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Pueblos para perderse….Francia
Aldeas recónditas, tranquilos espacios naturales y los paisajes donde veraneaba Renoir. Enclaves para disfrutar del encanto francés sin aglomeraciones
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Essoyes, el veraneo de Renoir
Essoyes, el veraneo de Renoir. El paisaje de viñedos de la región de Campaña se divisa desde este pueblo donde veraneaba el maestro impresionista Pierre-Auguste Renoir. Es fácil entender por qué eligió este lugar durante 25 años: Essoyes es uno de los enclaves más atractivos de la Champaña, con pulcras casas de piedra, un río que se vuelve dorado al atardecer y paisajes repletos de flores que parecen una obra de arte. El recuerdo del pintor lo llena todo: se puede visitar el Atelier Renoir (renoir-essoyes.fr), con objetos personales del artista. También hay un circuito guiado por el pueblo (Circuit Découverte) que visita los escenarios que más le inspiraron, desde su casa familiar hasta el cementerio donde está enterrado
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Le Crotoy, entre mareas. A Le Crotoy, pueblo de pescadores en la bahía de Somme, al norte de Francia, se viene a disfrutar, sobre todo, de su ambiente distendido y de las panorámicas fabulosas. Julio Verne escribió 'Veinte mil leguas de viaje submarino' (1870) cuando vivía aquí. La bahía es famosa por sus mareas y por las focas que holgazanean en los bancos de arena de la Pointe du Hourdel, uno de los estuarios más amplios del norte francés. Se puede explorar en barco, kayak, canoa hawaiana y, con bajamar, incluso a pie (con un guía).
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Paimpont, la leyenda del rey Arturo
Paimpont, la leyenda del rey Arturo. El inmenso bosque bretón de Paimpont, apartado del bullicio de la costa, es ideal para cargar las pilas. Situado al suroeste de Rennes, es el legendario emplazamiento de Brocelandia (tourisme-broceliande.bzh), el lugar donde el rey Arturo recibió su espada mágica, 'Excálibur', de manos de la Dama del Lago. Aunque algunos ponen en duda esta leyenda, para muchos es un lugar mágico, repleto de historias medievales. El pueblo de Paimpont, a orillas del lago homónimo, es la mejor base para explorar el bosque.
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Marais Poitevin, por la Venecia verde
Marais Poitevin, por la Venecia verde. Uno de los rincones más sorprendentes de Francia son las marismas de Poitou (Marais Poitevin), un laberinto de verdosos canales y pintorescos pueblos declarado parque natural. Accesible desde Poitiers, este plácido humedal repleto de aves, conocido como 'la Venecia verde', alcanza los 800 kilómetros cuadrados de expansión, entre ciénagas húmedas y secas, bosques surcados por canales que se pueden navegar y carriles bici. Hay dos entradas principales para recorrerlos: los pueblos de Coulon y Arçais, a lo que se puede llegar en vehículo propio.
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Valle de Aspe: entre romanos, peregrinos y senderistas
Valle de Aspe: entre romanos, peregrinos y senderistas. El valle de Aspe se mantiene ajeno al siglo XXI. El más occidental de los valles pirenaicos franceses ha sido una importante vía de comunicación desde que transitaran por él las legiones de Julio César. Durante la Edad Media se convirtió en una de las principales rutas de los peregrinos del Camino de Santiago y actualmente cuenta con unos habitantes en los 13 pueblos que salpican el valle, uno de los confines más apartados del Pirineo francés. Desde la pequeña localidad de Oloron-Ste-Marie, en el extremo septentrional, la carretera sigue el curso del río Aspe durante 50 kilómetros hasta llegar a la frontera, pasando antes por los pueblos de Sarrance, Bedous, Accous, Cette-Eygun y Etsaut.
