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TEORIAS SEXUALES INFANTILES EN FREUD

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Presentación del tema: "TEORIAS SEXUALES INFANTILES EN FREUD"— Transcripción de la presentación:

1 TEORIAS SEXUALES INFANTILES EN FREUD
Psicología del desarrollo I USAL - Sede Pilar Comisión E Prof. Lic. Leandro M. Sanchez 2014

2 FASE ORAL Abarca desde el nacimiento hasta el año y medio/ dos años aproximadamente. En 1933 Freud acepta la división de las fases oral y anal en dos subfases propuesta por K. Abraham en 1924, pasando a describir: oral de succión o primaria, con una meta que es la incorporación del objeto oral sádica o canibalística, cuya meta pulsional es la devoración.

3 FASE ORAL PRIMARIA

4 La etapa oral primaria corresponde al momento de la apertura de las zonas erógenas.
Primacía de la zona erógena: ORAL (También llamado estadio bucal: encrucijada aerodigestiva: presión labial, dental, deglución, emisión de sonidos, etc.)

5 AUTOEROTISMO INICIAL CONSTITUCION DE LAS ZONAS EROGENAS
Freud describe una actividad sexual infantil en la cual el placer aparece ligado a la excitación de la zona oral que acompaña a la alimentación. De este modo la teoría de la sexualidad infantil incluye la noción de apuntalamiento que remite a la manera en que la pulsión sexual se apoya en la de autoconservación.

6 APUNTALAMIENTO "Término introducido por Freud para designar la relación primitiva de las pulsiones sexuales con las pulsiones de autoconservación: las pulsiones sexuales, que sólo secundariamente se vuelven independientes, se apoyan sobre las funciones vitales que les proporcionan una fuente orgánica, una dirección y un objeto".

7 El ejemplo por excelencia está dado por la conducta del chupeteo surgida de una actividad previa, que es la succión. El chupeteo es entendido como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles, "un contacto de succión con la boca (los labios), repetido rítmicamente, que no tiene como fin la nutrición"

8 El carácter más llamativo de la pulsión es que se satisface en el propio cuerpo: es autoerótica, y los labios del niño se comportan como una zona erógena. La misma queda definida como "un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad”.

9 El concepto de organización o fase implica no sólo una determinada zona erógena que corresponde a una excitación y un placer específico, sino también un objeto y un modo de vinculación. La fase oral tiene como zona erógena privilegiada la boca.

10 El objeto es el pecho materno que no es inscripto como ajeno y que coincide con la fuente de la pulsión. En cuanto a la meta pulsional, que implica un modo de relación con el objeto, es la incorporación.

11 AUTOEROTISMO INICIAL CONSTITUCION DE LAS ZONAS EROGENAS
La fase oral primaria corresponde al momento de apertura de zonas erógenas. La sensorialidad periférica que dará origen a la inscripción de las primeras huellas mnémicas aun no se ha constituido. El niño se halla inmerso en una comunidad pulsional intercorporal de carácter químico, dado que del mundo exterior no investido solo tiene valor de contexto empático.

12 La investidura de la sensorialidad periférica requiere de un encuentro de la tensión de necesidad con un estimulo rítmico, provisto por un soporte contextual en la periferia exterior. El encuentro de dichos ritmos dará lugar a la creación de la zona erógena.

13 La madre aporta el ritmo exterior que debe respetar el ritmo propio de las necesidades del niño.
El encuentro de ambos ritmos determinara la inscripción de huellas mnémicas, que corresponden a un enlace entre dos inscripciones: la del objeto y la de los movimientos placenteros de descarga.

14 ZONA EROGENA Toda región del revestimiento cutáneo-mucoso susceptible de ser asiento de una excitación de tipo sexual. De un modo más específico, ciertas regiones que son funcionalmente el asiento de tal excitación: zona oral, anal, uretro-genital, pezón.

15 HUELLA MNEMICA Lo que queda en el aparato psíquico, después de cada percepción. Algunas percepciones son importantísimas, empezando por la de la vivencia de satisfacción y por la vivencia de dolor.

16 Vivencia de satisfacción
Dejas huellas de tres tipos: La imagen de un objeto La imagen de un movimiento La de una sensación de descarga placentera Estas tres huellas al facilitarse entre si forman una representación de deseo. Deseo de que se vuelve a repetir aquella vivencia, cada vez que retorne la investidura de excitación pulsional.

