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Un carrilano o transeúnte, que duerme entre cartones, ayudado de toscos y rudimentarios objetos relata la historia de la balsa donde pesca una cigüeña.

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Presentación del tema: "Un carrilano o transeúnte, que duerme entre cartones, ayudado de toscos y rudimentarios objetos relata la historia de la balsa donde pesca una cigüeña."— Transcripción de la presentación:

1 Un carrilano o transeúnte, que duerme entre cartones, ayudado de toscos y rudimentarios objetos relata la historia de la balsa donde pesca una cigüeña. Él mismo cree ser una cigüeña. ¿Está loco? Canta: “Soy carrilano, ave de paso mientras me quede una sola pluma seguiré volando.” El espectáculo retoma la línea de títeres para adultos que ya cultivó la compañía con El Bandido Cucaracha (1989) y desarrolló después en Almogávares (1993) y Camino de Estrellas (2000). Ha supuesto una investigación sobre la esencia del títere, lo mínimo necesario para dotar de vida a los objetos y profundiza en la relación entre títere y titiritero. Alberto Gambino ha creado la música del espectáculo.

2 FICHA ARTÍSTICA EN ESCENA PACO PARICIO MARTA PARICIO PILAR AMORÓS
Guión y dirección: PACO PARICIO Diseño de títeres y escenografía: PACO PARICIO Música: ALBERTO GAMBINO Dirección de actores: JORDI PURTÍ Construcción de títeres y escenografía: MATÍAS DE ARRIBA Vestuarios y costura: MERCE VILADROSA Diseño de luz: JAVIER ANÓS Video: CREACIÓN AUDIOVISUAL Secretaría: ANA TERE PEDRÓS Asesor artístico y publicidad: VÍCTOR GOMOLLÓN Coordinación: PILAR AMORÓS EN ESCENA Actores: EVA PARICIO PACO PARICIO Músico: ALBERTO GAMBINO Técnicos: MATÍAS DE ARRIBA MARTA PARICIO PILAR AMORÓS

3 Cumplimos en el año 2004 veintinueve años recorriendo caminos con nuestros moñacos, haciendo títeres por las calles, plazas, teatros, carpas, pabellones y mil rincones dispares. Nuestro teatro es siempre para todos: para niños tratados como personas sensibles e inteligentes y para los adultos que aún guardan un hueco para la ternura y para el juego festivo del teatro. Hemos viajado con nuestros espectáculos por Andorra, Portugal, Francia, Italia, Hungría, Alemania, República Checa, Finlandia, Suiza, Luxemburgo, Bélgica, Marruecos, Japón, México, Brasil, Puerto Rico, Costa Rica, Canadá y Ohio, California, San Diego, Atlanta, Washington, New York, San Francisco, New Orleans, Seattle, Connecticut, Vermont, Maine y Holywood en EE.UU., por casi toda España y por todos los rincones de Aragón. Nos han otorgado premios en el Certamen Villa de Madrid 1991, en el Festival de la Val d'Albaida (Valencia) 1994, en el Festival Internacional de Pècs (Hungría) 1995, Premio del Público en la Primera Muestra de Teatro Aragonés en Alcañiz (Teruel) 1999 y el Primer Premio al mejor espectáculo en el Festival Internacional de Marionetas de Praga (República Checa) También fuimos declarados Aragoneses con Denominación de Origen en Seleccionados para participar en el Festival Jim Henson de New York en Este año 2000 hemos recibido el premio Oasis (Zaragoza) al mejor espectáculo de animación y el Premio Especial.. Hemos actuado desde el Museo de Guggenheim de New York a las fabelas de Sao Paulo, desde la Quincena Musical de San Sebastián a los Residenciales de Puerto Rico, desde el Festival de Cannes (Francia) a las cárceles y psiquiátricos de Lleida, Zaragoza y Huesca. Tenemos la suerte de tener un grato oficio y un público inteligente.