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Ota y Evisa, la tranquilidad corsa
Ota y Evisa, la tranquilidad corsa. Los pintorescos pueblos de Ota y Evisa (en la imagen), sobre las colinas de Porto, en la costa occidental de Córcega, son perfectos para una excursión de un día. Aunque Ota forma parte de la misma municipalidad que Porto, es muy diferente: tranquilo, montañoso e impasible al flujo de turistas. Algo más arriba, Evisa es un paraíso para el senderismo. El pueblo ofrece varias rutas de larga distancia y tiene un flujo regular de andarines entre abril y octubre. También es conocido por sus castañas, de las que se obtiene harina, mermelada y dulces. El hermoso e informativo Sentier des Châtaigniers atraviesa algunos de los castañares del pueblo.
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Pérouges, un pueblo de película
Pérouges, un pueblo de película. Excelente excursión de un día desde Lyon, a unos 30 kilómetros de distancia, Pérouges será reconocido por los más cinéfilos: este fotogénico pueblo ha sido set de rodaje de muchas películas de época, como 'Los tres mosqueteros'. Vale la pena desafiar a las oleadas veraniegas de visitantes para recorrer sus empedrados callejones, admirar las casas con entramado y ver el árbol de la libertad (plantado en 1792) en Place de la Halle, antes de devorar unas 'galettes' de Pérouges (tortas calientes de azúcar) con sidra.
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Saint-Émilion, entre viñedos y peregrinos
Saint-Émilion, entre viñedos y peregrinos. Dicen que es el más bonito de los centros vinícolas de la costa Atlántica: un pueblo medieval, patrimonio mundial, rodeado de viñedos famosos por los tintos oscuros y con cuerpo que producen. Es parada de peregrinos desde hace siglos y pese a los turistas, merece la pena recorrer los 40 kilómetros que lo separan de Burdeos para experimentar, sobre todo, el mágico momento de la puesta de sol, cuando los edificios de peidra caliza brillan con una aureola de matices dorados. Desde su Torre del Rey (restos de un torreón del siglo XIII) se puede contemplar una vista panorámica de 360º del pueblo, el río Dordoña y su bucólico valle.
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Saint-Jean Pied de Port, en el Camino Francés
Saint-Jean Pied de Port, en el Camino Francés. A los pies de los Pirineos, el pueblos de St-Jean Pied de Port fue durante siglos –y todavía lo es– la última parada en Francia para los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela; la frontera española está a solo ocho kilómetros. Probablemente veremos a más de uno caminando por la Rue de la Citadelle, la empedrada calle principal. Su ciudad amurallada, coronada por una robusta ciudadela, se conserva maravillosamente. El pueblo constituye una magnífica excursión de un día desde Bayona, sobre todo los lunes, día de mercado.
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Yvoire, a orillas del lago Leman
Yvoire, a orillas del lago Leman. Oficialmente, este pueblo saboyano es uno de los más bonitos de Francia. Cubierto de glicinias, está en un enclave envidiable junto a la orilla del lago Leman, a 16 kilómetros de Thornon. De su pasado como pueblo pesquero y fortificado a principios del siglo XIV quedan torrecillas y viejas casas de piedra. A la sombra del castillo del siglo XIV, y cercado por muros, el Jardín de los Cinco Sentidos (jardin5sens.net) está diseñado para que todo el mundo disfrute. Hay un laberinto, actividades infantiles y más de cien especies de plantas.
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Luberon, pueblos medievales entre lavandas
Luberon, pueblos medievales entre lavandas. Los habitantes de este rincón de la Provenza, entre viñedos y campos de lavanda, todavía se toman su tiempo para disfrutar de la vida, la comida y el vino. De Cavaillon a Maosque, cada pueblo tiene su propio mercado semanal, con puestos de productos locales, como aceite de oliva, miel y lavanda. La principal ciudad de Luberon es Apt, pero es realmente al norte donde se pueden ver los pueblos más bonitos, con viviendas de piedra en forma de colmena y una impresionante abadía cisterciense en un radio de pocos kilómetros. Por ejemplo, los pueblos de Gordes (en la foto), Rousillon, lleno de talleres de artistas y ceramistas, o St-Saturnin-lès Apt, un agradable enclave de calles adoquinadas con tiendas, cafés y panaderías.
