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El abrazo del Padre estrecha todos nuestros errores, acaricia todas nuestras cicatrices, borra todas nuestras equivocaciones. LUCAS 15, 1 ‑ 3. 11 ‑ 32.

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2 El abrazo del Padre estrecha todos nuestros errores, acaricia todas nuestras cicatrices, borra todas nuestras equivocaciones. LUCAS 15, 1 ‑ 3. 11 ‑ 32 IV domingo Cuaresma –C-

3 1 Entre tanto, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. 2 Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: —«Este anda con pecadores y come con ellos.» En tiempo de Jesús, compartir mesa era una forma especialmente íntima de amistad y solidaridad. Por ningún motivo se podía compartir mesa con alguien de clase inferior y mucho menos con alguien cuya conducta no se aprobara. Jesús se hace cercano a los indeseables y escandaliza a los fariseos. Ellos también están invitados. Jesús no excluye a nadie. Pero al ver a los demás comensales, no quisieron compartir la mesa y se marcharon indignados.

4 3 Entonces Jesús les dijo esta parábola: Jesús cuenta una parábola para justificar su extraño comportamiento. Va a mostrar cómo actúa el Padre que busca, acoge, es misericordioso y, por eso, así es también Él. Va a mostrar el rostro del Padre y su rostro. La parábola va dirigida a las personas que no tienen misericordia, que se escandalizan por el comportamiento de Jesús y por el mensaje del Evangelio.

5 11 —«Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.” Y el padre les repartió el patrimonio. 13 A lo pocos días, el hijo menor recogió sus cosas, se marchó a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino. Los sentimientos de este padre: misericordia, respeto, generosidad, paciencia, tolerancia, libertad, esperanza, ternura, confianza, alegría desbordante por el regreso del hijo, capacidad infinita de perdón... Son la imagen que Jesús nos muestra de cómo es el Padre. Dios tiene corazón.

6 14 Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran carestía en aquella comarca, y el muchacho comenzó a padecer necesidad. 15 Entonces fue a servir a un hombre de aquel país, quien le mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Habría deseado llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. En la casa del Padre hay trabajo, cariño, responsabilidad, alegría, alimento, bienestar, se es hij@. Para l@ s hij@ s no hay nada mejor que permanecer y trabajar en la casa del Padre.

7 17 Entonces recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre!. 18 Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros.” 20 Se puso en camino y se fue a casa de su padre. Lejos de la casa del Padre hay decepción, provisionalidad, pérdida de la propia identidad y dignidad, hambre material y espiritual, insatisfacción...

8 El padre no le deja acabar su confesión, no necesita que el hijo pormenorice sus faltas, no le impone penitencia proporcional a la gravedad de lo cometido, no está ante un tribunal, no tiene más que acercarse para recibir la plenitud del cariño del Padre, para quien su vuelta a casa es una fiesta. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. 21 El hijo empezó a decirle: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.”

9 22 Pero el padre dijo a sus criados: “Traed, en seguida, el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. 23 Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, 24 porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y lo hemos encontrado.” Y se pusieron a celebrar la fiesta. El hijo es restituido a su condición sin ningún mérito propio. Dios nos quiere porque es Padre, no porque seamos una maravilla. Los padres/madres quieren a sus hij@ s sin más. Nunca se trata de delitos, perdones, leyes... Se quiere la felicidad del hij@. Si el hij@ hace mal, el padre/madre no se indigna, se apena. Si el hij@ vuelve, el padre/madre no perdona, se lleva un alegrón.

10 25 Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos, 26 llamó a uno de los criados y le preguntó qué era lo que pasaba. 27 El criado le dijo: “Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado sano.” 28 Él se enfadó y no quería entrar El padre misericordioso también sale a buscar al hijo mayor. Su postura es la de los fariseos, se cree superior a los demás y reprochaba la bondad del padre con los demás. ¿Somos tolerantes, capaces de perdonar y de alegrarnos del perdón que reciben los demás? ¿Qué nos sale más espontáneo : ser fiscales y acusadores de los demás, o perdonarles con facilidad, como hace el padre de la parábola, como hace Dios?.

11 Su padre salió a persuadirlo, 29 pero el hijo le contestó: “Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. 30 Pero llega ese hijo tuyo, que se ha gastado tu patrimonio con prostitutas, y le matas el ternero cebado.” Este hijo cumple pero no ama. Cae en el mercantilismo religioso: pesa,cuenta, mide.... méritos. Trabaja por la recompensa. Habla de obligaciones no de efusiones. Todo lo de casa es suyo, pero no sabe gozarlo. Pretende marginar de la salvación a los demás. No facilita la rehabilitación del hermano. No entiende los derroches del Padre. Lo tiene cerca pero no lo conoce.

12 31 Pero el padre le respondió: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.”» La parábola queda abierta. Termina con la invitación del padre a entrar en casa, perdonar al hermano y celebrar fiesta. No sabemos su reacción. ¿Entró, no entró?. Es también nuestra decisión. Para entrar en casa del Padre y participar en la fiesta, sólo hay una puerta: El hermano. El hermano.

13 El Señor es bueno, la Bondad, desbordamiento de amor. Respeta la libertad de sus hijos e hijas, los ata sólo con correas de amor. ¡Qué bueno es el Señor!. No excomulga ni maldice al hijo que se aleja, pero sigue con el corazón sus pasos y espera y sueña, no se le cura la herida de su ausencia. La vuelta del hijo es para él la fiesta de las fiestas. No castiga, no pide cuentas, regala dignidad y vestido, con chinelas, anillo y banquete y belleza. Besos y abrazos son su penitencia. ¡Gustad y ved qué bueno es el Señor!. Tampoco maldice ni excomulga al hijo “bueno”, que no se alegraba con la vuelta del hermano. Quiso abrir sus ojos a la luz del amor, cambiar su corazón con sabiduría, con paciencia y con fuego. La inmensidad de su amor se derrocha en todas sus criaturas. ¡Qué bueno es el Señor!.


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