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Oviedo Versión optimizada para PowerPoint 2002.

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Presentación del tema: "Oviedo Versión optimizada para PowerPoint 2002."— Transcripción de la presentación:

1 Oviedo Versión optimizada para PowerPoint 2002.
Con versiones anteriores puede funcionar irregularmente. Andrés A. Rodríguez José Luis Portos Juan José García Julia Mª Ferreiro Lisardo Santirso Manuel Martínez María S. Suárez

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3 Su Catedral

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8 R E T A B L O Y S U Una catequesis en madera

9 Uno de los mejores retablos góticos españoles.
Encargado por el prelado ovetense Don Valeriano Ordóñez de Villaquirán, el cual aparece postrado a los pies de la Virgen Obra de Giralte de Bruselas, Juan de Valmaseda, León Picardo y Miguel de Belingeles

10 Se lee de izquierda a derecha y de abajo a arriba 15,85x10,35
INFANCIA I- Anunciación II-Visitación III-Nacimiento IV- Adoración Reyes V- Presentación en el Templo VI- Huida a Egipto VII- Ante los doctores VIDA PÚBLICA VIII- Bautismo IX- Tentaciones X- Bodas de Caná XI- Resurrección Lázaro PASIÓN XII-Entrada en Jerusalén XIII- Oración en el Huerto XIV- Flagelación XV- Coronación espinas XVI- Camino del Calvario Dejando los pasajes principales para el centro XVII- Crucifixión GLORIFICACIÓN XVIII- Resurrección Jesús XIX- Duda de Sto. Tomás XX- La Ascensión XXI- Pentecostés XXII- Cristo en Majestad XXIII- Asunción de María

11 Crucifixión Cristo en Majestad Duda de Sto Tomás Asunción de María Resurrección Ascensión del Señor Flagelación Pentecostés Oración en el Huerto Coronación de Espinas Bodas de Caná Camino del Calvario Tentaciones Resurrección de Lázaro Huida a Egipto Entrada en Jerusalén Presentación en el Templo Ante los doctores La Visitación Bautismo El Nacimiento La Anunciación Adoración de los Reyes

12 Otros elementos del Retablo
Reyes Jueces Profetas Apóstoles Padres de la Iglesia Más Información San Sebastian San Roque

13 JESÚS, EL SALVADOR

14 INFANCIA I.- LA ANUNCIACIÓN II.- LA VISITACIÓN
III.- EL NACIMIENTO DE JESÚS IV.- LA ADORACIÓN DE LOS REYES V.- LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO VI.- LA HUIDA A EGIPTO VII.- JESUS ANTE LOS DOCTORES

15 I LA ANUNCIACIÓN Más Información

16 II LA VISITACIÓN Más Información

17 III EL NACIMIENTO Más Información

18 IV ADORACIÓN DE LOS REYES Más Información

19 V PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO Más Información

20 VI HUIDA A EGIPTO Más Información

21 VII JESÚS ANTE LOS DOCTORES Más Información

22 VIDA PÚBLICA VIII.- EL BAUTISMO DE JESÚS
IX.- LAS TENTACIONES DE CRISTO X.- LAS BODAS DE CANÁ XI.- RESURRECCIÓN DE LÁZARO

23 VIII BAUTISMO DE JESÚS Más Información

24 IX LAS TENTACIONES Más Información

25 X LAS BODAS DE CANÁ Más Información

26 XI RESURRECCIÓN DE LÁZARO Más Información

27 LA PASIÓN XII.- ENTRADA EN JERUSALÉN XIII.- LA ORACIÓN EN EL HUERTO
XIV.- LA FLAGELACIÓN XV.- LA CORONACIÓN DE ESPINAS XVI.- EL CAMINO DEL CALVARIO XVII.- LA CRUCIFIXIÓN

28 XII ENTRADA EN JERUSALÉN Más Información

29 XIII ORACIÓN DEL HUERTO Más Información

30 XIV FLAGELACION Más Información

31 XV CORONACIÓN DE ESPINAS Más Información

32 XVI CAMINO DEL CALVARIO Más Información

33 XVII LA CRUCIFIXIÓN Más Información

34 GLORIFICACIÓN XVIII.- LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
XIX.- LA DUDA DE SANTO TOMÁS XX.- LA ASCENSIÓN XXI.- PENTECOSTÉS XXII.- LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN XXIII.- CRISTO EN MAJESTAD