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Èze, vistas de vértigo en la Costa Azul
Èze, vistas de vértigo en la Costa Azul. Desde este impresionante pueblo en alto podremos disfrutar de amplias panorámicas de la Costa Azul, en la llamada Moyenne Corniche, una de las tres corniches que separan Niza de Mónaco; un trío de carreteras costeras aferradas vertiginosamente a los acantilados, cada una a mayor altura que la anterior. Èze, medieval y encaramado sobre un risco, y para muchos es la joya de la corona de la costa Azul, invita a recorrer sus sinuosas callejas, repletas de galerías y tiendas. Las mejores panorámicas se consiguen desde el Jardín Exotique d’Èze.
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Pueblos para perderse….Rumania
Casas e iglesias de madera en Breb, tradición pastoril en Rasinari y el ambiente pesquero de Jurilovca. Una ruta para descubrir el rico entorno natural del país
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Bazna. En la región de Transilvania, al norte de Sibiu, se encuentra la localidad termal de Bazna, una aldea creada por sajones en el siglo XIII que sigue manteniendo lazos con el mundo de sus fundadores aunque su población haya ido perdiendo influencia germánica. El viajero puede visitar sus centros termales, conocer su iglesia protestante del XIV, con campanas góticas, y después pararse en su imponente iglesia fortificada (en la foto), de estilo gótico, con elementos románicos y murallas que datan de los siglos XV y XVI, y que originalmente se elevaban hasta los ocho metros (actualmente están rebajadas). El parque de Bazna exhibe un obelisco conmemorativo que honra a los rumanos caídos en la Segunda Guerra Mundial.
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Polovragi. La cueva y el monasterio de Polovragi (en la foto) son los principales atractivos turísticos de esta villa situada en el distrito de Gorj que debe su nombre a la Polovraga, una planta de los Cárpatos utilizada por los antiguos dacios en sus medicinas. La cueva se sitúa en el lado izquierdo de las hermosas gargantas del río Oltet, que separan los montes Parang de los Cárpatos; se llama de Pahomie en honor al monje que vivió en ella en el siglo XVII e hizo algunos dibujos en sus paredes. El cercano monasterio, en el corazón del desfiladero y con entrada gratuita, comenzó a construirse a principios del siglo XVI, tiene un pórtico de madera tallada y frescos de estilo Brancovenesc, que es una síntesis de las arquitecturas renacentista y bizantina
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Carlibaba. La comuna de Carlibaba, situada en el distrito de Suceava, en el noreste de Moldavia, está formada por seis pueblos (en la foto, la iglesia ortodoxa de San Pedro y San Pablo en Carlibaba Noua). Menos de vecinos habitando casas de aldea diseminadas, que salpican el verde de los prados con fachadas blancas y oscuros tejados a dos aguas. Comunidades tradicionales dedicadas a la agricultura y la ganadería. Una auténtica inmersión en la Rumania rural en un entorno natural que invita al turismo activo (senderismo, rutas a caballo...).
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Sirnea. La belleza natural, la riqueza de las tradicionales y la pureza de las aguas convirtieron Sirnea (en la imagen), en el distrito de Braşov, en un atractivo destino turístico. En 1968 abrió un museo rural y arrancó la primera pista de esquí con iluminación nocturna del país, que sigue funcionando. Desde 1975 celebra sus días olímpicos, el 22 y 23 de junio, protagonizados por niños de Braşov y alrededores, que compiten en pruebas de atletismo, en una de cultura general y en otra artística. Del 23 al 24 de junio vive la noche mágica de Sanziene, con fuegos y recogida de flores en las colinas circundantes. Mientras que el Fuego de Semedru, el 25 de octubre, saluda el otoño.
