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No te quedes, Señor, en la soledad de un templo vacío y, en esta hora, más que nunca desciende a los áridos y complicados caminos donde se debate el presente.

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Presentación del tema: "No te quedes, Señor, en la soledad de un templo vacío y, en esta hora, más que nunca desciende a los áridos y complicados caminos donde se debate el presente."— Transcripción de la presentación:

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2 No te quedes, Señor, en la soledad de un templo vacío y, en esta hora, más que nunca desciende a los áridos y complicados caminos donde se debate el presente y el futuro del hombre. Baja, Señor, y comparte la existencia de aquellos que buscan, en la vida y con su vida, una razón para nunca perderte. No te quedes, Señor, en el silencio que algunos pretenden imponerte: ¡Habla! ¡Bendice! ¡Camina junto a nosotros! No permitas, Señor, que tu Cuerpo se haga invisible después de haberte multiplicado en la gran mesa de tus invitados. No permitas, Señor, que tu Sangre quede paralizada por la vergüenza y la falta de valentía, de aquellos que decimos creer y seguirte. No permitas, Señor, que tu Palabra quede enmudecida por otras que son falsas y que no conducen a nada. No te quedes, Señor, en la soledad de un templo vacío y, en esta hora, más que nunca desciende a los áridos y complicados caminos donde se debate el presente y el futuro del hombre. Baja, Señor, y comparte la existencia de aquellos que buscan, en la vida y con su vida, una razón para nunca perderte. No te quedes, Señor, en el silencio que algunos pretenden imponerte: ¡Habla! ¡Bendice! ¡Camina junto a nosotros! No permitas, Señor, que tu Cuerpo se haga invisible después de haberte multiplicado en la gran mesa de tus invitados. No permitas, Señor, que tu Sangre quede paralizada por la vergüenza y la falta de valentía, de aquellos que decimos creer y seguirte. No permitas, Señor, que tu Palabra quede enmudecida por otras que son falsas y que no conducen a nada.

3 ¡Quédate, Señor, con nosotros! Sin tu Eucaristía, el corazón se enfría Sin tu Palabra, el pensamiento se racionaliza y endurece Sin tu presencia, se hace menos fraterno y más egoísta el caminar de cada jornada ¡Quédate, Señor, con nosotros! Bendícenos en esta mañana radiante y jubilosa Penétranos con un nuevo afán evangelizador Llénanos de vitalidad evangélica Danos y auméntanos el gusto por la Eucaristía ¡Quédate, Señor, con nosotros! Haz que, cada plaza y cada calle, por donde Tú hoy caminas sean una llamada a no dormir el mensaje de salvación que nos traes. Hoy, prometemos ante tu custodia, Rey de reyes: ser tu cuerpo allá donde alguien necesite tu mano ser tu Palabra, allá donde brote el desaliento ser tu rostro, donde exista el absurdo y el sin sentido ¡Quédate, Señor, con nosotros! Sin tu Eucaristía, el corazón se enfría Sin tu Palabra, el pensamiento se racionaliza y endurece Sin tu presencia, se hace menos fraterno y más egoísta el caminar de cada jornada ¡Quédate, Señor, con nosotros! Bendícenos en esta mañana radiante y jubilosa Penétranos con un nuevo afán evangelizador Llénanos de vitalidad evangélica Danos y auméntanos el gusto por la Eucaristía ¡Quédate, Señor, con nosotros! Haz que, cada plaza y cada calle, por donde Tú hoy caminas sean una llamada a no dormir el mensaje de salvación que nos traes. Hoy, prometemos ante tu custodia, Rey de reyes: ser tu cuerpo allá donde alguien necesite tu mano ser tu Palabra, allá donde brote el desaliento ser tu rostro, donde exista el absurdo y el sin sentido

4 Hoy, ante tu altar, Señor, déjanos prometer aquello que nos falta para ser auténticos miembros de tu pueblo; déjanos convencernos que, con la Eucaristía, es como más y mejor se viven los ideales de una nueva humanidad.

5 Pues bien sabemos, Señor, Pues bien sabemos, Señor, que la Eucaristía es mirada hacia el cielo para desbordarse luego, amando, hacia la tierra. Haz, Señor, que nuestros corazones queden, ante la grandeza de tu presencia, tocados por tu gracia, iluminados por tu luz, fortalecidos por tu pan, ilusionados con tu Palabra, y dispuestos a abrirse ante aquellos hermanos y situaciones que nos reclaman. Hace un momento, Señor, nos has recordado: “esto es mi cuerpo” “ésta es mi sangre” haz, que nunca olvidemos, que también nosotros estamos llamados a ser tu cuerpo y también tu sangre, en esta realidad que nos toca vivir. Quédate con nosotros, Señor. Amén.Pues bien sabemos, Señor, que la Eucaristía es mirada hacia el cielo para desbordarse luego, amando, hacia la tierra. Haz, Señor, que nuestros corazones queden, ante la grandeza de tu presencia, tocados por tu gracia, iluminados por tu luz, fortalecidos por tu pan, ilusionados con tu Palabra, y dispuestos a abrirse ante aquellos hermanos y situaciones que nos reclaman. Hace un momento, Señor, nos has recordado: “esto es mi cuerpo” “ésta es mi sangre” haz, que nunca olvidemos, que también nosotros estamos llamados a ser tu cuerpo y también tu sangre, en esta realidad que nos toca vivir. Quédate con nosotros, Señor. Amén. Texto: J.Leoz Presentación: Ana Arrese


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