35 XVIII LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Más Información

36 XIX DUDA DE SANTO TOMÁS Más Información

37 XX LA ASCENSIÓN Más Información

38 XXI PENTECOSTÉS Más Información

39 XXII CRISTO EN MAJESTAD Más Información

40 Obispo Ordóñez de Villaquirán
XXIII LA ASUNCIÓN DE MARÍA Obispo Ordóñez de Villaquirán Más Información

41 FIN

42 La escena es particularmente importante pues la anunciación coincide con la encarnación del Salvador, estos es, el primer acto o preludio de la Salvación. Mientras que en la iconografía oriental suele representarse a la Virgen dedicada a los trabajos manuales aquí a aparece meditando la Biblia. Su postura de postración sobre un reclinatorio y profunda devoción parece decir: “Heme aquí, la esclava del Señor”. Arrodillada, lleva su mano al pecho en señal de su sí de aceptación. Su cabeza inclinada hacia abajo evocando la humildad pese a la elevada dignidad que le es concedida por Dios. El ángel, con sus alas explayadas y la indumentaria agitada parece haber entrado en escena sin previo aviso (parece evocar la fuerza del E. Santo que irrumpe cuando menos te lo esperas). Ese ángel porta en la mano izquierda el bastón de mensajero en forma de cetro coronado con una forma bulbosa que recuerda a una flor. Esa fruta podría aludir al fruto inmaculado y se entiende como alegoría de pureza (virginidad de María). En la filacteria que rodea al cetro aparece la frase Ave María. La palabra AVE leída al revés se lee EVA. Así pues, María sería la nueva Eva, esto es, la puerta de la salvación del ser humano, en contraste con Eva que, con su desobediencia, cerró la puerta del paraíso. Santiago de la Vorágine recoge en su “leyenda dorada” esta idea: “Así como el diablo mediante la tentación suscitó en el ánimo de una mujer la duda, la llevó al consentimiento y por el consentimiento la condujo a la caída, así también un ángel mediante la Anunciación suscitará en el alma de otra mujer la fe, y por la fe la llevaría al acatamiento de la voluntad divina, y por el acatamiento o consentimiento a la concepción en sus entrañas del hijo de Dios” I LA ANUNCIACIÓN

43 Nos encontramos a María e Isabel, figuras que dominan el centro de la escena: una en plena juventud, la otra en el inicio de la ancianidad. María lleva el velo de las jóvenes, Isabel cubre su cabeza con el tocado de las matronas de Israel. Algunos teólogos de la Edad Media ven en esta escena una prefiguración de los Salmos: Amor y Verdad se han dado cita; Justicia y Paz se abrazan” (Sal 85,11). Más tarde la Virgen e Isabel se interpretan como símbolos de la Iglesia y la Sinagoga respectivamente. Está conectada con la escena anterior (la Anunciación) pues el mismo ángel anuncia el designio divino e informa del embarazo de su prima Isabel. Las dos mujeres, manifiestamente embarazadas no se sitúan al mismo nivel en la escena, de ahí la postración de Isabel ante Ella. Sin embargo parece clara la actitud humilde de María de querer detener con su brazo la ligera genuflexión de su prima. A la izquierda aparece una doncella que acompaña a María. Según la tradición apócrifa esta doncella está ahí para dar testimonio ante las dudas de San José de la autenticidad de la concepción virginal de María. A la derecha, bajo el arco de su casa aparece el viejo Zacarías observando el encuentro y apoyado en el bastón de su autoridad sacerdotal. II LA VISITACIÓN

44 La pobreza del portal de Belén es aludida mediante la paredes de un edificio con un humilde colgadizo que amenaza desplomarse. Podría aludir a la situación delicada de la sinagoga. Jesús viene a repararla y a edificar sobre sus ruinas un grandioso edificio La Iglesia. La situación del niño Jesús sobre el pesebre alude al nuevo Adán por eso Santiago de la Vorágine dice: “la humildad del Salvador se contrapone a la soberbia del prevaricador: la soberbia del primer hombre se alzó contra Dios... Pero el Hijo de Dios se humilló... se puso a la altura de ellos al nacer como ellos ...” Jesús es el centro lumínico de la escena, resaltando así la idea del niño que nace en las tinieblas de la noche para traer la luz de la verdad y la salvación al mundo. Los haces de paja están dispuestos como rayos de luz. Es el propio Jesús quien confiere luminosidad a la escena, pues Él es la luz del mundo El buey y el asno le adoran. Parece evocar el pseudo Mateo (XIV). “tres días después de nacer el Señor, salió María de la gruta y se aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en el pesebre, y el buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “el buey conoció a su amo, y el asno el pesebre de su Señor”... Mientas el buey se muestra apacible en su veneración, el asno, molesto, parece apartarse del Salvador, en actitud de alborozado rebuzno. La razón podría ser que ambos animales serían prefiguraciones de los dos ladrones entre los que Jesús fue crucificado, o bien, de los judíos y gentiles. Según San Gregorio de Niza: “el buey es el judío encadenado por la ley; el asno, que es una bestia de carga, porta los fardos de la idolatría... una alusión más a la futura muerte y sacrificio del Salvador entre el buen y el mal ladrón”. Los ángeles cantan en las alturas “Gloria a Dios”. En los apócrifos se dice que en el momento del nacimiento de Jesús éste fue rodeado de ángeles. Son tres los pastores (como también son tres los reyes magos)de la escena: No portan presentes, su ofrenda es la música de una flauta (similar a los pastores músicos de Toledo y de otras catedrales) Podría derivarse del Evangelio árabe de la infancia: “En aquel momento llegaron unos pastores quienes encendieron fuego y se entregaron a regocijados transportes de alegría”. Algunos teólogos relacionan a los pastores con los gentiles y a los magos con los judíos. III EL NACIMIENTO