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Rasinari. Rasinari, uno de los asentamientos más antiguos del distrito de Sibiu, en Transilvania, debe su nombre a la resina que los vecinos recogían de los árboles y hervían para vendérsela a los fabricantes de pintura. Esta comuna, recién conectada por un tranvía turístico al zoo de Dumbrava, mantiene su tradición pastoril, con rebaños trashumantes y caballos diseminados en prados y pastos de las montañas de alrededor. Calles estrechas, iglesias, casas tradicionales (en una creció el poeta y político Octavian Goga; en otra, el escritor y filósofo Emil Cioran) y costumbres que el viajero puede conocer en el museo de este pueblo que 2012 fue nombrado uno de los más bellos de Rumania.
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Botiza. Botiza es un pueblo del distrito de Maramures, al norte de Rumania, muy conocido por sus alfombras de lana hechas a mano. Tiene su iglesia (en la foto) y las casas típicas de la región, con techos de teja y enormes puertas talladas con ornamentos: soles, lobos dientes y rollos de cuerda para la protección de la familia. Estas características viviendas albergan una comunidad campesina que corta los campos a mano, con guadañas, recolecta el heno con horcas de madera y utiliza los caballos y los carros como principal medio de transporte. Una postal que invita a experimentar un viaje en el tiempo.
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Breb. La madera es un material que define muy bien la personalidad de Breb, pueblo de la región histórica de Maramures, al norte del país, bien preservado en su valle dominado por la llamada Cresta del Gallo, parte de las montañas volcánicas de Gutai. De madera se alza su iglesia, ortodoxa; de madera son sus famosas puertas, hábilmente talladas y decoradas por los artesanos locales. Los ciclos de la naturaleza marcan el ritmo de la villa. Con la hierba y las flores silvestres que espesan los prados en primavera se hacen los característicos pajares de cara al invierno. Ya no existen los castores (breb, en rumano) que le dieron nombre, pero sí pollos, ovejas, lechones y vacas que nutren las economías domésticas.
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Ciocanesti. Los vecinos de Ciocanesti (en la imagen, una casa del pueblo), en Bucovina, mantienen la tradición de decorar las fachadas de sus hogares con diseños tradicionales, como aprendieron de sus padres, y de los padres de sus padres. Son los mismos motivos antiquísimos que inspiran los trajes tradicionales y los huevos pintados, y que tienen su significado. Así, el diamante es un símbolo de sabiduría, y el cuadrado, de inteligencia; los círculos simbolizan el infinito y la eternidad, y la red o el tamiz, el discernimiento entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Estas casas pintadas son lo primero que capta la atención del viajero, que verá que la decoración no solo embellece las viviendas particulares sino las tiendas, la oficina de correos o el Ayuntamiento.
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Biertan. La iglesia fortificada de Biertan (en la foto), construida entre 1490 y 1516 siguiendo el estilo gótico tardío sajón imperante, con su doble línea de murallas, es uno de los siete templos fundados durante la Edad Media por los sajones transilvanos (comerciantes de origen alemán) y declaradas patrimonio mundial por la Unesco. Es uno de los lugares más populares de Transilvania, quizá por su especial significado y su característica arquitectura (forma un recinto protegido inconfundible que sigue el patrón de una granja familiar).