17 Vivencia de dolor Tipo de vivencia, descripto por Freud en el Proyecto y en la Interpretación de los sueños, producida por la penetración de grandes cantidades de excitación dentro del aparato psíquico perforando la pantalla antiestímulos.

18 Es asi que a través de la succión que satisface las pulsiones de autoconservación y la repetición de la vivencia de satisfacción se ira obteniendo un plus, una ganancia de placer, que permite los primeros registros asociados al principio de placer La vivencia de satisfacción permite ligar por simultaneidad dos tipos de inscripciones: deriva del alivio de la tensión de necesidad, con el consiguiente pasaje del displacer al placer está basado en la articulación entre motricidad y estímulo erógeno.

19 Este segundo proceso constituye una matriz rítmica fundamental.
el placer se define como una cualidad de la cantidad, como un ritmo El autoerotismo inicial se constituye sobre la base de esta articulación.

20 Ya sea que el niño use como soporte el pezón o su pulgar, lo fundamental es que se haya constituido un ritmo. La condición rítmica permite que la pulsión sexual imponga su propio principio: el de placer, diferente del de las pulsiones de autoconservación. En un momento posterior, como consecuencia de un proceso proyectivo, la ganancia adicional de placer obtenida en la zona erógena se articula con registros sensoriales, con cualidades.

21 Dice Freud que la zona erógena se forma por un proceso proyectivo centralmente condicionado, es decir, un proceso psíquico determinado neurológicamente. Al mismo se adosa un investidura pulsional (pulsiones de autoconservación y sexuales) de las mucosas, los órganos sensoriales y otros puntos de la superficie corpórea. Este proceso proyectivo permite que la tensión de necesidad surgida en el interior y registrada en la periferia exterior como un prurito o picazón se transforme en sensación placentera mediada por vivencias de satisfacción.

22 A partir de este momento dos series de cualidades se articulan en la conciencia: las de las variaciones en los desarrollos de afecto, en la gama placer-displacer, y las de las percepciones de un objeto estimulante en la periferia corpórea, con lo cual el psiquismo se abre a un comienzo de vinculación interpersonal.

23 La autoestimulación de los labios se constituye en el modelo placentero; los labios besándose a sí mismos representan la confluencia entre fuente y objeto, donde la zona erógena aparece generando su objeto; su expresión verbal sería: el pecho es parte de mí; "El pecho es un pedazo mío, yo soy el pecho.”

24 El autoerotismo inicial culmina en el momento en que el niño se hace dueño de su polo perceptual, gracias al enlace entre la erogeneidad periférica y la sensorialidad ya investida desde la voluptuosidad. Es entonces que las huellas mnémicas, al ser reinvestidas, dan lugar al surgimiento de los primeros deseos, derivados del esfuerzo por repetir las vivencias de satisfacción cuando resurge la necesidad. Estos deseos se realizan a través del recurso alucinatorio que acompaña y sostiene la actividad autoerótica.

25 SEGUNDA FASE ORAL

26 FASE ORAL SECUNDARIA UNIFICACION DE ZONAS EROGENAS
La superación Del autoerotismo inicial, consiste fundamentalmente en la separación del objeto de la zona erógena. La coincidencia entre fuente y objeto se rompe debido a la intervención de un nuevo proceso proyectivo, que sigue el mismo camino de progresiva externalización que condujo a la apertura de zonas erógenas a partir de los órganos en que se producen variaciones endógenas.

27 Esta proyección consiste en la expulsión del objeto que antes era concebido como generado por la propia zona erógena. En este proceso la alucinación es relevada por la exigencia de un objeto captado por la percepción como soporte de la proyección. El objeto es puesto como causa de la impresión sensorial y, como tal, marca el pasaje de la sensación a la percepción.

28 Esta complejización deriva de un movimiento constitutivo necesario, no contingente, que corresponde a un proceso de autoconstrucción psíquica: la unificación de zonas erógenas y la concomitante ligadura de huellas mnémicas.