45 ADORACIÓN DE LOS REYES IV
Para San Ignacio de Antioquía este momento representa el primer homenaje rendido por el paganismo al Hijo de Dios. Asimismo, para San Epifanio (S IV) es una buena respuesta frente a la herejía ebionita: “los magos muestran de un modo evidente que Cristo fue engendrado por Dios... pues si Cristo fue adorado por ellos es porque había nacido Dios y no solo hombre”. Arriba está la estrella, signo de la Epifanía. El niño sostiene en su mano izquierda el globo del universo mientras con la derecha bendice a los Magos (los dos signos que suelen acompañar al Pantócrator y que pudiera evidenciar el significado de “rey de reyes”). La raíz iconográfica de la escena la hallamos en el Pseudo Mateo (XVI), donde la adoración se produce dos años después de su Nacimiento. Orígenes fue el primero que habló de tres Reyes Magos en su obra In genessim. También para San Agustín fueron tres Reyes los que rindieron homenaje a Cristo, pues siendo tres las ofrendas hace pensar en que fueran tres los oferentes. También simbolizan las tres edades del hombre o las tres partes del mundo conocidas (Asía, Africa y Europa), derivadas de los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet). Melchor es el más anciano, Gaspar, el de edad media y Baltasar el más joven. Las ofrendas significan también tres títulos cristológicos: Oro: realeza, Incienso: divinidad y Mirra: sufrimiento. Esta última alude, una vez más al sacrificio redentor de Cristo. Santiago de Vorágine da otro sentido diferente: “quisieron darnos a entender con el oro, que significa amor, con el incienso, que significa adoración, y con la mirra, que significa mortificación, que también nosotros debemos ofrendar a Dios amor, adoración y mortificación de nuestros sentidos”. IV ADORACIÓN DE LOS REYES

46 PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO V
Según la ley Mosaica (Ex 13,2) era de obligado cumplimiento para todos los judíos consagrar el primer hijo a Dios en recuerdo de la Huida a Egipto y de otras intervenciones divinas a favor de Israel. La parturienta, considerada impura durante la semana posterior al nacimiento de un hijo varón, era excluida durante 33 días del santuario; pasada la cuarentena debía presentar su vástago en el templo y depositar una ofrenda. Sin embargo la Virgen no tendría por qué ajustarse a la norma pues habría concebido virginalmente, pues Ella no habría perdido su virginidad. Los teólogos lo explican como un acto de humildad de María al someterse voluntariamente a la Ley. La presencia de un cuchillo sobre el extremo de la mesa funde la escena de la presentación con la de la circuncisión. Sin embargo ambos ritos no se hicieron a la vez (8 y 40 días tras el nacimiento). La humildad del Hijo de Dios que quiso acatar, primero, la ley antigua, justifica tal pasaje (Male) y mostrar así que la Tora era buena. Además nuevamente se prefigura aquí la pasión, pues es el primer momento en que Jesús derrama su sangre. Junto a Simeón, que va vestido con manto y mitra pontifical, está un sirviente que ejerce de ministrante, mientras que a su izquierda un escriba lee y confronta con el libro de la ley que todo se está llevando a cabo según las prescripciones de la Ley del Señor. Junto a María y José una doncella porta en un cesto dos pichones (o tórtolas), como corresponde a la ofrenda de los pobres. V PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

47 La virgen mira amorosamente al niño, entre sus brazos, el cual aparece fajado como una momia, indumentaria interpretada por Schiller como una alusión más a la futura muerte (tal indumentaria evoca la manera de los iconos bizantinos). José conduce al asno volviéndose para mirar a María y al niño con gran dulzura. Lleva la capa y el gorro propio de los peregrinos, las calzas de los caminantes y en la mano izquierda sostiene un nudoso cayado. El ángel, joven, que parece tener anclada la mirada en Jesús, parece empujar una palmera cuajada de frutos. El detalle se inspira una vez más en el Pseudo Mateo (XX), enriqueciendo el parco relato de Mateo: Aconteció que, al tercer día de camino, María se sintió fatigada por la canícula del desierto. Y viendo una palmera le dijo a José: “Quisiera descansar un poco a la sombra de ella”. José a toda prisa la condujo hasta la palmera y la hizo descender del jumento. Y cuando María se sentó, miró hacia la copa de la palmera y la vio llena de frutos, y le dijo a José: “Me gustaría, si fuera posible, tomar algún fruto de esta palmera”. Mas José le respondió: “Me admira el que digas esto, viendo lo alta que está la palmera, y el que pienses comer de sus frutos...” Entonces el niño Jesús que plácidamente reposaba en el regazo de su madre, dijo a la palmera: “Agácahte, árbol, y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre”. Y a estas palabras inclinó la palmera su penacho hasta las plantas de María, pudiendo así recoger todo el fruto que necesitaban para saciarse”. VI HUIDA A EGIPTO

48 JESÚS ANTE LOS DOCTORES VII
Jesús es llevado por sus padres, a la edad de 12 años, a Jerusalén con motivo de la Pascua. Se escabulle de ellos, entra en el Templo y declara entre los doctores que los tiempos están cumplidos y el Mesías ha llegado verificando el vaticinio de Isaías. Es la primera acción de Jesús adoctrinando antes de iniciar su vida pública. En el centro y sobre un podio, Cristo es el eje central y en torno a él se colocan los doctores de la ley mosaica a la manera de la dialéctica escolástica y comportándose como un verdadero maestro. Alrededor están los rabinos en clara actitud caricaturesca: de enormes narices, gesticulan y mueven sus manos al tiempo que hablan apresuradamente. Jesús a la escucha, reflexiona y responde. A la izquierda María contempla en actitud orante a su hijo dando testimonio de su divinidad. Los padres encuentran a Cristo al tercer día prefigurando así la Pascua de Resurrección. VII JESÚS ANTE LOS DOCTORES