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Viscri- En 2006, el príncipe de Gales compró una casa del siglo XVIII en Viscri, distrito de Brasov, uno de los pueblos sajones de Transilvania, para proteger sus tradiciones e impulsar un turismo sostenible. Las ocas pululan a sus anchas por él. Y su iglesia fortificada (en la imagen), co-nstruida originariamente alrededor del año 1100, se ha ido convirtiendo con el paso de los siglos en un templo imponente rodeado de murallas, con un altar del siglo XIX. Viscri ha conservado una ordenación territorial, una distribución de granjas familiares y un esquema de poblamiento sumamente peculiares desde finales de la Edad Media, y es una de las siete aldeas con iglesias fortificadas patrimonio mundial como "una vívida ilustración del paisaje cultural de la Transilvania meridional", según la Unesco
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Targu Neamt. La única ciudad con estatus de 'oraș' (gobierno local en poblaciones menores) que figura en esta fotogalería. Targu Neamt es la tercera población por número de habitantes (algo más de ) de la provincia de Neamt, en el oeste de la región histórica de Moldavia. Sus principales hitos patrimoniales son el castillo de Neamt, la principal fortificación al sur de Suceava durante la Edad Media, construido en el siglo XIV por orden de Pedro I Musat; la casa donde vivió la poeta Verónica Micle, y la aldea (hoy barrio) Humulesti, donde se crio el escritor y narrador rumano Ion Creanga. En los alrededores se alzan casi 20 monasterios ortodoxos (en la imagen, el monasterio Neamt), algunos de ellos, como Varatec, Agapia o Secu, de gran importancia.
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Rimetea. Es el único pueblo rumano galardonado con el Premio Europa Nostra de la Comisión Europea para la Conservación del Patrimonio Cultural Material (concedido a Rimetea en 1999 tras la rehabilitación de 138 viviendas húngaras tradicionales). Se ubica en el distrito de Alba, en la frontera con el de Cluj, y está considerado uno de los más bellos de Transilvania. Es una antigua ciudad minera dominada por Piatra Secuiului, una colina de piedra caliza, sin árboles, que se observa muy bien desde la fortaleza de Coltesti. En 2000, Rimetea, de mayoría húngara, con sus características y cuidadas casas blancas de ventanas verdes, fue designada como área arquitectónica y urbana protegida por la Oficina Nacional de Monumentos Históricos.
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Jurilovca. Jurilovca es un encantador pueblo de pescadores en el delta del Danubio, fundado en el XIX por una comunidad rusa deportada por Pedro el Grande. Ofrece acceso directo al cabo Dolosman, un auténtico paseo marítimo rocoso, el único de la costa rumana del Mar Negro: tres kilómetros de longitud, casi 20 metros de altura máxima y refugio de especies esteparias. A sus pies espejea el Razim, el lago natural más grande del país. Al espectáculo natural se suma el histórico, con las ruinas de la fortaleza de Argamum, el yacimiento arqueológico más antiguo hallado en la actual Rumania, fechado en el siglo VI antes de Cristo.
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Plesa. Vidas sencillas, tranquilidad, bellos escenarios de montaña
Plesa. Vidas sencillas, tranquilidad, bellos escenarios de montaña. Al norte de Rumania, cerca de la ciudad de Gura Humorului, en la región histórica de Bucovina, existe una villa fundada exclusivamente por polacos hace cientos de años. Hoy solo quedan unos 200, ya que empezaron a abandonar el país después de la Primera Guerra Mundial, y, sobre todo, a partir de Plesa es un buen lugar donde aprender, y mucho, sobre cultura, gastronomía y tradiciones polacas, empezando por el idioma, ya que se sigue escuchando polaco muy habitualmente, a menos que haya invitados rumanos.
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Sapanta. El Cementerio Alegre de Sapanta, en el distrito de Maramures, pegado a la frontera con Ucrania, debe su nombre a lo colorido de sus tumbas, decoradas con pinturas naif y epitafios originales y humorísticos. Tanto que el camposanto se ha convertido en un museo al aire libre y en una atracción turística por obra y gracia del artista local Stan Ioan Patras, que empezó en 1935 a esculpir las lápidas con su peculiar estilo; a su muerte, en 1977, le sucedió en su trabajo Pop Dumitru. Cerca se alza el monasterio Sapanta-Peri, la iglesia en madera con la torre más alta del mundo (78 metros).
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MÚSICA: 1-”C´est En Aimant Que Je Voudrais Mourir” Alain Morisod 2-”Morena” Antonia
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