29 El momento de superación del autoerotismo resulta de un trauma específico, aquel que amenaza la lógica en la que el autoerotismo se sustenta: la coincidencia entre fuente y objeto de la pulsión, entre fuente de la pulsión y fuente del placer. La imposibilidad de mantener dicha lógica surge desde el interior, por la acción de las pulsiones de autoconservación insatisfechas, y por la eficacia de ciertas pulsiones sexuales que no pueden satisfacerse autoeróticamente; tal sería el caso del sadismo dentario que requiere de un objeto exterior al propio cuerpo para alcanzar su meta.

30 Freud señala que, cuando el niño se frustra en el chupeteo acompañado del alucinar, se da un proceso inhibitorio de la motricidad involucrada en el chupetear y la consiguiente búsqueda de un registro perceptual que certifique la presencia del objeto de satisfacción.

31 La caída del autoerotismo genera ciertos desarrollos de afecto de la gama del terror y el pánico.
Al estado de goce autoerótico le sucede, por obra del resurgimiento de la tensión de necesidad proyectada, una nueva sensación de prurito, que hace surgir un afecto displacentero generador de una defensa: un movimiento hostil, expulsivo del objeto en un espacio exterior.

32 La forma, entonces, en que el aparato psíquico se defiende de un trauma autoerótico consiste en que las percepciones son proyectadas hacia afuera, pasando a formar parte del mundo externo.

33 Se derrumba así la concepción autoerótica según la cual el objeto es producido por la propia sensualidad y se pasa a poner la causa de la percepción sensorial en un término constituido como objeto.

34 El trauma autoerótico exige la salida del autoerotismo, pero ello no es posible si no ocurre un proceso de síntesis, consistente en la ligadura de las zonas erógenas y la correspondiente unificación de huellas mnémicas. El proceso psíquico que llamamos unificación corresponde a la constitución del yo-placer.

35 La producción de este yo está asociada a la investidura creciente de la piel, que actúa como un conector entre las zonas erógenas. La unificación de zonas erógenas implica una articulación sobre la base de la simultaneidad, en la cual alguna de ellas adquiere hegemonía sobre las demás.

36 Durante el autoerotismo inicial, percepción e islas mnémicas eran coincidentes, la percepción y la conciencia no aparecían en el lugar de la huella mnémica; ahora, al unificarse diferentes islas mnémicas, es posible establecer una primera diferencia entre percepción y memoria.

37 Identificación primaria. Narcisismo
La articulación de las distintas zonas erógenas procura moldes o patrones en que el yo- placer encuentra una medida totalizadora, una imagen proyectada de sí, basada en sensaciones olfatorias, cenestésicas, auditivas y visuales. Estos moldes erógenos devuelven al niño imágenes para la identificación del yo, el cual se reencuentra y encuentra también allí al objeto, investido como ideal, como modelo.

38 Identificación Primaria
Modo primitivo de constitución del sujeto sobre el modelo del otro. La Identificación primaria está en íntima correlación con la etapa oral. El concepto de identificación primaria, aunque forma parte de la terminología analítica, tiene acepciones bastante diferentes según las reconstrucciones que efectúan los autores de los primeros tiempos de la existencia individual. La identificación primaria se contrapone a las identificaciones secundarias, que se superpondrán a aquélla, no solamente por ser la primera cronológicamente, sino porque no se establece consecutivamente a una relación de objeto propiamente dicha, sino que es «[...] la forma más primitiva de lazo afectivo con un objeto». «Al comienzo, en la fase oral primitiva del individuo, la catexis de objeto y la identificación no pueden quizá distinguirse entre sí».

39 Cada tipo de proyección, va seguido de una identificación por la cual el yo se constituye.
La mente produce primero estos patrones a los que encuentra, luego, como supuestas impresiones sensoriales a las cuales se esfuerza por adecuarse por el camino de la identificación. Mediante la proyección de la erogeneidad en la sensorialidad, donde se configura el modelo, y la consiguiente identificación con la imagen proveniente del mismo, el yo establece un vínculo con sus propios procesos pulsionales. En el objeto investido como modelo, el yo encuentra la satisfacción de sus necesidades y además un sentimiento de sí.

40 La identificación primaria designa el desplazamiento de investiduras que reúnen en un todo al objeto con el yo, en un esfuerzo por saldar la diferencia entre ambos, al constituir al yo según lo puesto en el objeto como modelo-ideal. La identificación primaria reúne, antes de que surjan las diferencias, a la elección objetal anaclítica con la narcisista, y la investidura del objeto es la misma que la del yo; el amor hacia el objeto es indiscernible del amor al propio yo. Así como en un momento previo fuente y objeto coincidían, ahora la coincidencia se da entre yo y objeto placiente, por obra de la identificación.