49 Jesús aparece en actitud orante, y no bendicente, en señal de sometimiento a los designios del Padre (Schiller). Juan Bautista derrama el agua del Jordán sobre la cabeza del Salvador y está caracterizado con su hábito propio de piel de camello y manto de dignidad sacerdotal que contrasta con la desnudez del Hijo. A la izquierda un ángel alado sostiene la túnica de Jesús (fruto, esta imagen, de la praxis bautismal pues es conocida la existencia del rito de enjugar la humedad de los neófitos recién bautizados con una vestidura blanca). El ángel, de enormes alas y túnica de ricos brocados y que sostiene la túnica del bautizado, es consecuencia de la transposición artística del diácono que, durante la ceremonia del bautismo, ayudaba al obispo sosteniendo el capillo (tela blanca que se colocaba en la cabeza al bautizarlos) y revestía a los catecúmenos después de la inmersión con una ropa blanca. VIII BAUTISMO DE JESÚS

50 Tras ser bautizado Jesús se retira al desierto de Judá y allí permanece 40 días y 40 noches, lo que constituye el origen de la cuaresma. En la escena, las tres tentaciones se reducen a una: la gula: un demonio de forma monstruosa ofrece una gruesa piedra al Salvador que parece responderle: no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. La cabeza en el vientre de Satán aludiría al desplazamiento de la sede de la inteligencia puesta al servicio de los instintos más bajos. La yuxtaposición de animales en el demonio son evidentes: garras y piel escamosa, así como piel membranosa aludiendo a las siniestras regiones infernales. Las alas de murciélago podrían tener alguna influencia china, así como los flácidos pechos femeninos. Tales pechos femeninos podrían aludir a un simbolismo femenino cargado de culpabilidad (la mujer, y sobre todo, la bruja, son juzgados duramente en esta época como auténticos seres diabólicos) Su fealdad invita claramente al rechazo y la repulsión y contrasta con la mansa figura de Cristo. IX LAS TENTACIONES

51 El escultor quiere evidenciar la condición de Mesías, Salvador y Redentor, de ahí su interés por reflejar los milagros. Resulta evidente el gesto de María que de modo elocuente le pide ayuda y éste responde a las súplicas de su madre con la bendición de las tinajas. Además María mira suplicante a su Hijo mientras se lleva la mano al corazón. Una mano casi imperceptible a la derecha del cuadro ofrece a los novios un cáliz del vino milagroso. Se trata del maestresala mencionada por S. Juan. Otro sirve comida y un tercero echa agua en las tinajas que había en las casas para las purificaciones. Sorprende que sean 5 y no 6 las tinajas representadas, como señala el pasaje evangélico. Es muy probable que alguna de ellas se perdiera con el paso de los siglos. Resulta curioso ver que una de las tinajas imita a la que posee la catedral, objeto de gran veneración por los peregrinos. El relato parece tener varios simbolismos: Uno el eucarístico, otro el del matrimonio de Cristo con la Iglesia (sustitución del agua de la Antigua Ley (Sinagoga) por el vino del Evangelio (Iglesia), y el tercero, el simbolismo de las seis edades del mundo y del hombre: durante las seis edades señaladas por Adam, Noe, Abraham, David, Jeconías y Juan el Bautista, Jesús ha permanecido oculto hasta la séptima edad en la cual su reino durará hasta el juicio final. Otros lo relacionan con las seis edades del hombre (en relación con la catedral de Canterbury): infancia, pubertad, adolescencia, juventud, virilidad y senectud. X LAS BODAS DE CANÁ

52 RESURRECCIÓN DE LÁZARO XI
Cristo bendice a Lázaro que incorporándose del sepulcro aparece desnudo y no amortajado. La actitud de Cristo parece gritar: “Lázaro, sal fuera”. El difunto Lázaro se alza de su sepulcro, más parecido a un ataúd de la época que a una sepultura judía. En la parte derecha del cuadro está María y Marta en actitud orante. A la derecha de éstas está un personaje descalzo que podría aludir a la presencia de algún discípulo. Uno de los elementos anecdóticos lo constituye el judío de la izquierda que se tapa la nariz con un paño evitando el hedor del difunto, lo cual se corresponde con el texto joánico cuando Marta respondiendo al Señor le dice: “Señor, ya huele; es el cuarto día” (Jn 11,39) Hay un personaje femenino del que sólo se ve una mano en actitud de súplica y que se ha querido identificar con Virgen. Marta junta las manos en actitud suplicante y María parece reconvenir a su hermana por su insistencia y falta de confianza. Un judío de prominente nariz asiste a la escena y otro testigo, en la esquina inferior izquierda, quizá un sumo sacerdote, con un libro en la mano, actúa como escribano que acredita la veracidad de la escena. XI RESURRECCIÓN DE LÁZARO

