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Publicada porDemetrio Gonzalez Modificado hace 10 años
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“Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”.
DOMINGO XXIII Tiempo Ordinario – Ciclo C “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”. BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano.
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Jesucristo enseña a los seres humanos que hay algo en ellos que les sitúa por encima de esta vida de ajetreos, alegrías y temores. Quien llega a entender la enseñanza de Cristo se sentirá como un pájaro que no sabía que tenía alas y ahora, de pronto, se da cuenta de que puede volar, puede ser libre y ya no tiene nada que temer. León Tolstoi
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Lc. 14, “En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús ; él se volvió y les dijo : Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
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La importancia de encontrarse con Jesús.
Jesús nos señala la manera y las condiciones para seguirlo. Versiones bíblicas antiguas hablaban de “quien no odia a...” porque en hebreo se suele usar parejas de palabras extremas, por ejemplo amor-odio, sin considerar los matices intermedios. Pero es evidente que Jesús espera de nosotros un amor fuerte y prioritario. Amarlo así no quita nada a tus otros amores. Al contrario, los enriquece.
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Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
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Asociamos cruz a renuncias, sufrimiento y muerte.
Olvidamos que en la Cruz de Jesús TAMBIÉN hay vida, triunfo y gloria. Tomar la cruz es amar el esfuerzo de cada día por ser fieles al Señor. Ese amor constante, aún en las dificultades, es la cruz que Jesús nos pide llevar.
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“A jornal de gloria, no hay trabajo grande”. Porque ...
Santa Teresa de Ávila
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Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabarla y se pongan a burlarse de él los que lo miran, diciendo : Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de terminar.
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Calculemos lo que nos costará construir su reino.
Como bautizados, tenemos un compromiso con Jesús. Para construir no basta con el entusiasmo inicial, ni el solo deseo de construir. Calculemos lo que nos costará construir su reino. Y si nos decidimos, vayamos hasta el final.
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¿O qué rey, si va a dar batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, envía delegados para pedir condiciones de paz.
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Para no acobardarnos ni echarnos atrás.
Y si vamos a enfrentar al mal, junto a Jesús, midamos el esfuerzo que necesitamos, sabiendo que Él nos sostiene. Para no acobardarnos ni echarnos atrás. Si no luchamos junto a Jesús, tendremos que salir a hacer las paces con su enemigo. Y estaremos perdidos.
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Lo mismo ustedes : el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.
Palabra de Dios.
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¿Mi único tesoro? El Señor. No hay que olvidarlo nunca.
Donde está nuestro tesoro, está nuestro corazón. ¿Mi único tesoro? El Señor. Cuido mis amores humanos, cuido y uso bien los bienes, disfruto justamente. Pero sé que no llevaré nada a la vida eterna, salvo el amor recibido y ofrecido. No hay que olvidarlo nunca.
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“Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato”.
Salmo 89
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La paz sea contigo Señor , mientras vivo mi vida en este mundo,
la vida que me has prestado, enséñame a mirarlo todo con perspectiva de eternidad, la vida eterna que me has regalado. La paz sea contigo Barthimeus, Instituto para el Progreso Humano
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