41 Este es el momento en que se establecen los nexos entre las primeras huellas mnémicas; es, por lo tanto, el momento inaugural de ese acto psíquico que llamamos narcisismo.

42 El yo-placer se constituye sobre la base de una identificación con la madre puesta en el lugar de modelo. En 1921, Freud plantea cuatro lugares posibles en relación con el otro: modelo, ayudante, rival y objeto. El lugar de modelo es el primero en surgir e implica que su presencia garantiza la existencia del propio yo. En un vínculo de ser, no de tener, se desea ser "uno con el otro"; supone la fusión con el otro. La representación del cuerpo del niño pasa a depender de la percepción de la presencia de la madre, garantía de su ser.

43 La meta de la pulsión oral secundaria es la devoración en la que se imbrican pulsión de autoconservación y libido narcisista. Esta articulación es contradictoria, de carácter ambivalente, ya que la devoración del objeto hace desaparecer al modelo, garante del ser. El yo para sostenerse requiere de la asistencia y el amor del objeto e ideal.

44 En 1920 Freud describe de qué manera la libido vuelve inocua a la pulsión de muerte, desviándola hacia afuera con ayuda de la musculatura. Se transforma así, en pulsión de destrucción, de apoderamiento, voluntad de poder. Con el surgimiento de la pulsión oral secundaria aparece un rudimento de agresividad; el ejercicio de la musculatura va a permitir defenderse de lo displacentero, proyectándolo fuera. En esta fase, la musculatura masticatoria asociada a la defensa sólo posibilita escupir o bien morder y devorar.

45 Los juicios de atribución del yo-placer purificado
Hemos dicho que en esta fase la zona dominante en cuanto a la erogeneidad es la oral; podríamos decir que, para el niño, el universo sensible pasa por la boca, todo lo que ve, es aferrado y llevado a la boca. Conocer el mundo es chupado, morderlo y luego, tragado o escupido. Es allí, en la boca, donde se realiza un acto expulsivo que constituye un juicio en acto. Dice Freud que una de las dos funciones del juicio consiste en atribuir una propiedad a una cosa. "La propiedad sobre la cual se debe decidir puede haber sido originalmente buena o mala, útil o dañina." (Freud, 1925)

46 Esta función del juicio, la atribución, corresponde al yo placer purificado. Este yo recibe su denominación debido a que se apropia de lo bueno o placentero, que pasa a constituir el yo, mientras que lo displacentero es expulsado fuera. Freud liga la función del juicio con los procesos pulsionales, de modo tal que, cuando el yo-placer atribuye una propiedad buena o útil a una cosa, desde el plano de las pulsiones surge un deseo.

47 Es desde la posición de sujeto de la pulsión que el yo categoriza a los objetos según juicios de atribución. Estos juicios permiten al yo discriminar en qué percepciones se reencuentra y en cuáles no. Lo malo o perjudicial es proyectado mediante un acto desatributivo de la propiedad buena o útil, cuya atribución previa lo había admitido en el yo. Dicho movimiento desatributivo es fundamentalmente hostil; así como al yo real primitivo le correspondía un exterior indiferente, desinvestido, a este yo de placer le corresponde un no yo hostil.

48 La desatribución implica una expulsión del ser, el objeto desatribuido se constituye en malo y es condenado a estar siempre disponible para la aniquilación. Su existencia depende de "su ser para ser destruido”. Desde la teoría freudiana, el no yo es heterogéneo y no corresponde a lo que entendemos como exterior. "Al comienzo son para él (para el yo-placer) idénticos lo malo, lo ajeno al yo, lo que se encuentra afuera”. Intentaremos dilucidar en qué consiste esta superposición y de qué manera se van produciendo y diferenciando dichos términos.

49 El movimiento hostil que constituye" lo malo" se despliega en esta fase en forma rudimentaria.
Recién en el momento lógico que sigue, gracias al uso de la musculatura voluntaria, es posible que de la vivencia de dolor se constituya un objeto como causa, hacia el cual se dirigirá́ la hostilidad. Lo ajeno, en cambio, deriva de otro proceso que comienza en el intento de reencontrarse con el objeto vía proyección e identificación.


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