53 ENTRADA EN JERUSALÉN XII
Con ella se cumplía la profecía de Zacarías: “He aquí que lleno de mansedumbre viene a ti tu Rey cabalgando sobre un pollino” (Zac 6,6). Jesús entra montado en una borrica -lo que según algunos teólogos es un símbolo de docilidad- y no en un caballo –símbolo de soberbia-, para proclamar que Él no reside en los corazones soberbios, sino en los mansos y humildes. En el centro de la escena Jesús cabalga y bendice: referencia trinitaria y a la doble naturaleza. Los habitantes de la ciudad reciben al Mesías con los ramos y extienden a su paso los mantos siguiendo el relato evangélico (símbolo, el manto, de la persona que se somete a la de Jesús). La entrada en la ciudad marca el inicio del ciclo de la pasión y por ello los teólogos gustaron oponer los honores y vituperios dispensados por los judíos a Cristo en ambas comitivas: la borriquina fue sustituida por el patíbulo; al trayecto alfombrado con los mantos se opone el despojo de las ropas del redentor; la pleitesía de los ramos de palma agitados en su honor se trocaron en el vilipendio de la corona de espinas. La aclamación como Rey y Salvador fue seguida por la negación burlesca durante la pasión. Las alabanzas se tornaron en oprobios e insultos de los judíos que pedían su tormento en la cruz. XII ENTRADA EN JERUSALÉN

54 ORACIÓN DEL HUERTO XIII
Se interpreta por los teólogos esta escena como una tentación más duras que las conocidas tentaciones del desierto: el miedo a la muerte y al sufrimiento, tentación más fuerte que el hambre, el orgullo o la avaricia. En la escena, el Maestro afronta en solitario la agonía, arrodillado y en oración. Sus vestiduras doradas parecen brillar bajo los rayos de luz contrarrestando con la oscuridad del fondo para evidenciar el acontecer nocturno. La mirada de Jesús se dirige al cáliz situado sobre un montículo: el cáliz de la amargura, símbolo de la pasión, de la copa que el fiel debe apurar y que recuerda las palabras de Jesús: “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz; mas no se haga mi voluntad sino la tuya”. Se trata de un cáliz con asas como una réplica del Santo Grial. Los 3 discípulos predilectos : Pedro, Juan y Santiago que han sucumbido al sueño y que forman un triángulo: Pedro en el vértice superior y, en primer plano, los hijos de Zebedeo: Juan y Santiago, éste último con un manto adornado con las conchas y vieras de la tradición jacobea. XIII ORACIÓN DEL HUERTO

55 Hecho histórico atestiguado por Flavio Josefo y por Filón
Hecho histórico atestiguado por Flavio Josefo y por Filón. Poncio Pilato, tras interrogarle y proponer al pueblo la elección de la condena a muerte, ordena flagelarle. Los azotes no podían superar los 40, de modo que lo habitual era dar 40. Jesús, en el centro, vestido tan solo con un paño de pureza, impresiona por su mirada que implora, acepta y busca compasión. Atado a una columna con complicados nudos de cuerda, presenta heridas en brazos y piernas, evitando un excesivo dramatismo. Los tres torturadores, con atuendos diferentes y en actitud amenazante, llevan en sus manos diversos látigos, el más cruel, el de la derecha, formado por un entretejido de correas que sostiene pequeños trozos metálicos para aumentar su efectividad. Para Santiago de la Vorágine “esta tercera efusión tuvo carácter de remedio medicinal a favor nuestro, como se desprende del texto en que se dice ` fuimos curados a costa de los cardenales que los golpes dejaron en su cuerpo ´”. Al parecer está imagen de Cristo se ha inspirado en las Revelaciones de Santa Brígida. Uno de los personajes situado entre los que le azotan porta un cetro real y está vestido con túnica y manto de magistrado, alude a Pilato. Se fustiga a Cristo a la usanza romana, de pie, pues la ley mosaica infringía el castigo al reo postrado. XIV FLAGELACIÓN

56 CORONACIÓN DE ESPINAS XV
En la visión mística de Santa Brígida (Flagelaciones) dice: “la corona descendía hasta la mitad de la frente y la sangre corría en abundancia sobre los ojos y orejas de Cristo”. Una vez declarada su realeza sobre los judíos, todavía maniatado, los soldados le visten con un manto purpúreo, le colocan sobre un trono irrisorio y le coronan con espinas. Las manos fuertemente atadas. Reflejan sometimiento y su mirada implora piedad. Un soldado, arrodillado, le ofrece el cetro de modo burlesco mientras que saluda con su mano izquierda alzada como queriendo expresar el “salve, oh rey de los judíos”. Otro, a la derecha y en pie, enarbola una maza dispuesto a golpear las espinas. Otra figura con barba y casco militar, porta igual cetro que el de la flagelación. A su derecha un cuarto alza unas tenazas para ajustar más la corona a las sienes. El último aplaude y ríe las burlas de los demás. Los rostros de los verdugos. De largas narices para rubricar su condición de judíos, reflejan crueldad y burla. XV CORONACIÓN DE ESPINAS