4 EL HOMBRE CIGÜEÑA. Títeres, denuncia y compromiso.
Un vuelta a los orígenes del títere. Los Titiriteros de Binéfar vuelven al teatro de títeres para adultos recuperando el espíritu de trabajos como El bandido Cucaracha (1989), Almogávares (1993) y El camino de estrellas (2000). Tomando como punto de referencia la estética del teatro pobre de Grotowski en el que la invención gestual y verbal sin modelo constituyen la raíz del espectáculo, El hombre cigüeña es un trabajo de experimentación con las posibilidades del títere y del titiritero. Una vez más, se muestra al titiritero como personaje atrapado por la historia que cuenta, una historia de personajes marginales- tal como le gustan al director de la compañía- personajes que están a un punto de la locura o que, como el carrilano que protagoniza esta obra, vive refugiado en ella para asegurar la supervivencia. Los inadaptados, los desarraigados, los transeúntes a quienes tal vez miramos por encima del hombro, pueden ser portadores de una coherencia vital radical y valiosa- así reza el programa. El hombre cigüeña parte de un concepto de teatro casi brechtiano que defiende la necesidad de transformar el mundo, un teatro de denuncia que continuamente solicita el distanciamiento del receptor con el fin de que éste analice, piense y extraiga sus propias conclusiones. Supone, además, un retorno a la esencia del teatro, al teatro desnudo, a la esencia del títere, del titiritero, al componente ritual del género teatral y de los títeres como lenguaje. De este modo, la danza, la música, el cuerpo del titiritero y los títeres como prolongación del mismo constituyen una apuesta por un lenguaje global en el que cada movimiento es significativo y cada elemento connota más de lo que denota. Y, al final, en la línea de la deshumanización que se exhibe en escena –desde la iluminación hasta los sonidos metálicos- queda al descubierto una crítica social descarnada en la que se reivindica la tolerancia, la comunicación y el respeto del medioambiente y del propio individuo como valores que necesitamos conquistar. En el fondo, lo que subyace es la reivindicación de un futuro mejor. - Nuestra sociedad es profundamente injusta. - No todo lo que obligamos a hacer a los niños es lo mejor. -Los adultos a menudo estamos equivocados y somos incapaces de reconocerlo. -Destrozamos hermosos e irrepetibles parajes naturales para extender una uniforme y dura sociedad de asfalto. -La educación se convierte a menudo en una suerte de domesticación del niño. Son frases que aparecen en el libreto que acompaña el espectáculo.

5 En esta línea conceptual, el títere-objeto se adecua perfectamente a la historia contada. La experimentación, el encuentro con la materia primera pasada por los sentidos, por el corazón y luego devuelta en una suerte de metáfora que inquieta y conmueve al público con el ánimo de conducirlo por el camino de la reflexión define el procedimiento expresivo de este espectáculo. Cómo no recordar, a este respecto, la poesía visual de Brossa cuando aparecen en escena esos objetos que cobran vida. El hombre cigüeña es, por otra parte, una fábula del siglo XXI, un cuento de animales en el que el hombre se opone a la naturaleza y la destruye en aras de una supuesta civilización. Los temas transversales tan presentes en los diseños curriculares se reflejan en cada una de las escenas de esta obra, por lo que su contemplación sería necesaria desde todos los niveles educativos. En definitiva, El hombre cigüeña supone una experimentación con la esencia del títere y del titiritero, un regreso de la compañía al títere no específicamente infantil, un teatro de títeres para todas las edades en el que la capacidad de sugerir de cada uno de los elementos que intervienen camina en la línea de ofrecer la máxima significación con lo mínimo en una estética en la que predomina la estilización y la fría desnudez de los códigos corporal, plástico, verbal y musical. El “escándalo semiótico” del que hablaba Alexandrescu implica esta vez la colaboración de un receptor inteligente capaz de dotar de sentido a todas las propuestas que desbordan el escenario. Como siempre, los Titiriteros confían ciegamente en la competencia de su público y en la capacidad de reflexión del mismo. La locura puede ser una forma de rebelión contra el entorno o tal vez contra uno mismo, tal como escribe Paco Paricio. Es muy difícil sustraerse al poder de un carrilano que invade la escena cantando “soy ave de paso y mientras me quede una pluma seguiré volando”. Él es un transeúnte que se cree una cigüeña, que parecía estar loco y posiblemente lo estaba… ¿O quizá los locos seamos nosotros y lo suyo sea una lección de cordura? Rosa Tabernero Facultad de Ciencias Humanas y de La Educación Universidad de Zaragoza


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