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Publicada porEloy Amado Modificado hace 10 años
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Las antífonas de la "Oh" son siete, y son un llamamiento al Mesías recordando las ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida, como también hoy, le espera la Iglesia en los días que preceden a la gran solemnidad del Nacimiento del Salvador.
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También se llaman «antífonas mayores» y todas empiezan en latín con la exclamación «O» y en castellano «Oh», seguida de un título mesiánico tomado del A.T., pero entendido con la plenitud del N.T. Cada uno termina con una petición del pueblo de Dios, relevantes para el título por el cual se dirige, y el clamor “Ven…”.
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En la tradición católica romana, las antífonas de Adviento se cantan o se recitan en las Vísperas desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre.
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De este modo, podemos concluir que de alguna manera las antífonas de Adviento han sido parte de la tradición litúrgica desde los primeros tiempos de la Iglesia. Se desconoce el origen exacto de las antífonas de Adviento. Boecio (480–524/5) hace una breve referencia, sugiriendo que en la Abadía benedictina de san Benito, en Fleury (cerca de Orleans), recitaban estas antífonas el abad y otros superiores de la abadía en rango descendente, y luego se entregaba un obsequio a cada miembro de la comunidad. En el siglo VIII se utilizan en las celebraciones litúrgicas en Roma. Varias de estas antífonas han sido encontradas en algunos breviarios medievales.
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Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ¡ven y muéstranos el camino de la salvación! * Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ¡ven a librarnos con el poder de tu brazo! * Oh Raíz del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ¡ven a librarnos, no tardes más! * Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ¡ven y libra los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte! * Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia, ¡ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte! * Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ¡ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra! * Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!
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Si se empieza por el último título y se toma la primera letra de cada una se forman las palabras latinas "ero cras", que significan «Estaré mañana». Es como la respuesta divina a la súplica de la Iglesia en cada una de estas Antífonas, y para cuya venida se han preparado los cristianos durante el Adviento, conduciéndoles hacia su alegre fin. Cada antífona una representa uno de los títulos del Mesías:
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Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la salvación. Día 17: O Sapientia
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Nuestro Señor es el Verbo de Dios, su Palabra sapientísima y eterna que dispone todas las cosas con fuerza y con suavidad. Él es la expresión perfecta del Padre, igual a Él, verdadero Dios cuyos designios son sin falla. Por eso, al fin de esta Antífona Le pedimos que venga a enseñarnos el camino de la salvación, para que no sigamos los caminos de este mundo, que son sumamente imprudentes, porque conducen a la perdición. Isaías había profetizado: «Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.» Isaías, 11:2-3
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Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley: ven a librarnos con el poder de tu brazo. Día 18: O Adonai
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«Juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres de país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.» Isaías, 11:4-5 «Porque el Señor es nuestro Juez, el Señor es nuestro Legislador, el Señor es nuestro Rey: él nos salvará.» Isaías, 33:22 Compárese también con Éxodo, 3:2 y Éxodo, 24:12. Nuestro Señor es el Jefe por excelencia, el Legislador, el Autor infalible de la ley natural, del decálogo que dio a Moisés sobre el monte Sinaí, antes de guiarlo con su poder divino para libertar a su pueblo. Por eso, al fin de esta Antífona, pedimos al Señor y Legislador, a Adonai, que venga a rescatarnos con el poder de su brazo.
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Oh raíz del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más. Día 19: O Radix Jesse
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Jesé era el padre del rey David, y Miqueas había profetizado que el Mesías provendría de la casa y del linaje de David y que nacería en la ciudad de David, Belén. Miqueas, 5:1. Compárese también Isaías, 45:14, Isaías, 52:15 y Epístola a los romanos, 15:12. El tallo que sale de la raíz de Jesé es la Santísima Virgen María, a quien todas las generaciones proclaman bienaventurada, a quien los reyes consagraron sus reinos y a quien todos los pueblos que pasaron del paganismo al cristianismo veneran ahora como a su Reina. Isaías había profetizado: «Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.» Isaías, 11:1 «Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada.» Isaías, 11:10
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Por eso, al fin de esta Antífona, pediremos a Nuestro Señor que venga y que no tarde a salvarnos por María. La Virgen María, nuestra Madre, es la figura principal del Adviento, por ser: - Aquella de quien nacerá Jesús. -Aquella que concibió por el Espíritu Santo. -Aquella que es nuestra Estrella en este mundo peligroso para nuestras almas.
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Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel; que abres y nadie puede cerrar; cierras y nadie puede abrir: ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Día 20: O Clavis David
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Isaías había profetizado: «Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David: lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá.» Isaías, 22:22 «Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.» Isaías, 9:6 Compárese también con Isaías, 42:7. El Salvador prometido posee la única llave que abrirá las puertas de cielo, cerradas por el pecado de Adán y Eva. Esta llave es la Cruz. Al fin de esta cuarta Antífona, Le pediremos que venga y saque de su prisión a los cautivos sentados en tinieblas y en sombras de muerte
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Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia: ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Día 21: O Oriens
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El Salvador disipará las tinieblas del error y del pecado, como el sol naciente disipa las tinieblas de la noche. Tanta gente, hoy, está desorientada porque están lejos de Nuestro Señor, de su Verdad y de su gracia. ¡Pobres almas, tan numerosas, que festejarán Navidad con glotonerías, embriagueces y sensualidades, con regalos corruptores y luces artificiales, pero sin la paz del Niño Jesús! Por eso, al fin de esta Antífona, se pide a Nuestro Señor que venga y alumbre a los sumidos en tinieblas y en sombras de muerte. Isaías había profetizado: «El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.» Isaías, 9:1 Compárese también Isaías, 60:1-2 y Malaquías, 3:20.
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Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ven y salva al hombre, que formaste del barro de la tierra. Día 22: O Rex Gentium
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Isaías había profetizado: «Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa Sobre sus hombros y se le da por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz». Isaías, 9:5 «El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra.» Isaías, 2:4 Compárese también Isaías, 28:16 y Efesios, 2:14. Jesucristo es el único Salvador, tanto de los judíos como de los paganos. ¡No hay que esperar o buscar otro! El Niño Jesús es EL Salvador. Por eso, al fin de esta Antífona, pediremos al único Salvador de las almas que venga y salve al hombre, a todo hombre, sin distinción de credo, nacionalidad o color.
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Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro. Día 23: O Emmanuel
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En esta última gran Antífona, la Iglesia llama al Salvador Emmanuel, palabra que significa en hebreo: Dios con nosotros. Dios eligió a algunos pescadores de Galilea con ellos habló, comió, caminó, les reveló los secretos de su Amor infinito. Nuestro Señor los hizo Apóstoles y columnas indestructibles de la Iglesia. La Iglesia, que hace a Jesucristo realmente presente entre nosotros, en la Santísima Eucaristía, presente en el sagrario, presente sacramentalmente en los que reciben la sagrada comunión, presente por su gracia en nuestras almas. Isaías había profetizado: «Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.» Isaías, 7:14
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