57 CAMINO DEL CALVARIO XVI
Nuevamente es objeto de burlas, vejaciones y amenazas, enfatizando en la crueldad de los sayones. La escena combina dos estaciones del vía crucis: la segunda caída y la ayuda del cirineo. La mirada que Jesús dirige al fiel le confiere un dramatismo mayor en la escena estableciendo una emotiva comunicación con el fiel. Jesús lleva halo como corresponde a su condición de Hijo de Dios y va coronado de espinas. Ha caído de rodillas agobiado por el peso de un madero de enromes dimensiones. Lleva un dogal atado a su cuello y los pies descalzos y ensangrentados por los guijarros del camino. Uno de los soldados conduce a Jesús con la soga atada al cuello, tirándole de los cabellos y amenazándolo con un puño en alto para que continúe caminando. Otro, toca un cuerno para anunciar el acontecimiento, y un tercero mira despectivamente hacia una figura sacerdotal que posiblemente se corresponde con José de Arimatea. Simón de Cirene, en cambio , ayuda a Jesús a soportar el peso de la cruz (Lc 23,26) Resulta llamativa la ausencia de María en la escena. XVI CAMINO DEL CALVARIO

58 “El ángel había anunciado a María que daría a luz en el mismo lugar que dios había formado a Adán... y que Cristo había muerto en el lugar exacto en que estaba enterrado Adán... La cruz no había sido hecha de una madera cualquiera sino del árbol mismo del bien y del mal, cuyo tronco,... había sido milagrosamente conservado en la piscina probática de modo que el instrumento de la caída, por voluntad de Dios, se había convertido en instrumento de redención... Jesús fue condenado a muerte un viernes, el mismo día que fue creado Adán, y entregó su espíritu tres días después, los mismos días que tardó Adán en cometer el pecado”. Resulta interesante lo que dice San Agustín: Jesucristo, nacido de mujer, hombre verdadero y mortal, redimió a los descendientes de aquel que fue engañado por otra mujer... y los redimió librando con su muerte la muerte a los que estaban muertos. Lo mismo expresa San Ambrosio: “Adán fue formado de la sustancia de una tierra virgen, y Cristo de las entrañas de una mujer también virgen; Adán fue creado a imagen de Dios, e imagen de Dios fue y es Cristo... Desnudo estuvo Adán y desnudo estuvo Cristo; por un árbol Adán nos acarreó la muerte y por un árbol Cristo nos devolvió la vida; Adán moró en desierto igual que Cristo...” San Gregorio utiliza, en cambio, la oposición de contrarios: El primer hombre pecó por soberbia, desobediencia y gula: por soberbia, pues intentó asimilarse a Dios, por desobediencia pues traspasó los límites del precepto divino y por gula porque quiso conocer por experiencia, a qué sabía la manzana. Cristo curó la soberbia con su humildad, la desobediencia con su sumisión a la divina voluntad, y el de gula con su mortificación. Se representa en el momento supremo de la agonía, con los ojos bien abiertos y la boca jadeante. Ha perdido toda su majestad real, sólo inspira compasión y su muerte se convierte en un símbolo eucarístico. Influida la escena por las visiones de Santa Brígida: “Pusieron los pies el uno sobre el otro. Entonces le pusieron otra vez la corona de espinas, apretándola tanto que bajó hasta la mitad de la frente y por su cara, cabellos, ojos y barba comenzaron a correr arroyos de sangre con las heridas de las espinas... Luego en todas las partes de su cuerpo que se podían divisar sin sangre se esparció un color mortal. Los dientes se le apretaron fuertemente, las costillas podían contársele, el vientre completamente escuálido estaba pegado al espinazo y las narices afiladas, y estando su corazón para romperse, se estremeció todo su cuerpo y su barba se inclinó sobre el pecho...” Dos ángeles flanquean la cruz y recogen en cálices la sangre del Salvador en clara alusión eucarística. El tema aparece en el Siglo XIV inspirándose en los ángeles que transportan el alma de los muertos. La cruz se alza sobre el cráneo descarnado de Adán. Sobre el símbolo del pecado y de la muerte se erige la cruz triunfante (vínculo teológico entre el pecado original y la muerte redentora de Cristo). Male lo expresa así: Male añade más conexiones al apuntar que al igual que Eva salió del costado de Adán, la Iglesia salió del costado de Cristo. El Nuevo Adán produjo una nueva Eva. María y San Juan, al pie de la cruz (derecha e izquierda de Cristo, respectivamente) representan a la Iglesia y a la Sinagoga. Por eso San Isidoro de Sevilla dirá que María es la figura de la Iglesia. La importancia de María, al pie de la cruz es notable como dice Santiago de Vorágine: “cuando Cristo expiró, nadie ya tenía fe, ni siquiera San Pedro: la única que no dudaba era María. Por eso María representa a la Iglesia y merece ese lugar a la derecha de Cristo moribundo; y lo merece tanto más cuanto que es también la nueva Eva, digna de figurar al lado derecho del nuevo Adán”. XVII LA CRUCIFIXIÓN

