si conocieras cómo te amo!

27 Si conocie- ras cómo te amo, Automático

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29 Si conocie- ras cómo te amo,

30 dejarías de mendigar cualquier amor.

31 Si conocieras cómo te amo,

32 cómo te amo,

33 Hacer CLICK

34 Esta parábola del profeta Isaías es como si Jesús la hiciera suya. En una y en otra está plasmada toda la historia de la salvación. Dios primero elige el pueblo de Israel y lo convierte en su pueblo preferido. Llama a los patriarcas, les hace promesas y establece con ese pueblo una alianza eterna.

35 Dios es fiel a su alianza; pero el pueblo que debería responder con fidelidad a los compromisos con Dios, va por otros caminos. Dios envía a los profetas que se esfuerzan en hacer volver al pueblo por el camino del bien y terminan amenazando en nombre de Dios.

36 Jesús aplica la parábola del profeta a todo el mundo, aunque primeramente se dirige a los sumos sacerdotes y senadores del pueblo de Israel. Jesús usa la misma táctica: al principio parece que no va con ellos; pero enseguida se dirige a ellos que son responsables de la desviación del pueblo.

37 Y viene la conclusión terrible: Este Reino de Dios se les quitará a ellos y se les dará a otros. Dios había esperado de ellos derecho y había recibido asesinatos, injusticias y lamentos. Dios es fiel y misericordio- so, y por eso escucha el clamor de los oprimidos.

38 Dentro de esa historia estamos también cada uno de nosotros. Dios nos ha escogido quizá con una predilección muy especial. Dios nos ha dado mucho: la familia, la nación, los sacramentos, el evangelio, la historia de santos y mártires. Y nosotros ¿Qué hemos hecho con esta predilección de Dios?

39 Quizá hemos correspondido algo, con la ayuda de la gracia de Dios, pero no hemos correspondido con la intensidad que Dios esperaba de nosotros. Por lo menos pidamos que nos cambie, que nos restaure.

40 Hoy el salmo responsorial, que es respuesta normal y espiritual a la 1ª lectura, es el salmo 79, en que, a través del estribillo “la viña del Señor es la casa de Israel”, el fiel suplica a Dios pidiendo la ayuda espiritual para que sea librado de las alimañas y pueda ser la viña amada de Dios tal como Él la creó.

41 Automático Automático

42 que brille tu rostro y nos salve.

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44 que brille tu rostro y nos salve.

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46 Tú que te sientas sobre querubi- nes resplan- dece.

47 Despierta tu poder y ven a salvarnos.

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49 mira desde el cielo, fíjate:

50 ven a visitar tu viña,

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52 Oh Dios, restáuranos

53 que brille tu rostro y nos salve.

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55 Hacer CLICK

56 Dios vuelve a visitar a su viña, que está llena de cardos y abrojos, que son los pecados. No debemos contentarnos con estar dentro de la Iglesia, sino que debemos dar frutos, como quiere el Señor, que son la justicia, la libertad, la misericordia, la fraternidad, la paz. Estos frutos los debemos dar donde estemos, como nos dice hoy san Pablo en la 2ª lectura:

57 Hermanos: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros. Filipenses 4,6-9

58 Hoy san Pablo nos invita a poner en la presencia de Dios todo lo que es honrado, digno de alabanza, puro, noble, amable, verdadero. No se trata sólo de frutos técnicamente espirituales sino frutos humanos que son esenciales para la religión.

59 Esto es porque todavía hay gente que cree que para ser uno religioso debe estar todo el día orando, aunque luego sea tosco y se porte mal con los demás. Debemos ser honestos y amables; pero que salga de lo profundo del corazón de modo que otras personas, a través de estas virtudes humanas puedan ascender a Dios.

60 Hay veces que gentes de otras religiones nos dan ejemplo de estas virtudes humanas. Y esto es de estimar. Esto es lo que dice san Pablo que deben aprender de él, como él lo aprendió de Cristo Jesús. El hecho es que para ser cristiano hay que ser primero humano de verdad.

61 Estos valores humanos y cristianos, de que nos habla san Pablo, chocan con los valores que aprecia el mundo, que son lo que nos hace prosperar en la economía, en el poder, en lo que aprovecha al ego, aunque sea a costa de los demás a base de mentiras y traiciones.

62 Lo verdadero, en términos divinos, es lo que nace del amor, lo que nos hace libres. Lo noble es lo que nos impulsa a reconocer en el otro al hermano, al hijo de Dios. La nobleza verdadera es la que nos lleva a dar un trato humano a todo.

63 Lo justo es cuando se da a cada uno lo que es suyo. Es sobre todo cuando damos a Dios lo que es suyo y caminamos por el sendero de lo recto, del equilibrio y de la armonía.

64 Tener lo amable es cuando uno suaviza con palabras y comportamiento la carga de los demás. Es ser como cirineos de sus pesares y dolencias. La amabilidad es lo que nos impulsa a tratar a los demás con amor y con ternura. Es parecerse lo mejor a los sentimientos de Cristo Jesús.

65 Primero se hizo patente para con el pueblo de Israel. Para los apóstoles, como para los primeros discípulos, esta parábola era como un gran desengaño, pues creían que todas las promesas de Dios eran para el pueblo de Israel. Esta parábola, como todo lo que nos dice Jesús, es sobre todo para exponer la bondad y el amor de Dios para con nosotros.

66 Jesús tuvo que ensancharles el corazón para que vieran que Dios quiere la universalidad, que Dios es bueno para con toda la tierra. Y respecto al pueblo de Israel, la primitiva cristiandad vería ya tristemente que se iban cumpliendo las predicciones de Jesús.

67 mientras nos ponemos la mano sobre el corazón para que aprendamos los errores del pasado y podamos imitar la grandeza de amor del Señor, nuestro Dios. Terminamos reconociendo lo bueno que ha sido el Señor con su tierra,

68 Señor, qué bueno has sido con tu tierra, Automático

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72 perdonaste la culpa de Jacob

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74 demostraste no estar enfadado.

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76 Tú siempre eres así.

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79 y que tu Salvación nos llegue a todos.

80 Señor, has sido bueno con tu tierra,

81 Tú siem- pre eres así.

82 Con María, la Madre. AMÉN


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