59 LA RESURRECCIÓN DE CRISTO XVIII
Jesús bendice con la derecha mientras porta el estandarte de la victoria con la izquierda. Se cubre con un manto que deja al descubierto la llaga del costado. Una aureola de rayos cubre su cabeza (herencia de las antiguas figuraciones de Helio). El texto joánico dice que en el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie aun había sido depositado. Se sustituye el sepulcro aludido por un sarcófago. Alrededor de Jesús están los soldados en actitudes diversas: gestos de sorpresa y temor ante el prodigio. Visten los soldados como soldados romanos. Sólo San Mateo dice que un guardia custodiaba el sepulcro pero no que los soldados contemplaban el milagro. Estos se introdujeron –a juicio de Reau- con el tiempo por razones apologéticas. Mateo dice que un gran terremoto... hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella... Los guardia atemorizados ante él se pusieron a temblar y se quedaron como muertos (Mt 28,2-4). Como es lógico, no todos ellos podían quedar dormidos, pues de ser así, podría servir de argumento a los judíos para corroborar sus afirmaciones. Así en la escena del retablo dos de ellos están dormidos, mas los otros dos no lo están.. Según Santiago de Vorágine la estancia de tres días en el sepulcro era necesaria para demostrar que su muerte había sido verdadera. Según la tradición el cuerpo y el alma del difunto no se separaban hasta pasados tres días. XVIII LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

60 Frente al noli me tangere de la Magdalena, aquí se impone la creencia en un Cristo tangible y corporal en la vida post mortem. Tomás no estaba con los doce al aparecérseles el resucitado, de ahí que expresase con rotundidad: “si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mis dedos en el agujero de los clavos y mi mano en su costado, no creeré” (Jn 20,25). Tomás se convierte así en el prototipo de los que tienen dudas de fe. Vemos como Cristo con su mano derecha porta una linterna para guiar las almas hacia la fe, mientras que con su mano izquierda encamina la mano de Tomás hasta la llaga de su costado. El apóstol, temeroso y postrado a los pies del Señor, se siente como deslumbrado y con los labios entreabiertos parece exclamar: “¡Señor mío y Dios mío!”. Seis apóstoles son testigos de la escena. Entre ellos destacan: Juan, perfectamente distinguible por su rostro adolescente y lampiño, Pedro que junta las manos como implorando y con el rostro marcado por los surcos de lágrimas ludiendo a su negación, y en medio de todos, caracterizado con su ornato de peregrino y sombrero, Santiago. XIX DUDA DE SANTO TOMÁS

61 La presencia de María, no constatada por ninguno de los evangelistas, únicamente se menciona en los Hechos de los apóstoles. Vemos a Pedro y Juan situados en el primer plano. La Ascensión se produce 40 días después de la Resurrección con el fin de que se produzca la venida del Espíritu: “Conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7), por ello la escena que le sigue es la de Pentecostés. Algunos teólogos argumentan que las 40 horas que permaneció muerto habrían de ser compensadas por los 40 días en que el Señor les reconfortaría con su compañía. Destacan en la escena María con una gran capa azul y Pedro, acompañados por los hijos de Zebedeo, todos en actitud orante. Este pasaje San Agustín lo comenta del modo siguiente: Si permanecéis pegados corporalmente a mí, no seréis capaces de recibir al Espíritu Santo. Por eso la escena que le sigue es Pentecostés. En el centro, y desapareciendo a la vista de los discípulos, se halla la figura de Jesús con túnica de oro y pies descalzos cuya silueta se corresponde con las huellas impresas en la roca. El artista recoge la narración de Santiago de la Vorágine que menciona que al enlosar la Iglesia de la Ascensión en el Monte de los Olivos, siempre se levantaban las baldosas que cubrían el lugar donde el Señor había puesto por última vez los pies antes de ascender a los cielos, razón por la cual los enlosadores decidieron dejar al descubierto, marcadas sobre la tierra, las pisadas de Jesús. XX LA ASCENSIÓN

62 A los cincuenta días después de la Resurrección, Jesús, tal y como había prometido, envía el E. Santo sobre los discípulos reunidos en el cenáculo. El Evangelio dice cómo un “viento fortísimo sacudió por entero la casa en que los discípulos se hallaban, reunidos por miedo a los judíos y unas lenguas como de fuego descendieron sobre la cabeza de cada uno de ellos y comenzaron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les otorgaba a cada cual”. La confusión de lenguas, descrita en el Génesis como un castigo del orgullo humano, se convierte aquí en beneficio concedido por el Espíritu Santo. Por eso la nueva construcción será muy distinta a la Torre de Babel, más bien será edificada sobre la piedra angular que es Cristo Redentor. María ocupa el centro de la escena, sentada en un trono sobre un escabel. Revestida con solemne manto azul se convierte en el principal personaje de Pentecostés, aunque su presencia no se cita en los Hechos. Seguramente con su introducción se quiere simbolizar a la Iglesia pues la Virgen ya había recibido el Espíritu en la Anunciación y no tendría por qué recibirlo en un segundo momento. En un segunda plano aparecen el resto de los apóstoles, incluidos Matías y Pablo. El Espíritu en forma de paloma se cierne sobre la cabeza de María y cobija bajo sus alas al conjunto de los apóstoles. XXI PENTECOSTÉS

63 CRISTO EN MAJESTAD XXII
Típica imagen del Pantócrator rodeado de los cuatro símbolos inspirado en la segunda visión del Apocalipsis: sentado sobre un trono dorado, alusivo al jaspe descrito por San Juan, porta la bola del Universo coronada por la cruz en la mano izquierda y bendiciendo con la derecha. Lleva la vestidura púrpura propia de su condición real bordeada por una orla de pedrería. Cristo aparece también rodado por los 4 vivientes, significando el momento solemne de su venida al final de los tiempos. Es este Cristo, Salvador del Universo, el titular de la Catedral. Según San Gregorio, los 4 animales son atributos del mismo Cristo que es hombre en su Nacimiento, toro en su Muerte, león en su Resurrección y águila en su Ascensión.. San Ireneo los denomina tetramorfos. San Jerónimo explica que: Mateo simboliza el hombre porque su evangelio empieza con la genealogía de Cristo. Marcos, el león porque su evangelio comienza con las palabras voz que clama en el desierto. Juan, el águila, porque se eleva desde el comienzo hacia las verdades eternas. Lucas, el buey, por mencionar en sus inicios el sacrificio de Zacarías Cabe señalar que en nuestro retablo, los carteles que identifican a Marcos y Lucas, están confundidos. XXII CRISTO EN MAJESTAD

64 LA ASUNCIÓN DE MARÍA XXIII
Los temas marianos se popularizan a partir de los Evangelios apócrifos y la Leyenda Dorada en el s. XIII. Su veneración experimenta un auge fuerte desde el S XII, muy especialmente con la predicación de San Bernardo. Desde el Siglo IV e incluso antes existen testimonios históricos que certifican la creencia en la Asunción corporal de María a los cielos: Gregorio de Tours (SVI), el patriarca Modesto de Jerusalén (S VII), Germán de Constantinopla y Juan Damasceno (S VIII).Los evangelios apócrifos gozarán de gran popularidad en el medievo hasta el punto de ser casi totalmente transcritos por Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada, aportando así una gran fuerte de inspiración a los artistas. La devoción a María en Asturias está probada desde antiguo. Según el padre Viñayo González, fue aquí donde se riñó la primera batalla conocida en la Iglesia sobre la doctrina de la Asunción: fue la Ig. asturiana el campo donde se desarrolló la primera batalla, y ninguna otra, ni oriental ni occidental, puede privarle esta prerrogativa. Por eso la Catedral es un monumento que rinde culto al Salvador y también a Santa María. El que se sitúe la escena debajo del calvario confirma el importante papel que desempeña la Virgen como intermediaria de Dios, y ocupa el lugar de mayor tamaño de la calle central del retablo. El que está arrodillado a la izquierda es el obispo Villaquirán orante a los pies de María., con el fin de perpetuar su importante labor en la ejecución del retablo, muestra de gratitud por su generosa donación de 300 doblas de oro que hizo posible el inicio de la obra. XXIII LA ASUNCIÓN DE MARÍA

65 Jueces de Israel ?? Jud Amgar Jud Tola Othoniel ?? Sansón Aod ?? ??
Jair Gedeon Samuel Representan la consolidación del Pueblo de Dios. Aparecen en número de 12, número de gran simbología que expresa totalidad y plenitud SANSON GEDEON JUD AMGAR

66 Reyes Josafat Azarías Asa Joata Amasías Ezequías Salomón Josías
Jonatás David AZARIAS Aparecen recostados en el remate del retablo las figuras de los Reyes de Israel y de Judá.

67 Profetas Abdías Naum Miqueas Jonás Eliseo Amós Zacarías Habacuc Elías
Sofonías Habacuc Ageo Malaquías Joel Jeremías Daniel Ezequiel Isaías Oseas Representados en grupos de 3: 6 profetas mayores y 12 menores. Corregían los desvíos del pueblo a la vez que, con sus vaticinios, iban alimentando las esperanzas de salvación DANIEL Naum, Jonás y Amós

68 Apóstoles Tomás Simón Mateo Bartolomé Felipe Matías Santiago Juan
Pedro Y Pablo aparecen por partida doble Ya que también los podemos encontrar a ambos lados de la sede episcopal (desde donde el obispo ejerce su ministerio de predicar y enseñar) Apóstoles Pedro aparece con unas llaves en la mano, recordando que Jesús edificó sobre él su Iglesia y le entregó las lleves del Reino. Pablo aparece con una espada simbolizando su decapitación, única forma de martirio de un ciudadano romano De 2 en dos, como haciendo un cortejo en torno al Salvador. Tomás Simón Mateo Bartolomé Felipe Matías Santiago Juan Pablo Santiago el Mayor Andrés Pedro SAN JUAN Pedro SANTIAGO PEREGRINO SAN ANDRÉS Pablo

69 Padres de la Iglesia San Ambrosio San Gregorio San Jerónimo
Se sitúan a modo de columnas entre las escenas de la base del retablo. Están representados San Ambrosio, san Gregorio Magno (Papa que reformó la liturgia y la música sacra), San Jerónimo que se representa con unas gafas que expresan su condición de estudioso de las Escrituras y con un león que juega a sus pies que sugiere el tiempo que estuvo retirado en el desierto realizando una traducción de la Biblia por encargo del papa san Dámaso; y San Agustín. Padres de la Iglesia SANTOS PROTECTORES Los extremos están flanqueados por San Sebastián y San Roque. considerados como abogados de la peste, a los que Oviedo hizo votos debido a que la población de Asturias se vio diezmada hasta el punto que en 1598, en el transcurso de 11 meses, murieron en Moreda unas 240 personas, más de la mitad del pueblo. San Ambrosio San Gregorio San Jerónimo San Agustín

70 FIN


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